-Ya sabes que hay armas que pueden reventar los tanques, y aunque cueste, con un servobrazo puedo abrir un tanque o levantarlo para poder repararlo, y un ancestro dreadnought también puede, y hemos perdido a muchos hermanos en otras batallas -la voz era tranquila, pues no quería molestar a nadie, solo que Rune no se sintiera demasiado confiado. La confianza en exceso podía ser problemática.
-Hermano -esbozó una ligera sonrisa- la última vez que me confié acabé en una camilla siendo más máquina que humano, no se lo deseo a nadie, lo malo es que no tengo ningún dato en concreto sobre ese regimiento del ejército imperial.
Definitivamente ni sus hermanos entendían su forma de pensar. Era tan consciente como ellos por el hipnoentrenamiento de la existencia de razas xeno conflictivas que desafiaban el destino manifiesto de la humanidad entre las estrellas. Pero eso no quitaba que le sorprendiera que se exterminase con insultante facilidad un regimiento completo, con su apoyo de blindados, armas pesadas, tropas de asalto...
Parecía que la única solución por el momento era dejar hablar al resto y ahogar la incomprensión en cerveza. Pero visto que nadie parecía dispuesto a dar más información, el trasiego de bebidas podría ser legendario. -Bah, lo que digáis.-dijo finalmente-No os creáis que confundo el lado del bolter como para tirarme de cabeza sin conocimiento del enemigo.-señaló al Sacerdote Lobo, aún algo molesto por la afrenta que suponía cogerle del cuello como un cachorro sin venir a cuento y sin motivo real-Pero sigo esperando también la saga de esos enemigos para aprender cómo quitarles del medio.-
La celebración duró toda la noche y hasta el amanecer, hubieron pelas, gritos, risas, historias, rencillas antiguas resueltas y se crearon otras nuevas, pero todo con aquel espíritu cargado de honor que inundaba la personalidad de todos los lobos espaciales. El primarca se despidió uno por uno, se interesó por cada uno de sus cachorros y les dedicó unas palabras con aquella voz potente que parecía el rugido de un lobo fenrisiano, un honor que pocos en toda la legión habían disfrutado.
Al día siguiente se dio lugar a la reunión oficial donde se dio la información relativa a la misión y al enemigo. El Sacerdote lobo fue quien lo hizo, inundo con su sabiduría a toda la compañía y mostró lo poco que se tenía... el planeta, la luna, el estado del enemigo inmerso en una guerra civil que aún así, la dejaron de lado para hacer frente a un enemigo común. Se habló del mal estado en el que se encontraba la flota leal y los efectivos del ejercito. Aún no se determinó un plan de actuación ya que no se tenían datos relativos al planeta que asaltar, pero si que quedó claro que sería mediante desembarco orbital.
En cualquier caso, la nave entró en el Empireo y comenzó un viaje que duraría seis días si no había altercados, ahora era tiempo para entrenarse, mejorar con los camaradas... era tiempo para prepararse para la misión que empezaría en seis días.