Partida Rol por web

El humo que se respiraba en aquella cabaña, que en el pasado había resultado incluso tranquilizante para Suzume, ahora la estaba poniendo más nerviosa y tensa de lo que estaba. Todos los presentes sabían lo que iba a decir, incluso Baba Oatha y su ayudante podían imaginarselo, pero tenía que decirlo... Era su responsabilidad. 

Tan pronto cómo habían llegado a Pa, y sin avisar, Suzume había ido junto con Vleis a la cabaña de la bruja. Y al entrar se habían quedado allí en medio, en silencio, esperando la aprobación de Baba para comenzar a hablar. A su izquierda estaba Vleis, y a su derecha había un hueco. No sólo no había nadie, si no que se notaba que faltaba alguien ahí. Y frente a ella estaba Baba, que esperaba sus noticias. Baba Oatha la miraba fijamente a los ojos con serenidad. 

Tras varios segundos de tensión por fin asiente, dándole permiso a Suzume para comenzar a hablar. 

-Hemos perdido a Skedel. No vencimos a los fantasmas. Es mi responsabilidad.- Dicho ésto, Suzume traga saliva, calla y se sienta en el suelo de rodillas, como esperando que Baba la parta en dos o, mejor aun, que los espíritus la maten rápidamente y pueda huir de esta situaión.

Tras las palabras de Suzume, Baba Oatha no se inmuta pero sus ojos siguen mirando fijamente a los de Suzume. Cómo siempre pasaba en esas situaciones, Suzume sentía que Baba podía ver mucho más allá de su expresión, en ese momento la bruja estaba mirando directamente en su interior, explorándolo sin piedad alguna. Y de pronto, Baba se levanta, rechazando la ayuda de su ayudante con un gesto, que parece contrariada. Con pasos lentos se acerca a Suzume, sin perderla de vista en ningún momento. Y cuando están frente a frente, la abraza. 

Algo en el interior de Suzume se rompe en mil pedazos cuando siente el calor de Baba Oatha. 

Suzume abraza a Baba Oatha y llora lo más silenciosamente que puede. Se refugia en ese llanto, sabe que es la última vez que podrá hacerlo en mucho tiempo.

Vleis se une también al abrazo cuando Baba Oatha la invita con un gesto, y las lágrimas también comienzan a correr por sus mejillas. Baba Oatha no llora, ella nunca lloraba... O al menos Suzume nunca la había visto llorar, pero en la fuerza de su abrazo casi se podía sentir su dolor. El abrazo dura durante unos segundos que parecen minutos en la mente de Suzume. 

- No cargues sola con la culpa, mi pequeña. - Acaba diciendo Baba en tono cariñoso en cuanto se separan. - Nadie obligó a Skedel a marchar, y se que murió haciendo lo que él creía. Ahora, los espíritus son los que deben llorar su muerte para guiar su alma de vuelta a los dominios de Voo.

Suzume asiente, mira al suelo, se limpia las lágrimas como buenamente puede y mira a Baba Oatha a los ojos.
-Le vengaré. -mira a Vleiss- le vengaremos. Pero primero debemos buscar refuerzos. Esos demonios... son algo que no había visto nunca. -un escalofrío recorre su espalda.

Baba asiente, y en su rostro se puede captar un pequeño deje de preocupación. 

- Se que a estás alturas ya no puedo detenerte, Suzume. Pero por favor, sigue este consejo... El camino de la venganza es peligroso y puede tomar giros inesperados. Por favor, ten cuidado. - La mira fijamente. - Y ahora, descansa, esta noche oficiaremos el funeral. 

Tambaleante, Suzume asiente y sale de la tienda, buscando un sitio donde acurrucarse y dormir. Parece como que todo lo acontecido en los últimos días se hubiera convertido en una gran piedra y la estuviera presionando contra el suelo, no dejándola respirar.
Definitivamente tenía que volver a Tres Cráteres después de Pa. Pero había algo que le encogía las entrañas aún más: ¿Y si los demonios llegaban a Pa en su ausencia? ¿Y si llegaban a Baba Oatha? ¿Y esa niña que la acompaña? ¿Estaba cometiendo el mismo error que con Kenshi al despreciar el riesgo que podían presentar? Necesitaba aclarar la mente y no parecía que hubiera alcohol cerca....debería dormir.

El cansancio y la pesadez se estaban apoderando de Suzume cuando salió de la cabaña de Baba Oatha. Sin prestar demasiada atención, Suzume se despidió de Vleis, que iba a que un curandero del pueblo le mirara también el brazo (Aunque era evidente que Takato había hecho un buen trabajo para el material del que disponía). Pero tan pronto cómo decide dónde descansar, Dante se acerca a ella. 

- Hola, capitana. - Dice respetuoso. - Espero que su reunión con la bruja haya ido bien, pero traigo noticias del barco. Espero que no se haya olvidado de los rehenes que capturamos, los esclavos del fantasma... 

El hecho de que aquellos dos salvajes eran "esclavos" eran una de las pocas cosas que se le habían podido extraer a los rehenes durante el viaje de vuelta. A parte de eso, habían descubierto que le tenían un miedo atroz a sus "amos", que dichos amos eran demonios con poderes sobre la misma naturaleza, lo que encajaba con lo que habían visto en aquel fantasma durante el día anterior a su partida, aunque también aseguraban que eran inmortales.  Los rehenes habían hablado también sobre una "fortaleza" o "ciudad" dónde estaban los fantasmas, pero se habían mostrado poco colaborativos cuando se les había pedido detalles sobre la misma, principalmente llevados por el miedo que les producía lo que sus "amos" les harían si revelaban demasiada información.

Y había otra cosa curiosa de aquellos esclavos, y es que se habían mostrado sorprendidos de que Suzume y sus hombres no compartieran los poderes de sus "amos", debido a que aseguraban a que todos tenían la piel blanca cómo ellos y hablaban un idioma similar al suyo. De hecho, fue cuando los rehenes descubrieron que Suzume y sus hombres no compartían los poderes de sus "amos", cuando habían comenzado a hablar más. Y se habían encargado de advertirles una y otra vez, que sin algo equivalente a aquellos poderes, no tenían posibilidad alguna contra sus "amos". 

- No se que mosca les ha picado. - Continuó diciendo Dante. - Pero parecen que van a hablar, o al menos eso han dicho... Pero quieren comunicarse directamente contigo. 

Suzume sacude la cabeza y aprieta fuerte los ojos, para espabilarse. Al parecer no podría descansar. La curiosidad y la sorpresa la despertaron también. Blancos entonces ¿eh? Humanos... Claro que Suzume creía de alguna manera en los demonios, como aquel que no comprende todo y está obligado a querer en el mal o el bien absoluto, pero cada muestra de "realidad" que daban estos demonios y los alejaban del ideal sólo hacía que tranquilizarla más. Aun con poderes... no hay nada verdaderamente inmortal, pensaba, aun entre dudas.
-Llévame entonces, antes de la ceremonia.

Dante asiente, y acompaña a Suzume hasta una pequeña cabaña abandonada, cercana a la costa, que iban a usar de prisión temporal para los rehenes de los fantasmas. De hecho, dos aburridos piratas guardaban la entrada, los cuáles se enderezan rápidamente cuando ven llegar a Suzume. El interior era oscuro y olía a pocilga, pero a Suzume nunca le habían importado esos detalles. En una esquina, y maniatados, estaban los dos rehenes. Uno de ellos mira a Suzume y Dante fijamente cuando los ve entrar, mientras que el otro parece especialmente nervioso. El tranquilo es el primero en hablar, en el idioma nativo de los salvajes: 

- Saludos de nuevo, capitana de los piratas. - Dice en un tono servicial. - Quiero hablar. Pero quiero seguridad. Tengo advertencia que hacer. Podría no haber mucho tiempo. 

- Si hablas tienes toda la seguridad que te podamos dar y puedes incluso unirte a nosotros o podemos dejarte en otra costa. Lo mismo para tú compañero. No estamos para andarnos con tonterías.

El rehén asiente, y entonces mira su compañero, que parecía temeroso de algo. Al cabo de unos segundos, su compañero asiente también, y el hombre que había hablado, vuelve a hablar. 

- Tengo algo de lo que asegurarme antes de revelar mis sospechas. - Dice al fin, mirando de nuevo a Suzume. - ¿Matasteis realmente a nuestro amo? Y si es así, ¿Que hicisteis con su cadáver? 

-Le cortamos la cabeza.-Suzume enpalidece ligeramente.-Y no se nos ocurrió deshacernos del cadáver. Lo dejamos ahí.

- ¿La cabeza? - Dice el rehén, bastante sorprendido ante aquellas palabras, e intercambiando una mirada con su compañero. - Nunca hemos visto a un amo recuperarse de algo así. Supongo que sí que está muerto... - Asiente para sí, como si necesitara hacerlo para creer sus propias palabras, pero entonces mira a Suzume con el ceño fruncido. - Pero si es verdad... - Mira a su compañero de reojo, que niega con la cabeza y susurra "La piedra guía...", aún asustado. - Capitana de los piratas. - Dice el portavoz devolviendo la mirada a Suzume. - ¿Sabes que es esto? 

Y de pronto, el portavoz abre la boca y saca la lengua. Al principio Suzume lo mira extrañada, pero entonces se da cuenta de que hay algo incrustado en la lengua del hombre. Parecía una sencilla joya, del tamaño un grano de arroz, cómo si se tratase de un simple pendiente... No era la primera vez que Suzume veía que alguien se pusiera algo así en la lengua. 

-¿El pendiente ese es la piedra guía? ¿Os encontrarán con eso?...y si es así - Suzume se esforzó serieamente en no decir todas las palabras como cercenar y arrancar que le venían a la mente- ¿no se puede quitar?

- Es una piedra de guía, si. - Reconoce el portavoz, algo aturdido por las rápidas deducciones de Suzume. - Nuestro amo poseía una piedra vinculada con la de todos sus esclavos, para controlarnos y poder darnos caza si huíamos. Y sólo un Vinculador puede extraer una piedra de guía de una persona sin que la misma explote... Por lo que no nos podemos deshacernos de ella por nosotros mismos. - Entonces mira con preocupación a Suzume. - Cuando nuestro amo nos buscaba podíamos sentir calor en la piedra, y en ese momento podíamos sentir la localización de nuestro amo, del mismo modo que él sabía dónde estábamos. Si nuestro amo está realmente muerto... Alguien debe de haber recuperado su piedra de guía de su cadáver, porque... Podemos sentir calor... Algo se acerca... 

-Sé que parece drástico pero no me da tiempo a decirlo de forma fina. ¿Alguien ha probado a arrancarse la lengua? Mientras me contáis eso y cómo matar a vuestros amos venid conmigo, tenemos que hablar esto con Baba Oatha.-Dicho esto Suzume indicó que se soltaran las cuerdas de los esclavos y señaló la dirección hacia donde estaba la cabaña de la Bruja.

El esclavo mira con preocupación a Suzume, mientras que el otro parecía aún más aterrorizado que antes. 

- No Funcionará... - Dice algo inseguro. - Hay un vínculo... Entre la gema y nosotros mismos. No podemos entenderlo ni nosotros mismos porque los amos hablan poco de ello cuando estamos cerca. 

El esclavo se levanta a duras penas, dado a su debilidad, para acompañar a Suzume y ayuda a ponerse en pie a su compañero, que parecía estar aún en peor estado (Aunque era en gran parte por el miedo que parecía tener). Entonces, de pronto, en medio del proceso, ambos esclavos levantan la cabeza en alerta cómo si hubieran podido ver o escuchar algo inesperado, aunque Suzume no veía nada en particular.

Junto antes de que a Suzume le de tiempo a preguntar, uno de sus hombres irrumpe en el interior de la habitación. 

- ¡C-capitana...! - Dice alterado y con la respiración entre cortada. - ¡El barco...! ¡El barco fantasma se acerca!

-Mierda... HOMBRES A MI-señala a uno al azar-Tú. Toma a los locales y a Baba Oatha y llevatelos a una gruta o algún sitio que ellos conozca. Dales a entender que huyan. EL RESTO: ESTO ES O NUESTRO FIN O EL SUYO. HAY QUE GANAR. RECOGED EXPLOSIVOS DEL PUEBLO Y EL BARCO. Y TODOS FUERA DEL BARCO QUE NOS Lo HUNDIRAN. Y vosotros, esclavos...¿cómo les matamos?