Partida Rol por web

Gustav había pasado los días próximos a su reunión con Besen tumbado en la cama, sufriendo arrebatos de dolor y sin apenas pegar ojo. Recordaba caras borrosas, conocidas y desconocidas, y gente que se había encargado de cuidarlo y mantenerlo, pero todos sus recuerdos eran difusos. Y por otro lado, las cosas habían comenzado a avanzar a su alrededor sin que él hubiera tenido la oportunidad de opinar o actuar. Al despertar, Gustav se había encontrado en una habitación a oscuras, y su única compañía era Smith, que se había encargado de contarle todo lo que había pasado mientras se recuperaba. 

La razón por la que Besen los había traicionado era porque ya tenía lo que quería de ellos. Había capturado a los Gnagerit que se habían encargado de transportar el cargamento de Gustav y los había obligado a trabajar para él. Sólo cuando Besen estuvo seguro de que dispondría de un suministro de polvo mágica, terminó con el engaño. Había asesinado a Maverick y a Heath por sorpresa, pero no había conseguido acabar con Luke y con Kayden antes de que consiguieran escapar. Ambos habrían ido a por Gustav, de no ser porque Kayden tenía una herida grave en un ojo. Y fue entonces cuando el Jarad actuó... Salvaron a Kayden de morir desangrado, pero no permitieron que él y Luke se cobraran su justa venganza, porque debían esperar a que el Martillo de Sangre iniciara el ataque que supondría su perdición. El día de la batalla ya lo tenían todo preparado para acabar con Besen, pero lo que ninguno había esperado es que Gustav ya se encargaría de ello por si sólo. 

Los muros habían caído, si, pero Goldzwall estaba totalmente preparada para el ataque y habían aplastado al Martillo de Sangre. Durante los días próximos a la batalla habían surgido pequeños intentos de contraataque, pero habían sido aplastados por falta de coordinación y guerreros. Al final, los pocos miembros de la banda que quedaba escondidos o malheridos habían sido encontrados y ejecutados. Y no sólo eso, los soldados de Goldzwall habían conseguido recuperar gran parte del cargamento de bolas Gnagerit que no había sido usado durante la batalla. Como era de esperar, los gobernantes de Goldzwall estaban particularmente interesados en dicha arma, y gracias a la misma y a la derrota del Martillo de Sangre, las negociaciones con el Jarad comenzaron a dar frutos por fin. 

Pero para que está alianza funcionara de verdad, era necesario que se formara una de nueva. El poder de los Gnagerit era sin duda algo realmente atractivo para un pueblo que se estaba muriendo cómo Goldort Oeste. Es por ello que no se tardó en hablar de la necesidad de una alianza con esos misteriosos seres. Sólo había un hombre que pudiera actuar cómo mediador en dichas negociaciones, pero Gustav no estaba en buen estado como para poder emprender ese viaje, y nadie sabía determinar cuando se iba a tardar en recuperar. Sometidos a la presión de Golzwall, el Jarad tuvo que convencer a Kayden para que se encargara de ello, dado a que era el vínculo más directo con los Gnagerit, después de Gustav. Así pues, Kayden, Luke, Deborah y un representante de Golzwall emprendieron el camino hacía los bosques, junto con los Gnagerit rescatados. 

Para cuando Smith le había contado todo esto a Gustav, ya era demasiado tarde para alcanzar a sus compañeros. El mismo apenas había tenido tiempo para recuperarse para cuando le fue asignada una misión. El Jarad temía que la Nueva Emphart no tardara tanto como esperaban en actuar, y había que asegurar cientos de cosas antes de que llegara la temida guerra. Y entre ellas, había que asegurar la alianza con el Escudo de la Justicia... El Jarad necesitaba que la gente inocente del pueblo de Helltia estuviera de su lado para poderla proteger de la ira de la Nueva Emphart. 

Y tan rápido y repentino cómo las explicaciones que había recibido, Gustav se emprendió en un viaje hacía el norte con la única compañia de Hannah y Smith. Atravesarían las montañas por caminos que sólo frecuentaba el Jarad, pero en ese momento estaban detenidos en lo que parecía el inicio del camino. Al parecer, allí tenían que esperar a otros dos miembros del Jarad que también tenían la necesidad de cruzar dichas montañas. 

A pesar de que Smith había pasado por mucho la última semana, desde la muerte de dos de sus compañeros, hasta la partida de otros dos, parecía bastante animado de poder gozar de otro viaje en la compañía de Gustav. Hannah, por otro lado, no era la alegría personificada, simplemente estaba resignada a aceptar lo que le ordenaran. Al fin y al cabo, el trabajo era el trabajo... Y aquella misión podría llegar a ser importante. 

Cuando Silvano vio las murallas de Golzwall a lo lejos, su única reacción había sido un suspiro de cansancio. Cerca de allí, sabía que lo estaba esperando un pequeño grupo formado por miembros del Jarad que los acompañaría, a él y a Pals, atravesando las montañas en dirección a las tierras de la Alianza. Pero tan pronto cómo llegaran ahí, Silvano tendría que seguir avanzando, sin apenas tener tiempo para descansar.

En el fondo no le importaba, su deseo por volver a ver Ariadna era lo que le había dado fuerzas para continuar a pesar de lo cansado y doloroso que había sido atravesar los pantanos y las tierras de Goldort. Tan pronto cómo había podido subir a una Suswant, Silvano y Pals habían abandonado la protección de Lord Rakstein y se habían adentrado a lo desconocido. En un principio habían avanzado rápido al ser tan pocos, pero las paradas se habían hecho cada vez más frecuentes cuando el dolor y los mareos de Silvano se reanudaban. 

Por si eso fuera poco, Pals no era precisamente un conversador nato. Más que entretener a Silvano en el viaje parecía que hubiera estado dándole clases de historia, contándole los rumores que había escuchado aquí y allá, aunque sin entrar demasiado en los detalles. Entre dichos rumores, Silvano aprendió que las murallas de Goldzwall habían caído tras el ataque de una banda local, pero parecía que la situación estaba solucionada ya. Por otro lado, a Pals no parecía molestarle escuchar a Silvano con los temas de los que él quisiera hablar, que mostrara interés por lo que decía era un tema muy distinto. 

Pero a pesar de las adversidades ya estaban ahí, cada uno montado encima de un cansado caballo, y pronto iban a conocer a sus nuevos aliados. Sus caminos se separarían pronto, pero Silvano no estaba especialmente interesado en forjar nuevas amistades en aquel momento... Su único objetivo era llegar hasta Ariadna lo más pronto posible. 

El camino no resulta fácil para Silvano. Debido a sus últimas heridas, tiene que encorvarse más de lo necesario para adaptarse a una postura con la que no le duela la espalda. Con cada resorte del caballo, Silvano aprieta los dientes y reza para que la reacción de la bestia no signifique un latigazo para su espalda. Las conversaciones con Pals no son muy fructíferas, pero después de haberlo dado casi por muerto, es un alivio para Silvano que Pals galope junto a él. Dada la ocasión, Silvano dirige la conversación hacia un punto que le interesa.

-¿Y cuál dices que va a ser nuestro itinerario? Creo que de tanto disparar estas flechas me he quedado algo sordo. -bromea Silvano con su peculiar sentido del humor.

Se nota mi cambio de animo mi semblante es bastante más sombrio que cuando ibamos a Goldort. No puedo evitar culparme por lo que ha sucedido  por lo que para evitar pensar en ello me concentro en la guerra que se avecina. Me paso la mayoría del tiempo en silencio, concentrado. Casi como si estuviera intentado ver más allá del horizonte. 

Si hubiera estado a solas con Hannah es probable que el tiempo hubiera pasado lentamente. Pero Smith parece que es lo único que me anima. Me recuerda por qué estoy luchando. Para hacer una Helltia mejor. Aunque el Jarad no parezca que tenga la intención de mejorar la vida de las personas de Helltia más que evitar un baño de sangre mis intenciones siguen firmes. 

En cuanto al escudo de justicia. Todo irá según lo planeado, tengo las armas de los Zwerg. El único inconveniente es Zack. Pero lo único que necesito de él es que sus hombres inicien la chispa de la revolución. Si no llegamos a un compromiso no veo por que no debería acabar con él. 

Pals no pierde de vista el frente mientras que habla. 

- Atravesaremos las montañas, en dirección a las tierras de la Alianza, usando caminos que sólo el Jarad frecuenta. Y una vez allí, intentaremos pasar lo más desapercibidos que podamos hasta alcanzar las tierras de los Phal. - Pequeña pausa. - Si Ariadna y el resto no están allí cuando lleguemos... Tendremos que atravesar el desierto. - Esto último lo había dicho Pals en tono sombrío. - Pero deberíamos encontrarlos allí, al fin y al cabo la boda no sucederá hasta que la Nueve Emphart no llegue al continente... Y hasta entonces Ariadna debería permanecer bajo la protección de Lord Phal [*].

Que Pals hubiera mencionado la "boda" había revivido un sentimiento reprimido en el interior de Silvano... Y también le había hecho recordar las palabras de Daga tras la paliza que le había dado en la fortaleza de Lord Rakstein... ¿Que sería de Silvano cuando Ariadna se convirtiera en reina? ¿En dónde quedaría su relación?

Gustav estaba concentrado en sus pensamientos, mirando en dirección a los muros de Golzwall, pero sin observarlos realmente. Y de pronto puede notar un movimiento inesperado a su lado. Era Smith, que se acababa de sentar a su lado, aquel niño podía ser realmente sigiloso. 

- ¿En que piensa, jefe? - Pregunta con curiosidad, aunque en su expresión se captaba un deje de preocupación.

No era la primera vez que Smith hacía una pregunta por el estilo desde que habían abandonado Golzwall. Se notaba que aquel niño estaba intentando animar a Gustav con todas sus fuerzas (A pesar de que a él se le veía también deprimido a veces). Gustav intentaba animarlo respondiendo lo que mejor se le ocurría, pero no parecía que a Smith le complacieran la mayor parte de las veces sus respuestas. Cuando eso sucedía, Smith dejaba a Gustav por su cuenta, seguramente para que pudiera pensar tranquilo y se pasaba el resto del rato hablando con Hannah. Parecía que poco a poco le estaba cogiendo cariño a la mujer. 

Me sobresalto un poco como si estuviera volviendo de golpe a la realidad. - Hey Smith, estaba dándole vueltas a las defensas de las bastillas de Helltia. Cuando estaba en el ejercito las bastillas era el peor sitio para los reclutas pero el mejor para los oficiales... - Miro a Smith un momento y añado intentando poner cara de interesante. - ¿Sabes por qué? - Se nota que estoy demasiado concentrado en mis divagaciones pero intento al menos que Smith no se sienta fuera de ello. - En la bastilla, de la capital al menos. Hay mucho trabajo que hacer de mantenimiento, los muros y las armas si se las dejara solas en menos de una generación quedarían inutilizables. Por lo que es un trabajo continuo de los reclutas. Por otro lado, los oficiales que habitan las fortalezas nunca han visto una batalla por lo que dedican todo su tiempo al juego politico. - 

Silvano se entristece al oír el tema de la boda, por lo que opta por recalcar el punto de la conversación que le es menos doloroso.

-Pues espero que no se hayan ido sin nosotros. No me gustaría andar por el desierto contigo, que con esa armadura que llevas, seguro que te hundes en la arena y te tendré que desenterrar para que tus gritos de damisela en apuros no me atormenten en mi consciencia.

Smith parece algo emocionado. 

- Sin duda piensa en todo, ¿Verdad, jefe? Estoy seguro de que en cuanto los hombres se levantan en armas los muros de Helltia no podrán resistir ni el primer ataque. - Hannah, que estaba alimentando a los caballos, mira con curiosidad en la dirección de Gustav y Smith, pero no dice nada. - ¿Cree que Zack habrá comenzado a hacer los preparativos ya? 

Pals mira hacía otro lado tras la broma de Silvano. Nunca se había quejado de forma directa, pero no parecía estar nunca de humor para seguirle las bromas o al menos nunca seguía la conversación después de las mismas. Tras varios segundos de un silencio ligeramente tenso, Pals vuelve a hablar. 

- En todo caso, sólo nos queda esperar que los caminos del Jarad sigan siendo seguros. Hace años que no paso por allí, he oído que la presencia de bandidos de las montañas ha ido en aumento durante los años. Prófugos de la Justicia que no son bienvenidos en las tierras de la Alianza pero no quieren alejarse de las mismas. Habrá que andarse con ojo. 

Me encojo de hombros y respondo. - Quiero pensar que sí pero estoy seguro que Will ha aprovechado mi ausencia para intentar hacer cambiar de opinión a Zack. Sin noticias de la misión no creo que se hayan arriesgado mucho. -

Hannah termina por acercarse con curiosidad a ambos, se sienta y de pronto comenta con tono casual. 

- Si la información que poseía Weise sigue estando actualizada, el Escudo de la Justicia no ha hecho ningún movimiento aún... Pero no ha dejado de aumentar en popularidad. - Mira a Gustav. - ¿Tienes ya en mente lo que le vas a contar a Zack? Tienes que tener en cuenta que no conoce el nombre del Jarad, pero sabe que existimos... Aunque tampoco tiene idea alguna sobre nuestro verdadero potencial.

Miro a Hannah. - ¿Puedes contarme exactamente qué sabe y cómo os acercasteis a él? -

- Como te dije, el Jarad tiene ojos y manos en todas partes. Es natural que tengamos a uno o dos infiltrados en la mayoría de organizaciones que comienzan a ganar un poco de popularidad. - Sonríe traviesa. - Cómo por ejemplo, El Azote del Infierno. - Espera a ver la reacción de Gustav, y luego continua. - Normalmente sólo observamos y actuamos cuando dicha organización se pone en conflicto con nuestros intereses. Pero cuando una gana tanta influencia cómo el Escudo de la Justicia y no se ha decantado por ningún bando en la guerra que se avecina... Entonces deben empezar las negociaciones. - Pequeña pausa. - Le dimos la información mínima a Zack, creo que incluso menos que a tí antes de que aceptaras. Pero creo que ya conoces a ese hombre... Parece que no le gusta "estar por debajo de nadie", así que reaccionó de forma bastante agresiva a nuestra propuesta. - Frunce el ceño. - Nuestra primera opción hubiera sido acabar con él y poner a otro en su lugar, pero lo necesitamos vivo... Zack tiene algunos contactos que no nos interesa perder. 

Cuando habla sobre el azote del infierno elevo la ceja con curiosidad. Pero me centro en la conversación. Con una mirada maliciosa digo. - ¿A que contactos os referís? -

Hannah te devuelvo la sonrisa. 

- Lamento decirte que yo también desconozco esa información, Araña. - Vuelve a mirar al horizonte. - Incluso dentro del Jarad hay que mantener secretos, algunos tienen que encargarse de misiones más delicadas que otros, no podemos arriesgarnos a que se filtre según que tipo de información. Si no me han contado los detalles, quiere decir que este es uno de esos casos... Por lo que si es tan importante, seguramente lo acabemos descubriendo tarde o temprano. - Se encoge de hombros. 

Entonces parece que agudiza la vista y señala a un punto en la lejanía. A Gustav le cuesta un rato el poder distinguir dos figuras a lo lejos montadas a caballo. 

- Parece que se acercan por fin nuestros invitados. 

Hannah se levanta de un salto, a la espera de recibirlos. 

Me acerco un poco más a Hannah y mientras miro al horizonte digo en voz baja. - ¿Debería saber algo sobre ellos? - 

Sin perder de vista el horizonte, Hannah responde:

- Weise no me ha dado detalles sobre su misión... Sólo se que tan pronto como lleguemos a las tierras de la Alianza, cada uno tomará su camino. Pero conozco a uno de los que nos va a acompañar, solía estar designado a un pequeño grupo del sur de Flegellia. Fuera lo que fuera lo que hicieran allí, nunca me quiso dar detalles al respecto, así que imagino que este viaje está relacionado con ello. 

-Entonces es sencillo. No nos dejemos impresionar por ningún tipo de contratiempo. ¡Vamos! -dice Silvano mientras azuza a su montura para que esta gane velocidad. -Tengo el gaznate seco. Cuanto antes lleguemos, antes podré disfrutar de una buena bebida.

-  Si nos separaremos cuando lleguemos a la alianza ¿Porque los acompañamos? ¿Acaso Weise se espera una emboscada en el camino? -