Partida Rol por web

Aprovechando que el Oni me da la espalda y tras tomarme la píldora de la sangre curativa me pongo las Garras de Metal y abro el bote del veneno ralentizante.

Sonrío. Si mi plan sale bien podremos escapar juntos.

Sin mediar palabra alguna me lanzo hacia el Oni con las garras preparadas.

- Veamos que pasa. - pienso mientras golpeo al Monstruo con las Garras.

Cuando Okazaki sintió pasar a Hiroto como una exhalación pro su lado pensó "¿no te dije que yo primero?". Pronto pudo darse cuenta que el líder había perdido el control y se estampaba contra el suelo. Al menos ahora sabía dónde estaba el fondo y eso le ayudo a bajar más segura de sí misma hasta plantarse junto a su compañero.

-¿Estás bien?- Dijo más por el orgullo herido que porque las heridas revistieran gravedad.

El descenso había resultado más largo de lo esperado y la humedad de las paredes del pozo lo hacían todavía más difícil. Durante un tramo Hiroto no tuvo problema, pero la inercia y la precaria superficie terminaron por jugar en su contra. Sin poder controlar la fuerza, el shinobi terminó por perder agarre y caer. Por más que lo intentó, no fue capaz de estabilizarse golpeándose contra el suelo. Tan solo sus reflejos le permitieron no recibir el golpe de lleno, pero cada parte de su cuerpo se resentía del daño sufrido. -Sí... podría haber sido peor.- Le dijo a Oka mientras se reincorporaba con cierta dificultad. 

Sin un médico a mano, Hiroto no podría conocer el alcance del golpe pero el dolor que sentía no prometía nada nuevo. Recuperó la antorcha improvisada y la levantó para contemplar lo que había al fondo de aquel agujero. -Veamos qué esconde este lugar.- Dijo tratando de contener el dolor que todavía se resistía a remitir.

El fondo del pozo es una capa de tierra bastante reciente, sobre piedra dura. Es una suerte que Hiroto pueda incorporarse con solo algunos daños menores, aunque su cuerpo no lo está pasando muy bien hoy.

La antorcha no se ha apagado con el impacto de milagro, pero oscila debilitadamente. Apenas supera la luz de una vela. Pero alcanza para notar que el pozo es cerrado por tres costados. El cuarto conduce a un túnel bastante amplio, unos 3 metros de diámetro, excavado en roca viva a diferencia del pozo construido. Este se interna hondamente hacia el Oeste, y desde luego no alcanza a verse el final.

Es imposible encontrar rastros en la piedra. Pero una sensación ominosa les invade, como de un cementerio o un campo de batalla. ¿Qué pudo haber pasado aquí abajo?

Las armas de Sunauto rebotan sobre las escamas del oni, arrancando chispas pero sin hacerle mella suficiente para sangrar. La criatura  aparta su atención de Nadeshiko y sin vacilar, impacta el pecho del shinobi, hundiendo sus afiladas extremidades.

-Esstass sson garrass..+gruñe,  pero en vez de rematar con la otra, solo mira.

Una sensación extraña se extiende por Sunauto cuando las garras se hunden. No es dolor, al menos al principio. Pero tampoco es placentero. Es una sensación como de desmayo, como de sentir menos su cuerpo, y calor, calor… calor que derrite sus huesos, induciéndolo a gritar.  Por el brazo del oni está descendiendo una corriente de fuego rojo y negro, introduciéndose en  él por las heridas… ¿Que está ocurriendo?

Ahora lo entiendes, a medida que el dolor te quema. Es fuego, pero una llama negra que puede flamear  junto con la tuya, provocando un incendio más grande.  Nunca habías sentido el chakra ardiendo más firme en tu interior.

Puedes visualizar el emblema felino de los Kasai. La aldea de Kumogakure, consumida por el fuego, una ruina como lo fue esta aldea. Y tú alzándote sobre el cuerpo de alguien con las prendas del Raikage, con las garras teñidas por su sangre.  Esa es la promesa del Oni a medida que su poder fluye dentro tuyo.

La venganza para ti y tu extinto clan, sobre los que le eliminaron injustamente. Si le obedeces...

Lanzó un grito desgarrador, diciendo su nombre, lo había atacado, lo ve hundir sus garras en su cuerpo y queda paralizada, derrotada, completamente derrotada, mientras ve lo que aquel oni hace. Tiembla, sus piernas pierden su fuerza, pero no puede caer, no, está paralizada. ¿e qué estaba pensando él?, ¿por qué?, Nadeshiko mueve sus manos, y con sus últimas fuerzas, vuelve a lanzar los proyectiles de agua contra el oni, más por reflejo que por algún pensamiento racional, si la iba a matar, que lo hiciera con honor, si ya no podía salvar la vida de él.

- suéltalo...-  masculló, mientra el chacra se reunía en su boca  y salían proyectiles contra él. 

- Venganza.

Es el único pensamiento que recorre mi mente.

- Si me das la Fuerza para llevara cabo la Venganza contra esos Bastardos soy tu Fiel Servidor.

A pesar de lo peliagudo de la situación, Okazaki sonrió al ver a Hiroto reincorporarse. Le traía recuerdos de cuando se conocieron y no eran más que genins. Continuó avanzando en silencio, la primera, sus pupilas dilatadas al máximo para aprovechas la débil y titilante luz de la antorcha.

- ¿Dónde diablos te has metido?- Masculló furiosa porque la hamaki no hubiese regresado aún. Intuía que aún les quedaba una tensa y larga caminata. Extremó las precauciones mientras avanzaba, teniendo el máximo cuidado de dónde ponía los pies.

Hiroto se apretaba un costado con un brazo mientras con el otro levantaba la tenue luz de la antorcha. ​-Puede que se haya internado demasiado en el túnel.- Le dijo en voz baja a Oka mientras trataba de concentrarse para soportar el dolor de la aparatosa caída. -Todo esto me da un mal presentimiento. Pero creo que deberíamos seguir adelante.- Añadió tras buscar en algún punto indefinido de la oscuridad frente a los dos.

Con un paso ahora más firme, Hiroto inició la marcha para adentrarse en aquel misterioso y temible pasadizo. La incertidumbre continuaba siendo una constante pero, de alguna manera, el espadachín esperaba poder encontrar alguna respuesta allí abajo. Por funesta y horrible que fuese. 

Tu espiritu se recarga. A pesar de las heridas, puedes sentir como el chakra regresa a su flujo, devolviéndote buena parte de tus agotadas fuerzas… ¿Qué será entonces una vez que estés pleno de nuevo?

Sobre toda tu piel ahora hay fuertes marcas negras, como tiras enroscandose, que seguramente luego disminuirán cuando dejes ir el efecto. Lo que no es tan efímero es la quemadura en tu pecho, donde las garras del oni te impactaron… Pero es un precio bajo.

Los disparos de Nadeshiko se ven empañados por su desesperación, y falla totalmente a la mole del oni, aunque pasan lo bastante cerca para elevar nubes de vapor… La criatura apenas se inmuta. Agilmente se da vuelta hacia ella, mientras sacas las garras del pecho de Sunauto.

Alcanzas a entreverlo. Sus prendas están quemadas en el pecho, como así también la carne, y no hablar de los huecos donde las garras se hundieran, sangrantes… Pero sigue de pie. Sigue de pie, aunque cubierto íntegramente de marcas negras, con la mirada firme…

El monstruo se inclina sobre la kunoichi, extendiendo la otra garra.

-Como vesss…. No hasse falta ressisstirsse mass… +gruñe, atacándola con la otra garra. Los filos de esta se clavan en el vientre de la kunoichi, llameantes! Al igual que con Sunauto, un torrente de llamas negras comienza a fluir sobre la muchacha…

Tus ojos se nublan y la visión se distorsiona. Enseguida regresa, pero todo lo demás ha cambiado Estas en una casa… una casa familiar. Tú casa. Aquella donde vivias con tus padres, antes de…

Duele recordar.  Fue algo malo. Hay llamas en el techo y las paredes. Sombras moviéndose, y el sonido de aceros. Escuchas las voces de ellos… están sufriendo! ¿Dónde estás papa? ¡¿¿Mama??! Quieres ir con ellos, ¿pero qué puedes hacer tú para ayudarlos? Solo eres una niña…

O no. Tus manos son las de una mujer. Manos diestras en curar y en el arco. Hay uno que puedes usar... Las sombran se aproximan hacia ti también. Pero las llamas que destruyen tu hogar se arremolinan en torno a ti, se vuelven flecha ardiente en el arco que tensas. Un susurro que es también rugido, la voz de una bestia, retumba junto a tu oído a medida que apuntas.

-Puedo traer luz a tu oscuridad… Puedo darte la fuerza para hacer arder las sombras de tu pasado y desvanecerlas… Solo debes entregarte.

Una oferta. Una oportunidad. Una promesa. Las palabras lo son todo. ¿Te entregaras a ellas?

A medida que avanzan por el túnel, queda claro que es antiguo. El frio húmedo se cuela de la roca a sus cuerpos. Pronto descubren la causa cuando encuentran un leve hilo de agua. Alguna napa pasa cerca, enfriando la tierra, y se filtra apenas un hilo, pero en el encierro es mas que suficiente.

Tras un par de minutos empieza a volverse preocupante el avance ininterrumpido. Los ecos son mas pesados. Es entonces cuando notan que los muros cambian… ¡Tienen escritura!

Hay antiguos símbolos y pictogramas dibujados sobre la roca. La humedad los ha deteriorado, pero algunos son bastante visibles. Uno en particular no deja de ser familiar… una serpiente con cabeza humana, envuelta en llamas… En torno a ella muchas figuras humanas con armas, y una con un pergamino...

Los dos shinobis caminaban por el incomprensiblemente largo túnel en busca de respuestas y de la cigarra invocada por Oka. A medida que avanzaban, el aire se volvía más pesado y los sonidos de sus pasos reverberaban en las paredes. -¿Cuánto tiempo llevará aquí esto escondido?- Le dijo a su compañera sin dejar de intentar ver a través de la oscuridad más allá de la débil luz de su antorcha. 

Después de avanzar durante un tiempo difícil de determinar, Hiroto observa algo extraño en las paredes laterales. -¿Qué... es esto?- Pregunta a la vez que se acerca para observar la intrincada escritura y el peculiar mural que podía ver pobremente iluminado. Hizo señas a Oka para que se acercase y examinase con él el peculiar descubrimiento. La estratega era sin duda la más adecuada para desentrañar aquel misterio.

Aunque el agua hacía el ambiente frío y húmedo a Okazaki no le importaba. Mejor el agua que el fuego de aquel imponente Oni. Siguieron internándose por el pozo que parecía no tener fin. Cuál fue sus sorpresa cuando  el túnel comenzó a tener una estructura. Tan asombrada como Hiroto, Oka se aproximó a dónde éste indicaba para examinar los grabados. No había que ser un genio para identificar en ellos al Oni, pero ella podría sacar algo más de información.

- Esto tiene muy mala pinta, Hiroto.- Se mordió el labio inferior pensando en que, quizás, y sólo quizás, ella hubiera atacado al grupo equivocado. ¿y si los habitantes de aquella aldea eran secretos adoradores del aquel Oni?- Déjame echar un vistazo a mí también. Acércame la antorcha.

Para Hiroto el mensaje es bastante evidente. Los hombres que rodean a la figura son guerreros. No la están adorando… la acorralan. Y resulta obvio que el pergamino no es otra cosa que un sello.

Okazaki adivina también esto pero también algo más…

Este mal. Si, parece un ritual antiguo de sellado de un monstruo que a toda luces, es el maldito oni que azoto la aldea.

Pero los pictogramas… las imágenes… no concuerdan con las de ninguna tribu o clan conocidos. Tampoco hay relato que hable de monstruos de esta clase vagando por el país de la Hierba en ninguna época. Los primeros fueron el Juubi y los Biju… eso dice la historia. Hubo algunos otros, pero estos fueron los primordiales.

A menos que falte una parte en los libros. Algo importante. No es imposible, no si se tiene en cuenta las cosas que se revelaron durante la Cuarta Guerra Shinobi y cuya existencia se habían olvidado durante siglos, como lo fue Kaguya…

Una tribu misteriosa. Y monstruos devoradores de chakra, en un pasado imposible de cuantificar.