Partida Rol por web

Hum, ehm, ehh, no sé. Respondo evitando la mirada del yan. Se fué con ese yan amigo tuyo y no se que habrá sido de ella . Me balanceo sobre el pie derecho, luego pongo este en vilo y dejo caer todo mi cuerpo sobre el izquierdo. Finalmente acabo en cuclillas, me cuesta mantenerme quieto con el yan mirándome. Si se retrasa mucho, quizás debamos ir a buscarla. No sea que le haya pasado algo. Aunque imagino estará al caer.Sonrio, me rasco la cabeza y hago una voltereta hacia atrás.

Como si de una convocación se tratara, tras las palabras de Khazlian, Ceya apareció. Al igual que no se había ido sola, no volvía sin compañía. Pero Drack estaba un tanto malherido, magullado y con un rostro que denotaba decepción.

Yo no abandono a nadie, hijo de Aldun como si eso fuera un insulto, se dirigió al yan. Caminó lentamente hasta dejar a Drack en el borde de la fuente sentado.

Nosotros fuimos a buscar rastro de Elara, la feérica. Llegamos hasta un rebaño con los bárbaros, que están sufriendo robos de una extraña criatura a la que no pueden detener. De hecho, la criatura ha atacado esta noche. Se movía a la velocidad de la luz, y no podíamos verla, sólo sentirla... Drack intentó proteger a un miembro del rebaño, y la criatura se le llevó por delante. Tiene arañazos y un buen golpe, nada más.

Si no fuera porque no sería posible, se podría decir que Ceya tenía cierta compasión por Drack

Mereelu se sumergió un poco más en el agua sin perder de vista a los demás ni perderse ni una palabra de la que hablaban. Los últimos en llegar traían noticias sobre la feérica desaparecida. Viendo a uno de ellos herido, salió despacio del agua y se acercó a él, para evaluar las heridas que tenía. Mientras lo hacía, miró por el rabillo del ojo a la recién llegada.

- ¿Esos bárbaros sabían algo de la chica desaparecida? Parece que los problemas se van acumulando, pero nada se resuelve, a este paso tendremos una montaña de problemas y ningún resultado. Deberíamos intentar resolver los problemas uno a uno - dijo suavemente.

Me alegro cuando veo aparecer a Ceya, aunque parece que no trae buenas noticias. Miro al yan herido, intentando imaginar a la criatura que le ha echo eso-Maldita sea, me lo he perdido-Estoy molesto porque mis indagaciones no han servido para nada, porque Ceya se ha quedado toda la diversión y porque no entiendo que se puede hacer.

Entónces escucho las palabras de Meerelu, eso tiene sentido. Los problemas de uno en uno.-¿Y por dónde sugieres...o bueno, sugerís que empecemos? -Digo primero refiriendome a ella, y después de corregirme mirando a los demás. Salvo a Khazlian y Allandris, a los que esquivo la mirada, sea por miedo, pudor o culpabilidad.

Mis palabras atraen a la feérica hasta la pequeña reunión que habíamos acordado junto a la fuente, ya creía que acabaría pasando de nosotros con alguna vulgar excusa. Lo preocupante es el estado en el que se encontraba Drack, pero eso tendría explicación más adelante.

Negué con la cabeza tras el comentario de Ceya, no iba a ponerme a su nivel, no otra vez, ya tenía suficiente con el pequeño grano en el culo de su misma raza. Por lo que sigo escuchando toda la historia de lo que les ha pasado en la visita al campamento bárbaro, dedicándole una mirada de superioridad porque se empeñó en ir sola a ese sitio.

-En eso tienes razón -respondo a la varu cruzándome una vez más de brazos- no podemos atender todos los problemas de golpe. Por eso, aunque no sea nuestra prioridad ahora mismo -qué a saber cuál sería nuestra prioridad con lo poco que sabíamos de todo cuanto estaba pasando- para él si que es importante, y es el primer asunto que deberíamos resolver, mientras seguimos teniendo una niebla que nos impide ver más allá, es encontrar a su amada. Al menos haremos feliz a alguien mientras esperamos a que Aldun nos ilumine para seguir adelante -no me refería a esperar a que amaneciera, sino a que nos infundiera sabiduría para poder avanzar-.

Los bárbaros no sabían nada. Pero creemos que la criatura que se lleva a su rebaño es la que raptó a Elara la muchacha seguía sin comprender cómo una feérica se podía haber fijado en un yan. Pero evitó que se le notara en su voz o en su mirada. En la pezuña de uno de ellos, había un trozo del pañuelo de ella. Al parecer tenía su mismo olor esto lo dijo encogiendo los hombros, como si no fuera imprescindible.

Además, me temo que todo está relacionado. Alguien con magia ha matado a un unicornio, ha robado a una feérica y busca comida para alimentarse. Además, tiene unas poderosas garras, y se mueve a gran velocidad. No pudimos ver más que un borrón, y casi ni eso

Con la nueva información que les había proporcionado la feérica, Mereelu comenzó a darle vueltas. ¿Sería demasiada casualidad todo lo que había dicho la muchacha? El asunto estaba empezando a captar su interés. Comparando con todo lo que sabía hasta aquel momento, encontró algunas similitudes con las leyendas e información que habían reunido aquel día.

- Lo que dices le da al asunto de los bárbaros un tinte diferente, muchacha, y merece la pena descubrir más sobre ese asunto. Si todo lo que dices es cierto, podría tener algo que ver con todo el problema del unicornio. Tal vez sea sólo una coincidencia, pero vale la pena investigarlo - miró al resto de personas allí reunidas - iré con la feérica a descubrir algo más sobre esa criatura, ¿los demás nos acompañaréis?

Dí un salto al frente y puse una postura militar, de las que había visto hacer a la guardia-Kail a vuestro servicio-y me puse al lado de Meerelu y Ceya después de hacer una reverencia y empezar a reirme.

El asunto era escabroso y daba miedo, un bicho raro que parece un borrón y te puede destrozar con sus garras, pero de esa pasta estában echas las grandes leyendas, un bicho terrible y amenazador y un grupo de valientes que iban a derrotarlo.
 

Negué con la cabeza ante el comentario de la feérica cuando habló de que lo único que vieron fue la estela de la criatura al pasar. Y luego tenía la cara de jactarse de ser una estupenda cazadora. Con esa descripción, tenía curiosidad por verlo con mis propios ojos, y que tan rápida podía ser.

-Yo iré -dije decidido-. Como he dicho antes, puede ser el menor de nuestros problemas, pero para él significa mucho. Además, tampoco tenemos mucho más donde rascar.

Así fue como tuvo que ser antes, pero claro, Ceya tenía que demostrar que ella tenía el control y que se hacían las cosas a su manera. Malditos feéricos... ahora verán como se hacen las cosas de verdad, al estilo yan.

Voy con ustedes.  Dijo Namib secándose al salir.  Faltan aun muchas piezas del rompecabezas que poner juntas.  Pero tampoco pierdan de perspectiva el "gran dibujo" por favor, les advirtió.

Ceya, acompañada por Drack encabezaron la marcha. En silencio, como si de una procesión triste se tratara, atravesaron toda la ciudad. Las puertas de la misma aún estaban abiertas, parecía que, a pesar de todo, no habría problemas en salir y entrar a su antojo.

Tras un rato caminandos, una hondonada se hacía presente, rodeado pon un gran grupo de bárbaras. En la zona más baja, había animales gigantescos* pastando tranquilamente. Sus orejas se movían, detectando sonidos que para los demás debían ser imperceptibles.

Un par de bárbaras se acercaron, con las lanzas en las manos, y os apuntaron con ellas

¿Quién ser y qué querer?

Mereelu levantó las manos en señal de calma. Las bárbaras no parecían muy amistosas y, probablemente, tuviera que ver con lo sucedido anteriormente. Con gesto calmado y movimientos suaves, la varu se acercó lentamente para hablar con ellas.

- Somos amigos, nos hemos enterado del problema que ha habido y hemos venido con la intención de ayudar en la medida de lo posible - señaló a Ceya, a quien horas antes habían conocido - a nosotros nos interesa detener a esa criatura tanto como a vosotros, aunque por diferentes razones. ¿Creéis que podríamos ayudarnos en este cometido?

Fuera de la ciudad me sentía desnudo, desprotegido. Necesitaba los callejones y tejados para sentirme seguro. Aquí, en medio de la naturaleza estaba perdido.

Cuando nos pararon las dos bárbaras, me sentí intimidado, pero mucho más que si me parase la guardia de la ciudad, quizás por estar fuera de mi elemento. De todos modos la curiosidad podía más que el miedo, y mientras Meerelu hablaba, yo me agaché frente a uno de los animale y empezé a mirarle a la cara. Pasé un rato imitando su cara y poniendo cara bobalicona.

Hola chicas -les dijo Namib a las aurox que andaban por ahí, ignorando la presencia de las bárbaras.  ¿Ha habido algún peligro recientemente?  -sabía que a las faéricas a veces les funcionaba el hablar con animales.  Quería saber si ahorita sería el caso con estos. 

No entiendo como podía ser tan fácil entrar y salir de la ciudad, sobre todo después de lo que había pasado, creí que costaría más que alguien pudiera escabullirse en el amparo de la noche. Pero no, salimos como si nada hubiese pasado. Me coloqué al lado de Aylandris durante el camino y continué así hasta que dejamos atrás la ciudad.

Sin duda, agradecía poder salir del agobio de la ciudad y poder disfrutar del campo abierto, aunque estuviera lejos de ser lo que yo llamaría hogar, pero era mejor que las murallas y los adoquines. Pero lo que más me motivaba era poder ver a esa criatura tan rápida que ni siquiera podía verse, también influía poder ayudar a Drack a encontrar a su amada, aunque fuese una feérica, pero ese tema era algo que quedaba entre ellos y no tenía porqué meterme.

Al encontrarnos con los bárbaros, me quedo en silencio, dejando que otros más amigables empiecen la conversación. Si lo que dijo Ceya era cierto, nos podrían mandar de vuelta a la ciudad sin dejarnos echar un vistazo.

Ceya dio unos pasos para hacerse visible. Dejó que las dos bárbaras la reconocieran y, sin ningún tipo de aire amenazante, dijo en voz alta.

Soy Ceya, Asdis me conoce. Vine a ayudar, ellos vienen conmigo la joven ya había tomado firmeza con los bárbaros entres breves visitas. Estaba claro que tenía un don para adaptarse.

Tras pronunciar el nombre de Asdis, las bárbaras se apartaron para dar paso a una tercera. Una joven rubia y fuerte llegó hasta el grupo

Hola, pequeña. Tu regresar como dijiste. Y con amigos también. ¿Vosotros ser poderosos guerreros? ¿Rápidos? ¿Mágicos? Algo en su voz denotaba cierta ansiedad, preocupación y nerviosismo.

Mientras, el animal que estaba cerca de Kail resopló, haciendo que el pelaje del joven se agitara con violencia. Aunque no fue el único regalo que se llevó, un poco de sustancia pegajosa proveniente de su nariz se le instaló en el ojo derecho. Mientras, Namib mantenía una conversación unidireccional con los animales, aunque éstos no parecían ignorarla. La escuchaban y, si en su naturaleza no estuviera la desconfianza, sin duda se hubieran acercado hasta la joven.

Criatura extraña no volver. Pero sangre en los pinchos. Es sangre rara, no roja como la de nosotros o animales. Más espesa, como masa

Que la feérica dijera que íbamos con ella debería sentarme mal, aunque sabía que era para que pudiéramos andar a nuestro aire por el campamento. Cuando la bárbara preguntó sobre si éramos guerreros, afirmé con la cabeza en un gesto quizás exagerado, pero era para hacerme notar entre el grupo. Podía jactarme de ser buen guerrero y rápido, pero no mágico.

Toda la seriedad que pudiera tener en ese momento se fue al traste cuando el bicho aquel le soltó el moco al niño insoportable que se escondía tras las faldas de Ceya. Tuve que reírme aunque el turbante disimulaba mi expresión, se escuchaba una leve carcajada que provenía de su interior.

-Si habéis conseguido herirle, podremos seguir el rastro de su sangre -me adelanté para ponerme justo al lado de la feérica, intentando no ser demasiado agresivo por si se asustaban o se sentían amenazadas- podremos encontrar su guarida, nido o lo que use para dormir -estaba totalmente convencido de mis palabras y de mi habilidad para dicho fin-.

Namib seguía intentando comunicarse con los aurox.    Je je, buen tiro.  Le dijo a la mocosa.

Y díganme chicas, téngame confianza, miren, huelanme para que vean que soy vegetariana y les tengo pura buena intención. 

Oyó lo de la sangre y les dijo. 

¿A qué huele el ser que las ataca?  ¿Donde será que se esconde?  ¿Alguna o alguno valiente me ayudaría con su nariz a seguir su rastro? 

Ojalá se manifestara ya mi magia y pudiera hablar con ellas del tú a tú.  Aun así, se que de alguna manera me entienden y podrán decirme algo...  -pensaba ilusionada la gnoma.