Partida Rol por web

Me alegra no encontrarme sorpresas desagradables hasta ahora. Cuando oigo que ese tal Semenovich lanza su pregunta, respondo presto: -Somos socios de Jorji, es todo lo que necesitas saber en este instante. No quiero sonar borde, pero no tenemos ni un segundo que perder. El ruido de la detonación no me ha dado buena espina. -y mientras me parapeto en el umbral de la puerta blindada cubriendo la retaguardia digo: -Que alguien compruebe esa otra puerta antes de marcharnos pitando. -refiriéndome a la otra de madera, la que posiblemente sería la de Rezno. No sueno muy amigable con este tono, pero para mí simplemente pongo en marcha la actitud militar lograda con el pasado entrenamiento.

Aunque inicialmente nos quedamos en la retaguardia para cubrir al resto, una vez Jorji hizo detonar la puerta consideré que era prudente permanecer todos juntos por lo que seguí a Andrey y le hice gesto con la mano a Svet para que no se quedara sola. Jorji llevaba la iniciativa, pateó la puerta y observé de refilón quién estaba en aquella habitación.

¡Premio! Dimos con tu socio Jorji...comenté divertida. Fui a responder a Semenovich cuando preguntó pero ya se adelantó a ello Andrey, por lo que simplemente me mantuve en silencio y busqué la mirada de Marek. Si en esta puerta estaba Semenovich, en la otra era posible que estuviera Rezno...

Sabes que no voy a permitir que vayas solo a por ese psicópata...no soy tan ingenua para no entender que querías dejarme a la retaguardia con Svet para protegerme. Pero soy yo quien elijo ayudarte ¡Deja de preocuparte por mí y hagamos lo que hemos venido a hacer! ¿Tiras tú la puerta o la lleno yo de balazos? ¡Es ahora o nos largamos, tú decides!

Sabia que por mi mirada estaba entendiendo lo que pensaba. Me situé cerca de la puerta que probablemente nos conduciría a Rezno con el arma cargada y a punto. Con la cabeza le indiqué que hiciese los honores. En cuanto echase abajo esa puerta no dudaría en entrar...y disparar de ser necesario. Si no se movía entendería que prefería que nos largasemos de allí...

Y las sorpresas parecían no tener freno aquella noche. Si comenzaron con la sospechosa "tranquilidad" al entrar en el burdel, ahora era el encuentro casi a propósito con el hombre al que todos buscaban. Semenovich estaba en la sala, solo y sin vigilancia.

-Joderjoderjoder... -susurró Ratón. Aquello era un ingrediente más para aquel "guiso" que olía a emboscada por todos costados.

-Y si dejamos las presentaciones para más tarde y nos largamos de aquí cuanto antes? -dijo Gregori a Semenovich y al resto de compañeros. Estaba convencido que en cualquier momento aparecerían, tras la puerta donde se encontraba Anna, un ejército de mafiosos con ganas de cortarles las pelotas y decorar la entrada del local.

Con las manos sudorosas, aferró con más fuerza su arma y se mostró más alerta que nunca.

Ahí estaba. El hombre al que buscaban, armado, en una habitación aparentemente lujosa. Bien alimentado, en un estado de salud envidiable y molesto porque unos desconocidos hubieran arriesgado el pellejo para "rescatarle". Algo no iba bien. 

-Vamonos de aquí -casi susurró a Marek. Le cogió suavemente del brazo, a la altura del codo. No merece la pena, ese Rezno. Es una trampa. Vámonos de aquí. Sus palabras casi eran de súplica. Intuía lo que suponía para alguien como Marek dejar a aquel Nazi con vida, pero tenía que entender cuáles eran las prioridades del grupo.

Marek dejó que el resto entrasen en la habitación de Semenovich, su puerta estaba en la otra dirección esperándolo. Vio a Anna aparecer aún cuando debió haberle escuchado y esperar con los otros. Entendía a la muchacha, o eso creía, nunca se le dio bien entender a sus hombres cuando vestía el siniestro uniforme negro y gris. Quizás nunca necesitó entender para matar, quizás ya nunca lo sabría. Al mismo tiempo, Svetlana llegó también y lo agarró con suavidad por el brazo desde atrás. La doctora era el recordatorio de lo que tuvo que dejar atrás, de lo poco bueno que tuvo que ser sacrificado para poder avanzar y buscar a ese perro desbocado. Él no era un héroe y desde luego no era el tipo de persona que debiese inspirar afecto, ¿Se borra algún día la sangre inocente que mancha unas manos cómplices? Quizás en otro lugar. Pero no lo iba a averiguar tras esa puerta. La decisión era de todo menos simple: Lanzarse a por Rezno y una muerte certificada o ayudar a sus nuevos compañeros a escapar con vida. La decisión ya estaba tomada, sonrió para sí por un segundo ante la ironía que zarandeaba su vida. La decisión estaba tomada, ahora solo tenía que ser ejecutada. Todo tiene un precio en esta vida, se dijo a si mismo. Inclinó la cabeza hacia el lado suavemente y susurró:

- Si le dejo con vida, vendrá a por nosotros. Si le dejo con vida, todo lo que he dejado atrás seguirá siendo un recuerdo, fuera de mi alcance. Ya no sé quien soy, Svetlana. ¿Soy un monstruo como él? Eso es algo que no podré saber hasta que acabe con su aliento, pero que me corroe las tripas. - Respiró hondo y lentamente exhaló.- Empezad a salir en sigilo, yo dejaré un recuerdo a nuestro amigo si decide salir de la habitación y os seguiré hasta el avión. Después volveré a darle caza. Gracias a él no me queda nada, ni siquiera la que fue mi identidad es ya nada para mí. Anna, eso también va por ti, empezad a salir todos, asegúrate de que el paquete sale contigo. Jorji quizá tenga más cargas explosivas para una sorpresita...

Mientras Jorji le explicaba la situación a Semenovich, el grupo discutía sobre qué hacer. La mayoría eran partidarios de salir de allí lo antes posible antes de que se les trocara la buena suerte que habían tenido hasta ahora. Pero Marek y Anton tenían deudas pendientes con Rezno, y dudaban. Tenían la oportunidad de acabar con él, de librar al mundo de lo que solo era un gran mal, pero tampoco podían poner a todos en peligro por su deseo personal.

Marek se acabó decidiéndo. Pondría una carga explosiva en el exterior de la habitación de Rezno, confiando en que aquello fuera suficiente para acabar con él, y saldría de allí con el resto. Pero para Anton aquello no era suficiente. Necesitaba ver el cuerpo sin vida de Rezno. Por lo que sin esperar a nadie ni mediar palabra, se acercó escopeta en mano a la otra puerta y le dió una potente patada que la abrió de par en par.

La habitación era igual de lujosa que la de Semenovich, incluso un poco más, y estaba llena de los efectos personales que Marek y Anton reconocieron como de Rezno. Pero aparte de eso, estaba totalmente vacía. ¿Qué había sucedido para que el propio jefe de la mafia se llevara a todos sus hombres de su base principal?

Igor salió de la habitación empujado por Jorji, que lo había puesto al corriente de todo. Parecía reticente a abandonar la comodidad de la que había disfrutado allí dentro durante las dos semanas que llevaba en la estación. Al ver que Anton irrumpía en la habitación de Rezno, abrió los ojos como platos - ¿Pero qué hacéis? ¿Es que queréis morir de forma horrible? - entonces pareció caer en algo - Ah, así que debeis de ser vosotros. Francamente, cuando ví a Rezno tan alterado porque se le habían colado unos intrusos en la estación me imaginaba a un comando de asalto completo, con armas pesadas como para parar un tren. De Jorji lo entiendo porque es un tío de recursos, pero vosotros... - acompañó sus palabras con una mueca como de desdén. Estaba claro que sus rescatadores no le habían causado muy buena impresión.

Su compañero stalker le preguntó que había sucedido allí para que no hubiera nadie - Uno de los hombres de Rezno regresó diciendo que los intrusos que buscaban lo habían emboscado y habían matado a su compañero. Cuando le describió a los que lo habían hecho, Rezno entró en una fría cólera, no sé si me entendeis. El tipo parecía de lo más tranquilo, pero se notaba que por dentro debía de tener un volcán o algo. Ordenó a todos sus matones redoblar la búsqueda, y al cabo de unas horas volvió el mismo tipo de antes, diciendo que los había encontrado en un viejo túnel auxiliar. Rezno cogió a todos los hombres que estaban con él en ese momento y sin esperar a nadie más salió corriendo por la puerta sin dejar un solo guardia - Jorji le preguntó entonces que porqué no aprovechó para escapar - ¿Que porqué...? Bueno... Yo...

Antes de que pudiera contestar a la pregunta, se oyeron pasos apresurados fuera en el almacén. El grupo rápidamente salió de la salita en la que estaban, ya que allí se sabían vendidos ante cualquier adversidad. El grupo salió al almacén para ver como por la puerta blindada por la que habían entrado al lugar aparecía media docena aquellos matones con los que ya estaban familiarizados. Al descubrirse mutuamente, ambas partes desenfundaron sus armas y se apuntaron, pero sin aún abrir fuego, buscando cobertura tras las estanterías y cajas que llenaban el lugar y que dificultaban tener una línea de disparo clara.

Habían estado tan cerca de conseguirlo sin tener que gastar ninguna bala... Pero ahora ya era tarde, y no había vuelta atrás. Si querían salir de allí con vida, tendrían que abrirse paso por la fuerza. Los matones empezaron a gritar, tratando de sonar amenazantes, pero callaron de repente. De fondo, podía escucharse un golpeteo metálico, con una pausa un par de segundos entre golpe y golpe. Se iba acercando, y mientras lo hacía todos contuvieron la respiración.

Un hombre entró por la misma puerta, moviéndose lentamente. Iba bien vestido con un uniforme militar negro de oficial, cubierto por una gabardina de color marrón, todo en perfecto estado y sin más arrugas que las que se formaban por las propias dobleces de la ropa. Sus zapatos también mostraban un lustre que en el Metro solo era posible conseguir a los miembros de las clases más altas, los dirigentes de las principales facciones. El golpeteo que se oía era el que producía el bastón de punta metálica que llevaba para caminar. El hombre se adelantó unos pasos a los matones, y se quedó allí de pie, como si no tuviera en cuenta las armas que había apuntadas y que lo dejaban en medio del fuego cruzado. No había duda alguan de quién se trataba.

- Vaya, vaya - dijo Rezno, observando uno por uno al grupo de aventureros - así que vosotros sois los que me estáis dando tantos quebraderos de cabeza, ¿eh? Unos amigos muy curiosos, Comandante - dijo, refiriéndose a Marek. Detuvo su vista en Anton más tiempo que sobre el resto - Muy curiosos...

El jefe de la mafia de la Tretjakowskaja se encogió de hombros, como si aquello fuera algo con lo que lidiaba cada día - La verdad, para estar tú involucrado, Marek, me esperaba un plan más complejo y digno de tu reputación. Pero aún así, he caído de lleno en él. Aaah, me estoy volviéndo viejo... - dejó pasar un segundo, y entonces sacó un revólver del bolsillo de su gabardina y le pegó un tiro en la cabeza a uno de los matones. Era aquél al que Marek había convencido para que traicionara a Rezno, y ahora pagaba por haberlo intentado.

Aquello les daba una ligera ventaja, ya que en el otro bando solo quedaban seis enemigos contando a Rezno, y ellos eran ocho al contar con Semenovich. Pero aún así, la frialdad que trasmitía el antiguo oficial del Reich ponía los pelos de punta, Marek ya había advertido de que era un adversario formidable, que había acabado con un comando entero cuando el gobierno fascista había tratado de quitarselo de encima...

Entonces, se oyó el fuerte cierre de una puerta metálica. Todos se giraron hacia el origen del sonido. La puerta que llevaba a las habitaciones de Igor y Rezno se había cerrado de golpe. Y Semenovich no estaba por ningún lado. Jorji corrió y empezó a golpear la puerta llamando a su compañero, hasta que se oyó la voz de este - ¡Lo siento, Jorji! ¡Aquí vivo como un rey! Daremos un buen uso a las balas, no te preocupes, tenemos casi lista la expedición para llevarnos todo el cargamento en un solo viaje. ¡Lo gastaré a tu salud!

Jorji empezó a golpear la puerta con más fuerza y a insultar a Semenovich en un idioma que desconocíais, seguramente su lengua natal, pero tras varios segundos vió que era inútil y volvió a ponerse a cubierto empuñando su arma. Habían perdido su única oportunidad de retirada y tenían delante a un enemigo que no les dejaría salir de allí con vida. A pesar de todo lo vivido hasta el momento, no había duda de que ahora estaban en más peligro que nunca.

- Acabemos con esto deprisa, ¿de acuerdo? - dijo Rezno, poniendo fin al precario silencio que se había levantado - No me decepciones otra vez, Marek... - tras ello retrocedió un par de pasos hasta donde estaban sus hombres y dijo una última palabra de forma seca - Matadlos.

La vida de Anna había sido bastante desgraciada hasta eso momento, eso era innegable. Pero si algo bueno le había enseñado el viejo vagabundo borracho al que habia llegado a llamar padre, era que sí sabías que te iban a dar duro, debías reaccionar primero y golpear antes. Y eso es lo que hizo... Cuando Rezno todavía no había terminado de dar órdenes a sus hombres para que les mataran, Anna no se lo había pensado dos veces y ya le disparado por la espalda sin permitirle encontrar cobertura. ¿Eso era honorable? Por supuesto que no, pero para Anna ese concepto solo suponía darle chance al enemigo. Anna eran una superviviente y actuaba en consecuencia. Por ello había hecho silbar a su pneumática...con éxito.

- Se acabaron las negociaciones, esos cabrones nos quieren ver muertos. ¡Fuego! Y disparé. Vaya que disparé...si acababa muerta no sería sin haber dado guerra. Eso lo tenía claro. Tras la cobertura de una de las mesas que había tumbado sin pensarlo dos veces, se dispuso a acabar con Rezno. Sería su objetivo primordial.

Como era de esperar, la cosa se puso fea...muy fea!

Los matones de Rezno estaban armados y dispuestos a seguir las órdenes de su capataz. Aquel "Matadlos!" había sido bastante claro y era momento de poner el culo a cubierto.

Los primeros disparos comenzaron a cruzarse en la sala. Uno de ellos era el de Anna, que dejó la negociación para más tarde. La tensión creció en décimas de segundo y toda la adrenalina acumulada en los momentos previos, se dejó escapar de manera natural.

Gregori saltó hacia un lado, tras unas cajas, buscado cobertura para no recibir el impacto de alguna bala. Con un movimiento rápido, preparó su bastarda y siguió la propuesta de su compañera de grupo. La cosa era simple: disparar y evitar ser alcanzado por el enemigo.

Estaba convencido que su disparo había sido acertado, pero no sabía quién era el "afortunado" en recibir la bala de su bastarda. De hecho, tampoco era muy importante...

Cuando veo a Anton actuar así me sorprendo, no habría dicho que ese gigantón tan callado fuera a actuar así. Supongo que tiene motivos personales de sobra, pero su patada en la puerta me da una muy mala espina. Sin embargo, para mi sorpresa, no hay enemigos que salgan de ahí dentro...

Y más aún me sorprende cuando nuestros enemigos llegan en buen número desde lo que debería ser nuestra salida. Entonces escucho todo lo que ese extraño tipo dice... preguntándome por qué dejamos que hable tan tranquilamente sin hacer nada. Me sorprende también ver que Marek y él se conocen bastante... y más aún me sorprende ver cómo el "socio" de Jorji nos traiciona y abandona a nuestra suerte. Entonces entiendo finalmente la situación... estamos del todo acorralados, contra la espada y la pared. Debemos ser como tigres rodeados por las llamas, capaces de todo con tal de escapar a salvo.

Al ver que Anna dispara contra ese "jefazo" decido hacer lo mismo e incito a los demás a hacerlo también: -¡Centremos nuestro fuego en Rezno! ¡Así podremos matarlo y quizá salir con vida! -de hecho guardo esperanzas de que, una vez muerto el jefe, sus hombres pierdan motivos para jugarse la vida en esta ratonera.

Casi a la vez que Anna, Svet apunta y dispara, con su revolver, Espinoso, recientemente equipado con un cañón ampliado. Su objetivo es Rezno, que se ha expuesto de una forma arrogante, como creyéndose invulnerable. No lo era. Svetlana había visto el daño que puede causar un arma de fuego, donde hasta un disparo en un brazo o una pierna puede acabar con la vida del hombre más duro. 

El sonido resuena con fuerza en un espacio tan pequeño, pero la joven médico no tiene tiempo de comprobar si hizo blanco. Un instante después de apretar el gatillo estaba en el suelo, bajo la cobertura de un murete de hormigón que no sobresaldría más de metro y medio del suelo. Allí aprovechó para sacar de su mochila su material médico de urgencia. Bisturí, pinzas, vendas, unas ampollas de antibiótico y las inyecciones de adrenalina. No iba a dejar morir a su equipo. Su misión era precisamente esa. 

No podía creer que volvería a cruzar palabras con el Coronel. El Destino jugaba sus cartas sin piedad desde luego. La muerte de ese sicario sería otra muesca en su contador de sacrificios en aras de un bien mayor. Respondió al viejo como se merecía:

- Siempre me rodeo de los mejores, Coronel. Créeme, el plan no ha acabado, queda la mejor parte... ¿Preparado para afrontar tus crímenes?

Y ahí estaban, la jugada final, un último truco y un intercambio de fuego antes de un necesario final. Se apresuró en disparar a Rezno como los demás con la oscura esperanza de abatirlo con su disparo. Y acto seguido intentó su última jugada:

- Yo de vosotros no movería mucho las pestañas, ¿Has olvidado mi reputación? Yo soy el Einherja, La Sombra que susurra. Me aseguré de que el lugar quedaba bien sembrado de explosivo plástico. Incluso "alguien" se encargó de colocarlo en la sala blindada donde se acaba de encerrar tu único guía hasta el avión. Si alguno se mueve, vuelo a ese cabrón avaricioso antes de destriparos uno a uno. Y como el Coronel aquí presente puede añadir, soy un experto en lo mío. - Dijo mientras se mantenía en la cobertura apuntando a Rezno.- No tengo nada que perder, si tengo que echar esto abajo para cazarlo, lo haré y él lo sabe. Abandonadle, y os podéis ir sin represalias a repartiros el poder de esta ciudad. Pero él se queda.

Rezno apenas había acabado de pronunciar su orden cuando una lluvia de tornillos cayó sobre él. El inesperado tiempo de reacción de Anna sorprendió al viejo oficial, que sintió como uno de aquellos afilados tornillos le peforaba el brazo izquierdo. El resto de armas del lugar no tardaron en abrir fuego y el aire se llenó con el sonido de los disparos y el olor a pólvora. Pero mientras que los matones eran buenos a la hora de intimidar y controlar a la gente, no eran tan buenos como soldados. Mientras que los aventureros, ayudados por Jorji, disparaban de manera controlada, con ráfagas cortas que daban en el blanco, los mafiosos gastaban un cargador tras otro en un intento de acribillar a sus adversarios. Una táctica rudimentaria y costosa, pero no por ello menos efectiva.

Uno de los matones cayó muerto al suelo tras recibir un disparo de Gregori en la cabeza. Svetlana, tratando de darle a Rezno, acabó con otro con preciso disparo de su Espinoso en pleno pecho, derribandolo hacia atrás. La Bastardas de Andrey y Marek no fueron menos, otro de los matones cayó y el propio Rezno fue alcanzado por una ráfaga. Tambaleándose, pero aún de pie, consiguió retroceder hasta chocar con la pared del fondo, escupiendo sangre por la boca y por los agujeros en su cuerpo.

Viendo que la mitad de los suyos habían caido con tanta facilidad y que su propio jefe había sido herido de gravedad, las palabras de Marek casi fueron innecesarias. Los dos matones que quedaban salieron corriendo tirando sus armas y sin mirar atrás una sola vez. El combate había acabado casi tan deprisa que como había comenzado. Pero a pesar de su brevedad y la victoria de los aventureros, estos tampoco habían salido indemnes. Andrey era el único que no había sido alcanzado, el resto habían resultado heridos pero de poca importancia a causa de la poca puntería de los matones.

Rezno se dejó caer al suelo, deslizándose por la pared y dejando una mancha de sangre a medida que descendía. El viejo oficial del Reich tosía sangre, señal de que al menos uno de los pulmones había sido dañado. Incluso contando con las mejores asistencias sanitarias del Metro, las de la Polis, salvar su vida sería algo realmente complicado, no digamos ya en una estación de mala muerte y casi periférica como era la Tretjakowskaja.

Allí sentado vió como sus hombres lo abandonaban, y el grupo se le acercaba. Trató de alzar el revólver, pero le fallaron las fuerzas y se le escurrió de las manos. Su bastón había caído al suelo al inicio del combate y se había perdido rodando por el almacén. Con el que sin duda era su último aliento, alzó la mirada para encontrarse con la los aventureros - Sí que me estoy haciendo demasiado viejo... - lanzó una nueva tos sanguinolenta que manchó el suelo a su lado - Parece que después de todo sí que pagaré por mis pecados... - se quedó callado, esperando el veredicto que le esperaba.

Aún apuntando a Rezno, con la vista fijada en la posible treta que pudiese jugar el viejo, habló hacia el resto:

- Es mio, dejadlo. Andrey, retírale por favor las armas al Coronel y átalo a ese poste con cuidado. Esto aún no se ha terminado. - Esperó un segundo.- Jorji, vuela la puerta donde se esconde el cabrón de Semenovich y tráelo también aquí por favor. - Sus ojos se clavaron aún más en el Coronel.- Le dije que le alcanzaría, Coronel. No he sido una decepción al final, quién lo iba a decir. Esto acabará pronto, resistirse es inútil y hará más lento el proceso. Tuve un buen maestro. - Sus ojos seguían fijados, pero su voz era para Anna.- Gracias pequeña, me siento orgulloso de acompañar a una pandillera con el pulso de un muerto.

Nuestra coordinación da sus frutos, y centrarnos varios de nosotros en matar a ese Rezno también. Esto acaba más rápido de lo que ha empezado. Al oír las palabras de Marek me da por pensar: ¿va a empezar a actuar como nuestro líder a partir de ahora? Ni de coña. Lo ha pedido por favor, es un detalle, pero no hay que dejar que se acostumbre a que le obedezcamos. Y con este pensamiento en la cabeza respondo con simpleza, sin sonar molesto: -Vale, pero no te acostumbres. -entonces hago lo que Marek me pide, cojo las armas de Rezno y aprovecho para coger un par de armas más de sus subalternos, me las guardo y me pongo a atar con bastante cuidado a Rezno en el poste que me ha dicho Marek. Bueno, al menos me llevo estas armas como beneficio, y las balas.

La contienda fue dura e intensa. Una vez terminó su descarga inicial impactando con éxito al Coronel enemigo, Anna vió como la lluvia de balas cruzaba de un lado al otro de la habitación. Parapetados detrás de la improvisada mesa, ella y Ratón esperaban un pequeño respiro para disparar. 

Perfecto Anna, la primera ráfaga le ha dado de lleno en el brazo a ese bastardo. ¡Ánimo, una vez más!

Entonces se levantó y volvió a apuntar pero uno de los hombres de Rezno corría en su dirección como un poseso. Si tiempo a reaccionar observó cómo Ratón le disparaba en la frente y moría al instante, pero por la misma inercia, placó a la joven Anna cayendo sobre ella a plomo y dejándola levemente magullada.

- Estoy bien, tranquilos. Ya está muerto...gracias Ratón, te debo una. Logró susurrar mientras apartaba el enorme cuerpo de encima de si y le daba patadas en la cara desde el suelo. Para su sorpresa y satisfacción, el hombre llevaba una Shambler que no tardó en abrazar entre sus brazos como una niña pequeña, y no solo eso, también tenía munición para la escopeta y una granada. La muchacha volvía a tener un "juguete" realmente interesante y al igual que su amiga Svet, nombró a sus queridas armas aún en medio del baño de sangre.

- Mi Hellsing se llamará "Sigilosa" y esta Shambler... "Sangrienta". Dijo totalmente convencida al ver el charco de sangre que había dejado en el suelo su anterior portador. ¿Le das el visto bueno, Svet? preguntó con cara de felicidad mientras la mesa que le cubría era acribillada por una ráfaga enemiga y saltaban trozos de madera.

Sin embargo, tras los últimos disparos certeros de Andrey y Marek, la fiesta terminó y Anna fijó su vista en Rezno que empezaba a debatirse entre la vida y la muerte, delante de Marek. Tras acercarse, uno a uno fue retirando los tornillos clavados en el cuerpo del jefazo y sonrió complacida a cada mueca de dolor del hombre. Se lo tenía merecido. Finalmente, cuando Anna escuchó las palabras que su compañero Marek le susurró, solo pudo asentir y comentar.

- Y yo de que hayas resuelto una pequeña parte de tu pasado, compañero. Te ayudaré con el resto de partes que aún queden. ¿Te queda claro? Dijo con voz decidida y colocándose de puntillas, depositó un cálido beso en su mejilla. Sin pararse a mirar su reacción, se alejó en dirección a la puerta donde estaba oculto Semenovich y añadió. ¿Vamos a por esa cucaracha? Lo siento Jorji, pero esa es la realidad...tu "amigo" es lo peor. Semenovich lo iba a pasar francamente mal en cuanto estuviese frente a ella.

La vida en aquel lugar pasaba deprisa, demasiado deprisa. En cuestión de segundos estabas en el bando de los vivos y, en un chascar de dedos, estabas fiambre. Y el malnacido de Rezno lo vivió en sus propias carnes.

Una avalancha de balas, bañadas en venganza y deseos de muerte, se le vino encima. Le fue imposible salir ileso de aquella situación y su cuerpo quedó agujereado en décimas de segundo. Acabar con sus secuaces no fue tarea difícil. Los compañeros de Gregori, y él mismo, tenían un solo objetivo en mente: salir de allí con vida. Y aquella determinación les ayudó a ser diestros con sus armas y afinar al máximo la punteria.

Ahora todo parecía estar algo más calmado. Aún con los nervios a flor de piel, Ratón escuchaba como Marek y Anna querían rendir cuentas con el mafioso. Aquello era un tema que no iba con él, así que mejor dedicarse a acciones algo más "lucrativas". Paseó entre los cuerpos sin vida de los seguidores de Rezno y se adueñó de una bastarda con disipador de calor, 10 balas sucias de fusil y una granada de fragmentación.

Y ahora, a comentar la jugada con Semenovich. Sacando su cuchillo, le comentó a Anna:

-Te acompaño.