Partida Rol por web

Nuevos lazos

La morada de la lira

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05/10/2013, 22:03
Leo Adallson

Que poco aventureras sois - dijo a las tres feminas con cierto desdén, claramente no mencionaba al veterano de barba blanca - somos rememoradores, se supone que debemos plasmar según sea nuestro campo, como es la cruzada, quienes son los héroes... joder, ¿es que no lo veis? sino podemos ver ni una sola batalla estamos faltando a nuestro trabajo - negó con la cabeza repetidas veces y se paseó hasta llegar a la barra donde se sirvió una copa de vino especiado y caliente. Le dio un largo trago y se apoyó en la pared disfrutando del calor que le daba - la genialidad va de la mano de la locura... solo así se podrá crear la gran obra por la que pasaremos a ser inmortales... de lo contrario - miró a las chicas, una a una, deteniendo sus ojos durante unos segundos... Irina, Libera y Ariadne - solo seremos artistas mediocres que divierten a las grandes esferas Terranas. Yo voy a bajar, con o sin vosotras - sentenció acabando la copa

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06/10/2013, 14:38
Ariadne Libitina De Granellois y Westenmeier

El rostro inalterable de Ariadne mostró una tenue sonrisa cortés mientras su sangre hervía en el interior. Solo los años de vida en Terra, de las clases de etiqueta y cortesia, le mantenían allí sentada con las piernas elegantemente cruzadas. Se sentía como una auténtica ingénua...y estúpida. Irónicamente había sido necesario escuchar la justificación de Leo saliendo de la boca del hombre para darse cuenta de lo incorrecta que había sido su actitud para con Libera.

La locura como fuente de arte era un término de hacía ya más de diez mil años, tan valiosa y ridícula ante las mentes analíticas del Imperio como la iluminación divina como fuente de inspiración. Y sin embargo Ariadne sintió más pena que risa al oír a Leo pronunciar esas palabras. ¿Qué otra forma tenía él de justificar un mínimo genio creativo?

Era un hombre incapaz de mantener una relación estable, él que saltaba de un campo a otro de interés a otro de manera errática. Una carisma concentrada con una actitud totalmente equivocada. Un ser descentrado que se negaba a ver la falta que eso suponía y creía convertirla en una fortaleza. La gemela sentía algo de lástima ante el hecho: pese a que su carácter soberbio estaba lejos de su agrado el rememorador mostraba unas capacidades innegables que podrían llevar a destacar en cualquier campo…y en vez de eso saltaba y saltaba de disciplina, sin más destino marcado que el de una bala perdida. Graduado en todo, maestro de nada.

El arte era un modo de comunicación, un lenguaje sin palabras que quedaba plasmado en una materia que repetía la intención artística cada vez que alguien cruzaba ojos con ella. Un mensaje subconsciente de radio grabado en la esencia misma de la obra que se reproducía cuando alguien se dignaba en poner los ojos en ella, deseoso de saber más. Era necesario conocer el idioma y necesario saber hablarlo, improntarlo en la pieza. Existía aquella pequeña parte inexplicable, la traducción pictórica o escultórica del carisma personal, la sensibilidad que se une al lector. Sin embargo en esa explicación racional empírica no había espacio para la locura. La locura era una enfermedad, el arte un trabajo de carga social encargado de transmitir emociones.

Y bajar al campo de batalla era una temeridad. Eso era precisamente parte del encanto que tenía para Ariadne, pero su ansia de poder esbozar de cerca la verdadera capacidad de movimiento de algo como un Astartes le había cegado en la verdad. Aquello era una promesa de gloria cargada de muerte, la misma que repetían una y otra vez a los soldados de la Guardia Imperial. Había sido muy estúpida al no percatarse antes de algo que ya había oído veces al tratar con los soldados: la gloria del verdadero héroe siempre es un título póstumo.

Libera, que se había esforzado por mantener su nobleza terrana intocable, no había sido tan ingenua: aquello era una locura, y no de las simpáticas. Tenía que escuchar a su hermana, inalterable ante la gloria de la guerra y las ansias de la soldadesca. Libera ya había hecho demasiados sacrificios al abandonar Terra por ella: le tocaba a Ariadne ser quién diese su brazo a torcer.

- Libera Safo de Granellois y Westenmeier, tiene usted razón. Concedió Ariadne con un tono de voz lineal, como si fuese una línea de conversación más de aquella reunión. Pese a la cortés frialdad los ojos de Ri-ri buscaron los de su hermana y Libera pudo saber que en lo más hondo del pecho de Ariadne, renunciaba avergonzada a una idea que pese al pavor seguía siendo peligrosamente tentadora. - Es una locura. Se nos ha confiado el deber de reflejar las maravillas de la Cruzada, y poca maravilla hay en una civilización que nos ataca pese a las promesas de alianza. No hay gloria en tener que exterminar a una rama perdida de la humanidad.-Un hilo de tristeza se coló en el tono de la rememoradora, apenas percetible en su neutralidad.- Habrá tiempo de visitarlo cuando sea suelo imperial y de verdad se perciba el trabajo que se está realizando.  

Ariadne giró el rostro y se dirigió luego a Leo, con una sonrisa. Sus intenciones ya estaban dichas pero era incapaz de callar. Nunca se había considerado una persona hiriente y solía pecar de bonachona, pero la intención casi chantajista emocional del rememorador y su poco gusto al elegir como criticarles había sido suficiente para levantar ampollas. Poco aventureras. Si él hubiera vivido entre algodones sabría lo aventurero y en ocasiones desesperante que resultaba el mero hecho de vivir en un pequeño camarote metalizado, rodeado de bohemios borrachos, forniciantes y gritones.

- En ese caso, Leo Adallson, que tome usted muchos pictografías y se divierta. Su rostro seguía con el mismo gesto, pero la ironía navegaba de una manera evidente en las palabras, eso sí, ahogada por unas maneras tan perfectas que era difícil reprocharle nada. Me temo que nosotras no tenemos la misma formación que usted y que solo somos dos jovencitas sin entrenamiento dedicadas a causar delicias de la nobleza terrana. Porque ellas seguían siendo nobles. Terranas. Y en parte de eso residía lo dolorosa que había resultado la puya de Leo ¿Acaso los gustos de la nobleza no eran suficientes para él? ¿Acaso se creía un genio con una percepción superior a la del pueblo? No hay arte si nadie lo considera como tal. Las misiones de infiltración mejor se las dejamos a los profesionales.

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06/10/2013, 14:57
Libera Safo De Granellois y Westenmeier

Libera sabía que se suponía que Leo era dueño de un carisma impresionante. Pero por más que escarbaba, no lo veía por ninguna parte. Ante ella sólo se mostraba, por alguna razón, como un imbécil prepotente y pagado de si mismo; alguien que no era capaz de convencer empatizando, sino que trataba de que por ciencia infusa otros vieran su magnificencia; o que como en el caso de Irina, se burlaba abiertamente, rezumando suficiencia. Que Irina anduviera de un hombre así decía bien poco de ella. ¡Por el amor del Emperador, si era una voz única, una mujer que había actuado en el Palacio del Emperador! ¿Donde estaba su autoestima? Libera negó con la cabeza.

Para ser un hombre surgido del barro, Leo era más gratuitamente presuntuoso que muchos nobles terranos.
Por no mentar que parecía un hombre... estúpido. No se planteaba los problemas y buscaba maneras de resolverlos antes de comenzar sus movimientos, sino que trataba de tirarse de cabeza al peligro con la certeza de que a alguien como él no podría ocurrirle nada malo, o que todo se solucionaría sobre la marcha.

Libera, por lo pronto, veía varias incongruencias serias en su plan. Estaban en una nave en la cual había un confinamiento. Cualquier transporte que tratara de salir de ella sufriría un serio interrogatorio sobre la identidad de sus ocupantes y su objetivo. Que una nave clasificada como averiada no lo estuviera realmente haría que al pedir los permisos de despegue para que se abran las contenciones del hangar, los responsables de dichos permisos se hicieran muchas, muchas preguntas. Eso si no les clasificaban directamente como los miembros revoltosos de la tripulación y decidían disparar primero y preguntar después.
Morir acribillada por tus propias tropas, ¿se puede tener una muerte más ridícula?

Leo continúa hablando, un cliché tras otro sobre el arte, la genialidad, la locura y la posteridad; ideas tan rancias que ya estaban superadas cuando nacieron los Primarcas. Bendito Emperador, este chico ha estado viendo demasiadas holonovelas. Confunde valentía con estupidez, como un quinceañero hormonado. Y por fin, sale su verdadera motivación: el anhelo de inmortalidad. Pequeño capullo egocéntrico, se te veía venir desde Terra. Te da igual todo lo que no sea gritarle al mundo lo genial que eres.

La respuesta de Ariadne le alivia profundamente. Tener que ver a su hermana corriendo tantos riesgos sólo para que Leo vea satisfechas sus ansias de liderazgo e inspiración la horrorizaba. Su alivio es tan patente que hasta se le refleja en el rostro, y cuando ve la vergüenza en los ojos de Ri-ri, se sienta junto a ella y le sonríe.

- No te preocupes, Ri-ri. Tras la batalla, tendremos toda la inspiración que queramos para mostrar la victoria. Un lienzo tan grande que necesitarás escaleras para llegar solamente a la mitad, y aún así te faltará espacio para mostrar todo lo que quieras. Y mientras... bueno, nosotras somos -sonrió con dulzura a Leo, ocultando sus verdaderos pensamientos sobre él. No pensaba herirle o favorecer una discusión; su carácter no le permitía gastar saliva con aquellos a quienes consideraba discapacitados emocional o intelectualmente, y tampoco era gratuitamente cruel- humildes aprendices. Las situaciones modestas son suficientes para que tratemos de encontrar belleza en ellas, y en esta nave hay bastantes.

Más que bastantes, de hecho. La situación al borde del colapso en la que se encontraban era peligroso ya de por si. Sólo los idiotas necesitan de lo obvio para ver la belleza, el verdadero artista es capaz de hallarla en lo mediocre, en lo vulgar, en lo cotidiano, tanto como en lo magnífico

- Ten un buen viaje.

 

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06/10/2013, 23:15
Leo Adallson

La decepción en el rostro de Leo era bastante palpable, os miró con una mirada furibunda cargada de resentimiento - Os tendríais que haber quedado en Terra, con vuestras comodidades de niñatas... este trabajo es para gente con reaños suficientes como para afrontar los peligros... la gente como vosotras... - una mueca de asco surgió en su rostro - exigiendo a los soldados que mueran y no sois capaces de.. ¡bah! - masculló y se marchó sin poder daros lugar a posible replica

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06/10/2013, 23:17
Gregorius Kerljan

Gregorius se fue tras Leo, pero antes de salir os miró - No se lo tengáis en cuenta... tenía esperanzas de que fueraís valientes para afrontar esto, nos veremos en unos días imagino, las flotas aliadas no les faltará mucho para llegar y Leo no querrá veros ni se dejará ver... bueno niñas, suerte - y sin más se marchó tras Leo

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06/10/2013, 23:21
Irina Navaskaia

Irina no dijo nada, se quedó mirando la puerta con cara desangelada y tras unos segundos negó con la cabeza suspirando con fuerza. Se dirigió hacía la barra y sacó una botella de amasec, pero del bueno; os miró con cierta pena - me da pena y no os confundáis, mis sentimientos no tienen que ver... pero entiendo su forma de ver las cosas... ha sufrido muchas guerras, sabe lo que sufren los soldados de a pie, pero bueno... yo no me veo tan capaz como para meterme en un fregado como ese... - suspiró con cierta calma - en fin... de verdad, no os odia, pero según que temas, pierde la cabeza de ese modo y sus emociones le hacen parecer lo que... bueno, es muchas veces - dio un lingotazo generoso - un capullo

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07/10/2013, 00:46
Libera Safo De Granellois y Westenmeier

- Me consta que hay mucha gente a bordo de esta nave que ha sufrido y que está sufriendo, Irina, y aún así no intentan ser crueles. Puede que yo sea una niña pija, pero trato de pensar que los demás tienen al menos tanto derecho a la amabilidad como yo misma. Ojalá Leo mostrara la misma compasión por ti que tu muestras por él –dijo Libera, mirando a la pobre chica que parecía realmente enamorada de Leo. Qué terrible-. El modo en que te ha tratado, prácticamente escupiéndote a la cara delante de nosotros… lo siento mucho –le palmeó la mano, compasiva-. Eres una buena persona y no te mereces que nadie te humille de esa manera delante de todo el mundo. Tu paciencia y bondad te honran.  Pero no te preocupes por nosotras, me da igual lo que piense o diga de mí, apenas le conozco y su opinión no me es relevante.  Me preocupa la opinión de la gente a la que considero admirable o de la que puedo aprender algo.  No es el caso. Leo confunde muchas cosas, confunde sexo con amor, compasión con debilidad y sensatez con valentía. Probablemente por eso nunca se centra en nada. Su vida está hueca, cualquiera puede verlo; tú le hubieras venido bien. Lamentablemente, no se da cuenta de que comportándose así sólo consigue convertirse en alguien completamente prescindible. Pero no es mi problema y no me preocupa, así que puedes estar tranquila.

Pobre Irina. Seguía loca por él, sólo había que verla. Enamorarse de alguien así... qué horror. Complejo de Estocolmo, decían que se llamaba, ¿o eso era otra cosa? 

¿No tenérselo en cuenta? Bueno, Leo le daba exactamente igual, así que claro no se lo iba a tener en cuenta. Era un imbécil inaguantable, de modo que Libera tenía bien claro que no pensaba gastar su tiempo en preocuparse por caerle bien o mal. Que Leo tuviera, sic, “esperanzas en que ellas fueran valientes” le parecía increíblemente estúpido. Si apenas se conocían, ¿qué tipo de enfermizo manipulador con una percepción distorsionada de la realidad podría tener esperanzas de nada con alguien a quien no conoce? Un controlador patológico, una persona que ve a los demás como sus herramientas. Por otra parte, valentía… para ir con él a ninguna parte no hacía falta valentía, hacía falta paciencia y sordera, a poder ser. Un plan con tantos agujeros no necesita coraje, necesita una sinapsis.

Que Gregorius dijera “no querrá veros ni se dejará ver” casi le arranca una sonrisa. ¿Y para qué querría ella verle? Era la persona más desagradable de la nave. Resultaba cómico que Leo tuviera esa fama de carismático… en fin. Por lo que a Libera resultaba, tratar con él era una molestia, y evitarle era un premio, no un castigo.

-Si te sirve de algo, Irina, yo creo que estás más preparada que nosotras. Si Leo cree que nosotras deberíamos ir con él, tú harás mucho mejor papel. Tienes más experiencia. ¿Porqué no bajas? También te quería en la nave –sí, su propio harén de adoratrices, como si no hubiera resultado obvio que lo que quería era tres niñas monas alabando sus capacidades. Y si podía echar un polvo, mejor que mejor. Alguien como Leo se pensaría, probablemente, que las gemelas estaban ahí para hacer su propia peli porno. Sólo había que verle-. Si quieres ir, ve. Eres valiente y hábil, y parece que hasta Gregorius opina que intentar sacar una nave calificada como averiada de una nave en estado de contención es factible.  

Menos mal que se habían librado de él.

-Ri-ri –le dijo a su hermana, intentando hacerla sonreír-. Qué guapa eres.

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08/10/2013, 23:03
Irina Navaskaia

Negó con la cabeza repetidas veces - No, yo no estoy hecha para ambientes de guerra... - miró las paredes de la nave - bueno, ya me entendéis, esto es lo más alejado de un combate que podemos permitirnos.... - suspiró y le dio otro trago a su vaso cargado de alcohol, enmudecida de repente al ser consciente de que estaba en real peligro, preguntas extrañas se formulaban en su cabeza conforme se ponía más y más lívida hasta que decidió beber directamente de la botella

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08/10/2013, 23:27
Libera Safo De Granellois y Westenmeier

Libera enarcó una ceja al ver a Irina beber directamente de la botella.

- Eh, eh... -se puso en pie y cogió el alcohol con suavidad de entre los dedos de Irina, apartándolo con delicadeza de ella-. ¿No crees que es un poco demasiado? -le sonrió con amabilidad.

Pobre criatura patética, ¿todo eso por Leo Adallson? Por el amor del Emperador, si los hombres son todos iguales, salvo los que son peores. En lo que a Libera respectaba, lo más interesante de un hombre es el tamaño de su cartera. O casi lo más interesante. Había unos cuantos sargentos aquí que... mmm. ¿Serán los uniformes? Tienen que ser los uniformes. El CI, desde luego que no.

Pensó que eso quizá podría animar a la pobre Irina.

- Vamos, Irina -la empujó con suavidad hacia un asiento y se puso a hacerle trenzas en el pelo rosa-. ¿Quieres hacer algo divertido? Podemos ir a ponerles ojitos a uno de esos soldaditos tan mordisqueables. A Ri-ri se le da muy bien, aunque le dan pena demasiado rápido.

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10/10/2013, 12:09
Ariadne Libitina De Granellois y Westenmeier

- Mira que eres boba. Respondió a su hermana riendo con la ceja enarcada. Era difícil que las adulaciones no cayesen en el narcicismo cuando hablas con un clon genético tuyo.

Pero pronto su risa se apagó. Ariadne se quedó mirando a la Irina pegada a una botella con pena, incapaz de reaccionar mientras su hermana intentaba mediar para separarla de la bebida. Estaba claro que había sufrido mucho por el capullo de Leo y, lo peor de todo, que la pobre seguía colada por él.

- A riesgo de sonar un tanto pervertida, deberías de ver el último sargento de artillería...respondió Ariadne a Irina exagerando una mueca de embelesamiento mientras se agarra y torcía las manos con travesura, acercándose a la diva y sujetándola la mano. Tiene los ojos MÁS bonitos de todo el subsector.

En realidad su hermana tenía razón. Ariadne había hecho mucho trabajo de campo con los soldados para obtener buenos bocetos y tendía a empatizar con rapidez con ellos, siendo muy probablemente de los pocos rememoradores que de verdad sintiesen la congoja de ver partir un regimiento sabiendo que muchos no volverán. Por eso había estado a punto de marchar con Leo...y por eso había acabado comprendiendo lo inútil que era el gesto de inmolarse.

¿Seguiría vivo el sargento ojos de hielo después de la revuelta? Esperaba que si. Era un motivo para sonreír por las mañanas.

- Tengo una baraja de cartas en el cuarto. Sonrió, intentando borrar la imagen de esos ojos azules apagándose en un tiroteo. Tenía miedo de dejar a Irina sola y que acabase deambulando como una cuba en una nave bajo toque de queda solo para ser tiroteada, pero lo cierto es que salir a buscar soldados en medio de aquel momento tan tumultoso era un poco loco. Podemos jugar al merci merci...

Bah, que demonios.

- O podemos buscarte algún culito prieto. Dijo con voz pícara antes de guiñarle un ojo a la cantante. Prefería mil veces inmolarse por alguien como Irina que por Adallson.

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10/10/2013, 13:57
Libera Safo De Granellois y Westenmeier

- Sí. Los ojos. ¿Y cómo sabes eso, si no dejas de mirarle el culo? - respondió Libera con una media sonrisa-. Tu visión panorámica es envidiable, Ri-ri...  Si yo creo que nos distingue por eso. Las gemelas. La normal, y la pervertida que le viola con la mirada -le guiñó un ojo, divertida.

No es que le apeteciera demasiado hablar de chicos o ponerse a coquetear con alguno, pero cualquier cosa antes que ver a Irina bebiendo como una esponja por causa de Leo. Era degradante, por el amor del Emperador. ¡Un poquito de orgullo! Quizá es que a Libera eso le sobraba, o que tenía un puntito de arpía malévola.  Probablemente, ambas cosas.

Había convencido a Ri-ri para que no bajara a suicidarse en el planeta. Quizá era justo darle algo de cancha y participar de una situación que en vez de extremadamente peligrosa, era solamente peligrosa. Acarició el pelo rosa de Irina.

- ¿Porqué no? Te divertirías mucho, Irina... Y si te lo montas bien, te durará la diversión días. Teniendo en cuenta lo aburrido que es este sitio... ¿Qué prefieres que busquemos? Este sitio prácticamente es un bufé libre, hay de todo. Seguro que hay algún oficial a quien podamos convencer para que nos ponga una escolta sexy -le sonrió traviesamente a la diva, esforzándose en distraerla- y nos deje pasear palmito por la nave con la excusa de ir a buscar inspiración.  Será como ir de compras.  

Miró a su hermana en busca de aprobación. Conocía a Ri-ri y su tendencia a apiadarse de todo: cachorritos heridos, pájaros caídos del nido, soldados lisiados, niños perdidos. Y por supuesto, gente como Irina. Probablemente Ariadne tenía tan pocas ganas como ella de salir a conseguir ese tipo de entretenimiento -de ahí ese "podemos buscarte" en vez de "podemos buscarnos"-, pero no soportaba ver a la diva de pelo rosa en ese estado.

Las gemelas habían tenido una vida regalada, y no habían sufrido ningún revés particularmente serio, jamás. En contra de lo que se tiende a pensar, esto no las había vuelto desentendidas del sufrimiento ajeno; y el modo en que Irina se había desprendido de su seguridad y agresividad en cuanto Leo desapareció era patético.

- ¿Qué te apetece, Irina? ¿Ojos bonitos, culo prieto, abdominales en las que puedas limarte las uñas, alguna cicatriz bien puesta, porte de oficial, voz grave y acariciadora, ingenio afilado? -expuso unas cuantas opciones básicas como si sacara un catálogo de moquetas.