Partida Rol por web

Cuando superó un poco el impacto de lo que acababa de vivir, Caperucita Roja miró a Zaina con la boca abierta y entonces su mente pareció procesar la pregunta de la niña.

—¿Eh...? ¡Ah! —dijo—. Yo... bueno, la... la casa de mi abuela está cerca. Podemos ir allí...

Respondió con voz temblorosa, y mirando a Anette y Zaina con cara de fiarse poco de ellas. Pero al menos, parecía dispuesta a conducirlas a un refugio.

En ese momento, oyeron otra vez una risita que venía de los arbustos.

—Qué valientes habéis sido —dijo la vocecilla—. Pero ir por ese camino no será buena idea... ¿Por qué no dejáis que sea yo la que os guíe?

Zaina miró recelosa al arbusto. Allí había algo, probablemente un hada e intentaba asustarlas. Sin embargo, eran cuatro contra una. Y aunque la niña estaba convencida de que la portadora de aquella vocecita intentaba liberar a la Reina Hada, prefería enfrentarla antes que dejar que les siguiese.

–¿Quién eres? Déjate ver.–  exigió sujetando con fuerza el spray. Puede que no hubiese nada dentro, pero el hada no tenía porque saberlo.

La vocecilla volvió a reírse, antes de sonar cantarina.

—Como quieras.

Entonces, de detrás de un tronco, asomó una cabecita pequeña. Era, sin duda, una de las Hadas, con aquellos colmillos afilados y alas que no paraban de moverse a toda velocidad, como las de una enorme libélula. Tenía el pelo corto y los ojos rasgados, y emitía un leve resplandor anaranjado.

—Cucú —canturreó, agitando una manita para saludar—. Por aquí, pequeñas. Daos prisa, puede volver o quizá aparezca algo incluso peor... Eres Zaina, ¿verdad? ¿Quieres que le diga algo a tu amiguito Ander? Estoy con él también ahora mismo.

Sonrió enseñando unos dientes afilados.

Kolda observó a la nueva Hada, con una expresión de infinita desconfianza.

—No la conozco —dijo—. No es una de nosotras...

Mientras la nueva Hada hacía acto de presencia delante de ellas, Anette se cubrió detrás de Zaina y Caperucita dio un paso atrás. Estaba claro que tampoco se fiaban de ella.

Zaina dio un par de pasos atrás, junto a sus amigas no tan imaginarias y miró con desconfianza a aquel pequeño ser. Se parecía más a un hada malvada que a una buena, pero también se le parecía demasiado al insufrible hada de Peter Pan que había intentado matar a Wendy. 

–Tú no eres como ellas. Tú tienes nombre, ¿verdad? Y no digas tonterías. Si estás aquí no estás con mis amigos. ¿Cómo ibas a estar en os sitios a la vez?

El Hada de pelo corto escuchó las palabras de Kolda y Zaina, y volvió a reírse.

—¡Oh, qué desconfiadas! —dijo—. Claro que no me conoces, Kolda. Hay muchas de nosotras a las que todavía no conoces de nada. Pero no tenéis que tenerme miedo, estoy de vuestra parte, os lo prometo.

Y puso su mejor sonrisa de inocencia, pero no pudo evitar que en su expresión quedara aún un deje de burla.

—No, no tengo nombre —continuó—. Ninguna tenemos, ya lo sabes. Sólo Kolda y... ¿Melhi, creo recordar? Y eso fue porque tú se lo pusiste a ambas, Zaina. ¿Te acuerdas?

Dio una voltereta en el aire. Daba la sensación de no poder estarse quieta ni un momento.

—¡Y claro que estoy con Ander! Muchas de nosotras tenemos poderes... especiales. ¿Recuerdas que Melhi puede comunicarse con Kolda? Pues yo... puedo hacer otras cosas —se rió con aquella voz cantarina—. Pero estamos perdiendo el tiempo, y no es que os sobre... Como ya os he dicho, estoy aquí para ayudaros. ¿Vais a fiaros de mí, o no? Esa es la única pregunta que importa ahora. Si decidís seguir solas... espero que tengáis mucha suerte.

Y se dio la vuelta, con los ojos cerrados y una amplia sonrisa, como si estuviera a punto de marcharse. Pero se paró y las miró de reojo mientras alzaba las cejas, divertida.

Zaina miró a las otras dos niñas y se encogió de hombros, desconcertada. Fuesen a donde fuesen estaban en peligro, pero lo cierto era que aquel hada parecía diferente. Diferente  las buenas pero también a las malas. ¿Saldría de la imaginación de algún otro? Y ¿de quién? EL parecido con campanilla le ponía nerviosa, pero recordaba que a Robert le gustaban los piratas... Quizás.. De pronto, como un rayo de luz, se dio cuenta de un detalle.

–¡Espera! Puede que te siga, pero antes dos cosas... La primera. ¿Estás al lado de Ander o de todos? ¿Tienes pruebas?

El Hada anaranjada no parecía esperar aquella pregunta y durante un momento perdió la sonrisa y puso una expresión de sorpresa. Pero enseguida volvió a reír y negó con la cabeza.

—No, sólo contigo y con Ander —dijo—. De momento... Y en cuanto a pruebas, ¿se te ocurre algo? Porque ya se ve que muy confiada no eres, aunque claro... en vuestra situación no es raro. Quizá hagas bien...

Y se quedó allí, dando lentas volteretas mientras sonreía como si nada de lo que estaba pasando pudiera ensombrecerle el ánimo.

-¿Sólo con Ander? ¡¿Está el solo?- La niña parecía preocupada, pero pronto agitó la cabeza y alejó sus pensamientos de aquellas malas ideas. Ander era pequeño pero no era tonto. Además, el extraterrestre indicaba que estaría cerca o al menos en el bosque. Y si era así seguro que no le pasaba nada. Aquello era un bosque y en los bosques no había malvados lobos que caminaban a dos patas. Había seres peligrosos... pero también había seres bondadosos, como el Carvijú o el Musgoso, que protegían a los niños. La yaya Mirza lo decía y eso significaba que era cierto. Zaina no es que creyese en ellos, es que no tenía motivo alguno para dudar de su existencia. Los dos eran buenos. El musgoso era algo más tímido y a lo mejor solo le ayudaba desde lejos, pero el Carvijú descendería de los árboles. Sí. Le haría prometer que ayudaría a otro, pero si lo veia... -preguntale... Pregúntale que comimos en mi casa. Y responda lo que responda dile que... He atrapado a la Reina.
Zaina mostró la carta, cuidándose de dejarla lejos de él hada nueva. Según la respuesta que diese y la reacción de ambas desconfiaría o se fiaría de ella... Un poquito.

La niña miró a Kolda de reojo. El hada nueva era rara... pero no parecía tan mala...

El Hada de pelo corto pareció sorprendida al ver la carta que Zaina le enseñaba. La miró con los ojos muy abiertos, y de pronto dio una voltereta hacia atrás, se llevó las manos al vientre y echó la cabeza hacia delante. ¡Se estaba riendo a carcajadas!

—¡Qué estúpida! —exclamó sin poder dejar de reír—. ¡Te has dejado atrapar por una cría! ¡No me puedo creer que seas tan rematadamente torpe! ¡Qué penoso!

El Hada flotaba de un lado a otro, señalando la carta de Zaina y riendo sin control hasta el punto de tener que enjugarse unas lágrimas de los pequeños ojos.

La Reina Hada aún parecía algo aturdida, pero aquella vez sí les escuchó. Aún tenía una mano en la cabeza, como si le doliese, y sus dientes se apretaban en una mueca de rabia. Pero cuando vio y oyó las burlas del Hada nueva, sacudió la cabeza, extrañada.

—¿Quién... demonios eres tú? —preguntó, entre furiosa y confundida—. ¿De dónde has salido...?

No parecía conocer al Hada de brillo anaranjado. ¿O tal vez era todo una treta? No tenían forma de saberlo...

Kolda captó la mirada de Zaina, mientras el Hada de pelo corto se desternillaba de risa, burlándose de la Reina.

El Hada buena no dijo nada, pero negó imperceptiblemente con la cabeza, como queriendo dar a entender que seguía sin fiarse un pelo de todo aquello.

–¡Ya has visto lo que podemos hacer!– advirtió Zaina dando un pasito adelante. Tenía tanto miedo como Anette y Caperucita, perono iba a permitir que nadie lo supiese.

–¡Díselo a Ander! Y para que sepa que dices la verdad, que te responda a esa pregunta. Si lo haces...–Zaina miró dudosa a Kolda antes de volverse de nuevo a la pequeña y traviesa hadilla dorada ¿podría fiarse de ella?– Si lo haces me fiaré de ti... Un poquito. Porque quieres ayudarnos, ¿no?

El Hada de pelo corto consiguió por fin controlar su ataque de risa y se enjugó las lágrimas de los ojos. Asintió ante la pregunta de la gitanilla.

—Ay, qué hartón de reír —dijo, casi sin aliento—. ¡Por supuesto que quiero ayudaros! Más que nunca, no pensaba que fuéseis tan hábiles... Bueno, el resto no sé, pero al menos Ander y tú sois de lo que no hay. ¡Qué grandes son estos pequeñajos!

Respiró hondo y se encogió de hombros, sin dejar de sonreír.

—Bien, le diré lo que quieras a Ander —dijo—. Pero quizá no me preste demasiada atención, ahora mismo está un poco ocupado, ¿sabes? Pero no te preocupes, parece que se las arreglará. ¡Me está sorprendiendo mucho!

Miró a Kolda y le hizo un guiño divertido.

—Tú sí que sabes con quién te juntas, ¿eh?

-¡Ander es muy listo!- respondió con firmeza Zaina.- ¡Puede con todo!

La niña miró al pequeño y alocado ser; a pesar de su aspecto y carácter estaba empezando a confiar en ella. Zaina se lamió los labios. Estaban secos por el nerviosismo, pero aún así, intentaba que no se le notase. Tomó aire y muy despacio volvió a repetir al pequeño hada las instrucciones. 

-¿Con quien se está enfrentando?¿Más hadas malvadas? Si es así, no esperes a que las venza. Dile que he atrapado a la Reina, eso las despistará. Y después, cuando pueda responder le haces la pregunta de la comida ¿vale?- la gitanilla miró a las dos niñas- Todo saldrá bien. Por cierto, ¿cómo te llamas? ¿Te llaman por un casual Caperucita?

El Hada anaranjada negó con la cabeza sin perder su sonrisa.

—No, no son Hadas —dijo—. Y de todas formas, le está yendo muy bien. Tanto que cada vez me sorprende más. Ya le he hecho la pregunta, espero que se acuerde...

Dio una voltereta en el aire.

La niña con la capa roja estaba todavía como si le hubiesen golpeado la cabeza con una estaca con todo lo que estaba pasando a su alrededor. Cuando Zaina se dirigió a ella, incluso dio un pequeño respingo.

—¿Eh? —exclamó—. Ah... pues... sí, sí. Así es como me llaman. Caperucita Roja. Es por... bueno... por la capa que me regaló mi madre y...

Entonces frunció un poco el ceño.

—Pero... ¿cómo lo sabes? No te conozco de nada...

Zaina esperó con una paciencia que rara vez tenía a que Ander respondiese...pero entonces Caperucita hizo su inevitable pregunta. ¿Cómo responder? A la niña no le gustaba eludir temas. Aquello era cosa de mayores, que no querían decir la verdad y no contestaban. Como cuando preguntaba si podía ir a nadar al río a su madre y esta le respondía que no sabía que hacer para cenar o, peor aún, le preguntaba A ELLA si había recogido sus trastos o hecho el cuadernillo de actividades. A veces, mamá podía ser muy pesada.

-Verás... te va a sonar raro-. dijo muy despacio mirando a Kolda primero y luego a sus dos amigas- Pero yo... os conozco porque sé cosas. Y sé hacer cosas, se hacer magia buena. Ya viste con el monstruo ese. Lo creas o no, hay gente que quiere hacernos daño para entretenerse, como el hada que encerré. Y yo estoy aquí para ayudaros, para que lo que quieren que pase no llegue a pasar. No puedo evitar que corramos peligro, pero si me esfuerzo, si colaboramos, puedo hacer que, al final, todas las cosas salgan bien. Por aquí hay muchos más niños que están en peligro ¿verdad Kolda? y tenemos que encontrarlos para arreglar esto. Si alguien ha tenido el poder de hacer que las cosas vayan mal, yo lo tengo de hacer que vayan bien.