Partida Rol por web

El único detalle relevante de la estancia a simple vista es un cuadro ecuestre de Tergas.

El baúl está sin candado y tan solo contiene ropajes del valido de Mareik, de lujosa confección. La cómoda contiene un sin fin de pergaminos de reinos lejanos y edictos ducales, todo administrativos, a primera vista.

Leanan nota una línea tras la cómoda, en la pared de manera horizontal.

Al acercarse a la cómoda para revisar el interior (primero fue el baúl) cayó en un detalle de la pared: una fina línea en la misma. Se llevó una mano a la barbilla pensativamente, y luego rodeó la cómoda para ver mejor antes de rodarla ligeramente. Necesitaba comprobar primero si no había alguna marca que indicara a Tergas que la habían movido.

Tras tomar esa precaución se dispuso a revisar la misteriosa línea, pero lo que era cierto es que la mujer estaba entusiasmada y ansiosa a partes iguales ante el descubrimiento.

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Al girar la cómoda comprobó que la marca era rectangular, tras la misma. Era una especie de trampilla, con un tirador de cuero en la parte inferior, tapada con la cómoda.

Mentalmente palpó las hendiduras que formaban un rectángulo, y no era difícil apreciar el sistema de apertura pues se trataba de un sencillo tirador de cuero. Acercose más para intentar determinar si había algún tipo de dispositivo. Cuando se decidió a tirar del trozo de cuero se hizo rápidamente a un lado, pues no era la primera vez que había saltado un dardo envenenado o una cápsula química en antiguas aventuras. “La experiencia era la madre de todas las ciencias”, sabía perfectamente.

Transcurridos unos segundos tras la apertura se dispuso a mirar en el interior.

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Cuando la joven atolondrada miró por el vano que había destapado en la pared, descubrión una pequeña trampilla por la que descendían unas escaleras talladas en mármol, como el resto del palacio, la luz era escasa, pero adivinó mas que vió, una antorcha a un par de metros abajo.

El panel que deslizó poseía otro tirador de cuero en la parte posterior, apa poder cerrar la trampilla disimulada.

Lo que encontró hizo que la cara se le iluminara por completo, y eso que no era un tesoro lo que veía: era aventura. Aquellas escaleras conducían a algo desconocido, y eso era el aliciente por lo que Leanan vivía. ¿Cómo resistirse a la tentación?

Ya se imaginaba una habitación repleta de reliquias esotéricas y un altar de sacrificio. O un laboratorio donde elaborar poderosas pócimas. O un estudio de mago ilegal en aquella tierra. O el comienzo de un laberíntico entramado de túneles repletos de dificultades y recovecos por descubrir. O… O la enfurecida cara de Devirius al enterarse de que había ido sola.

Cerró los puños lamentándose de pertenecer ahora a un grupo en vez de ir por libre, y por poco se echa a llorar de rabia. Pero… “sólo un vistacillo. Algo rápido”, susurró con algo más de ánimo.

Dicho eso, y cerciorándose que la trampilla podía abrirse sin dificultad desde el interior urdió su plan. Primero miraría las marcas en el suelo de la cómoda, por si servían de señal para Tergas. Luego, en el interior pero con la trampilla abierta, colocaría nuevamente la cómoda para que nada resultara extraño a simple vista. Lo siguiente que haría, tras comprobar nuevamente que al cerrar la trampilla no hiciera falta otro dispositivo, bajaría por la escalera con la ayuda de la antorcha. Para ello, aún estando de pie en la habitación, tenía que encontrar algo para encender la antorcha. El resto sería cosa de un rato ahí abajo. “No es para saciar mi curiosidad, es para informar debidamente a Devirius”, pensó.

La joven descenció por las escaleras una veintena de peldaños, para toparse con una puerta de madera bien labrada, con una cerradura de seguridad, bastantes compleja.

Los bajorrelieves en ella eran inscripciones de un dragón luchando contra un ser enorme, que lanzaba fuego, pero no era un dragón, sino una especie de grifo. Ambas criaturas eran gobernadas por dos jinetes que blandían espadas, en actitud guerrera.

Descendió por las escaleras, y no eran poca. Lo que encontró borró el ánimo de la muchacha, y no por la bella puerta labrada sino por la magnífica cerradura de la puerta. "Chaaaacho. Con lo bien que íbamos"

Sacó su instrumental, nuevamente, y se dijo que no había gloria sin intento. Pero no pudo... "He llegado tan lejos para nada", dijo mirando los apenas veinte escalones que había recorrido antes de su primer y gran obstáculo. Así, con actitud melodramática, desistió pues creía que tenía al menos algo bueno que contar a Devirius.

Antes de ascender se fijó nuevamente en el dibujo de la puerta para memorizar los detalles, tales como escucudos de armas o cualquier otra cosa. Cuando ya estaba en el tramo final de la escalera, superior, parose a escuchar el interior con la oreja puesta en la trampilla. No quería irrumpir en la habitación si había alguien en el interior, y si no había nadie tomaría sus minuciosas precauciones para dejar todo como estaba y salir definitivamente de la estancia de Tergas. Si todo salía bien volvería a la cena, algo abatida por su fracaso pero con una nueva espectativa: abrir esa condenada puerta.

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No se escuchaba nada en el lado opuesto de la puerta, a pesar de los intentos de Leanan por intuír la más mínima vibración de aire.

La puerta estaba jalonada por formas florales en la parte del marco exterior, mientras en el centro dos imágenes la llamaban la atención una vez se fijó. Un ojo en la parte superior y un cetro en la inferior. Un cetro muy familiar. El que portaba Drerick, se parecía muchísimo al cetro de poder de Naa Taa.

Al entrar a la habitación, una vez creyó que nadie estaba en ella, pensó en el cetro. Era demasiada coincidencia, pero no dudaba en que se trataba del mismo. Sólo esperaba que no fuera necesario utilizarlo, más que nada porque pretendía encontrarse lo menos posible con aquel apestoso goblin. “Aunque la mona se vista de seda…”, pensó.

Llegó sigilosamente hasta la puerta, pegó la oreja a la misma y, cuando estuvo segura, la abrió. Esperaba encontrar a Zupo allí, diligente en su misión de avisarla.

Todo estaba como lo había dejado, incluído su perro, que lejos de estar vigilante, permanecía tumbado con las orejas gachas esperando el regreso de su ama.

Salió de la habitación sin haber dejado el menor rastro, o al menos así estaba de convencida. Todo había salido bien a excepción de la compleja cerradura, pero por lo menos tenía un dato de importancia. No estaba entusiasmada pero podía regresar con algo en los bolsillos; aunque lo que le esperó fuera la dejó pasmada.

- ¡Pero bueno! –puso las manos en jarra sobre su cintura- ¿Se puede saber que clase de vigilante eres? –preguntó al animal cuando se acuclilló- Así no podemos seguir. Somos un equipo, yo actúo y tu vigilas –prosiguió en medio del pasillo sabedora que si alguien pasaba no sabría a qué se refería- Ahí, tumbado a la Bartola. Si es que…

Leanan se puso en pie y comenzó a caminar hacia la sala de banquetes mientras seguía alegando.

- Fundamento, eso es lo que debes coger. Los jóvenes de hoy en día se creen que lo tienen todo hecho.

Aún quedaba un trecho hasta llegar a la sala, lo cual aprovechó para inculcar una serie de normas a su fiel amigo.

- Zupo, no puedes ir así por la vida. Si te digo que…

Cuando se presentó ante los guardias de la puerta los saludó.

- ¿Se acabó? Si no es así se puede entrar y seguir comiendo, ¿no?

LAs orejas de Zupo se alzaron alertantes. Por el corredor en dirección al salón, se escuchaba un murmullo lejano.

Siguiendo el camino hacia la sala de banquete se dio cuenta que Zupo, al cual le estaba echando una reprimenda, estaba alerta. Al callar percibió que una conversación se estaba desarrollando más adelante, y como buena persona que era fue cautelosamente para no molestar. Además, si así podía escuchar algo...

Al acercarte al recodo del pasillo ves que son Lord Devirius y sus compañeros acompañados de Tergas que regresan a las habitaciones.

La cara de Leanan casi se desencajó cuando vio que sus compañeros y Tergas regresaban a las habitaciones. "Se acabó... El banquete se acabó", dijo entristecida. Aquel había sido un fatídico encuentro para ella, y en especial para un estómago que anhelaba los manjares que sus ojos habían visto sobre la mesa.

- No me mires así, Zupo. Sólo me faltaba que te burlaras de mí -comentó con tono triste.

Con aire decaido se acercó al grupo.

- Buenas... ¿ya se acabó la cena? -puso morritos ante la idea de irse a la cama con el estómago vacío, pero al mirar a Devirius entrecerró los ojos como indicando que era el culpable de quedarse sin probar aquellos suculentos platos.

Antes de entrar en las habitaciones escucháis unos pasos.

- Buenas... ¿ya se acabó la cena? -puso morritos ante la idea de irse a la cama con el estómago vacío, pero al mirar a Devirius entrecerró los ojos como indicando que era el culpable de quedarse sin probar aquellos suculentos platos.

La mujer parecía venir de las habitaciones, acompañada de su perro.

Al ver a Leanan, no evita una sonrisa y entra un par de pasos en la habitacion, se siente apenado de que no haya comido bien.

- Si, la cena ha terminado. Me observabas durante el tiempo que estuviste con nosotros en el comedor, ¿que sucede?