Partida Rol por web

Kate había estado a punto de echarse a llorar. No entendía por que las chicas se ponían así aunque menos entendía a los chicos que querían seguir a lo que fuera aquello. Pero no llego a llorar, ni a decir nada por que se quedó sin habla cuando el hada, pues resulto que lo era, les hablo. Trató de decir algo, no sabía el que, solo algo pero no le salían las palabras.

Zaina palideció y sintió como su corazón dejaba de latir durante unos segundos para desbocarse y comenzar a latir a toda velocidad. Nunca en su vida había sentido tanto miedo, ni siquiera el verano anterior, porque no els había quedado más remedio que actuar por instinto. Ahora tenían de nuevo aquella pesadilla.

Pero aquella vez era distinto, sabían que mientras no se adentrasen en el bosque todo iría bien. Mientras no siguiesen a las hadas, el espectro estaba muerto y no caerían de nuevo en su trampa. La gitanilla soltó finalmente al confundido Ander y se levantó.

¡VETE!- exigió la niña dando un par de pasos hacia el,para ella, espantoso ser. No nos engañareís de nuevo. Nos vamos a ir a mi casa y allí no podreís hacernos NADA

Bobby se quedó sin palabras y con la boca abierta cuando escuchó la chillona voz de aquella criatura blanquecina. ¿Qué demonios era eso?

- Eso no es un fantasma - se dijo para sí, torciendo el gesto ante la decepción. Siguió hablando con la criatura, ignorando las palabras de Zaina - ¿Es un hada? ¿Cómo te llamas?

El Hada ignoró las palabras airadas de Zaina. Tampoco pareció amedrentarle que se acercara a ella con dos zancadas. Ensanchó su sonrisa, en la que se distinguían dos afilados colmillos, y se agarró a la rama para descolgarse y dar un par de vueltas a su alrededor, como si fuera una acróbata.

Luego fijó su atención en Robert, que se había dirigido a ella preguntándole su nombre.

- ¿Cómo me llamo? -repitió el Hada, abriendo mucho los ojos verdes-. ¡No tengo nombre, ninguna tenemos nombre!

Chillaba y reía histérica, como si encontrase toda aquella situación muy divertida.

- ¿Cómo os llamáis vosotros, pequeños? -preguntó a su vez-. A esas tres niñas ya las conocemos... pero a vosotros no. ¡Conocemos a Zaina y a Jess, y también a la pequeña Siobhan, pero a vosotros no!

Se separó de la rama y revoloteó por el aire, por encima de sus cabezas. Costaba seguirla con la mirada de lo rápido que volaba, y no paraba de reírse mientras lo hacía.

Zaina miró con ira al pequeño hada, parecía incluso más terroriffica que la última vez. Y aunque ella tampoco sabía el nombre del chico de la espada no estaba dispuesta a seguir con aquella conversación.

YA VALE. DEJANOS EN PAZ. ¿POR QUÉ HABEÍS VUELTO?

Ni Jess ni Siobhan habían visto nunca a Zaina enfadada, pero en aquellos momentos la gitanilla estaba fuera de sí. Tenía mucho miedo, miedo a lo que podría pasar. Zaina empezó a jadear llevandose de nuevo la mano al cuello y luchando por no romper a llorar. No podía ser que todo volviese a emepzar. No de nuevo. Además había oído decir a su tío que la estarían vigilando. No tenía que tener miedo.

El hecho de que la criatura se dirigiera a él envalentonó aun más a Bobby, que se estiró como cuando quería parecer más alto y se tocó el pecho con la espada de plástico.

- Yo soy Bobby. Él es Ander y ella... Kate, sí Kate.- dijo, luego señalando con la punta de su arma alternativamente a uno y a otro. Los gritos de Zaina le estremecieron, y la miró enfadado haciendo un mohín -  ¡Ay, jo! Eres muy escandalosa niña.

Era verdad que Zaina no paraba de gritar, y eso no le gustaba nada a Kate, pero a lo mejor las niñas tenían razón. Kate había escuchado lo que se contaba de ellas y el hada había dicho que las conocía asi que a lo mejor no era buena. Se acercó a Ander y habló en voz baja a los demás.

- A lo mejor ellas dicen la verdad, no nos deberíamos fiar de ella-dijo señalando a la pequeña muchacha con alas.

Siobhan ahogó un grito. Si hubiera estado en sus manos detenía a esos niños aunque fuese a punta de patadas, pero la visión del hada le provocó un miedo espantoso. Sus pesadillas se volvían realidad, otra vez, y ya no estaba ni su madre ni el psicólogo que la atendía desde el verano anterior para decirle que aquello había sido un mal sueño, que las hadas no existían y que, como habían puesto es los diarios, el hombre malo ya no estaba.

Todos los adultos a los que conocía, así como muchos de los niños de su colegio, decían que todo ese asunto de las hadas no había sido sino el producto de sus febriles imaginaciones, pero ella sabía que no era así y frente a sus ojos estaba la prueba.

Sin pensarlo dos veces se bajó de la bicicleta sin siquiera detenerse para evitar su caída. Recogió piedras y comenzó a lanzarlas a la copa del árbol.

-¡Váyanse! ¡Déjenlos en paz, no vamos a dejar que les hagan daño!

Mientras lanzaba las piedras se iba acercando poco a poco a Robert y cuando estuvo a su lado lo miró con gesto suplicante negando con la cabeza.

-No las escuches, por favor no las escuches -susurró.

Ignoré deliberadamente las palabras del hada, como habíamos ignorado a la otra. Es verdad que su aspecto era distinto, su cara tenía más color, y fingía ser más amable, pero.. era un hada. No quería ni pensar lo que podría pasar.

Me dirigí directamente a los niños, con toda la calma que fui capaz de reunir:

-Chicos, escuchadnos. El año pasado otros niños y nosotras seguimos a un hada como esta. Y fue horrible. Sé que parece buena y amable, pero no lo es, creednos. Es difícil resistirse, pero intentadlo. Cerrad los ojos y pensemos en cosas que nos gustan a todos.. como.. ¡Las chuches! ¿Te gustan los regalices, Ander?

Trataba de calmarlos y desviar su atención del hada atrayente, cualquier cosa antes que entrar en el bosque.

Ander se puso de pie. Un moquillo asomaba por su nariz y tenía los ojos vidriosos. Agarró la pistola con ambas manos delante de su abdomen, apuntando hacia abajo, sin empuñarla. Aquella chica, Zaina, le daba mucho miedo. Muchisimo más que el hada. Era de esos niños gritones y pegones del cole. No, era peor... era una chica gritona, mandona y pegona, como Theresa pero sin ser su hermana. ¡Joeeeeeee!

Cuando Jess se dirigió a ella negó con la cabeza. Y sorbió la nariz. No le gustaban los regalices, no era muy dulzón, salvo por una cosa. El chocolate. Eso si que le gustaba. Pensó en chocolate... y en el alien. ¿Un hada decían? ¡Que poca imaginación! ¿Se creian esos cuentos de niños? La ciencia demostraba que existían los aliens (o eso quería creer Ander) pero no que existieran las hadas y los Leprechaugns o Leprechaus o como se llamaran los hombres verdes esos. 

Miró al hada, y después a Robert. Él era un niño, y era mayor. Él sabría lo que hacer.

La niña miró a Ander levantarse y ver el moquillo, buscó un pañuelo en el bolsillo que ofrecerle, pero no tenía. Ya más calmada y sin dejar de vigilar al hada, tratando de interponerse entre ella y los chicos nuevos. La niña volvió a su habitual tono calmado pero sin alegría en su voz. Era el primer día de verano y la pesadilla volvía a empezar.

—No mentimos... ¿Recordais las heridas de Danny este verano? Si, conozco a Danny...porque estabamos juntos cuando seguimos a una de estas— Zaina no estaba muy segura de si Ander, Kate y Robert cnocían a Danny, pero sí conocía a Jess era probable que así fuese. Finalmente, enseño la larga cicatriz que tenía en el cuello y que ahora, literalmente, la ardía al recordar todo lo ocurrido—Y a mi me hizo esto. Siento haberte hecho daño, pero si la seguís os matará.—concluyó mirando al hada y enseñandola amenazadoramente los dientes.

El Hada observó en silencio la conversación de los chicos, pero cuando Siobhan comenzó a coger piedras del suelo y a tirárselas con todas sus fuerzas, su sonrisa amenazó con esfumarse. Estaba claro que aquello no le hacía tanta gracia. Sin embargo se contuvo y continuó mostrando sus colmillos.

- Uy, qué niña más mala... Ya deberías saber que si te portas mal, puede que te pasen cosas malas... jijijiji.

Revoloteó un poco más alrededor de sus cabezas, mientras Jess y Zaina hablaban. Cuando terminaron, pudieron oír una vez más una de sus estridentes carcajadas.

- ¡No las sigáis, no las sigáis! -coreaba con voz burlona-. Uy uy, me sé de tres niñas que aprendieron una buena lección. Pero no importa... ¡no importa porque ya no hace falta que nos sigáis!

Dio un par de vueltas de campana en el aire, sujetándose las rodillas. Entonces se quedó cabeza abajo y les miró a todos con los ojos muy abiertos. Aquella mirada les dio a todos un escalofrío. Ander, Robert y Kate no supieron por qué, pero de pronto el Hada les causó un miedo terrible.

- ¡Ya no hace falta que nos sigáis! -repitió, y sus ojos parecieron enrojecerse mientras su sonrisa se ensanchaba tanto que resultaba casi antinatural-. ¡El Sendero Rojo está abierto y ahora nosotras vendremos a buscaros!

Dicho lo cual, se rió con una carcajada horrible y echó a volar a toda velocidad en dirección al bosque. Los niños la siguieron con la mirada hasta que no pudieron distinguirla más, y todo se quedó en silencio.

Vale. Ya está. Ander no aguantó más... y se puso a llorar.

Justo cuando Ander rompió a llorar, y como si fuera un reflejo de su estado de ánimo, se escuchó el primer relámpago y empezó a llover con fuerza. La tormenta que había estado amenazando con acercarse durante la mañana, había llegado.

Los pequeños reunidos allí sentían un frío que les helaba el corazón a pesar del calor veraniego. No sabían si era por la lluvia que empezaba a empaparles o por el inquietante encuentro con aquél diminuto ser amenazador. Zaina, Siobhan y Jess no podían dar crédito a lo que habían oído. ¿Qué había querido decir al Hada con aquellas palabras? Fuera lo que fuera, estaba claro que no era nada bueno...

No había pasado ni dos minutos desde que Ander empezó a llorar, cuando el cielo decidió imitarle. Desde luego, aquel niño era igual que Danny....Y Robert se parecía mucho a Rocky, tanto fisicamente como en caracter. Y sí uno se ponía a pensarlo... Kate era tan callada como Cory. Aquellos paralelismos pusieron muy nerviosa a Zaina que comenzo a temblar como un ratoncito bajo la lluvia. Solo que era una niña bajo la lluvia.

Cory, Danny, Rocky....Kate...Ander...Robbert...Son sus "dobles" y otra vez empieza de nuevo... ¿por qué ahora?

Zaina no pudo evitar acercarse poco a poco a Ander, como si en lugar de acercarse a un niño se acercase a un gatito y le apretó la mano para tratar de calmarlo. El rizoso pelo de la niña se estaba pegando a la cara por el efecto de la lluvia, que disimulaba las lágrimas de la niña.

—No te asustes...no te hará nada—le dijo mientras pensaba para sí misma—vienen por nosotras, para vengarse.

Zaina no sabía que decir o como actuar, ¿Sendero Rojo? La yaya lo mismo conocía alguna historia al respecto, y de su casa no podrían llevarsela y a los demás tampoco. El atrapasueños de la puerta les protegería, y seguramente, los demás tambien estarían a salvo en sus casas.—Mi "casa" queda cerca ¿Quereís venir hasta que deje de llover?

Había demasiada gente hablando y demasiados gritos, y encima la otra niña había empezado a tirar piedras, ¡eso le gustaba a Bobby! Al menos ella no daba tanto asco como las otras niñas. Porque sí, aunque no se les podía pegar, las niñas daban asco. 

Siguiendo haciéndose el héroe (luego se lo contaría a mamá y papá, y estarían super orgullosos de él), cogió a Ander de la manita cuando empezó a llorar y lo puso tras él. No entendía la mitad de las palabras que había dicho el hada, de hecho, se había quedado atontado mirando el cielo cada vez más oscuro, y cuando regresó de su ausencia, fue cuando la primera de las gotas golpeó su naricita.

- ¡Jo! ¡Mamá me va a castigar como vuelva a casa mojado! - dijo, soltando la mano de Ander y mirando hacia donde miraban todos. El hada, el alien o el fantasma, lo que fuera que fuese, se había ido. ¡Menuda rabia! - ¡Yo me voy, no vayáis tras ella sin mí! 

Tras dar dos pasos, las lágrimas y el gimoteo de Ander le hizo entrar lo que años más tarde identificaría como cargo de conciencia, aunque en ese momento sólo le daba pena.

- ¿Te vienes a casa? Tengo juguetes muy chulos - dijo, sonriendo tímidamente.

Con una mano sujeta por cada uno de aquellos chicos, Ander miraba a un lado y a otro sin parar. Intentando dejar de llorar pero sin poder soltar suspiros e hipidos de vez en cuando. Su madre le decía siempre que no jugara bajo la lluvia, y qué narices, a él tampoco le gustaba nada mojarse. Ni siquiera le gustaba cuando tenía que bañarse por las noches. Pero no sabía que hacer.

¿Empezarían a tirar cada uno de un brazo hasta que se los arrancaran? Ander no quería ni pensarlo e, instintivamente y sin darse cuenta, empezó a tirar para zafarse de ellos, sin entender muy bien porqué todos se empeñaban en ir a sus respectivas casas.

Quitándose el moco con la manga del pijama dijo.

- Estoy en pijama *snif* y además la ventana de mi casa está rota.*Snif* Mamá se va a mojar y después me va a regañar por haber salido co...*snif*... corriendo.

Zaina soltó a Ander y se fijó entonces en la ropa tan rara que llevaba. Despues miró a las chicas. Sí seguían mucho tiempo así acabarían con una pulmonía y no tendrían que preocuparse por las hadas. La niña volvió a mirar de reojo a Siobhan y Jessica. Normalmente ellas sabían que era lo que había que decir.

Eh...¿te acompañamos a casa? O ¿Le acompañaís vosotros?—preguntó al final timidamente la niña a Kate y Robert

Si Ander no quería ir con él, pues peor para él.

- Yo me voy, ¡adios!

Kate se acercó a Ander sin quitarle los ojos de encima al hada. no sabía que era lo que decía pero no le gustaba ni un pelo, aquella pequeñaja la daba mas miedo que los mayores que rompian cristales. Le dio la mano a Ander y tiro de el despacio hacia la dirección de la casa.

-Yo te acompaño Ander-dijo con un hilo de voz y luego habló a los demás-yo vivo cerca suya, volveremos a casa...