Partida Rol por web

Algunos aún en el simulador, otros ya en sus cuartos con todo listo, os reclaman en el hangar, en la plataforma de aterrizaje. Varios guardias turianos os van a buscar, y tras una breve parada en algún cuarto para recoger el equipaje, y tras reuniros con la Capitana Shepard y el oficial Turin, os acompañan hasta la plataforma de embarque, saliendo del pequeño hangar en el que lleváis recluidos casi 24 horas, camino al auténtico espacio puerto. 

Al poco dejáis los pasillos pequeños y solitarios para adentraros en otros pasillos mucho más grandes, parecidos a las zonas de paseo y observación de los distritos de La Ciudadela, llenos de operadores turianos que van de aquí para allá, algunos con uniforme, otros con ropas civiles, y otros incluso con trajes de baja gravedad. Os miran, con una mezcla de curiosidad y recelo, pues no es muy habitual contar con la presencia de no turianos en Palaven. Finalmente, llegáis a un muelle de embarque, pero la Kursk no está ahí. Una pequeña nave de transporte os espera. Junto a vosotros, suben la Capitana y el oficial Turin. Parece que el resto ya está a bordo. 

La nave de transporte arranca. A los cinco minutos de viaje, tras una leve sacudida, al atravesar la atmósfera del planeta, la Capitana Shepard os señala una plataforma entorno a la órbita exterior del planeta. 

-Ahí está. Nuestra nave.- Todos os giráis, casi por instinto. Y al fin, la veis. 

Dos veces más grande que cualquier fragata de La Alianza, su diseño es de inspiración evidente de una mezcla entre los cruceros de La Alianza y las naves de clase Normandía, aunque esta solo tiene dos motores, pero mucho más potentes que los de cualquier nave de cualquier flota. El blindaje de la nave brilla cuando os acercáis, reflejando la luz del lejano sol de Palaven. Sus baterías frontales saltan a la vista. Parecen capaces de destruir un planeta entero, al menos desde el punto de vista de la nave de transporte, pequeña en comparación. No lleva insignias ni banderas o marcas de ninguna clase, salvo un nombre en la parte derecha del blindaje, "Pripyat". 

Tras varios movimientos y un par de sacudidas, propias de la conducción de una IV, la nave de transporte queda anclada en la Kursk. La puerta de la nave de transporte se abre, y entráis, tras un proceso de descontaminación, en la propia nave. Como es habitual en las naves clase fragata, entráis por el acceso del morro de la nave, en la cubierta 3, entre la cabina y la zona de navegación y armamento. El Navegante Otakovsky os espera allí, con el uniforme impecable bien erguido y con la cabeza bien alta. 

"La oficial al mando está a bordo. El Navegante Otakovsky queda relevado." Dice la computadora, que se oye por toda la nave. Otakovsky, se adelanta. 

-Bienvenida, Capitana. Y bienvenidos. La SSV Kursk ya está lista para partir. Únicamente falta un rumbo.- El oficial Turin toma rápidamente la palabra. 

-Eso es lo que nos toca decidir ahora.- Mira a la Capitana, y esta asiente, para, acto seguido, miraros a vosotros. 

-Pueden instalarse, encontrarán sus camarotes en la cubierta 2. El ascensor está al fondo. En media hora nos reuniremos, y todos ustedes deberán estar presentes, para decidir donde empezaremos a buscar.- Dicho lo cual se marcha, camino a la sala de reuniones. 

Los nervios de la sargento eran casi palpables. Una misión secreta, unos compañeros desconocidos y un lugar en el que casi ningun humano había puesto pie en él, era todo lo que había sabido en los ultimos dias. Cuando por fin vió la obra de ingeniería conjunta no pudo ocultar su asombro. Con la boca abierta, emocionada y  llena de orgullo divisó el casco de la Kursk. Era aún más maravillosa ahora que la tenía frente a ella. Sus ojos recorrieron la nave palmo a palmo, sin duda era espectacular. Por fin, tras acoplarse la nave de transporte, se puso en pie y entró en el area de descontaminación, sus pulsaciones iban en aumento mientras no podía reprimir una sonrisa al por fin verse a bordo de la nave.

Tras el saludo militar al Navegante Otakovsky respiró el ambiente que la rodeaba. Cargando sus cosas al hombro corrió rauda a instalarse pronto en su camarote, esperaba tener algunos minutos para recorrer la nave antes de acudir a la sala de reuniones. Por fin todo empezaba a cobrar algo de sentido.

Inara coge rápidamente sus cosas antes de salir de Palaven. La conversación con Sehabed y Avot tendrá que esperar hasta estar a bordo de la Kursk.

Acompaña al grupo hasta la nave de transporte, fijándose todo lo que puede en la ciudad turiana, ya que nunca había tenido la ocasión de estar allí. Una vez en el transbordador de camino a la Kursk, reprime una sonrisa ante el evidente alivio del Sargento Stegenno al dejar el planeta turiano.

Cuando por fin entran en la Kursk, la Pripyat - se recuerda a si misma - mira la nave sin asombro aparente. Al fin y al cabo es una herramienta más, y los resultados que se puedan obtener con ella dependen más de quién la maneje que de la tecnología de la que disponga. Al menos en su opinión, que probablemente no sea la más extendida de la galaxia.

Escucha a la capitana y se dirige hacia la cubierta 2 para dejar su equipaje. En media hora puede que tengan tiempo suficiente para terminar de aclarar algunas cosas que habían quedado pendientes o, si no fuese posible, para conocer a los tripulantes de la nave en persona y no solo por las fichas que les habían dado en tierra.

Cita:

La cara de Breil es todo un poema lanzado a los cuatro vientos con su mas que aparente desagrado por la población turiana.

Parece que constantemente tiene que estar mordiéndose los labios de rabia o para callarse alguna frase "provocadora".

Cita:

Cuando por fin ve la nave de transporte, acelera el ritmo y es el primero de entrar ... al sentarse en el interior se puede escuchar como suelta el aire y toma una nueva bocanada para llenar sus pulmones. Estaba llegando al limite aguantándose la respiración.

Pasaran días antes que no olvide este hedor ... - Se lamenta malhumorado.

Cita:

Stegenno aguarda a los saludos y luego, con calma, va hacia los camarotes para ver donde lo toca dormir. No puede evitar mirar la nave y acariciar los detalles de su construcción con los dedos como si estuviera impresionado con la fragata.

Huele a nueva. Mola.

Habrá que cuidarla.

Por el camino no duda en saludar amigablemente (y no muy protocolariamente) a los demás humanos que encuentre de camino e ignorando a las demás razas.

 El espectro ve en Palaven las construcciones turianas, la arquitectura de su raza era tremendamente eficiente y hecha para durar, su gente era lo que más le impresionaba de la ciudad. Donde el se sentía como extranjero incluso en la natal ciudadela aqui encontraba un remanso inexplicable. Aquí vendré a pasar mis años dorados Se dijo a si mismo.

Cuando les llamaron, cada escama de su cuerpo pareció haberse movido una mínima fracción hacia afuera. Ya es hora, debo demostrar que todo el entrenamiento no ha sido en vano.

Cuando sube al transporte echa una mirada al planeta y cuando voltea de nuevo ve el que será su hogar durante la misión, la SSV Kursk. Es una nave esbelta pero resistente, sus baterías frontales son sin duda de fabricación turiana y están listas para la acción al igual que su rifle, que descansaba en el espacio del hombro derecho de su armadura. Luego posa su mirada sobre la comando asari... tal vez eran todavía sus hormonas de adolescente, pero la biótica tenía un aspecto de una turiana con piel azulada, y una bastante atractiva. No te distraigas Veigon, ojos siempre en la misión, eres un espectro, y mientras juegues tus fichas bien lo seguirás siendo...

Lo cual le recordaba a su colega humana, Jane Shepard. Habían pasado ya más de dos años desde la batalla de la ciudadela, y el recuerda muy bien donde estaba cuando escuchó por la frecuencia de emergencias a la SPECTRE dando la orden de salvar la Ascension, sacrificando varias naves de la alianza en el proceso. Una decisión difícil, pero que no fue bien acogida dentro de los humanos, hubo manifestaciones por parte de los familiares de las víctimas en los meses siguientes, el estuvo allí para ver el dolor en sus caras  y como no sentirlo, pero los turianos hubiesen aceptado la pérdida con resignación. Los humanos, a pesar que no vivían mucho más que su raza, luchaban con una fiereza terrible por la preservación de su especie, se habían ganado a pulso su lugar en el concejo, pero las acciones de la otra facción humana conocida como Cerberus no daban para elogios, eran un grupo de terroristas que habían dejado su huella en Noveria, Akuze y la flotilla quariana. Cómo podía una persona cambiar tanto?

En medio de sus cavilaciones, cuando vuelve a estar consciente de su entorno se encuentra frente al navegante, a quien saluda poniéndose en posición de firmes y asintiendo con la cabeza. Veigon Sehabed, un placer conocerle. Acto seguido decide explorar la corbeta un poco más y conocer el resto de la tripulación del Pripyat, al resto de personal les saluda con el tradicional sacudón de manos pronunciando sólo su nombre, no su rango. 

Riggs camina hacia la nave, en la retaguardia del grupo, como suele hacerlo normalmente, mirando al suelo, sin prestar mucha atención al entorno. No es de quienes disfrutan contemplando el paisaje de mundos desconocidos. La nave tampoco le llama demasiado la atención, a pasado tanto tiempo yendo de una a otra que ya todas le parecen iguales, aunque no puede negar que la SSV Kursk es bastante llamativa en comparación con los cruceros de la alianza.

Mientras camina no puede evitar sentir el peso de las chapas colgando de su cuello, ocultas bajo su traje. Aquel peso se incrementa a cada paso que da dentro de la nave, como si de un mal presagio se tratara.

Una vez dentro e la nave se mantiene firme, mirando a su alrededor, en especial a la tripulación, a la cual responde tan solo con un saludo firme, siguiendo la etiqueta.

Apenas se les da la oportunidad de ir a conocer las instalaciones en donde se van a hospedar, Riggs aprovecha para ir a los camarotes de la cubierta 2. Espera a que los demás se pongan en marcha y le lleven un poco de ventaja antes de comenzar a andar, y una vez llega al lugar sigue a Stegenno. Aun hay un par de cosas que quiere dejar en claro con el sargento, y prefiere hacerlo antes de meterse de lleno en la misión.

Riggs se para en el pasillo, espera a que el sargento entre a su camarote y entonces le sigue.

- Sargento Stegenno – dice para llamar su atención, mientras se para en la puerta de su camarote, con los brazos cruzados sobre su espalda, mirándole fijamente.

Breil se detiene, observa la situación unos segundos y suspira.

¿Estará cabreado por que pilló en la simulación? - Se pregunta a si mismo.

Dime capi.

 - CAPITAN Christian Riggs – responde instantáneamente al sargento, resaltando aquella palabra, dejando en claro la posición de cada uno de los que esta dentro de aquella habitación. Riggs da un paso al frente y cierra la puerta detrás de el, dejando a ambos solos en el camarote. No deja de mirar al Stegenno ni por un segundo, permaneciendo frente, a pocos metros, con las manos cruzadas sobre su espalda

- Solo voy a decir esto una vez, así que seré directo, por que espero que se le quede grabado en la cabeza – hace una pausa, deja caer los brazos a los lados de su cuerpo, sin apartar la vista del sargento ni por un segundo, casi sin pestañear. Da un paso al frente, acortando las distancias entre ambos.

- No me gusta mas que a usted el tener que seguir el protocolo, el erguirme frente a mis superiores, saludar, y llevar mi uniforme de manera impecable. Y sin duda comparto con usted el descontento respecto a tener un grupo del consejo pegados al trasero, vigilandonos, esperando a que cometamos algún error. Estoy de acuerdo con usted, e incluso creo que es un hombre con capacidades. Pero no vengo a tirarle rosas, por que lo que yo, o alguno de nosotros, piense, no importa.

Hace un breve silencio, de pocos segundos, y da medio paso al frente antes de seguir.

- Me importa una mierda que odie a todo ser que no sea humano, tenga razón o no para ello. Me importa una mierda que yo, o ningún superior de esta nave, le agrade o no. Me importa una mierda que compense todo esto con sus capacidades en combate. Lo único que me importa es que estamos en una misión en conjunto con el consejo, en donde nuestras relaciones están tensas, en donde esperan que cometamos cualquier error para declararnos la guerra, y en donde nuestros propios hombres desconfían de sus superiores, y usted no hace mas que mostrar malestar y descontento entre los miembros de esta compañía. Lo único que me importa es que tengo una misión que cumplir, tengo un grupo al cual liderar, y uno de mis hombres no hace mas que comportarse como un jodido niño.

Vuelve a hacer una pausa. Su tono iba subiendo lentamente a medida que aquellas palabras se sucedían, pero con la pausa vuelve a calmarse, tomando algo de aire, antes de que su voz, ligeramente ronca, se vuelve a hacer oír.

- Usted es un soldado, no un puto mercenario. Si le dicen que salte, pregunta cuan alto, y si no le gusta se muerde la lengua y lo traga, o renuncia. No voy a permitir que perjudique a esta compañía tan solo por que no puede mantener atada a su lengua, dios sabe que no voy a permitir algo así, ¿esta claro, sargento?

A medida que habla su voz ronca se hace mas dura y cortante, como si una ira contenida tratara de salir de su interior, aunque sin éxito, y sin hacer que Riggs pierda la compostura ni por un segundo.

Tras aquellas palabras, se queda mirando a Stegenno unos segundos, en silencio, fijamente a los ojos, aunque realmente no espera ninguna respuesta por parte del sargento.

Inara entra en su camarote y guarda su equipo en la taquilla, salvo la pistola que deja enfundada en su cadera. Se cambia la armadura por unas ropas más cómodas, un traje negro con una media levita ajustada de cuello alto (similar al que viste la Consejera Asari). Sabiendo que no va a tener mucho tiempo para terminar la conversación con Sehabed y Avot, sale a pasear por la cubierta, intentando ver a la gente, ajetreada mientras preparan el inminente viaje. Saluda cortesmente a la tripulación, pero se mantiene apartada, observándoles y sin inmiscuirse, valorando cómo trabajan sin influencia externa. Se dirige a la sala de reuniones sin entablar ninguna conversación en particular, el viaje es largo y ya habrá tiempo para conocerse con calma, no en media hora.

Breil permanece en silencio hasta que Riggs termina su adoctrinación personal.

Si la alianza no me ha encerrado en una celda es por algún motivo "capitán". - Empieza a hablar Stegenno, haciendo hincapié en el titulo de Riggs. - A veces se necesita a alguien que no obedezca fielmente las normas, que se salte algunos protocolos y haga el trabajo sucio.

Sonríe como si le jodiera decir lo siguiente.

Alguien a quien echar la mierda cuando los paños salen a la luz.

¿Quiere a un perfecto soldadito que salte a su son y carezca de cualquier tipo de inventiva e iniciativa? Como quiera capitán.

Recuérdelo en el campo de batalla. Cuando las cosas no salgan como está planeado y un YMIR salga de un contenedor amenazando la integridad de su condecorado culo.

Dicho esto Breil se cuadra y le hace un saludo al capitán, esperando que este de la reunión por terminada.

Riggs da un paso al frente. Mantiene los brazos a los lados del cuerpo y mira fijamente al Sargento, directo a los ojos. No puede evitar dibujar una ligera sonrisa en su rostro.

- Mi “condecorado culo” - vuelve a decir con su tono cortante y la voz ligeramente ronca – sigue intacto gracias a soldados mucho mejores que usted. No se sienta especial, si tiene que despelotarse y atacar con sus puños un YMIR no estaría haciendo otra cosa mas que su trabajo, lo que cualquier otro soldado haría, y lo que ordenaría hacer a cualquier hombre bajo mi mando si la oportunidad lo requiriera. Pero mientras tanto, mientras no haya nadie tratando de volarle la tapa de los sesos, va a cerrar su puta boca y a actuar como un “soldadito de plomo”, así le de arcadas, por que, aunque no le guste, este uniforme representa algo muy importante mientras lo llevamos puesto, y no voy a dejar que nadie bajo mi mando se cague en ello... y usted no es la excepción, no importa cuan bueno crean los peces gordos de la alianza que es.

Ya no tiene la sonrisa en la cara, y su entrecejo esta fruncido, pero por una vez su vista se separa de los ojos del sargento y recorren el camarote – Continúe – dice con la voz un poco mas relajada, e inmediatamente se da media vuelta y sale de la habitación, sin dar oportunidad a recibir contestación, pues no la quiere, y cerrando la puerta a su salida se dirige a su camarote.

Mientras inspeccionas la nave, en una de las dos salas anejas a la sala de comunicaciones, encuentras, sobre un terminal de información, un pad de datos. Parece que ha sido usado recientemente, pero está bloqueado. Al mirarlo más de cerca, llevada quizás por la curiosidad propia de una Asari en plena juventud, te das cuenta de que la información que contiene está bastante blindada para tratarse de un simple pad de datos, y de que está codificado por un código alfanumérico de 20 dígitos protegido por un firewall, en forma de contraseña rotatoria. Más bien parece un terminal de banco, o de una corporación, que un simple pad. 

Aunque la seguridad informática no es tu fuerte, tu entrenamiento como comando da más que de sobra para piratear algo así.

Si señor. - Dice Breil volviendose a cuadrar al estilo militar, aunque no por eso menos cargado de odio.

Cuando este se marcha no puede evitar fruncir en ceño con desagrado.

Summer se pasa el viaje en la lanzadera mirando el paisaje urbano. Le gustaba la arquitectura turiana pero nunca lo admitiría en voz alta por si Stegenno la tomaba con ella. Era un buen soldado, sin duda. Aunque su patente xenofobia estaba segura de que les iba a dar más de un problema.

Una vez en la Kursk no puede menos que admirar el estilizado diseño de la nave en la que emprenderían la misión. Recorrió los pasillos hasta su camarote recreándose en los detalles y observando a los ajetreados miembros de la tripulación.

Cuando la puerta se cierra, Breil hace un símbolo obsceno con las manos en la dirección que el capitán se ha marchado.

Capullo. El respeto no se exige, se gana.

Pero tranquilo, tarde o temprano te la devolveré en el campo de batalla ... y luego no podrás levantar cabeza.

Mira a su alrededor, esperando un momento en el que no pase nadie, con el PAD de datos en la mano, mientras comprueba que no tiene ningún dispositivo emisor que pueda hacer saltar una alarma si alguien accede al PAD.

Cuando está a solas, piratea el dispositivo rápidamente y con el mayor disimulo posible para obtener toda la información posible, agradeciendo los años en la academia trabajando con este tipo de dispositivos electrónicos y el empeño de sus maestras en que dominase una tecnología que nunca fue su punto fuerte.