Partida Rol por web

¿Qué demonios estaba pasando? Una cosa estaba clara: O era una locura, o no era algo terrenal.

Al principio, Liesel se mostró reacia a separarse de sus pequeños... Pero se fiaba de Ray. Quizás sobre todo por aquella extraña visión... Pero así era.

- A casa de Alma... En América... - tragó saliva y asintió. Si había una mujer a la que le confiaría la vida de sus hijos, esa era Alma Hertrich. No había mejor guardaespaldas cuya desarrollada musculatura había sido cincelada a base de deportes de defensa, incluido el tiro (para el que tenía licencia). Entregó a sus hijos a aquel hombre, tocándoles las caras en una última caricia y dedicándoles una mirada cargada de añoranza y preocupación - Que no les pase nada, Ray... Son mucho más que mi vida... Llévatelos... Buscaré al tal Josef...

Josef Herzog, Viena volvió a repetir mientras los ojos se le llenaban de lágrimas al recoger a los pequeños, te miró por unos instantes, sin saber bien que decir, se acerco a ti y depositó un beso en tu frente, Te juro que los pondré a salvo, cuando lo haga iré a buscarte, no había tiempo que perder.

Casi fue como si te arrancaran una parte de tu cuerpo físicamente, ellos te devolvieron los besos, sollozando, pero Ray no era un extraño, y no era la primera vez que se quedaban a su cargo durante un rato, aunque, no tenían ni idea de lo que podían tardar en volver a ver su madre, si es que lo hacían, Ray
se dio media vuelta y empezó a andar rápidamente hacia su despacho.

Entonces fue cuando de nuevo el ruido de la gente te invade los oídos, y corres hacia la salida, pues la imagen de aquel terrible hombre armado con la espada y disparando a gente inocente regresa a tu mente con claridad, el guardia de seguridad ha llegado a tu altura y señalas la puerta por donde has salido, lleva la pistola en la mano.

La joven modelo intercambia unas palabras con su agente, tras lo cual ella le entrega a los pequeños entre sollozos, luego Kurlovticz besa la frente de Liesel y le da la espalda, adentrándose en uno de los pasillos que conducen a los despachos.

La chica mientras corre de nuevo hacia la salida, un guardia de seguridad se acerca a la puerta por donde acabas de salir pistola en mano.

Camino despacio sin prisas, tratando de mezclarme con el gentío y mas importante aún buscando la salida por donde Liesel. Aunque el dolor de la pierna es fuerte, estoy acostumbrado a soportarlo y no me cuesta disimular el mismo...

Mierda tengo que encontrar a esa mujer... porque coño la quería matar ese tipo, y quien era ese !!!, Dios demasiadas preguntas para matarla sin antes obtener respuestas...

- Es... Un tipo con una espada... Vestido de forma muy rara... En el estudio 22*... Ha matado a dos personas... - decía, horrorizada, temblando.

Josef Herzog, Viena... ¿Porqué...?

El guardia asiente con la cabeza y sigue su camino sin perder un instante, al seguirlo con la mirada puedes ver al hombre que te pidió un autografo salir de la habitación cojeando de manera notable.

A pesar de ello intenta mezclarse entre la gente que empieza a agolparse en los pasillos, donde la primera impresión de tranquilidad, va tornandose en histería al empezar a escucharse las primeras versiones de lo sucedido.

Tengo que verlos... Tengo que verlos salir sanos y salvos...

Liesel se apostó tras las cortinas del decorado, observando lo que sucedía... Cuando viese a Ray salir con sus hijos hacia el coche se marcharía a Viena...

Aquí no hay nadie, todo despejado, pero avisen a una ambulancia, rápido se oye gritar al guardia de seguridad que acaba de entrar en la habitación, esta era un estudio, no había ventanas, y no había otra puerta de salida, el caso es que solo Marinelli sale de aquella estancia acompañado por el guardía que impide el paso a nadie mientras llegan dos de sus compañeros a la carrera.

Liesel espera ansiosa vigilando el coche de Ray, no tiene que esperar demasiado, su agente sale a la carrera de una de las puertas laterales en dirección a su vehículo, Ethan llora, como casi siempre, pero los ojos de Johanna se clavan en el lugar en el que te encuentras, es imposible que te vea, pero aún asi...

Cada fibra de Liesel se estremece cuando ve a sus hijos marcharse en brazos de Ray...
Los ojos se le vuelven a cargar inmediatamente y tiene que apretar los dientes para ahogar un grito...

"Estoy aquí, Ethan, cariño, nos vamos a casa... Johanna, mi princesa... Todo se ha acabado... Mami está aquí".

Araña la pared, apoyando la frente en la misma, haciendo el esfuerzo de voluntad más horrible de su vida. Siempre hubo un ser querido a su lado en los momentos difíciles, dispuesto a poner una mano en su hombro o cogerle la mano... Pero ahora no había nadie...

O quizás sí. Quizás las fuerzas que invadieron repentinamente a Liesel tenían una fuente. Era fácil imaginarle... Le recordaba como si acabara de verle, y era sencillo soñar despierta con él en semejante momento. Le habría echado la melena hacia atrás, abrazado la cintura y besado el cabello... Él habría sabido qué decir...

"Hazlo por nuestros hijos... Te necesitan cuanto antes... Muévete, yo siempre estoy aquí".

Arañó la pared de nuevo, temblando ahora, y de nuevo salió de su escondite para ir al guardarropas a coger su bolso y vestirse con su ropa, para luego marcharse del edificio.

Bajo las escaleras, busco a la modelo, he de encontrarla, es una necesidad imperiosa... siento el dolor del espadazo anterior en la pierna.. todavía duele, no importa... ahora solo ella es lo primordial.

Cuando voy a salir del edificio, veo a Liesel dirigirse al guardarropa, parece estar pasándolo mal, pero... donde están sus hijos, pensaba que... no importa, ahora no importa. Me dirijo hacia ella y pongo mi mano sobre su hombro...

Señorita Van Troy... digo un tanto sofocado, seguramente por la reciente pelea y escapada... No soy tan fan suyo como aparentaba, soy agente secreto del gobierno de los estados unidos, y he venido a protegerla... sus palabras suenan contundentes, decididas...

Tenemos que irnos, vamos, tengo un coche fuera... la miro, se que no confiará en mí... espero que lo haga... deseo que lo haga... Por favor...

Aquel hombre... Es cierto que le había protegido... Pero ¿quién era...? ¿Estados Unidos...?
Una idea fugaz le rasgó la mente... Sólo una cosa podía relacionarla con el gobierno de los Estados Unidos...

¿...Acaso la muerte de Ethan no fué un accidente...? No... No puede ser... ¿Quién habría querido matarle...?

Con los ojos vidriosos, Liesel miró a su interlocutor y le preguntó:

- ¿A dónde quiere llevarme...? ¿De qué tiene que protegerme...?

Miro a Liesel, mientras cojo algo de aliento... Si le soy sincero, no se lo que es, pero usted misma lo ha visto... si me acompaña por favor se lo explicaré. Iremos al hotel en donde me encuentro alojado, y veremos a donde podemos ir y que podemos averiguar, pero necesito que venga conmigo, o no podré protegerla.

Me giro, necesitamos salir del lugar rápido antes de que se monte mucho revuelo y la gente empiece a preguntar, no puedo permitir que nos encuentren...

Negó con la cabeza nerviosamente.

- Tengo que ir a Viena... Tengo que ir a mi casa y hacer mi maleta... ¡Tengo que ir a Viena! - repitió, como si intentase convencerse a sí misma.

Su respiración no se normalizaba y su ansiedad crecía.

Señorita Van Troy porfavor. Doy un suspiro y la miro a los ojos, Está bien, la acompañaré a Viena, pero no podemos pasar por su casa, es peligroso. De camino compraremos todo lo que necesite de acuerdo.

Me separo un poco de ella, entiendo como se debe sentir y no quiero agobiarla... Hemos de marcharnos ya por favor.

- Yo... No sé si puedo confiar en usted... Me da... - la mujer parecía totalmente deshecha al mirar a Herman - Me da usted miedo... Tengo miedo de todo ahora mismo... - seguía llorando, jadeante - Yo... Mis... Mis hijos... ¿Quién era ese hombre? ¿Porqué decía algo tan horrible de mí...? No lo entiendo... - rompió a llorar, echándose las manos a la cara... El mundo se había vuelto completamente loco... - ¿Todo ésto es cosa de mi hermano...? No puede ser... No puede ser, no...

Miro a Liesel, realmente esta afectada, pero quien no lo estaría cuando acaban de intentar matarte delante de tus propios hijos... no se como reaccionar ante eso pero... Suspiro y un poco de forma aparatosa, como si no estuviera acostumbrado a eso, trato de abrazarte a modo de consuelo... Tranquila, no permitiré que le ocurra nada malo, ni a usted ni a sus hijos.

Me quito la cazadora de cuero y se la pongo sobre los hombros, mientras con la manga de la camisa seco un poco sus lágrimas... la miro a los ojos... Juntos descubriremos quien era ese tipo, y porque decía aquello de acuerdo. intento que mi voz sea un susurro alentador, aunque la falta de costumbre puede hacer que no suene como es deseado.

- G... Gracias... Pe... Pero no me abrace - su tono no era borde, más bien de una forzada súplica mientras se secaba las lágrimas. Necesitaba un abrazo, pero no podía permitir que un hombre al que Ethan no conoció le abrace - Mis... Mis hijos tienen un padre, ya sabe... Gracias por la chaqueta... - tragó saliva - Tengo que ir a Viena... - repitió.

Err... esto, lo siento digo dejando de abrazarla tan rápido como lo dice, Claro, no se preocupe, lo entiendo... ahora por favor, hemos de marcharnos.

Con el brazo le indico que comience a caminar, y apunto hacia un coche que hay en la acera de enfrente aparcado, La llevaré a Viena, y me encargaré de que no le ocurra nada malo, pero tenemos que marcharnos de aquí.

- Me... Me quedaría más tranquila si viera su placa de agente... Y... ¿Me repite su nombre...? - no podía evitar desconfiar...

Mi nombre es Herman Heller, y me temo que donde trabajo eso de llevar placa... no esta muy bien visto, prefieren que si me capturan no sepan quien soy. Veo que no confía mucho, eso es bueno.