Partida Rol por web

La hamachi no necesita el impulso de su conjuradora. Apenas aparecida, mira el cristal atentamente. Sus ojos brillan y en un abrir y cerrar de ojos se lanza sobre el mismo, cerrando sus patas sobre el! Al hacerlo hiere la mano de Hiroto levemente, con sus asperezas, pero no le da importancia. En cambio este si nota claramente la diferencia entre tener o no un insecto gigante en el brazo…

Enseguida, queda claro que tiene el mismo problema. Pero, contrario del shinobi, logra resistir el primer toque, y se debate fieramente. Sus alitas se agitan, golpeándolo mientras intenta volar para salir, hasta que después de unos cuantos segundos logra zafarse!

Sería de esperar que se retirase. Pero en vez de eso, vuela hacia arriba, y se queda mirando el cristal. Al seguirla con la vista, notan en el techo a la otra hamachi, la que conjuraran antes y nunca regresara. Igual que esta, se mantiene agazapada, vigilante del cristal… al parecer incapaz de abandonarlo, pese a saber lo que hace.

¡Qué inutilidad!

Cualquier ninja pensaría el gran poder que suponía tener un contrato de invocación con una especie. Sí, eso sería lo normal. Sin embargo, las hamachis era unos insectos insufribles. Les echaba la culpa a ellas y no a su propia habilidad como kunoichi, por supuesto. Aún más sorprendente era ver cómo una mísera cigarra, por grande que fuera, tenía más fuerza de voluntad que el líder de su grupo.

- Ay Hiroto, no me queda otra que sacarte de aquí.- Descubrir a las dos hamachis, la grande y la pequeña, observar el cristal como una polilla la luz de una vela, dejó a Oka inquieta.  ¿Tal era el poder del cristal de chakra? ¿Se vería ella tentada a controlar su poder? No podía hacer nada más que huir y abandonar a su suerte a sus dos compañeros. Con el cristal cubierto por el trapo que le había puetso Hiroto, ésta tomó en brazos al líder de su equipo y lo llevó hacia la salida.

- Uuuumpfff.- No había manera. Tendría que desnudar completamente a Hiroto... Elevó los ojos al techo mirando con dureza a las dos hamachis.- ¿Qué? ¿No me vais a ayudar? Al menos vigilad que no le pase nada.- Visto que no podría cargar con Hiroto decidió continuar el camino sola. Tendría que ir a buscar ayuda. Ahora bien, tenía dos opciones: o buscar a Nade y Sunauto, o regresar a la aldea oculta de la Hierba. Se inclinó para dar un beso en la frente a Hiroto y lo arrastró hasta colocarlo en una zona más protegida.

- Volveré.-Dijo más para convencerse a ella misma. Dubitativa miró a ambos lados del camino. Otra decisión. Volver sobre sus pasos o continuar adelante. Finalmente, rendida a un impulso repentino, continuó hacia adelante.

El avance tras dejar a Hiroto en la sala se siente más solitario, casi dolorosamente. Pero no queda otra solución.

Los problemas llegan pronto. La obra se termina a escasamente un par de decenas de metros, y lo que sigue es un corredor irregular. Sin la luz del cristal se complica, pese a tu buena vista en la oscuridad. Hay demasiadas aristas, e incluso en algunos puntos se estrecha tanto que debes pasar de lado, aparte que zizaguea siguiendo el orden de las rocas.

Peor es adelante. Pronto todo está cubierto de un limo suave. No como el del cristal, sino natural. Al tacto, la roca va dejando paso a la arcilla. Parece que pronto dejara de ser solida piedra la que te cubra, cambiando por tierra… 

Tras la partida de Okazaki y su beso, el silencio invade la cueva. Solo de vez en cuando las hamachi lo interrumpen con sus suaves chirridos. Salvo cuando una de ellas implosiona en una nubecita de humo, al acabarse su tiempo.

Pareces condenado al ostracismo. Al menos, la luz del cristal no trae mosquitos u otros insectos, que serían fea compañía. Pero al cabo de un buen rato sientes que ya no estás solo.

Y confirmándotelo, la figura del oni se desliza suavemente a un costado, observándote. Incluso en su inhumana faz, se nota cierta sorpresa. Tal vez por eso no ataca de inmediato. Pero tampoco es que necesite demasiado para empezar a trocearte… 

-Innteressante...

Hiroto se veía prisionero en su propio cuerpo y sin la compañía de Oka, la espera se hacía interminable. Con todo su ser, el shinobi luchaba internamente contra la fuerza invisible que lo aprisionaba, que tensaba su cuerpo hasta una dolorosa inmovilidad. Pero todo esfuerzo era en vano...

Entonces ocurrió lo impensable. Una maligna y abrumadora presencia hizo su aparición en la profunda sala. Era el Oni. Todas la alarmas de Hiroto saltaron, haciendo que su lucha interior se tornase más feroz si es que eso era posible y, finalmente, sus ataduras parecían aflojar aunque no tanto como hubiera querido. -Su... supongo que no esperabas visita.- Consiguió decir con evidente esfuerzo por la combinación de la maldición de la esfera y su propia voluntad haciendo un trabajo inmenso por mantener la calma. -No sabía que pudieses hablar.- No sabía cómo de efectivo sería, pero quizás entablar una conversación con el Oni le diese tiempo suficiente para... para... no sé, para algo. Quizás podría terminar de liberarse del cristal o quizás diese tiempo a Oka para regresar... Aunque todo aquello parecía terriblemente improbable. De lo que estaba seguro es que no se dejaría matar y que debía aprovechar esta oportunidad todo lo posible. Actuar de manera desesperada no traería más que problemas y si podía hacer que el Oni bajase la guardia, quizás encontrase el momento para actuar.

El monstruo asume una postura levemente enrollada y alerta, en prevision a un ataque. Extiende las garras a los lados, abarcando un amplio espacio. Notas que garras que se van llenando de manchas negras que reptan por su superficie.

-Puedo hacer mucho mass que hablar... pero essto ssi me ssorprende... Essperaba que fuerass el ultimo.+dice en tono grave y levemente siseante. Su mirada a entre tu rostro y el cristal+ Ess cassi ironico que mi propia perdicion ssea tambien la vuesstra. Aunque, ssi puedes moverte un poco, ssignifica que no tengo mucho tiempo... ¿Ssupongo que no considerarass rendirte y evitar el dolor... como loss demas.?

El camino se hacía cada vez más estrecho y, para su frustración, acababa casi por completo. Una posibilidad plausible sería atravesar la blanda tierra húmeda y salir al exterior. ¿El Oni habría salido por allí?Trató de buscar algún rastro en el camino.

Las palabras del Oni turbaron la mente de Hiroto. ¿A quiénes se refería exactamente con los demás? ¿Había logrado dar alcance a Nade y Sunauto... o a Okazaki? ¿O se refería a los habitantes de la aldea? Pero no podía perder la calma... En aquel momento casi hasta agradecía el abotargamiento que le provocaba la esfera, de otro modo ya habría desenvainado sus espadas para enfrentar al monstruo por peligroso que fuera. 

Simplemente no podía caer en su juego, tenía que retrasar lo inevitable y obtener respuestas. -¿Cómo los demás, te refieres a los aldeanos?- Preguntó finalmente. Simplemente necesitaba despejar esa duda. El Oni había dicho que esperaba que él fuese el último, así que existía la posibilidad de que los demás hayan podido escapar. -Soy consciente de que mi situación no es muy buena, pero me entrenaron para ser un guerrero. Así que me temo que tendré que defenderme si me atacas.- Una media sonrisa apareció en su rostro. No era confianza lo que provocó esa reacción, si no aceptación. -Aunque no creo que sea un oponente digno con esto pegado a mi mano.- Le dijo a la vez que levantaba con dificultad su brazo para mostrar la esfera. La muerte se mostraba en forma de demonio llameante pero en su mano estaba la manera de enfrentarse a ella. Estaba claro que aquella esfera tenía mucho que ver con el sello que aprisionaba al Oni así que dos posibilidades se planteaban frente a Hiroto... Podía intentar escapar y llevarse el artefacto para que lo investigasen en la aldea de la Hierba y pudiesen sellar definitivamente a la bestia. Pero en su estado y con una mano aferrada a la esfera, resultaría muy difícil escalar hacia la superficie. "También podría luchar..." Esa idea atravesó su mente como un relámpago. En sus manos tenía el arma que podría encerrar de nuevo al monstruo, aunque tuviese que compartir celda con él. 

Cualquiera de las dos posibilidades tenían en común el final de la vida del shinobi. Si huía era probable que la esfera se perdiese en el punto en que el monstruo lo alcanzase pero si se enfrentaba aquí y Oka había logrado escapar, otro shinobi podría recuperar el artefacto pues estaba claro que el Oni no podría tocarlo. Con una decisión tomada y su determinación renovada, Hiroto se encaró con el fulgurante ser. -¿Es esto entonces lo que te mantenía aquí encerrado?- Preguntó por fin tras su breve reflexión. Aunque muy reducida, todavía existía la posibilidad de que saliese de allí con vida así que debía reunir toda la información posible. Simplemente no podía rendirse, ahora no.

No hay ningún rastro que confirme tus suposiciones. En todo caso, el corredor es estrecho e impredecible incluso para ti, mucho peor seria para esa bestia tan grande.

Una gota helada se cuela bajo tu cuello. El lugar también es algo húmedo. Seguramente estés más allá de los campos, aproximándote al rio del oeste . En todo caso que hacer? Continuar esperando que este lado también tenga una salida, hacer la tuya o volver?.

Una sonrisa llena de dientes afilados se dibujo en el oni. El jutsu ya estaba listo. Y ellos no entendían nada. Tenia que asegurar su victoria. Habia pasado demasiado tiempo...

-Hablas demassiado, humano… Permiteme, en ssu lugar, mosstrarte la verdad…GRAAR!!

El ataque es rápido e inmediato. Se mueve como la serpiente que aparenta, sin duda. La garra derecha hace un tajo desde el lateral hacia abajo, esquivando el orbe para ir en busca de tu vientre!!!

Parecía que la intención de retrasar el combate no había surtido demasiado efecto. Los reflejos de Hiroto advirtieron el ataque del Oni, pero su cuerpo se resistía a responder con la agilidad con la que estaba acostumbrado. Pero Hiroto era un guerrero, un shinobi de la aldea de la Hierba y no se dejaría vencer por complicada que fuera la situación.

En el ataque, el espadachín pudo ver que el Oni evitaba el lado en el que sujetaba la esfera. "Entonces no iba tan desencaminado..." Pensó para sí mientras su chakra se fluía por su cuerpo para contrarrestar el lastre que suponía el extraño artefacto que aferraba en su mano. La garra del monstruo hendió el viciado aire del subterráneo, trazando una mortal trayectoria hacia el magullado guerrero. Pero no hubo sangre y sonido seco surgió donde se debería haber escuchado cómo las garras atravesaban la carne. Una piedra de la cueva estaba en el lugar donde Hiroto había estado a penas una fracción de segundo antes. -Creo que tenemos conceptos distintos de lo que es la verdad, al menos en la manera de expresarlo.- Respondió verbalmente al ataque del Oni. -Me gustaría haberte enfrentado estando en plena forma. Pero al menos moriré peleando.- Añadió casi al instante mientras desenvainaba una de sus espadas con la mano que le quedaba libre. Aunque herido y ralentizado, Hiroto todavía tenía una oportunidad, por remota que fuera, de detener al monstruo. Tenía que conseguir que la esfera tocase al Oni mientras él todavía podía controlar su cuerpo. 

-Humm... humanoss... ssiempre lo entienden mal... Como la niña del arco... +comenta tan solo el oni, agitando la cola. Al parecer no esta molesto por el cmabio ni exhibe la furia de su combate anterior, sino que esta calmado. Lo cual no es mejor. Ahora su maldad es tranquila, como un gato jugando con su presa. La muchacha del arco... solo conoces una asi. Nadeshiko.

Sin embargo solo hay unos segundos para apreciar eso antes que vuelva a abalanzarse en tu busqueda, con las garras extendidas y un el brillo rojizo de sus ojos apagado.

Tras meditarlo unos segundos la kunoichi decidió continuar esperando que, aunque no lo pareciera a simple vista, el corredor tuviera una salida. Después de todo, si no fuera así, siempre podría regresar por donde había venido. A ella no le daba miedo la tierra, por muy húmeda que estuviese, después d elo que había vivido en su tierna infancia.

Había logrado evitar el poderoso ataque del Oni, pero había gastado mucho chakra y Hiroto no tardó en darse cuenta de que no aguantaría mucho más a este ritmo... Todavía tenía sus píldoras del soldado, pero eso no le aseguraba nada. Tenía que pasar a la acción cuanto antes.

La bestia enseguida volvió a la carga justo después de decir algo que turbó la mente del espadachín. -¿Nade? ¡¿Qué le has hecho?!- No pudo evitar pensar también en Sunauto pero, de alguna manera, le alivió que no lo hubiese mencionado. Hiroto levanto su espada a la vez que posesionaba su cuerpo para reducir la fuerza del impacto y poder rechazar la garra. Un fuego ardía en su interior y las fuerzas parecían regresar a su cuerpo mientras desviaba el ataque. Aprovechó ese momento para lanzar su respuesta a la agresividad del Oni y lanzó su golpe buscando el contacto de la esfera con la bestia. Le daba igual si su destino era quedar petrificado junto al monstruo mientras lograse contenerlo.

A medida que te arrastras por entre el difícil corredor un gruñido se hace presente… un eco que viene a envolverte.

-GRAARH….

Es lejano ahora a tu espalda, pero firme y seguido… El rugido de una bestia que viene desde atrás solo puede significar que Hiroto ya no esta tan solito en su espera.

Logras rozar al demonio con la gema, y este sin duda siente su llamada, pero con determinación se resiste a ella. En todo caso una risa siniestra retumba en su voz al contraatacar.

-Jhajha…Buennn intento, sssi…… pero no ssoy el missmo de antess.+dice, al tiempo que aprovecha la cercanía para bajar un rápido garrazo con dirección a tu rostro.+ Igual que ella, tú también sserass mío… aunque no lo quierass

Esta vez él está demasiado cerca, y el brillo oscuro de sus zarpas es un llamado al dolor… y a algo más. Las implicaciones de lo que dice son casi tan hirientes como el filo con que busca hundirte la carne.

El combate se había vuelto más encarnizado aunque no sabía decir si más peligroso, pues ya contaba conque su vida estaba llegando a su fin. A pesar de haber logrado tocar al Oni con la esfera, éste pudo resistir sus efectos mucho mejor de lo que él pudo hacerlo al recoger el objeto. Parecía que el artefacto no había hecho más que impacientar al monstruo, haciéndole poner más énfasis en su ataque. 

Hiroto reaccionó como pudo. Su chakra se arremolinó en su interior y guió su espada hasta interponerse en la trayectoria del zarpazo. La fuerza del ataque era mucho mayor que la anterior y no logró rechazar el ataque por completo. La sangre del shinobi cubrió el frío suelo de piedra. Había recibido tanto daño que su nuevo intento por golpear al Oni se vio frustrado antes incluso de intentarlo. Pero había logrado convertir un golpe mortal en una herida grave. -¿Eso... es todo... lo que tienes?- Dijo sonriente pero visiblemente afectado mientras cogía una distancia prudencial. Quizás no fuese la mejor idea provocar a la bestia pero, dadas las circunstancias, realmente daba igual. Hiroto era un guerrero y lucharía con todo su espíritu. Su reserva de chakra estaba casi al límite, pero todavía podía hacer que el combate durase un poco más. Su mano enseguida buscó en un pequeño compartimento de su chaleco, descubriendo una pequeña píldora roja. Si iba a morir, al menos que no fuese sin haber agotado todos sus recursos.

Mierda...- ¿Es que nada podía salir bien? Lo más rápido que pudo salió de las estrecheces para retroceder hacia donde estaba Hiroto. Al aproximarse se acercó con el máximo sigilo.