Partida Rol por web

Hiroto caminó con evidente dificultad, pero el hecho de mantenerse en pie resultaba en cierto modo alentador. El dolor seguía presente, pero la píldora que Oka le había dado había logrado calmarlo en cierta medida. Lo que no se iba ni por asomo es esa sensación de ardor que notaba en las heridas, como si la presencia del Oni siguiera corroyéndolo aunque ya no estuviese cerca...

Su compañera le relató los resultados de su exploración y también mostró preocupación por lo que lo había dejado en un estado tan lamentable. -Fue el Oni...- Respondió. -Hice lo que pude por combatirlo, pero la maldita esfera...- La miró de reojo, todavía aferrada a su mano. -Parece que él también la teme. Hasta ahora no se había molestado en esquivar nuestros ataques, pero sí que lo hico cuando intenté darle con ella.- Le reveló a la estratega. -Te contaré el resto cuando salgamos de aquí. Puede regresar en cualquier momento. Si no parece haber otra salida, no queda otra que intentarlo por el pozo.- Con esas heridas sería extremadamente difícil regresar a la superficie en una escalada. Pero, ¿qué alternativa les quedaba?

Era sincero, aunque aquello ya no tuviera ningún propósito, él le pertenecía, y ella, ¿también?. Pensaba en su abuelo, en lo que pasaría cuando se enteraran de todo, y sobre todo, en cómo evitar que el oni de con la aldea, era imposible que ellos pudieran derrotarlo, era un ser divino, y sólo quedaba la opción de encerrarlo, recordaba haber leído algo así, también de un pais de los demonios, pero ya se sentía mareada y terriblemente adolorida. 

- el oni dijo que me atendieras y te ocuparas de mí... no. no me queda energía para curarme... - le sonríe suavemente, mientras sus ojos se van cerrando. - me siento... cansada... creo... - ¿y tú?.. de seguro te siente fuertes como nunca antes,  quería recriminarle lo que había hecho, pero ya estaba realizado el pacto. Dejó que la cargara, quejándose suavemente.

- Sunauto... ¿sabes qué busca el oni? -  ahora que compartían una mente, quizás el sabía cosas sobre el enemigo. 

Sunauto menea la cabeza negativamente, buscando algo en su cinturón.

No, ni tan siquiera pregunte. +murmura, algo avergonzado. Pero la visión de poder y venganza había sido todo cuanto necesitase.

Como para remediarlo, saca dos píldoras, ofreciendo ambas a Nadeshiko. Son como canicas rojizas pero la kunoichi las conoce obviamente: píldoras de sangre curativa, algo que ella como medico hubiera debido prever… pero quizás confiaba demasiado en sus ninjutsus médicos. + Tómalas. Te sentirás mejor y podremos movernos. 

Ciertamente es un camino duro de desandar, con la luz de la piedra azul como guía. Pero nadie los molesta y tras unos buenos minutos, arriban al tiro del pozo por donde entraron.

Los muros se ven terribles; en otro momento solo serian una breve demora, pero hoy son toda una prueba para el malherido líder del grupo. Pero sobre ellos pende el cielo nocturno, e incluso pueden sentir ahora la brisa caliente bajar para acariciarles los rostros. Un soplo de libertad.

- Osea que le tiene miedo a eso... no me separaré de ti entonces.- Bromeó Oka mientras desandaban el camino.

Hiroto se permitió devolverle la sonrisa ante la broma de su compañera a pesar de sus heridas. -Me parece bien, pero ya viste que eso tampoco da ninguna garantía.- Continuó bromeando aun con el rostro visiblemente cansado. 

Cuando por fin llegaron hasta lo que había sido su entrada en el subterráneo, el guerrero miró hacia arriba observando el estrellado cielo a través de la abertura del pozo. Desde ahí abajo, y con su lamentable estado, aquella distancia parecía casi infinita. Pero tenían que salir de allí cuanto antes mejor. 

- Lo intento yo primero y te ayudo desde arriba.- No quería que Hiroto se hiciera el valiente. lo que quería era llegar antes arriba en caso del que el Oni estuviera allí. Se aseguró de no dejar a Hiroto hasta que este pudo estar de pie por sus propios medios. Después, comenzó la escalada con un ágil salto.

Hiroto miró hacia la salida del pozo mientras Oka ascendía y luego miró la mano en la que aferraba la esfera. Si sus heridas le harían difícil la escalada, ¿cómo se podría definir hacerlo con una sola mano? Con su fuerza de voluntad hizo lo posible por ordenarle a su mano que soltase el brillante objeto, pero estaba claro que ya no le pertenecía. Esperó a que su compañera subiera para poder subir con su ayuda. 

Come las dos pildoras, las reconoce, además, no puede desconfiar mucho, pero si se decepciona más del chico, no había visto ni preguntado nada, pero también había pasado muy poco tiempo como para procesar todo lo que estaba ocurriendo. Nadeshiko se quedó sentada, y con la cabeza gacha, no puede evitar preguntarse qué será de ella ahora, de todos, de la aldea o de los demás chicos que escapaban, no reía que pudieran contra el oni, todos juntos, quizás.

- ¿por qué aceptaste? - por fin le pregunta, era una duda válida, pero no pudo levantar el rostro para hacerla. 

Oka comienza a escalar, avanzando con cierta presteza, mientras abajo Hiroto decide soltar la esfera. Por fortuna, durante la pelea con el Oni habia logrado liberarse de lo principal del yugo que pesaba sobre quien la tocaba, por lo que ahora le cuesta menos "convencerla" de que le deje ir. Los dedos se aben lentamente y el cristal cae pesadamente en la tierra.

Es un sonido sordo. Sin embargo no altera en nada su superficie ni el brillo que emite. La piedra pulsa, aguardando a que alguien vuelva a tocarla para actuar.

Las heridas de Nadeshiko se recuperan rápidamente merced del poder curativo de las píldoras. Al verlas cerrarse, el alivio de Sunauto es evidente. Mas la pregunta, pequeña en su longitud, le hace apartar la mirada por su carga.

-Tengo mis razones… Pero lo lamento… no puedo confiártelas, Nadeshiko. +responde lentamente+  No aun, en todo caso. Créeme simplemente que no es nada que tenga que ver contigo o con la aldea. Es… un asunto personal que debo resolver. Si el oni cumple su parte, ahora podre hacerlo y cuando acabe te lo contare todo. Lo prometo.

Al decir esto último vuelve los ojos hacia ella, con tristeza. Sus dedos acarician los brazos de la pequeña Kunoichi, invitándola a alzarse.

-Ahora ... ¿vamos por los otros?  ...

El ruido sordo de la esfera al caer hizo que se frenara un momento y mirase abajo.

- ¿Vas a dejarla ahí?- Preguntó con curiosidad. No quería que Hiroto volviera a quedar paralizado, pero por lo que le había dicho era como si ya supiera cómo funcionaba. Él era el líder de su equipo pro lo que no discutiría una decisión con él. Sólo se preguntaba si no sería la clave para vencer al Oni. Continuó su avance por el resbaladizo pozo hasta llegar arriba. Antes de tratar de ayudar a Hiroto se aseguró de la seguridad de la zona.

La sorpresa de poder mover su mano hizo que se le cállese la esfera al suelo. Aunque tampoco hubiese podido hacer gran cosa por el entumecimiento de sus dedos. -No, es que... no me lo esperaba.- Respondió con sinceridad. Ni por asomo dejaría un objeto de tanto valor y tan crucial para detener al Oni. Pero su subconsciente lo obligó a disfrutar brevemente del alivio que suponía estar libre de la maldición de la esfera... ¿Quién podría reprocharelo depués de lo que había sufrido?

No obstante, había demasiado en juego y había soportado tanto dolor para conseguirla como para dejar aquella esfera ahí tirada. Así que Hiroto rompió su manga para obtener un irregular trozo de tela más largo que ancho con el que poder recoger la endiablada esfera. Con mucho cuidado de no tocarla con sus propias manos, ni siquiera a través de la tela, colocó el jirón sobre el objeto. Estirando el tejido desde los extremos logró ejercer presión suficiente como para hacerla girar y con mucha paciencia lograr recogerla en el improvisado envoltorio. El shinobi anudó los extremos pudiendo así transportar el objeto sin tener contacto con él. Con el mismo cuidado, depositó la esfera en su mochila para tener las dos manos libres y evitar cualquier contacto accidental. Ahora solo faltaba sortear el siguiente obstáculo.

Hiroto logra envolver el cristal y tomarlo, pero ni siquiera esas precauciones bastan. El brillo de la esfera, si bien se apaga bajo la tela, continua martilleando rabiosamente. Al ponerlo en la mochila no mejora... mas bien lo contrario.

Esta pasa a pesar como si llevara un elefante dentro. Es un milagro que la tela no se parta y cargarla se vuelve un suplicio digno de poner a prueba todos los musculos del shinobi. Se siente como un ancla que se niega a abandonar el seno de oscuridad, un arpon clavado intimamente en la ultima presa capturada... martilleando en la nuca del jefe de grupo. Llamandolo.

Ser ninja no es facil. Por eso no cualquiera se mete a la academia...

-entonces estás más solo de lo que imaginé en este asunto - se encogió de hombros, aún sentada en el suelo, sus brazos la toman de los hombros y la jalan hacia arriba, ella se tambalea,  pero logra mantenerse en pie,  moviendo su hombro derecho hacia tras, sin poder decirle nada más, o recriminarle, o algo, el poder lo había encandilado, a ella también,pudo obtener todo cuanto quisiera, pero no lo hizo...

- sí, vamos, vamos a cuantos ha dejado vivos - toma su mano, y entrelaza sus dedos, jalándolo hacia la salida.

Cuando Hiroto se dispuso a dar el primer paso para escalar la pared del pozo, una fuerza invisible parecía tirar de él hacia el suelo. Al mismo tiempo, un susurro a penas audible tomaba presencia en su mente. Un rumor ininteligible que, de una manera inexplicable, lograba captar la atención del shinobi y, aunque no entendía lo que le pedía, una necesidad de sujetar la esfera crecía en su interior. 

Hiroto sacudió la cabeza y golpeó la pared de piedra para liberarse del efecto. -Maldita piedra del demonio...- Murmuró con una mezcla de rebeldía y frustración por no poder desterrar completamente aquella presencia. Con una respiración cada vez más pesada y con la frente perlada de sudor, el espadachín recomenzó su ascenso. Cogió un kunai de su cinturón para ayudarse en la escalada ahora que una nueva dificultad se presentaba en su camino. 

El ascenso fue tan doloroso y complicado como Hiroto se había esperado. Pero la determinación del guerrero era algo que ni las ponzoñosas garras del Oni serían capaz de arañar siquiera. Tan solo la voluntad de Hiroto hizo posible que su cuerpo respondiese, que sus manos se aferrasen a la roca húmeda de la pared vertical y que sus pies se afianzasen al menor apoyo que encontrasen. 

Finalmente llegó hasta la superficie. Hiroto no se levantó de inmediato. De rodillas y con las manos apoyadas en el suelo, trataba de recuperar el aliento por el tremendo esfuerzo y por el dolor que todavía le causaban sus heridas. -Enseguida me levanto...- Bromeó con su compañera a la vez que levantaba la mirada hacia ella. -Tenemos que irnos de aquí cuanto antes y encontrar a Nade y Sunauto.- Dijo ya con un tono más serio a la vez que terminaba de incorporarse. El Oni todavía podía aparecer y frustrar cualquier intento por abandonar la devastada aldea. 

Ver esforzarse a Hiroto era inspirador. Casi podía compartir su sufrimiento.

- Me gustaría tanto...ayudarte...pero...- Aquella piedra aterrorizaba a la kunoichi. Era una carga que Hiroto tendría que llevar sólo. Lo que sí podía hacer era intentar ayudarlo. Le tendió la mano donde reposaba otra píldora de sangre.- Tienes que recuperarte un poco antes.- Mientras Hiroto descansaba un poco, la mente de Okazaki intentaba buscar alguna solución. ¿Cómo iba a aguantar Hiroto todo el camino con aquel peso?

Los ojos de la kunoicho se arbieron de par en par.

- Quizá si...- Alterada buscó entre sus cosas. Cómo no lo había pensado antes. Acabó sacando un rollo de pergamino familiar para cualquier ninja.-  Quizá esto funciones. Es tan sumamente sencillo y tonto que puede que funcione. ¿Dónde esta la piedra?- Cuando Hiroto le mostró dónde la llevaba Okazaki activó el pergamino para ver si podían transportarla más fácilmente de aquella manera.