Partida Rol por web

Aunque no quería mostrarlo, Okazaki tenía miedo de volar sobre aquella cigarra tan monstruosa. Alargó la mano por si alguno de sus compañeros quería acompañarla en semejante vuelo de reconocimiento. Se agarró con fuerza al exoesqueleto quitinoso de la cigarra y esperó reunir las fuerzas suficientes para poder abrir los ojos cuando estuvieran sobrevolando la aldea.

Creo que los chicos no se iba a mover, y aunque ella aún no salia del asombro de lo que su "hermana podía hacer", suspiró, y dio un paso hacia delante.

- vamos, yo te acompaño, acá no seré de mucha ayuda si nos atacan,- y era verdad, sin energías para usar sus técnicas, ni curar, los que estaban ahí, podrían ser más hábiles en la defensa . Nade  fue donde Oka, y subió casi de un salto sobre el animal, acomodando su arco en la espalda.

-  y desde el aire... puedo ser más efectiva -  soltó una jocosa risita, a veces no se podía saber si se tomaba algo completamente en serio.

Hiroto vio cómo Oka forcejeaba para subirse al lomo de la cigarra gigante. Estaba demasiado concentrado en desentrañar el misterio de esta aldea que no se percató del gesto de la estratega hasta que Nade se ofreció a acompañarla en su vuelo de reconocimiento. -Id con cuidado. Yo iré a poner al tanto de la situación a los aldeanos. Si vamos a llevarlos a un lugar seguro será mejor que se vayan preparando para salir mañana.- Se despidió con un gesto de la cabeza de las dos kunoichi y se dirigió hacia la casa que habían ocupado para convertirla en un refugio improvisado.

Después de haber dejado a Nade y Oka junto al gigantesco insecto. A pesar de la incertidumbre, los shinobis habían decidido el siguiente paso a tomar. Y para ello debían contar con la colaboración de los supervivientes. No sabía muy bien la reacción que tendrían al escuchar la noticia de que se los llevaban a otro lugar. Puede que algunos respiren aliviados y puede que otros se nieguen a abandonar su hogar. No lo sabía.

Hiroto entró en la casa con paso tranquilo y buscó a la anciana Lyoba ya que parecía ser a quien respetaban todos. -¿Qué tal están todos?- Preguntó para referirse a los heridos que habían rescatado y sin poder evitar hacer un breve barrido con la mirada para contemplar el ambiente. -Esta noche la pasaremos aquí, pero mañana os llevaremos hasta un poblado cercano donde podáis recuperaros.- Le expuso a la señora. -Deberíamos prepararnos para salir a primera hora. ¿Necesitáis ayuda con algo antes de partir?- Preguntó con la esperanza de poder ayudar con cualquier preparativo antes de que pudiesen descansar algo antes de salir de aquella destrozada aldea.

Las dos emprenden “vuelo” sobre la cigarra. Realmente es más bien un salto impulsado a un centenar de metros de altura,  sostenido con las alas, que se agitan con increíble violencia para sustentar el peso del bicharraco… Asimismo se produce un estruendo intensísimo, por lo que no solo una nube de polvo se levanta dónde estaban paradas, sino también una onda sónica “incómoda” para los cercanos..

Es evidente que la criatura no podría volar distancias grandes, y el terrible estruendo con el cual se desplaza descarta todo sigilo. Pero al menos es lo bastante fuerte para sostenerse durante unos minutos en el aire, permitiendo esta clase de exploraciones veloces, además de otras maniobras rápidas.

De todos modos no hay mucho que ver. El pueblo recorrido no se componía de más de una docena o así de casas, contando el granero y las que ahora son cenizas. Mas allá se extiende el bosque en tres direcciones, salvo al Oeste, donde lo hacen los campos de grano hasta el rio. Nada se mueve en toda la extensión… salvo las ramas mecidas por el viento. Todo esto lo abarcan en unos rápidos vistazos.

El único detalle llamativo es el molino, y ahora que lo ven desde arriba, un muellecito que se encuentra casi adjunto, donde descansan algunos botecitos. Estas dos edificaciones se encuentran junto al rio, pasando los campos, y pueden ser las únicas estructuras que no han revisado. 

Las dos kunoichis emprenden “vuelo” sobre la cigarra. Realmente es más bien un salto impulsado a un centenar de metros de altura, sostenido con las alas, que se agitan con increíble violencia para sustentar el peso del bicharraco… Asimismo se produce un estruendo intensísimo, por lo que no solo una nube de polvo se levanta dónde estaban paradas, sino también una onda sónica “incómoda” para los cercanos... Hiroto y Sunauto se ven obligados a cubrirse, so pena de verse cegados y levemente ensordecidos. La chicharra no es el animal idoneo para operaciones sigilosas, eso queda apuntado.

Sunauto se queda en la puerta, vigilando mientras Hiroto entra a hablar con la anciana. Esta se encuentra confortando a la muchachita voluptuosa, acariciando su cabeza para serenarla. Sin duda el espectáculo de recién no les ha sentado muy bien. De los niños no hay rastros, y el hombre descansa en un sofá de enfrente con la pierna rota extendida, aunque también en alarma.

No obstante Lyoba parece tener algo más de compostura y cabecea un asentimiento, haciéndose cargo de las palabras de Hiroto.

-Esa muchacha… construía un carro, ¿no es verdad? Creo que estaremos bien en eso, ya que no somos muchos. Tendremos que preparar una camilla, abrigos y provisiones. Creo que podemos conseguir eso de esta casa y de las ruinas. Pero, ¿cómo tiraran de él? Acaso usaran… ¿esa cosa?

La chica iba afirmada a la cintura de Oka cuando se da cuenta en esos edificios.

- mira.. por allá, no hemos llegado hasta ese lugar y no parecen haberlos atacado - o eso parecía, no se veía destruido o quemado como el resto de la aldea - deberíamos ir, ¿no? pero quizás es mejor ir todos -  debe hablar fuerte porque con el ruido de la cigarra, era muy difícil.

A pesar de estar acostumbrada, como kunoichi que era, a los saltos, lo de la tremenda hamaki era demasiado. Una sensación de frenético vértigo seguida de un cosquilleo entre las piernas que subía hasta atenazarle la boca del estómago se apoderó de Okazaki. Tal fue así que no rehuyó el contacto físico de su "hermana", sino todo lo contrario, se aferró fuerte a su brazo a la vez que se sujetaba al duro cuerpo de la cigarra. Con fuerza de voluntad consiguió abrir los ojos y echar un rápido vistazo hacia donde indicaba Nadeshiko. Era perfecto. Podrían pasar la noche bajo el cobijo de la única estructura que no estaba dañada en toda la aldea y, además, parecía haber unos botes para navegar pro el río, lo que podría ayudarles con el traslado de los heridos a otras aldeas, junto con el carro.

- Tenemos que aprovechar la invocación.- Contestó a Nadeshiko a gritos negándose a volver a por los demás. Ellas eran las más debilitadas, las que más chakra habían consumido y, aun así, ni Hiroto ni Sunauto se habían ofrecido a la vuelta de reconocimiento. Eran unos desconsiderados. Se concentró en comunicar a la cigarra que se dirigiera hacia el molino.  Ya le daba igual el sigilo. Si había alguien escondido allí iba a saber que ellas iban, pero pensaba que la presencia de la hamaki sería algo que aterrorizaría a cualquiera.

Al llegar dio instrucciones a la cigarra de estar vigilante y sacar a Nadeshiko de allí si fuera necesario, junto a los demás.

- Quédate sobre la cigarra y no te pasará nada. Voy a ver.

El lugar es un conjunto de estructuras también, aunque sencillo. Por un lado una casita de dos pisos, donde probablemente este el almacén de harina y quizás otras cosas a juzgar por su tamaño, puede que la casa del molinero. Del otro un molino doble, que opera tanto con agua como con aire. Lo más lógico para evitar detener la producción si uno de los dos falla. Ahora mismo por ejemplo hay muy poco viento y las aspas no llevan sus telas...

No se aprecian daños en el complejo, al menos a simple vista. Nadeshiko, estorbada por el zumbar de la chicharra, no parece notar nada, pero Okazaki puede percibir una presencia en la zona. Alguien las vigila.

Desafortunadamente es muy difícil localizarla a la ligera. Y tanto desde la casa como desde el molino, hay muchos puntos desde los cuales es fácil tenerlas a la vista, más aun con la llamativa invocación... 

Hiroto sonrió amable ante la disposición de la anciana para hacer los preparativos para la partida. Tan solo se dejó llevar un segundo al imaginarse a la cigarra gigante tirando del carro fabricado por Oka de la manera que había insinuado Lyoba. -No... bueno, realmente no lo sé. Ahora mismo no tenemos muchas más alternativas.- Le dijo sin poder evitar mostrar cierta perplejidad ante las posibilidades. -De todos modos, lo más importante es que estéis listos para el viaje. Aunque veo que ya tiene todo bajo control.- Le dijo a la anciana con una sonrisa tratando de traspasar un poco de optimismo a la superviviente.

El shinobi se despidió de la mujer con una pequeña reverencia y se dirigió hacia el carro que su compañera se había molestado en construir. Todavía no sabía cómo lo iban a llevar, pero suponía que Oka tendría algo en mente. Así que Hiroto trató de rematar el poco trabajo que quedaba por hacer.

Okazaki se giró para usar las patas de la enorme cigarra para bajarse de su lomo.

- Aquí hay alguien.- Dijo en un susurro y casi sin mover la boca a Nadeshiko. No sabía ni quién ni dónde, pero tenía la certeza de que estaban siendo vigiladas. 

No tiene por qué ser el atacante. Si lo fuera...estamos muertas.

Trató de mantener la sangre fría. Si fueran atacadas Nadeshiko debería salir rauda a buscar a los demás y Oka tendría que tratar de aguantar lo máximo posible. Con el kunai en la mano comenzó a buscar por el primer piso de la casa.

El esquema de un carro es sencillo. Dos ejes con pesadas ruedas de madera. Una gran base que sera el piso del mismo, con sus bordes y asientos. Finalmente, entre esta y los ejes dos soportes. Okazaki ha aliviado lo que seria lo mas delicado, simplemente tomando pedazos de otros carros, los que fueron destruidos en el incendio. Aunque no exactamente de las mismas medidas y demas, ahorran el trabajo en multiples aspectos. Mucho mas sencillo lijar un poco un hueco o recortar un trozo, que construir una rueda de 0.

De todos modos todavia faltan muchos de esos detallitos y montarlo todo. En tanto se ponen a eso, la cigarra desciende al Oeste con su estruendo, llevando a las chicas mas alla de los campos de grano, hacia el molino. Sunauto por su parte, para distraerse, se pone a ayudar tambien con el carro, aunque su mirada todavia vaga por el poblado, alerta. No olvida en absoluto el pensamiento no confirmado, de que el mal ronda por alli todavia.

Apenas asintió al susurro de su compañera, no sentía nada, pero algo las observaba,  y ella, tendría que defender a su compañera con su arco, y nada más que con su arco. La chica avanzó detrás de Oka, con una flecha en el arco, preparada para atacar de ser necesario.

No cruzó palabra con su compañera, pero ahora sin estar encima de la cigarra podría escuchar algo más, agudizando sus sentidos cuanto pudiera, y detectar aquella presencia.

Tras echar un vistazo a las piezas que Oka tenía preparadas para ensamblar, Hiroto no tuvo mucho problema en terminar el trabajo al contar con la ayuda de Sunauto. Tan solo hicieron falta unos cuantos apaños para poder encajar alguna de las piezas que más se diferenciaban entre sí pero tenían material de sobra de entre los restos del ataque como para poder arreglar el desperfecto y hacerlo funcional. No sería el carro más bonito del mundo, pero serviría a su propósito sin lugar a dudas.

El primer piso de la casa es bastante amplio, pero solo esta compuesto por un enorme almacen de dos estancias. Sacos y sacos de harina se apilan en el de la derecha, mientras en el de la izquierda lo hacen granos de trigo. Adjunto a este esta un cobertizo donde yace un pequeño carro, como asi tambien muchas herramientas.

Entre ambos almacenes discurre solo una escalera, que conduce al segundo piso. Parece ser la unica forma de subir por adentro. Una posicion segura para vigilar y atacar desde arriba.

La sensacion de peligro no las abandona, pero no logran definir su origen... Tras estudiarlo un momento no obstante, solo quedan dos lugares por revisar, el segundo piso y el molino en si. En uno de ellos puede estar...

El lugar era perfecto para resguardar a los supervivientes, incluso para que comenzaran desde allí a reconstruir el poblado. Había provisiones para que pudieran aguantar allí bastante tiempo. ¡Había hasta un carro y herramientas! Pero la sensación permanente de estar vigiladas no se iba. Sin embargo cabía la posibilidad de que, al no haber sido atacado el molino, hubiera un superviviente y no un enemigo.. Finalmente Okazaki se decidió a quitarse la careta. Peor antes advirtió a Nadeshiko.

- Si pasa cualquier cosa, huye y trae a los demás. Trataré de ganar tiempo.- Sin más se acercó a la escalera y elevó la voz para que si hubiera alguien escondido allí pudiera escucharla.- ¡Sabemos que estas ahí escondido!¡Sal ahora mismo! No tenemos tiempo para estar como el perro y el gato. La aldea ya esta a salvo. Los refuerzos están en camino.- Tanto servías sus palabras para un superviviente como para un enemigo. Esperaba que si era esto último la presencia de la Hamaki gigante le hiciera pensar que Okazaki era muy poderosa.