Partida Rol por web

Abandonar la posada fue fácil, lo complicado fue encontrar la fuente más grande de la ciudad. Por suerte, la lógica se impuso. La mayor fuente estará en la mayor plaza.

Tras caminar un rato la encontrasteis. Allí, en el medio de una plaza, una gran fuente nacía. De ella salían dos arroyos que se perdían por debajo de las casas, seguramente conectándolos con los ríos del exterior.

Nadando junto a los varus estaba Namib y, a su lado, Entu, un varu que ya habíais visto en varias ocasiones y también había estado en la reunión de la biblioteca.

Durante la conversación, las pisadas de alguien os alertaron de su llegada. Al mirar, bajando la calle con los andares de los yans, estaban Aylandris y Khazlian, que se unían a vosotros.

El ruido de una puerta al cerrarse te molestó. Intentaste no hacer caso, y respiraste tranquilo, buscando el sueño que se escapaba...

Pero estabas allí por una misión, y eso te despertó de golpe. Al asomarte por el tejado, viste cómo Aylandris y Khazlian habían abandonado la posada y caminaban tranquilamente por las calles. Aún era de noche, muy posiblemente cerca de la media noche.

Pues... la celeste se puso a mirar los libros nuevamente Temo decirle que, si existe tal libro, no lo hemos encontrado. Desde que se anunció la profecía, Re-Min nos pidió a las bibliotecarias que buscáramos en cada hueco que tuvieramos. Hemos revisado todos los libros de esta sección y no hemos encontrado nada relacionado, excepto el libro que ya tenemos su rostro mostraba tristeza al no poder ayudarte

Si tiene suerte y encuentra algo, por favor, cuéntenoslo. Toda información es poca ante este suceso.

¡Hola todos!  Reúnanse con nosotros.  ¡Echense al agua!

Me desperté con el ruido de la puerta. En otra situación no le habría echo caso, pero Ceya me mandó que siguiese a los yan y era eso lo que iba a hacer.

Guardé mi manta entre mis betunes y demás en mi caja para limpiar zapatos de manera sigilosa. Y después, de techado en techado empezé a seguirlos. -¿A dónde diantres van a estas horas? -pensé. Iba a averiguarlo, era mi misión, y si eso podía ayudar a solucionar el enigma del unicornio mejor que mejor. Aunque para mí lo que contaba es que Ceya había confiado en mí y no pensaba defraudarla.

Había costado encontrar la maldita fuente, la próxima vez habría que ser más específicos con el lugar de reunión.

Rechazo la petición de Namib negando con la cabeza, ni siquiera vi necesario tener que decir nada. El agua, que podía llegar a ser más valiosa que el oro, corría por la ciudad como si nada e, incluso, la utilizaban para bañarse como medio de diversión. Qué desperdicio...

-Me temo que no estoy aquí para eso -respondo al fin, mirando a la gnoma, que parecía que se le había quitado toda la preocupación de golpe- he venido porqué así lo acordamos tras salir de la biblioteca y quiero saber qué ha pasado con el otro yan.

Mi respuesta fue sincera ya que de todos los problemas que podríamos tener a la vista, con el único que podíamos hacer algo era con la enamorada de Drack. Si a eso le sumamos que se fue con la feérica, es normal que esté preocupado por él.

Mereelu contuvo un gesto de decepción. La búsqueda se iba a complicar más de lo que pensaba. Ya casi era la hora de reunirse, por lo que decidió dar un rápido vistazo a los estantes y volver al día siguiente, si fuera posible. Con suerte, contaría con el tiempo suficiente para mirar con tranquilidad todos los estantes y el libro, si Re-min había terminado con él.

Decidida, se puso a mirar rápidamente los títulos de los libros, y observando todo lo atenta que pudo, por si veía algún manuscrito o pergamino escondido entre los libros.

Entiendo que el Yan vea esto de nadar como sacrílego, pobre.  "Uno puede sacar al chico del desierto, pero no al desierto del chico." decía mi abuela.  

Va, acércate pues a la orilla y les cuento lo que averigüe. 

Dio un par de brazadas y se recargó sobre una piedra cual sirena.  Su cabello en rastas caía cual raíces mojadas sobre sus hermosos hombros color cacao, reluciente.

Meerlu que les cuente de lo que dijo la Madre Sabia.  Yo platiqué con el fauno trobador mayor, -lo dijo con la apropieada reverencia que un feérico le da a la profesión- y luego con una cuentacuentos humana -misma reverencia.  Ambos coinciden en la historia de este sacerdote que se atrevió a posser magia y que unió a tal poder que quedó preso de él.  

Ambos me dijeron que el Caído -por darle un nombre ahora- había sido tentado a propósito, no supe si por los dioses o los unicornios, pero que no había sido casual su caída.  Ambos coincidieron también que el Caído había sido un gran viajero, que antes de su caída era bien conocido por todas las razas, que en particular vivió mucho tiempo con los yan, aunque eso tontamente alimenta prejuicios.   En general se dice que recorría como gran trotamundos recolectando sabiduría de todos. 

Y que no había sido venganza ni violencia random lo de la muerte del unicornio, creen hundió la cabeza en rabia y tristeza, sino deseo de acumular mayor poder.  

Finalmente, vi con tristeza..., y ojalá su presencia aquí fuera un mensaje de esperanza para mi, vi, vi con tristeza que pocas razas quieren colaborar con las otras o armar un esfuerzo coordinado para arreglar el problema.  Tienen miedo, lo ven inevitable, no sé.  Nos queda a nosotros los jovenes el hacerlo.  Levantó la mirada, con amistad desafiante.  Los viejos, inclusive los más sabios, parece que no saben cómo sacudirse sus prejuicios. Les pesan cual fardos de plomo invisibles sobre sus hombros.  

Por desgracia, la rápida búsqueda no ayudó en nada. Los libros y papiros, si no estaban en un lenguaje extraño y antiguo, no especificaban nada. Algunos parecían narrar las historias de los Oyentes, teorías de cómo podían escuchar a los dioses, de antiguas escuchas que se habían cumplido... Pero nada parecido al libro que tenía Re-Min en su poder.

Conocedora de que la hora estaba llegando, marchaste de la Biblioteca. En tu camino hasta la puerta, las celestes parecían haber desaparecido. Aunque, con lo sigilosas que podían ser, a lo mejor estaban levitando sobre tu cabeza.

Tras caminar un rato encontraste la fuente. Allí, en el medio de una plaza, una gran fuente nacía. De ella salían dos arroyos que se perdían por debajo de las casas, seguramente conectándolos con los ríos del exterior.

Nadando junto a los varus estaba Namib y, a su lado, Entu, un varu que ya habíais visto en varias ocasiones y también había estado en la reunión de la biblioteca. Cerca de la fuente, sin llegar a tocar el agua, se encontraban Aylandris y Khazlian.

Por el mismo camino que todos habíais seguido, aparecía Meerelu con rápidos andares para reunirse con vosotros.

Seguidles por los tejados te resultó sencillo, ya que estabas acostumbrado a moverte entre las sombras, esquivando a las personas que podían buscarte por cualquier tipo de razón. En su caminata, los dos yan no parecían dirigirse la palabra, o quizá su susurro era tan inteligible en voz baja como en voz alta

Tras caminar un rato se detuvieron. Allí, en el medio de una plaza, una gran fuente nacía. De ella salían dos arroyos que se perdían por debajo de las casas, seguramente conectándolos con los ríos del exterior.

Alrededor, se habían juntado varios miembros de diferentes razas que habían estado en la reunión. La gnoma Namib estaba nadando en el agua, junto al varu Entu. En la orilla se quedaron Aylandris y Khazlian, sin rozar el agua.

¡Hola todos!  Reúnanse con nosotros.  ¡Echense al agua!

Me temo que no estoy aquí para eso he venido porqué así lo acordamos tras salir de la biblioteca y quiero saber qué ha pasado con el otro yan.

Va, acércate pues a la orilla y les cuento lo que averigüe. 

Meerlu que les cuente de lo que dijo la Madre Sabia.  Yo platiqué con el fauno trobador mayor, y luego con una cuentacuentos humana. Ambos coinciden en la historia de este sacerdote que se atrevió a posser magia y que unió a tal poder que quedó preso de él.  

Ambos me dijeron que el Caído -por darle un nombre ahora- había sido tentado a propósito, no supe si por los dioses o los unicornios, pero que no había sido casual su caída.  Ambos coincidieron también que el Caído había sido un gran viajero, que antes de su caída era bien conocido por todas las razas, que en particular vivió mucho tiempo con los yan, aunque eso tontamente alimenta prejuicios. En general se dice que recorría como gran trotamundos recolectando sabiduría de todos. 

Y que no había sido venganza ni violencia random lo de la muerte del unicornio, creen sino deseo de acumular mayor poder. 

Finalmente, vi con tristeza..., y ojalá su presencia aquí fuera un mensaje de esperanza para mi, vi, vi con tristeza que pocas razas quieren colaborar con las otras o armar un esfuerzo coordinado para arreglar el problema. Tienen miedo, lo ven inevitable, no sé.  Nos queda a nosotros los jovenes el hacerlo. Los viejos, inclusive los más sabios, parece que no saben cómo sacudirse sus prejuicios. Les pesan cual fardos de plomo invisibles sobre sus hombros.  

Tras escuchar esas palabras, por la misma calle por la que habían llegado los yan, aparecía Meerelu, otra joven varu, andando rápidamente para reunirse con ellos.

Haciendo memoria, recordabas que antes de tu siesta, en la reunión fuera de la Biblioteca, se había acordado que todos os reuniríais en la plaza más grande del pueblo. Seguramente fuese esa y, por tanto, Ceya no debería tardar en aparecer.

Aylandris arrugó la nariz al mirar a la fuente y ver a la gnoma dentro de ella, gesto que le costó el tener que sujetarse el trozo de tela que le cubría el rostro frente a los demás.

Arggg que diversión encuentra en estar ahí dentro...eso tiene que estar frio.... pensó para si mientras que la escuchaba hablar. Pero pronto e acumuló demasiada cantidad de cosas para la pequeña yan que acabó por preguntar- ¿Quién es la Madre Sabia? ¿Es la que nos habló antes a todos? -Miró a la gnoma y después a Khazlian, buscando una respuesta, aunque la gnoma continuó hablando recostada aún dentro del agua. Aylandris optó pues por seguir escuchando atentamente y, cuando la gnoma llegó al final de su discurso fue cuando parpadeó sorprendida y desconcertada a partes iguales. La pregunta fue sencilla y simple.

-¿Hacer.... qué? -volvió a mirar fijamente a la gnoma esperando a que, esta vez si, su pregunta fuera respondida.

Cooperar Aylandris, eso que oíste: cooperar.  Aunque nos cueste trabajo.

Cooperar en averiguar donde está ese ser envenenado y envenenante.  Cooperar en detenerlo.

Y Madre Santa es la líder espiritual de aquí nuestros cuates Varu.  Lo dijo dando un ritual palmotazo en el agua, en la señal feérica de que le agradaba mucho la gente de esta raza.

Bajé de los tejados por una calle apartada. Luego puse rumbo a la plaza por una dirección distinta al lugar por el que habían aparecido los yan. No quería que sospechasen que los había estado siguiendo.
 

Aparecí por una calle apartada en el centro de la plaza, me rasqué la cabeza-¡Hola!¿averiguaron algo? Me miré los dedos de los pies mientras jugueteaba con ellos a intentar atrapar el hilo de la alpargata.-Yo no. Luego me senté en el suelo esperando enterarme de lo que habían averiguado los demás.

Mereelu llegó a tiempo de ver a Namib salir del agua y contarles lo que había descubierto. Mientras la gnoma hablaba, Mereelu se metió en el agua cerca de ellos. Llevaba varias horas sin poder tocar el agua y su piel estaba tan reseca que resultaba molesta.

- La Madre Venerable - corrigió a las dos chicas la varu -, como ha dicho Namib, es nuestra líder y la más importante de las sacerdotisas varu, una mujer muy sabia y poderosa. 

La información que les dio la gnoma era interesante y valiosa, pero si algo llamó su atención, fue el hecho de que alguien posiblemente había matado al unicornio para acumular poder. Cómo y para qué, eran preguntas que no podía quitarse de la cabeza y cuyas respuestas no podría obtener allí.

Tras pensar detenidamente en lo que había contado la feérica y oír lo que tenían que decir, Mereelu alzó un poco la voz para que la escucharan - la Madre Venerable estaba realmente enojada con tu comportamiento, Namib, fui seriamente reprendida tras tu partida - comentó a la gnoma, sin ningún tipo de reproche, sino más bien como un comentario más en su informe - deberías usar un poco más de diplomacia al hablar con personajes ilustres. No me contó muchas cosas, pero sí interesantes. El ser que buscamos, creo que lo habéis llamado el Caido, no se sabe de dónde provenía, ni de qué raza era. Se sabe que los Seis le concedieron el Don de la Palabra y de Unir a los pueblos. Y, aunque en un tiempo supo hacerlo, su corazón se tornó negro y ansió más poder.

Mereelu omitió la segunda parte de lo que la Madre Venerable le había contado. El hecho de que el ser había querido ser un Dios y que la magia lo había corrompido hasta tal punto que toda su bondad se volvió oscuridad, era información que se guardaría para más adelante. Quería conocer la información que tenían los demás, por lo que a cambio se vio obligada a compartir parte de la que había conseguido ella, pero guardándose la parte más crucial, que posiblemente, sería la más importante a la hora de conseguir sus objetivos.

Según iban hablando, seguía de brazos cruzados, apartado de la fuente no vaya a ser que con la emoción acabe salpicado por otro de los efusivos movimientos de la gnoma. Todo ese discurso sobre cooperar y demás estaba muy bien, pero sino teníamos nada que seguir, ni el más mínimo rastro, por mucho que quisiéramos trabajar juntos no podíamos hacer nada. Resoplo haciendo que la tela que cubría mi cara se agitase con violencia.

La única persona a la que esperaba era la última en aparecer. ¿Dónde se habrá metido esa maldita feérica?, no paro de hacerme la misma pregunta en mi cabeza, pero relajo un poco el gesto cuando llega el criajo que me soltó la patada y echó a correr. Me quedo mirándole, sin quitarle los ojos de encima.

-¿Y tu amiga? -pregunto con cierto retintín, estaba esperando a que el miedo acudiera a él-. ¿Te ha abandonado a ti también?