Partida Rol por web

Quizá esa anciana era la primera persona que no se asustaba al oir hablar del Séptimo. Dio unas palmaditas en las manos de la gnoma mientras mantenía su sonrisa.

No todo lo que hacen las razas de idhún está controlado por los dioses, querida. Todos nosotros tenemos una parte de bondad, y otra de maldad. Sólo nuestros actos permiten que una supere a la otra, pero no se puede hacer desaparecer. No sabemos si esa criatura está dominada por el Séptimo, pero no hay que descartar nada. Puede ser que simplemente sea malvado, o puede ser que le hayan corrompido.

Suspiró cuando Namib le hizo aquella pregunta sobre las acciones que pensaban tomar los humanos. Negó lentamente y miró al fuego.

El humano guerrero debe su lealtad a los reyes que nos reinan, querida. Ellos también habrán venido, y habrán visto lo sucedido. Querrán atraparlo, pero no sabrán qué hacer o cómo hacer. Es posible que, en cuanto detecten a algún posible culpable, le capturen y lo encierren. Y así, pensarán que todo está bajo control.

En cambio, los magos humanos añadió acariciándose la barbilla seguramente estarán trabajando duramente con sus compañeros de magia. Pueden salir muy perjudicados si relacionan la magia nuevamente con el mal, y querrán poner de su parte para solucionarlo.

Me temo, mi pequeña gnoma, que sólo nos queda esperar. Cada uno actuará de una manera diferente. ¿Será la correcta? No lo sabemos. Pero me temo que, si es esa criatura la que está detrás de lo sucedido hoy, tiene un plan mayor y más peligroso.

La belleza de la biblioteca al anochecer cautivó por unos momentos a la varu. Mereelu contempló el cielo estrellado a través del techo acristalado durante unos segundos. Si no hubiera sido por los escasos transeúntes desconfiados que se había cruzado, hubiera jurado que nada malo había pasado aquel día y no era más que otro día más de plegarias y estudios.

Caminó entre los grandes estantes llenos de libros, buscando alguno que le pusiera servir, mas llegó a la conclusión de que sería imposible encontrarlo a tiempo sin ayuda. Le llevaría horas inspeccionar todos los libros y estanterías en busca del que le interesaba. 

Entonces, tuvo la suerte de volver a encontrarse con la bibliotecaria que había conocido a la mañana y había sido la descubridora del crucial texto en un libro. con decisión, caminó hacia ella con una tranquila y amable sonrisa, intentando que todas sus buenas intenciones enmascararan su pequeño recinto oscuro.

- Hola de nuevo, no quisiera molestarte, pero me gustaría encontrar el libro que habéis leído hoy a la tarde en la reunión, el que contenía una información tan valiosa para la investigación de lo ocurrido. Mi interés es meramente para poder ayudar en todo este asunto - y si conseguía encontrar alguna otra información en el libro o en la sección de libros en la que se encontrara, tanto mejor para ella.

Aylandris estaba callada, la mirada fija en el pastel y los ojos abiertos como platos. De repente, se acordó que tenía que respirar e inhaló con avidez, buscando el oxigeno que hacia un rato no entraba en sus pulmones por la sorpresa.

-¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! ¡Esincreible! ¡Hasidoincreible! ¡Heestadojuntoael! ¡Ymehamiradoconesosojosdefuego! -se descubrió haciendo aspavientos con las manos al verse de nuevo en la mesa de la posada y recordar la visión- ¡HeestadojuntoaldragónErekastiDamcur!

Se quedó mirando a Khazlian un instante, sonriendo como una tonta- Era precioso... y fuerte... y tenía una energía increíble. Creo que me dio a entender....bueno... sé, no me preguntes por qué, es como si... como si me hubiera transmitido algo... Tengo que cumplir mi misión, pero para que salga todo bien no tengo que rendirme. Tengo que ser valiente. Es como si junto a él yo fuera capaz de conseguir lo que me propusiera, me ha dado fuerza. ¡Lo voy a conseguir!

Aylandris estaba radiante. Aún sentía vibrar en su interior la fuerza del fuego.

Gracias Doña Iris, por compartir su conocimiento, y hacerlo sin miedo.  Ustedes los humanos me impresionan.  Bien podrían ser la argamasa entre nuestras razas, valiosos y valientes que son.  Hizo una pausa, educada como buena gnoma.

Pero aun así la oigo pesimista a usted, ¿sólo esperar? ¿cada uno por su cuenta?  Eso no está bien.  Aun así, seamos los tendrículos de dos enredaderas que se tocan, para cuando venga el tiempo, humildemente pero mejor estar conectadas que no, en los tiempos por venir. 

Debo irme ya, para buscar a mis amigos, pero antes, ¿algún consejo sobre a quién debería buscar?

La joven asintió con una sonrisa a las palabras de la pequeña Aylandris

Es a esto a lo que me refiero. Esta forma de recordar nos ayuda a continuar, a pensar dónde poder apoyarnos, o sacar fuerzas de nuestro interior.

La joven se levantó, pues tenía que seguir limpiando las mesas de su posada A veces nos cuesta entender más lo que vemos, pero un poco de tiempo nos ayuda a entenderlo todo.

Se acercó a la mesa de al lado y se puso a limpiarla con delicadeza Tenéis un par de habitaciones. No son muy grandes, pero son vuestras, para cuando os queráis ir a dormir.

Buenas noches, sacerdotisa la celeste inclinó levemente la cabeza cuando Meerelu se aproximó hasta ella. Escuchó las palabras de la varu y sonrió con pesar.

Me temo que ese libro es único, y lo tiene Re-Min. En estos momentos lo está estudiando para terminar de descifrar la profecía completamente en el rosto de la bibliotecaria se veía la frustración que sentía por no poder ayudar a una visitante de la biblioteca.

Si puedo ayudarte en algo más, estoy a su disposición.

Unir a los pueblos no es mi destino, querida. En cambio, quizá es el futuro de esa criatura que sólo busca el poder quizá las palabras de la anciana eran algo confusas para Namib, pero no parecía que la mujer fuera a añadir algún dato más.

Me temo, pequeña, que mis consejos acaban aquí. El peligro es mayor del que puedes creer. Date cuenta de que el poder de esa criatura llega a tal punto que ha sido capaz de matar a un ser de la pura luz de Irial. Lo último que te puedo decir acompañó esas palabras con otras palmaditas en las manos de Namib es que tengas cuidado, y suerte.

-Muchas gracias.- Entu entra en la fuente e inmediatamente se siente aliviado. Se mantiene cerca de sus nuevos amigos, dispuesto a darles conversación y enterarse de las novedades, aunque él mismo no hace mucho por iniciar la charla.

Es el destino de todos Doña Iris.   La buscaré de nuevo cuando tenga alguno que le fuera de utilidad.   Gracias por su tiempo, es usted una luz.

Y se fue rápido a la fuente para no perder la cita con los demás.

Aún rumiando la visión que el pastel me había ofrecido, los comentarios de Aylandris y de Shivei no me ayudaban a mantener la cabeza fría, por lo que había estado varios minutos en silencio, repasándolo otra vez. Eran tan real que costaba no hacerle caso y era como dijo la celeste, cosas en las que no me había fijado en el momento pero que me había mostrado con total claridad.

-Gracias, Shivei, por la cena y las habitaciones -agradecí de corazón a la celeste el trato que nos estaba dando, aunque todavía quedaba noche por delante. Esperé a que la celeste se alejara un poco antes de ponerme a hablar con Aylandris-. ¿Qué vas a hacer ahora que tienes la barriga llena y las energías renovadas? ¿Te vas a acostar para soñar con tu dragón? -aquello no era una broma ni un comentario jocoso, sino la forma de darle ilusiones a un niño pequeño-. Yo tengo intención de acercarme a la fuente para reunirme con el resto y enterarme de lo que han descubierto -aunque seguía pensando que sería una pérdida de tiempo, pero no podría pegar ojo sabiendo que me lo había perdido-.

Mereelu inclinó la cabeza decepcionada. Había esperado poder leer el libro, pero era normal que lo estuvieran estudiando.

- Muchas gracias, es una decepción, pero no se puede hacer otra cosa que esperar. Estudiaré el libro en otro momento - o eso esperaba.

Miró alrededor, a todos los libros que había sin mucho interés, y luego se acordó de otra cosa - sí, hay algo en lo que puedes ayudarme. Ese libro - hizo una pequeña pausa antes de continuar - ¿de qué sección lo sacasteis? ¿Podrías indicármelo, por favor?

Namib llegó a la fuente y se puso a cantar una cancioncilla.  Echaba algunas monedas al agua y pedía deseos, por todos los unicornios aun libres.   Metió los pies en el agua y se dispuso a esperar a sus compañeras.

La conversación parece acabarse una vez que entran en el agua. Hay personas, aunque pocas, caminando cerca, aprovechando la noche, aunque parece peligrosa. Los varus se mantienen en silencio, como si olvidasen que sólo ellos pueden hablar telepáticamente y que pueden dirigir las conversaciones a quienes ellos quieren.

De pronto, una pequeña gnoma se dirigió a la fuente. Metió sus pies en el agua y empezó a echar monedas, como si estuviese pidiendo deseos. Al mirarla detenidamente, Entu se dio cuenta de quién era: Esa pequeña gnoma que había interrumpido a Re-Min para decirla lo que ponía en el libro en ese lenguaje antiguo. Parecía esperar a algo o a alguien.

Por supuesto, sígame la bibliotecaria, como la primera vez, se mostró sumisa. Caminaba con pasos sencillos y lentos entre los pasillos llenos de libros en sus estanterías. Pasasteis de largo por el pasillo en el que se encontraban los libros sobre las leyendas de los dioses, el que ya habías visitado. No muy lejos de allí, la bilbliotecaria se detuvo.

Aquí están, todos estos libros están llenos de profecías. Pero hay dos cosas malas: Excepto las que ya han ocurrido, no podemos determinar si una profecía es cierta o falsa. Y, además, todas están expresadas en idiomas antiguos, unos más que otros. Espero que le sea de utilidad.

Allí, en el medio de una plaza, una gran fuente nacía. De ella salían dos arroyos que se perdían por debajo de las casas, seguramente conectándolos con los ríos del exterior.

En ella te sentaste y tus pies pudieron descansar de tanta caminata. Tras tirar unas pocas monedas, te fijaste en que allí estaban los varus, refrescándose. Ninguno parecía hacerte mucho caso, pero entre ellos reconociste a uno que estaba en la reunión. Vuestros ojos se llegaron a cruzar.
 

-¡Muchas gracias!-le dijo a Shivei, sonriendo- Por la comida y por la ... visión.

La miró alejarse sin dejar que la sonrisa desapareciera de su rostro. Se sentía bien, y más con la barriga llena.

-¿Soñar? ¡No! Si pudiera, si supiera donde o como, iría ahora mismo en busca de la maga y partiría ahora mismo hacia mi poblado. Creo que ahora mismo podría llegar sin detenerme un momento a descansar. Estaría contenta de poder hacerlo, pero sé que ahora no se puede, así que tendré paciencia, esperaré a la maga y lo que tenga... o tengamos que hacer, y después terminaré mi misión.

Sonrió a Khazlian, la tela que le cubría su rostro caída y olvidada a un lado. Sus ojos, con aquellas vetas doradas, brillando más que nunca.

-Iré contigo. No creo que pudiera dormir ahora mismo.

Y casi sin darle a Khazlian tiempo a reacción se puso de pie junto a la mesa-¿Vamos?

¡Hola Entú!, ¿cómo va todo?  ¿Ya llegaron los demás?  

Se echó a nadar.  Era bien sabido que a las gnomas les gusta el agua tanto como a las nutrias.  

Oye, pues yo averigüe cosas de lo más interesantes con los humanos.  Con una mujer sabia llamada Iris.  Una genial mujer. 

Mereelu miró con codicia los libros. Le costó mucho mantener sus emociones a raya. En aquellos libros podía haber lo que estaba buscando. Lo malo era que no contaba con mucho tiempo, por lo que se puso a buscar cualquier pergamino o libro que pudiera hablar sobre el séptimo, cualquier título que pudiera tener en su interior lo que buscaba.

- Sí, muchas gracias, bibliotecaria, me serán de mucha ayuda. ¿Sabes si alguno de estos tienen alguna relación con el libro que has encontrado hoy? Cualquier libro sería de gran, por muy pequeña mención que hagan. Necesito descubrir todo lo que pueda, si quiero ayudar a solucionar este problema.

Tuve que sonreír ante el entusiasmo que mostraba Aylandris, a fin de cuentas, se había convertido en mi compañera de viaje en la ciudad ya que Shela era lo que nos unía a ambos y ella estaba con sus cosas. Con el estómago lleno las cosas se veían de manera diferente.

-Está bien, está bien, vámonos -dije mientras me colocaba bien la tela del turbante que había estado suelta mientras estuve comiendo-. Tampoco me sentiría demasiado tranquilo dejándote aquí sola -sé que estando con Shivei no le pasaría nada, pero prefería estar con ella para asegurarme del todo-.

Ya que estaba de pie y preparada para irse, me levanté cogiendo las pocas cosas que llevaba y me despedí de la celeste antes de salir del local. Me sentía mal por tener que dejar a Shivei en vela hasta que nosotros volviéramos para acostarnos, pero era por encontrar una respuesta a lo que estaba pasando en la ciudad.