Partida Rol por web

Un ligero zarandeo despertó a Erik de su merecido descanso.

Se trataba de Zaziel, que al rato se acercó a Erik y le susurró. 

- Estamos cerca. 

Se refería a la capital, tras media semana de camino con reducidos descansos debían de estar ya cerca. Tan siquiera habían parado en una posada y Erik se había visto obligado a dormir en el carruaje. No es que fuera un mal lugar, para un plebeyo dormir en aquel carruaje habría sido cómo una noche en palacio, pero para Erik aquello era peor que sus torturas. El traqueteo de los caminos no le he había dejado pegar ojo apenas, y ahora que lo había conseguido Zaziel lo había despertado. Por suerte para Zaziel, el repentino mal humor de Erik se había evaporado por las buenas notícias. 

Y no sólo porque estuvieran cerca de su destino, si no porque también estaban lejos de las tierras de los Hollsters. Erik sabía que la capital estaba bien patrullada, pero después de su estancia en las tierras de Lord Hollster podía imaginarlas cómo un nido de vívoras a punto de atacar. Por ese motivo se había dado tanto prisa por salir de allí, sin paradas innecesarias. 

Pero ya estaban en la capital, por el momento un lugar seguro. ¿A dónde debía dirigirse Erik en primer lugar? La última vez que había preguntado era casi medianoche, y estaba seguro de que no había pasado mucho tiempo. 

Me incorporo, pero aún no hablo. Con la cabeza agachada pienso. Primero en dónde estoy, pues aún estoy algo aturdido del sueño.

Poco a poco comienzo a ser yo mismo de nuevo y comienzo a analizar la situación.

Quizá me estoy volviendo ya paranoico, pero siento que mi vida aún podría correr peligro. Mi mejor opción es empezar por el rey. El rey me necesita, y además aparecer delante suyo es la prueba de que he vuelto y mi puesto debe volver a mi.

Tras ver al rey y darle las noticias junto a Remo, debería tener una larga charla con Bish. No ha pasado demasiado tiempo, poco más de una semana, pero es lo suficiente como para descuadrarme las cuentas.

Una vez sepa lo que ha pasado (monetariamente hablando, claro) en el reino, será el momento de reencontrarme con mi hijo. Mi mayor aliado hasta el momento.

Cómo era de esperar, a aquellas horas de la noche nadie esperaba la llegada de Erik, y de hecho incluso los guardias del palacio pararon el carruaje antes de dejarlos pasar al interior. Por comentarios de Zaziel parecía que la ciudad no había cambiado nada en el poco tiempo que habían pasado fuera, lo que era de agradecer. Aunque a aquellas horas nadie podía estar seguro. 

El carruaje fue directo a la sección del palacio en la que se encontraban la mayor parte de los dormitorios. Su mayor recibimiento fueron los sirvientes que aún seguían despiertos, y se pusieron en marcha con el equipaje tan pronto cómo el carruaje paró frente a una de las entradas.

Allí se bajaron Zaziel, Erik y Remo, el cuál se despidió brevemente para marcharse también a sus aposentos. Por su tono era evidente el cansancio que llevaba encima, ya que Remo había estado repasando todos los documentos también durante el viaje. La escolta del carruaje también tomó su propio rumbo tras una breve despedida. 

De nuevo en casa, Erik también se moría de ganas de volver a los suyos, y guiado por Zaziel se encaminó hacía allí. Pero alguien se interpuso en su camino. 

- Bienvenido de vuelta, mi señor. - Erik no estaba seguro de quien se trataba, pero reconocía que era la voz de uno de sus hombres, de los que había dejado en palacio. - Y disculpe que le detenga, pero su hijo me ordenó de que le informara de que deseaba reunirse con vos tan pronto cómo llegara y fuera a la hora que fuera. Dijo que el asunto es algo delicado. ¿Le hago llamar?

- Sin demora. Le esperaré en mis aposentos.

La primera posibilidad que se me pasa por la cabeza es que me vaya a decir que han robado el contenido del cofre. Aunque para ello lo debería haber abierto y supondría una gran decepción. El resto de cosas de las que podría informarme podrían ser... peliagudas.

- No creo que sea conveniente que vaya a sus aposentos, mi señor. - Dice el hombre, por su tono parecía algo arrepentido, y tras tragar saliva añade. - Es posible que haya sido el escenario de un crimen... No conocemos detalles, pero su hijo está llevando a cabo la investigación y se esta llevando a cabo con el mayor de los secretismos. Le hemos preparado otra habitación de forma temporal, uno de los sirvientes podrá acompañarlo, ¿Quiere reunirse allí con su hijo? 

Pues sí que era algo sorprendente. ¿Por qué mi habitación, de todas las que...

Mierda.

- Sí. Llévame. Quiero ver a mi hijo YA.

No. No era casualidad. ¿Qué tenía mi habitación que no tenían el resto? ¿Una piedra mágica tal vez?

Maldición. ¿Un crimen? ¿No podía ser más específico? Asesinato, robo... menudo incompetente.

Al hombre no le hace falta una aclaración al oír el tono de urgencia con el que habla Erik, y sale corriendo, gritándole por el camino a un sirviente que guiara a Erik hasta su dormitorio provisional. 

Así lo hizo el sirviente, tan rápido cómo se lo permitieron los pasos de Erik. Era un dormitorio para los invitados, poco digno del lujo al que estaba acostumbrado Erik en el suyo, pero aquella no era la mayor de sus preocupaciones en ese momento. Los sirvientes dejaron las maletas allí sin encargarse de organizarlas por orden de Erik y al cabo de unos minutos el mismo ya se encontraba a solas con Zaziel en el desconocido espacio.

Para sorpresa de Erik, apenas le dio tiempo de comentar nada con Zaziel antes de escuchar golpes en la puerta. Y por ella entró con prisas su hijo. 

- Padre. - Dijo con formalidad, a modo de saludo. Estaba más serio que de costumbre. - Me hubiera gustado recibirlo en persona, ¿Ha ido bien el viaje?  

- Sí. Pero vamos al grano. ¿Qué ha pasado en mis aposentos?

¿Que qué tal había ido el viaje? ¿Qué coño importaba eso ahora? Mi hijo no era capaz de comprender la gravedad de la situación. Me estaba poniendo muy nervioso.

- Comprendo que esté alterado ante las noticias, padre, pero antes de explicarle la situación me gustaría que supiera que posiblemente no haya nada de lo que preocuparse por el momento, siempre que aumentemos la seguridad a partir de ahora. - Lucas se aclara la voz. - Hace varios días un intruso entro en su dormitorio y lo registró. Los incompetentes de los guardias no se dieron cuenta del escándalo hasta que el intruso comenzó a derribar cosas... Ambos han sido castigados como les corresponde. - Pequeña pausa. - Según su testimonio, cuando entraron en la habitación la vieron hecha un caos y había un individuo enmascarado subido a una ventana abierta. Dijeron que cuando se acercaron a arrestarle el individuo saltó y perdieron todo rastro de él. No encontramos ningún cadáver, y todo parece indicar que el intruso entró y salió por la ventana, aunque no dejó ningún rastro de cómo lo hizo. - La habitación de Erik estaba en una torre, por lo que el hecho de haberla escalarlo parecía una locura inhumana. - Pero la razón por la que no debe preocuparse y quizás lo más confuso es la motivación del intruso. Es fácil descubrir que usted se ha marchado y por lo tanto planear un robo para ese momento... Pero el intruso no se llevo absolutamente nada. Incluso... Cuando escuché lo del robo pensé en el cofre que me ordenó custodiar. Por lo visto alguien intentó moverlo de lugar... pero tan siquiera probaron a forzar la cerradura. El estado de la habitación indica que el intruso tuvo tiempo para actuar, lo que me hace pensar que su objetivo no era el cofre. 

Claro que no era el cofre. El cofre no tiene absolutamente nada de valor.

- Hijo... quiero ir a mi habitación, ahora. Aún no está claro que no se hayan llevado nada. El verdadero tesoro no está en ese cofre. Vamos, y te lo explicaré.

Lucas no hace preguntas al respecto, y acompaña a Erik hasta el lugar junto con Zaziel. A la puerta de su dormitorio había dos guardias apostados, a los que Lucas despacha rápidamente. Sólo al abrir la puerta de la habitación Erik ya puede sentir un olor extraño, y tras ello una corriente de aire, la ventana estaba abierta. 

- Hemos dejado el lugar lo más fiel a cómo lo encontraron los guardias, pensé que te gustaría investigar por ti mismo también. No hemos podido arreglar las ventanas aún, estamos seguros de que entraron y salieron por ahí porque el cierre está roto. Oh, cierto. - Dice Lucas de pronto, que parece haberse acordado de algo. - Se me olvido decir que rompieron el cierre con algún tipo de arma de fuego... Había quemaduras alrededor del lugar que antes cerraba la ventana.

Cuando Erik comienza a pasearse por la habitación, Zaziel lo detiene y le va indicando dónde hay obstáculos. Habían movido la cama de lugar, habían dejado el colchón a un lado, habían derrumbado un armario y había ropa desperdigada por todas partes que antes estaba en los cajones. Aunque Erik no pudiera verlo, sabía que aquello era un caos. 

Pero aquello no le importaba a Erik, que solo avanzaba en la dirección del tablón. Tras que hacer que Zaziel se asegurara de que nadie indeseado andaba cerca, Erik levantó la trampilla y palpo el contenido. Cuando sintió el calor de la gema, su cuerpo de llenó de alivio. 

Tras el alivio, me dejo caer de culo contra el colchón, ahora cerca del tablón.

- Hijo, ven. Siéntate aquí con tu padre.

Aunque no fuera la postura más cómoda, era mejor ponerlo ya al corriente de lo que estaba pasando. Así podría comprender mejor las necesidades de ocultar lo que oculto. Una vez está al lado mio, le digo.

- Hijo, levanta este tablón - le doy un par de golpecitos con el pie -  y mira lo que hay debajo. No digas nada al respecto.

Una vez lo levanta, lo mira y lo cierra, empiezo a explicar, en voz baja, como para que solo me escuche él.

- Daré por hecho que no sabes lo que es. Esa... piedra, es un trofeo que conseguí cuando fui a quemar los bosques del oeste. Al principio pensé que se trataba únicamente de una piedra preciosa, pero...

Dejo de hablar un momento, y vuelvo a pensar yo en las implicaciones de esta piedra.

- Es mucho más que eso. Esta piedra es lo que da vida a los golems, por decirlo de alguna manera. Se sienten atraídos a ella y viven siempre a su alrededor. Siempre y cuando le de el sol.

Y dejo unos segundos para que comprenda lo que está pasando actualmente en el mundo.

Erik no puede ver la cara de su hijo, pero puede imaginarse cuál es por el silencio que acompaña a sus palabras. Tras lo que parecen varios minutos su hijo vuelve a hablar, ahora con una voz mucho más seria. 

- Padre... Esto quiere decir... - Pequeña pausa. Su hijo parece entre asombrado y horrorizado. - ¿Usted es el responsable de lo que los Golem campen a sus anchas? 

- Me temo que sí, hijo. Pero antes de que taches a tu padre de monstruo e irresponsable, quiero que te plantees la situación. Tengo en mis manos el artefacto más poderoso del continente. Esta piedra... puede arreglar el reino, mi querido Lucas.

Totalmente cierto. Si nosotros no podíamos terminar con esta monarquía, que la terminen los golems.

- Pero de esta forma... - Continua Lucas, algo confuso. - No dejan de llegar reportes de avistamientos de Golems en aldeas a la ciudad, cada vez son más las personas que piden refugio. También llegan noticias de batallas contra los Golem, no tardan en caer pero parece que no tengan fin, por cada uno que cae aparecen dos más en otro lugar... Debe parar esto, padre. Comprendo el potencial de esta gema pero... Si dejamos que los Golem continúen así... No habrá reino al que arreglar. 

- Y por eso mismo quiero actuar ya, hijo. No soporto ver el reino en estas condiciones. Pero sé la forma de eliminar la amenaza de los golems y la de los bandidos de un solo golpe. ¿Has oído algo acerca de nuestros descubrimientos en la capital?

- El rey mencionó que había más de un motivo para tu regreso cuando le informe del ataque a su dormitorio, pero nunca me informó al respecto. Creo que estaba esperando a reunirse con los otros miembros del Consejo para tomar una decisión respecto a eso... Pero cuando escuchó lo del ataque mandó la carta directamente. ¿Ha ocurrido algo en las tierras de los Hollster? - Lucas parecía algo preocupado. 

- No ha pasado nada, Lucas, pero porque el destino no lo ha querido. Mucho me temo que practicábamos amistad con la persona menos indicada: David Hollster. Es él, Lucas. El jefe de Escudo de la Justicia. Desde que lo descubrí, supe que mi vida ahí corría peligro.

Me giro hacia mi hijo y le miro fíjamente, sin ver nada.

- ¿Entiendes a dónde quiero llegar? ¿Entiendes cómo vamos a acabar con la amenaza de los golems y de los bandidos a la vez?

- ¿Que Lord Hollster es...? ¿Y usted quiere...? - Lucas no podía creerse lo que escuchaba, pero ya no me parecía aterrorizado sólo totalmente estupefacto. Al rato vuelve a hablar. - No dudo en la culpabilidad de David Hollster, nadie ha fiado nunca de él y menos aún tras la prematura muerte de su padre. Pero... - Pequeña pausa. - Si lo he entendido bien... ¿Piensa atacar Gortress usando a los Golems? 

- Exactamente eso Lucas. Los golems evitarán una guerra. La base de operaciones de Escudo de la Justicia quedará destruida por completo, y los inocentes solo tendrán que alejarse de la piedra. Nuestro objetivo es la fortaleza, Gortress. Y con ella, David. Acogeremos a todos los refugiados en nuestras tierras.

Sí, acogeríamos a los refugiados. Y ganaríamos dinero con ello. Solo necesitaba el permiso del Rey para poder atacar Gortress con un ejército humano, y aprovechar el ejército de Golems para terminar rápidamente.