Partida Rol por web

Os hacéis a la negra mar bajo un bello manto de estrellas. Al cerrar la linea veis a lo lejos la mancha del explorador y más cerca al mercante. El silencio de la noche solo se rompe por el crujir de los cabos, el batir de las velas y las olas salpicando espuma de plata contra el casco.

El viento es favorable y eso permite que la tripulación pueda descansar por turnos al no ser necesarios constantes cambios. Viajáis a medio trapo, vuestra nave tiene una gran velocidad de crucero y no necesita más para guardar la distancia con el escoltado.

-Eibi, mirá allá, no somos los únicos que navegan estas aguas -dice con un susurro a Maddock el robusto hombre sin oreja izquierda al que conocéis como Pol -No hay de que preocuparse, ellos no pueden vernos, solo les vemos por su sombra en el rielo lunar, pero desde allí a aquí solo ven noche. -luego se queda pensativo un segundo -Como si nosotros miramos a babor, lo que me acojona ahora es pensar que un navío al que no vemos, nos está observando…

…

Mientras tanto en cocina Gar se acerca a Loan -La noche es preciosa Loan, deberías salir a cubierta, si quieres yo me encargo mientras. -el viejo lobo es de origen criollo y debe estar cerca de los treinta, siempre es servicial y agradable. -Huele muy bien, bueno, te dejo en paz, si decides subir y necesitas que alguien vigile esto, dame un grito.

…

La noche llega a su fin sin incidentes y el alba os sorprende lejos de tierra, solo os rodea agua, pero sabéis donde estáis. No a mucho tardar debe verse a estribor los picos de las montañas bajas de La Española.

Cuando el sol vuelve a apretar sobre vuestras cabezas el mercante levanta tres banderas de señalización indicando que se va a cambiar la ruta por motivos climáticos.

Sepa usted que entiendo la amenaza del castigo, pero sepa también que si algún día llega algún “castigado” y no se comporta, no me hago responsable si sale sin una oreja o a patadas de mi cocina.

Cuento con ello mi preciosa Loan, cuento con ello, si no, no sería castigo. - respondo con una sonrisa amable, dándole a entender a la cocinera que tenía carta libre de actuar como estimase pertinente con los castigados.

Aquella mañana todo iba según lo planeado y las troneras permanecían cerradas, lo cual era muy bueno para todos los implicados en el viaje, aunque era consciente de que eso podía cambiar en cualquier segundo.

La ruta iba según lo trazado sin embargo, uno de los cargueros decidió joderme la tarde y proceder a realizar correcciones en la ruta.

Muy bien atentos todos, no me gustan los cambios de curso quiero a alguien en el nido de cuervo todo el tiempo, turnos de tres horas hasta que caiga el sol y si una nave se nos acerca sin que el vigía de turno lo note, lo despellejaré vivo.

Señor Maddock mantenga todo dispuesto y a la mínima señal de problemas haga rugir las troneras, tenemos doce jodidos cañones esperando por escupir llamas así que no dude en dar la orden. - ordeno a viva voz en cubierta mientras corrijo el curso para no romper la escolta.

Todo resulta sin percances, pero la tensión no se desvanece, pues cada vez que se avistan velas en el horizonte la preocupación se apodera del barco. Es curioso sentir un poco de lo que deben de sentir los pobres diablos a los que cazáis en las aguas, curioso, pero no agradable.

...

Los días se suceden sin novedades, pasan dos noches además de la primera cuando el viento se frena del todo. Lleváis en calma dos horas y la situación es desesperante, un calor terrible se apodera de cubierta y en sentinas no se está mejor. A lo lejos para peor situación ya se divisa continente, lo que da refugio visual a posibles espías y enemigos. Definitivamente una situación de lo más inconveniente.

El barco mercante eleva las señas de tormenta, y es que en efecto el cielo muestra que pronto será necesario recoger los cables y paños, que de todas formas ahora son inútiles.

Maldita sea la corriente nos va a depedazar. - ¡Rápido recojan las velas, aseguren los cables y arrojen el ancla que la corriente nos lleva contra las rocas. 

Dense prisa a menos que quieran morir ahogados en este lugar olvidado por la mano de Dios. - bramo a todo pulmón mientras recorro la cubierta.

Sabía que arrojar el ancla no era lo más inteligente del mundo, pues la tormenta nos podía destrozar, pero si no lo hacíamos ahora, la corriente nos partiría en pedazos contra el acantilado.

En cuanto Loan escuchó las órdenes del capitán bajó corriendo a las cocinas. Había que asegurar los toneles y estantes o podría haber dos situaciones desagradables: causar un accidente o que se echasen a perder las provisiones, la segunda opción era casi peor que la primera, bajo el punto de vista de la mujer.

De camino se encontró a su prima y la abordó:

- Lien, ve a preguntarle al capitán si tu cabecita hace falta en cubierta, si eres prescindible baja a ayudarme o se irá todo a la mierda.-Tan pronto como se precipitó hacia ella, desapareció.

Encontró una soga y comenzó a reforzar la seguridad, escondió cuchillos y utensilios que podrían volar con el vaivén de la tormenta. Pensó que tal vez tampoco sería mala idea comprobar la seguridad de la bodega.

Pese al cambio de rumbo, los días se habían sucedido tranquilos y Lien ya no se encontraba tan nerviosa como antes, al menos hasta ese día. 

Capitán Drake: ¡Rápido recojan las velas, aseguren los cables y arrojen el ancla que la corriente nos lleva contra las rocas. 

Al parecer estaban entre una tormenta y quedar encallados en las rocas. Todos los barcos de aquella expedición parecían muy bien preparados, así que la tormenta parecía la opción más segura.

De pronto, su prima apareció tras ella.

Loan: Lien, ve a preguntarle al capitán si tu cabecita hace falta en cubierta, si eres prescindible baja a ayudarme o se irá todo a la mierda.

Lien asintió y se dirigió al capitán, que parecía bastante ajetreado.

-Capitán Drake, ¿necesitáis ayuda en cubierta? En cocinas puedo ayudar a Loan.

Si me das alguna idea para evitar que el barco termine encayado o varado contra las rocas sin usar el ancla seria de agradecerse Lien. - respondo con seriedad mientras me dirijo al puente a tomar el timón.

Mis movimientos por el barco asegurando jarcias y haciendo cumplir las órdenes del capitán eran precisos y obedientes, pese a que yo no habría obrado de la misma forma, prefería asegurar las órdenes del capitán que rebatirlas en aquel momento.

El barco queda preparado para la tormenta y suficientemente lejos de tierra, una vez que inicien los vientos huracanados se podrá valorar si levar el ancla e ir a medio paño para mantener un rumbo u otra solución. De momento todo se hace con gran disciplina... BOom! se escucha el tronar de un cañón a lo lejos, no es el mercante, no lleva cañones, debe ser el explorador. Maldito el momento, en calma chicha, si ha habido un ataque debe ser por tierra o a remo.

Veis que el mercante eleva las banderas de alerta, pero no las de enemigo, ellos tampoco saben que pasa.

La tensión se apodera de cubierta enseguida, todos expectantes de que dirá Drake o su segundo.

Se empieza a ver a los lejos una pequeña columna de polvo, al no haber brisa se eleva casi perfecta, de otra forma sería imposible de ver a esa distancia, debe ser la pólvora quemada en el cañonaz... Bu Boom otro repique esta vez dos, o más, si han ido sincronizados. No hay duda se está produciendo una batalla.

Mierda, ¿Por qué justo ahora que somos unos putos patos de feria? - pienso bastante irritado.

Señor Maddock controle el viento y al menor atisbo de viento ponga el barco a media vela. Tripulación zafarrancho de combate, abran las troneras y cargen los cañones.

En cuanto podamos movernos, izad el Jolly Roger, que esos perros sepan lo que se os viene encima. - bramo mientras mantengo mis manos sobre el timón.

Haced señales a los cargueros ordenad  repliegue que si los hunden no nos pagan.

Capitán: Si me das alguna idea para evitar que el barco termine encayado o varado contra las rocas sin usar el ancla seria de agradecerse Lien. 

Lien se rascó la cabeza y miró a su alrededor pensativa. Aunque ya había trabajado en barcos occidentales en su tierra natal, todavía se sentía mucho más cómoda asesorando barcos asiáticos. 

-Si tormenta viene hacia aquí, viento nos empuja hacia rocas. Si no usamos ancla... podemos navegar de bolina -dijo algo nerviosa-. Navegando con poco ángulo en vela, haciendo zigzag. Problema es que barco es rápido pero con menos maniobrabilidad. 

******

Momentos después, el sonido de cañones en acción comenzó a alertarles y el capitán comenzó a dar órdenes. Mientras en cubierta se preparaban, Lien bajó a supervisar y ayudar en la carga de los cañones. 

Capitán aligerar peso puede ser una buena idea, todo lo que no sea imprescindible puede irse al infierno antes que nosotros.

Ambrosio saca la cabeza a la cubierta.

Ya tengo todo asegurado en mi cabina señores y no se me ocurre mucho para esto, se me da bien manejar la carne no las corrientes *ve el humo a lo lejos* Eso no parece muy bueno... Aunque con suerte nos podremos quedar con el botin de esos ilusos *dice refiriendose a los atacantes* y incluso algun prisionero... *se le muestra una sombria sonrisa en su rostro*

Muy bien señor Maddock, tome a cuatro grumetes y aligere la carga y si alguno replica, tiene mi autorización para arrojarlo por la borda como si fuera trastos viejos, lo único que no puede lanzar son los cañones y municiones. - respondo en tono serio mientras sigo a la espera de algo de viento.

Apareció por detrás de Ambrosio y le dio unas palmadas amistosas, aunque quizá un poco pasadas de fuerza, en el lomo.

- Venga Ambrosio, que toca salir a cubierta a tomar el aire de vez en cuando.

Salió fuera y se quedó mirando al grupito.

- Capitán, he asegurado la cocina y la bodega. ¿Qué pasa?, parece que habéis visto un fant...- se giró justo a tiempo de ver la columna y que sonasen los cañonazos.- LA HOSTIA PUTA, ¡¿QUÉ ESTÁ PASANDO?!

La brisa se levanta levemente y el navío responde a ella gracias a su diligente tripulación. Lento, muy lento al principio la enorme nave coge velocidad y se aproxima a el mercante que ha hecho una maniobra similar al anclarse para evitar la corriente.

Al pasar banda con banda con el mercante oís -Fuego en proa Drake, desconocemos la situación. ¿Piensa ir? hasta saber que pasa preferimos su presencia aquí.

Me lleva un rato aligerar el peso del barco con unos estúpidos que sólo saben obedecer órdenes sin tener ni asomo de iniciativa pero el barco comienza a moverse, cuando pasamos cerca del mercante piden que nos quedemos.

Deberíamos seguir e intentar ayudar al explorador, el mercante puede quedarse detrás de nosotros capitán, no correrá peligro mientras se quede en retaguardia, sin embargo si se queda aquí sin protección puede ser atacado a placer.

Loan se acercó a Maddock y al capitán.

- No soy muy experta en estrategias militares capitán, pero creo que Maddock tiene razón, si nos quedamos como estamos y no intentamos hacer algo, nos van a reventar a todos. Y además está el tema de la tormenta... 

Loan se quedó mirando al horizonte.

- Denme instrucciones, hasta que no abordemos no soy muy útil en cubierta.

Acarició uno de los pocos cuchillos que siempre llevaba a la vista.

Muy bien señor Maddock, es un excelente plan como siempre.

¡Cargueros seguidnos a una distancia prudente no podemos perder al explorador! ¡Estén preparados para virar y largarse si las cosas se ponen feas!

A media vela, nosotros nos adelantaremos un poco, lo suficiente como paraa abrir la marcha y poder virar en su auxilio si así lo requieren. - le respondo a los cargueros mientras observo el barco y me dirijo a la tripulación.

Rápido grumetes a toda vela, troneras abiertas y cañones listos.