Partida Rol por web

Zaina buscó todo lo rápido que pudo por la caravana, buscando algo que pudiera servirle como arma para defenderse en caso de que fuera una de esas diabólicas Hadas la que le estaba tendiendo aquella trampa. No dudaría en achicharrarla viva si trataba de engañarla para que saliera a donde era vulnerable.

Tras mirar durante unos segundos pudo encontrar un insecticida inflamable, que podría servirle como improvisado lanzallamas. Afuera volvió a oír la voz que la llamaba.

- Zaina, rápido... -decía-. No tenemos mucho tiempo...

Zaina lanzó un pequeño gruñido. No había sobrevivido el año anterior al ataque de aquellos malignos seres, enfrentandose a un terror aún mayor para acobardarse ahora por una simple polilla parlanchina que pronto ardería como una piña en una hoguera de verano. Con su improvisado lanzallamas por delante, la niña abrió la puerta con cuidado, y trató de atisbar lo que estaba en la oscuridad. ¡Al menor indició de hada malvada las llamas se encargarían de purgar el mal!

¿Quién eres?

- ¡No salgas del todo! -fue lo primero que oyó la gitanilla.

Luego hubo un instante de silencio, y no se vio a nadie. Seguía lloviendo y cada vez hacía más frío, como aquella noche de hacía un año.

- Soy yo, Zaina... aunque no puedas verme -volvió a escucharse la voz-. Soy el Hada que os ayudó hace un año. Estoy escondida para que no nos vean hablar, pero quédate dentro de la caravana. Si te ven hablar, me encontrarán...

Efectivamente, la voz que escuchaba era igual que la que recordaba, la del Hada que les había acompañado durante su lucha con el Espectro, y que después había conducido a la policía hasta donde se encontraban. Pero... ¿sería realmente ella?

- No tenemos mucho tiempo, Zaina -dijo la vocecita-. El Sendero Rojo se ha abierto esta noche, y eso es algo terrible. No sabía a quién podía acudir y cuando te he visto aquí... he entendido que no podía ser casualidad que hubieras vuelto. Tienes que buscar a tus compañeros, Zaina. ¡Vosotros seis sois los únicos que podéis luchar, como lo hicisteis hace un año!

Los seis.... ya no estaban los seis... Tenía que explicarselo, pero no  podía arriesgarse a hacerlo allí a la vista de todos. Finalmente, Zaina tomó una decisió y, sin bajar aún su ingenioso aparato quema-hadas apremió al hada buena.

Vamos...entra. Tenemos que hablar. Cerraré las ventanas para que no nos vean.

Hubo un momento de silencio, y luego un brillo blanquecino en uno de los matojos cercanos. El Hada debía estar ahí.

- Espera... voy a intentar una cosa -dijo.

El brillo bajó de intensidad poco a poco, y luego se apagó. Las hojas se movieron y Zaina notó que algo pasaba como una exhalación junto a su cabeza, rozándole el pelo rizado. El Hada debía haber aprendido a hacerse invisible, igual que la anciana que les había ayudado el año anterior junto a la cabaña.

- Ya estoy dentro... -susurró-. Rápido, cúbreme con algo. Esto me cuesta mucho todavía.

Zaina cerró la puerta  y levantó las sabanas de la cama para que el hada se metiese entre ellas. Despues se aseguró de que todas las ventanas estaban cerradas y bien cerradas. Con cuidado de no hacerla daño, la niña se metió en la cama y se tapó con las mantas. Segura de que era ella, y sin temer que no lo fuera -si no lo era la aplastaría como un mosquito, pues no la apetecía prender fuego a la caravana- la niña finalmente se atrevió a preguntar.

—¿Que está pasando?¿Qué es eso del Sendero Rojo y por qué han desaparecido todos? Luego, sus ojos se llenaron de lagrimas antes de añadir— Ya no somos seis...solo estamos las chicas

El tenue resplandor del Hada se filtraba a través de la fina sábana de la caravana. Pero ella estaba ahí, no cabía duda. Zaina esperó una respuesta que tardó algunos segundos en llegar, pero por fin llegó.

- Eso no es bueno... -dijo el Hada-. Contaba con que al menos, vosotros seis siguiérais aquí. Si sólo quedáis tres, todo será más complicado.

Pareció reflexionar un momento, y luego continuó.

- Al menos, tres es mejor que nada. Y ahora yo sé algunas cosas más de las que sabía hace un año. Quizá tengamos una oportunidad -el Hada tomó aire y empezó su historia-. El Hada anciana con la que hablamos el año pasado no era la única que existía. Hay otras, pero se ocultan para que la Oscuridad no las dé caza y las extermine. Después de que hace un año, el Espectro intentara matarnos, decidí investigar la razón por la que eso había ocurrido. Encontré un Hada anciana que me contó la historia, o al menos, lo que ella sabía...
Nosotras no pertenecemos a este mundo, Zaina. Tus amigas y tú no sois las únicas que teneis... bueno, poderes. Todos los niños del mundo que tienen mucha imaginación, pueden manifestar cosas. Y en este mundo hay un niño que tiene muchísima imaginación. Hace años, comenzó a leer una historia, una historia sobre hadas buenas. La historia le gustó tanto, que leyó el libro que la contenía en un solo día. Cuando la terminó, volvió a leerla, deseando estar en el mundo que las páginas describían... y así una y otra vez, hasta que finalmente cayó agotado y se durmió.

Zaina y el Hada creyeron oír un ruido afuera, por lo que la criatura enmudeció inmediatamente. Pero no volvió a escucharse nada, y en el exterior todo estaba tranquilo, así que el Hada continuó.

- Hasta tal punto la historia de las hadas había cautivado a ese niño, que soñó con ella toda la noche. Pero un poder oscuro, que habita en estos bosques desde tiempos inmemoriales, captó el talento de ese niño y aprovechando que dormía, se apoderó de él. Le utilizó para proyectar en la realidad su poder, y pervirtió las manifestaciones de las Hadas del cuento, creando las Hadas a las que os enfrentásteis hace un año.
El Hada anciana, mis compañeras y yo, somos lo que queda de la buena voluntad de ese niño, la parte de él mismo que lucha por liberarse. El año pasado, al derrotar al Espectro, que no era si no un simple ser humano poseído por la Oscuridad, nos fortalecísteis... y eso ha hecho que nuestros poderes crezcan. Pero también ha provocado que la Oscuridad se enfurezca y se lo juegue todo a una carta. Ha decidido usar todo su poder para invadir vuestro mundo. El resultado... está ante tus ojos.

El Hada alzó un brazo y señaló el exterior de la caravana.

Mientras el hada contaba su historia, gruesos lagrimones caían por el rostro de la gitanilla. Las hadas habían cumplido su mayor pesadilla: dejarla sola. Afortunadamente ahora el hada estaba allí, pero eso no la había tranquilizado para nada. La historia era terrorifica. Ella misma tenía mucha imaginación ¿Y si creaba mosntruos tan terribles como aquel niño sin darse cuenta? ¿Y si por su culpa el mundo se convertía en un lugar horrible? Había viajado mucho ¿habría dejado suelto algún monstruo de pesadilla en algún sitio? Finalmente, Zaina comenzó a asimilar toda la información y tomo aire para hacer una pregunta que había surgido al vuelo...

Oye, ¿Y si reclutase a todos los niños del pueblo? ¿podríamos hacer algo? No quiero que la yaya y los demás desaparezcan para siempre... o se conviertan en cosas terribles... pero tampoco quiero que destruyendo la Oscuridad destruyamos también a las hadas como tú. Por cierto... ¿tienes nombre?—preguntó acurrucandose como un gatito bajo las sábanas y protegiendo al hada con su mano.

Zaina no pudo ver la expresión del Hada oculta bajo la sábana de la caravana, pero debió ser de sorpresa, porque al menos su voz sí sonó asombrada cuando respondió.

- ¿Nombre? No... la verdad es que ninguna de nosotras tenemos nombre. Somos simplemente... Hadas. No tenemos a nadie que nos ponga nombre...

Se quedó un momento en silencio, como si estuviera pensando algo, aunque la gitanilla no podía ver la expresión de su rostro. Luego pareció recordar la otra pregunta de Zaina.

- No creo que podáis pedir ayuda a nadie... -dijo con pesar-. Este no es el mundo real. Es una antesala del mundo de los sueños, que la Oscuridad debe recorrer para llegar al mundo de verdad. Las únicas que estáis aquí sois tú y tus amigas, aunque no sé muy bien por qué. Tal vez sea porque os enfrentásteis a aquella parte de la Oscuridad hace un año y eso os ha hecho especiales. Os ha convertido en una especie de... barrera, que la Oscuridad debe superar. Por eso no se detendrá ante nada para acabar con vosotras. Sois lo único que la separa de la realidad.

Se detuvo un segundo, bajando la cabeza con pesar.

- En el mundo real... seguís dormidas. Nadie puede ayudaros aquí...

Entonces te pondré un nombre y así serás real. Estarás más unida a nosotras y no serás un hada cualquiera, serás distinta a las demás. Serás nuestra amiga... ¿Qué te parece Kolda? Creo que significa valor.. y tu eres lo más valiente que conozco.

Después de sugerirla lo del nombre, Zaina se quedó pensando unos instantes tras escuchar las malas noticias del hada. Aquello cambiaba mucho las cosas... Estaban en el mundo de los sueños...entonces no podrían avisar a los demás niños del pueblo ni pedir ayuda a los demás niños.Además el campamento estaba lejos de la ciudad...quizas por eso las hadas habían ido primero a por ella, pero entonces significaba que aún no habrían llegado hasta las demás. Entonces...iré hasta casa de Jess y Sioby— sentenció entre resignada y atemorizada, pero para nada dispuesta a rendirse.Tenía que ser más rápida que las hadas, algo dificil, pues ella era lenta pero aún así tenía que intentarlo—Metete en mi bolso y así no sabran que vas conmigo, y no te harás invisible. Eso si. Cuidado con el spray, lo necesito para defenderme de las hadas malas. Espero que los chicos esten bien, allá donde vivan ahora...

El Hada sonrió nada más escuchar las palabras de Zaina. Estaba claro que le hacía mucha ilusión tener nombre propio, algo que no le había pasado nunca a ninguna de sus compañeras. Corrió a meterse en el bolso de Zaina, encogiéndose todo cuanto pudo. Su luz desapareció en cuanto se hubo escondido bien.

Ahora la gitanilla tenía que decidir qué hacer, si dirigirse directamente a la casa de alguna de sus amigas, o hacer alguna otra cosa antes.

Zaina se quedó pensando en el contenido del bolso ¿faltaba algo? No. Llevaba de todo. Lo que si tendría que hacer era llevar la manta de la habitación. Y un chubasquero para no mojarse. La niña no tardo en encontrar un horrible impermeable negro que la llegaba hasta las rodillas, aunque para un adulto habría sido  más bien una chaqueta. Se caló bien la gorra y se puso a pensar.

Tendría que buscar al chico ese y despertarlo... Y si aquello llevaba así mas de un año...si aquel niño no se había despertado era lo que los adultos llamaban un punto. ¿O era coma? 

Los hospitales...pero yo no conozco el pueblo. Así que tendré que ir a casa de Jess... espero acordarme de como se llegaba.

Kolda—susurró la niña antes de salir— entonces...si despertamos a ese niño...¿Que os pasará a vosotras?

Mientras Zaina abría la puerta para salir al exterior, Kolda se encogía de hombros. Estaba claro que no sabía la respuesta a esa pregunta.

- No lo sé -admitió-. Quizá tengamos suerte y no desaparezcamos... Aunque eso no importa. Tenemos que parar esto como sea, o tu pueblecito lo pasará muy mal. Y quién sabe hasta donde se extenderá la maldición.

La gitanilla salió al exterior. Aparte del frío, todo seguía igual, con las Hadas revoloteando a lo lejos. La angustia de Zaina remitió un poco, pero entonces Kolda volvió a hablar, con voz apremiante.

- Hay alguien cerca... -adviritió.

Zaina bajó la cabeza apesumbrada. No quería que las hadas desapareciesen. Al menos no las buenas... las que les habían salvado. Y menos una tan simpática y buena como Kolda. La lluvia golpeaba en su oscuro impermeable, pero era lo suficientemente grande como para protegerla a ella y al bolso. Con miedo y deseando que fuesen Jess o Sioby la niña levantó la escopeta y avanzó despacio. Si eran las chicas urdirían algún plan, si era un hada...

Agotada física y mentalmente, Zaina llegó como pudo hasta la carta que reposaba en el suelo. La dio la vuelta con cuidado, tratando de no tocarla... y el corazón le dio un vuelco. ¡El mago había desaparecido! La carta parecía vacía, pero de pronto, algo la cruzó a toda velocidad. Zaina la reconoció al instante. ¡Era un dibujo de la Reina Hada, que se movía y gesticulaba! Iba de un lado a otro, dándose golpes contra los bordes de la carta y aporreando lo que parecía ser un cristal invisible frente a ella. ¡Lo había conseguido!

La Reina Hada bufaba y chillaba, furiosa, mientras intentaba por todos los medios escapar de aquella delgada prisión. Pero no importaba cuán fuerte golpease los márgenes blancos. Estaba atrapada.

—¡Maldita mocosa! —gritó— ¡Sácame de aquí ahora mismo! ¡Te sorberé hasta la última gota de sangre si no lo haces!

Kolda se acercó hasta Zaina y sonrió. Miró el rostro furioso de la Reina Hada y asintió, satisfecha.

—Te está bien empleado.

Pero luego miró a Zaina con preocupación. La niña parecía extenuada.

—Zai... ¿estás bien? Tienes mal aspecto... Tienes...

El Hada entornó los ojos, como si se estuviera fijando en algo en el rostro de la gitanilla. Entonces volvió a abrirlos desmesuradamente y se llevó las manos a la boca.

—¡Zaina! Tus... tus ojos...

– Ah claro. Y si te libero me traerás leche y galletas– aunque cansada, Zaina parecía aliviada, lo suficiente para provocar al hada malvada–. Mira Kolda, es el hada que decíamos antes. ¿Te suena? Pero qué...¿qué les pasa a mis ojos?
Zaina se llevo la mano a la cara intentando comprender.