Partida Rol por web

Mientras tanto Ambrosio realizaba su trabajo, tratando a los heridos que habian sido encontrado y asegurandose de que no pillaran ninguna infeccion o algo peor, lamentablemente no parecia que ninguno necesitase aun pasar por la sierra, mas bueno, siempre llegaria el momento.

Aunque por supuesto la prioridad era que todos viviesen, asi pues me habia enfocado en dejarlos todos decentes y poder encargarme de todos los posibles antes de que se quedaran como si nadie les hubiera soplado siquiera.

Todavía le debo unos cuantos favores a Drake pero con mucho gusto me uniría a esa futura tripulación.

Todavía queda para eso bastante, pero si quieres deberle menos favores a un hombre... Ya sabes como hacerlo.

Tras revisar las cartas, trazar la ruta y dejar a Maddock a cargo de los preparativos, subo a cubierta y empiezo a poner en orden a toda la tripulación.

Los artilleros debían estar listos pues no dudaba que el cazador viniera a por más y más nos valía estar listo si no queríamos unirnos a Davy Jones en el fondo del mar debido al fuego cruzado.

Sabía que los preparativos estaban listos, los hombres que podían servir, salvados los demás al carguero, así que me dispuse a dar la orden.

Muy bien todos a cubierta, zafarrancho de combate, es hora de enseñarle a esas ratas quién manda aquí. ¡Todos preparados! 

¡Venga vamos ya! - grito la tiempo que calculo la velocidad del señuelo

Nada más subir a bordo oigo las órdenes del capitán, ¿Zafarrancho de combate? Me pongo cerca de Drake repitiendo las órdenes y ajustando cálculos sin tropezarme con él, mi puesto es asegurar sus órdenes no contradecirlas.

¡Vamos pedazos de escoria, más vale que deis el puto total de vuestras fuerzas! 

Me echo las manos a la cara en señal de que algo me está estresando. Si seguía así el puto novato iba a acabar recibiendo unos buenos latigazos.

¡Señor whitaker, vaya al pujamen y amarre el pajarín a medio para que "el dragón del mar" pueda Orzar!

¡El pajarín se amarra al puño de amura señor Whitaker, nunca al de escota!.

¡Mantengan tensado el tercio inferior de la vela mayor. Si se embolsa juro que dormirán atados a una bola de cañón esta noche! 

 ¡Señor Whitaker, ahora, amarre el contrapajarín con todas sus fuerzas!

El barco era una máquina formidable y a pesar de que Maddock nunca había estudiado marinería, cuando todos los demás estaban trabajando, ella, además, había observado, escuchado y aprendido todo lo necesario para ser una buena contramaestre, y quizás algún día una capitana reputada.

El barco obedecía los mandatos de Drake, pero era la traducción de Maddock de esas órdenes quien hacia todo funcionar a su máximo de capacidad, eran un gran equipo.

Cuando veis a la cazadora no podéis menos que sentir una mezcla entre placer y pena. La tormenta la lanzó contra unos bajíos y el barco ha varado partido el casco y roto el palo. Nada salvo las piezas de artillería tenían valor de lo que alguna vez fue una nave de guerra.

Al pasar por la zona de la artillería costera el plan funciona según lo previsto, dos salvas son necesarias para afinar la trayectoria, la tercera revienta el barco como si de una cesta de paja hubiese sido pateada por un garañón.

Otra salva intenta haceros blanco pero para cuando consiguen calibrar la distancia ya habéis salido de su radio de acción.

La mercante libra como vosotros pero la tensión no se desvanece hasta que se pierde de vista ese tramo de costa al pasar varios golfos.

Señales os indican que hay novedades en la empresa.

Al acercaros a ver que mierdas ocurre esta vez se os notifica que el primero de la expedición tiene fiebres que no se van y que aún no despierta de la contusión de la tormenta.

-Tenemos que buscar un puerto y descansar, a este paso morirá

El problema es que no "hay" tierra, todo en varías millas es dominio español.

Me acerco a ver al enfermo.

Mmm... extraño, ningun otro de los tripulantes ha contraido fiebre *me digo a mi mismo mientras comienzo a intentar saber que le ocurre* Igualmente si por alguna razon de verdad no puedo hacer nada y necesitamos entrar en puerto español... bueno, creo que podremos pensar en algo al estar yo aqui. Aunque claro, sin duda no seria tarea facil, pero algo se podria hacer.

Doctor vaya a buscar al segundo de artillería, el señor Roger Swanson, él le dirá que le ha dado a este hombre para que se encuentre en este estado.

Capitán Drake por favor no se acerque al enfermo, no podemos prescindir de usted, es usted uno de los integrantes de la tripulación que no se pueden sustituir bajo ninguna circunstancia.

Lien por favor, ayude a Loan a preparar una comida ligera que ayude al enfermo a recuperar fuerzas una sopa de ajo estaría bien.

Si todos están de acuerdo en hacer lo que les he dicho debería quedarme a solas con el enfermo, tiempo que aprovecho para taparle boca y nariz con alguna manta hasta ahogarlo sin que haga ruido.

La tormenta nos había llevado hasta Las Canarias, desde allí debíamos continuar nuestro viaje hacia Baltimore, kilómetros de mar abierto, el pobre infeliz que tenía frente a mi, a duras penas si resistiría unos pocos días, cinco o seis cuando mucho.

Debía tomar una decisión y rápido, las condenadas Canarias no eran una opción segura, la presencia española era fuerte allí, quiza si viajábamos al sur al Cabo Verde, encontraríamos un puerto seguro.

La Isla de Sal estaba poco vigilada y nos daría el respiro que necesitamos para reponer nuestras fuerzas y hacer las reparaciones, con algo de suerte y buen viento estaríamos arribando en un día o dos, una vez allí dejaría que Ambrosio decidiera el destino de este bastardo, después de todo no era fácil para mi buen doctor encontrar material nuevo de experimentación en alta mar.

Si alguno de los infelices estos osaba protestar, le daría tal hostia que tendría que ir a recoger sus dientes hasta Cataluña, el Dragón era mi reino y yo decidía, sólo mis oficiales tenían voz y voto, el resto de la tripulación era oída, pero no decidía.

Sin embargo, éstos eran sólo convidados de piedra en mi mesa, así que aprendían su lugar o ya podían ir desarrollando agallas para regresar nadando al continente.

Tras una breve reflexión doy la orden.

¡Pongan curso a la Isla de Sal! Allí descansaremos y podemos reparar los daños. Su enfermo tendrá que resistir el viaje o alimentará a los peces, no hay discusión.

Aquellos de ustedes que no estén de acuerdo, pues ya pueden ir saltando por la borda, me han pagado por llevar la carga no a ustedes, por ahora son invitados, cuando toquemos tierra o se únen a mi tripulación con todo lo que implica o se acomodan en el carguero, pero al Dragón no suben.

Aquí nadie viaja gratis, tienen estos dos días de viaje para tomar su decisión. - anuncio mientras me alejo de los sobrevivientes del barco guía.

Ambrosio revisa al resto de los heridos e informame de su estado, Loan tendrás trabajo extra hoy, lo siento preciosa pero hay más bocas que alimentar.

Lien ya oíste al señor Maddock, quiero que te prepares, pues al atracar en la isla tendrás mucho trabajo que hacer con las reparaciones del carguero.

Señor Maddock supervise que las órdenes se cumplan y si alguien desobedece, haga con él lo que le plazca, aún cuando eso implique aligerar la carga del Dragón. - sentencio a modo de advertencia, Maddock era mi mano derecha y su voz era la mía, quien no acatara sus órdenes, respondía ante mi, si es que aún quedaba en condiciones de hacerlo.

Salgo de la enfermería. Señor Drake, digo como quién da una noticia sin importancia, el enfermo ha dejado de respirar, ¿Llamo al doctor? ¿O aligero el barco?

Hasta la pregunta ofende mi buen Maddock, quítale todo londe valor y si Ambrosio no quiere el cuerpo para sus estudios pues arroja el lastre, necesitamos llegar a la Isla de sal por reparaciones cuanto antes. - anuncio con voz tranquila como si me refiriera a un simple trozo de carne que ya nontiene utilidad.

Escuchar lo del trabajo extra no le hacía ni pizca de gracia, en especial después de todo lo acontecido. Además estaba el tema del exceso de marineros, cuantos más hombres desconocidos había a bordo, más insegura y de mal humor se sentía.

- A sus órdenes capitán, pero aviso que con toda la carga que hubo que lanzar al mar a causa de la tormenta, vamos a ir bastante justos de provisiones. Solo espero que este hatajo de inútiles malolientes nos compense con creces en cuanto lleguemos a puerto. En fin, tendré que hacer cuentas y ver qué queda en la bodega... -antes de marchar hizo un alto y se giró de nuevo para dirigirse a Drake- Estaré bastante ocupada, así que hágame el favor de poner a algún grumete de confianza con Lien para garantizar su seguridad, ya me entiende, no me fío un pelo de estos.

Dispuesta a preparar algo a los enfermos y rehacer el inventario, empezó a andar hacía las cocinas cuando Maddock apareció de nuevo en cubierta.

Señor Drake, el enfermo ha dejado de respirar, ¿Llamo al doctor? ¿O aligero el barco?

- Supongo que la sopa de ajo queda anulada- dijo con sorna, antes de preguntar con desconfianza-. ¿Sabe Ambrosio qué le ocurrió? no tenemos que preocuparnos de nada grave... ¿Verdad?  

No te preocupes Loan, voy a ponerle dos hermanos a tu prima e incluso compartiré mi camarote con ella de ser necesario, pero quiero aprovechar para dejarle algo claro a nuestros invitados. - digo en tono amable.

Ella es mi querida Loan, la cocinera del barco, una de las mujeres más fuertes que conozco quien no dudara en cortarle una oreja, mano o algo más a quien se pase de listo con ella y cuenta con todo mi respaldo para ello.

Ella es su prima Lien, mi ingeniera en jefe, es bastante ágil y hábil en lo que hace, todos en mi tripulación saben que ellas son sagradas para mi y si alguien les toca las narices, el señor Maddock o yo, como mínimo les daremos una golpiza sinestamos de buenas, porque si estamos de malas, pues le rajamos el cuello y a alimentar a los peces. - sentencio con una mirada severa a nuestros invitados.

Confío en que no tendremos problemas, pues de lo contrario, no tengo ningún problema en aligerar el barco, así que con todo claro, les sugiero que se pongan cómodos y entreguen sus armas, les serán devueltas al llegar a la Isla de Sal, tienen mi palabra. - añado mientras le hago una señal a dos grumetes para que traigan un baúl.

Súbitamente escucho un murmullo entre los imvitados y me giró echando mano del arco, lo que hace enmudecer a mi tripulación. Sin previo aviso disparo una flecha entre dos invitados que parecían disconformes con mi decisión, matando a una gaviota que se había parado bajo las piernas de uno.de ellos.

Como ven mi puntería es en exceso certera y no acepto incordios en mi nave y para mi cualquiera que cuestione mis órdenes es un incordio ¿Son ustedes un incordio? - mi tono no dejaba lugar a dudas, la próxima flecha iba a tomar otra vida y no la de una gaviota.

Cuando vi a los invitados enmudecer sonreí satisfecho y baje el arco.

Al ver la escena del arco y la gaviota sonrío a la vez que recuerdo por qué estoy al servicio del capitán Drake.

Cuando todo queda claro, me giro y voy a dónde está el enfermo curado con la muerte. Le despojo de las ropas y de todo lo que tenga de valor, lo saco arrastrándolo hasta cubierta y lo tiro por la borda sin ninguna contemplación.

Un peso menos, una boca menos y a más toca. Digo frotándome las manos.

Maddock: Lien por favor, ayude a Loan a preparar una comida ligera que ayude al enfermo a recuperar fuerzas una sopa de ajo estaría bien.

-Por supuesto señor Maddock -dijo.

No tenía mucha idea de cocinar, pero si su prima le iba dando las instrucciones no pensaba que hubiese problema alguno. Además, una sopa de ajo no será complicada. Sin embargo, parecía que aquel pobre infeliz había fallecido, así que la sopa ya no sería necesaria. 

Loan: Estaré bastante ocupada, así que hágame el favor de poner a algún grumete de confianza con Lien para garantizar su seguridad, ya me entiende, no me fío un pelo de estos.

Drake: No te preocupes Loan, voy a ponerle dos hermanos a tu prima e incluso compartiré mi camarote con ella de ser necesario, pero quiero aprovechar para dejarle algo claro a nuestros invitados

Aquellas palabras resultaron un alivio, aunque no pudo evitar sonrojarse y bajar la cabeza cuando comenzó a dar la advertencia a los nuevos tripulantes. No cabía duda de que estaba en manos seguras. 

Creo que la señorita Lien debería aprender a cuidarse por si misma Capitán Drake, ¿Que hará si no? ¿Ponerla guardaespaldas de por vida?

Me acerco a ella y la aparto de las miradas de los demás, extiendo un cuchillo de unos pocos centímetros en forma de serpiente sin que nadie pueda verlo.

Cógelo. Es el mejor guardaespaldas que vas a tener.

Si no sabes usarlo te daré un consejo... esta parte, señalo la punta del filo con el índice, es la que mata, paso el dedo por el filo hasta la mitad del mismo.

Y si se lo metes en el cuerpo a alguien hasta aquí... Bueno, digamos que nadie podrá salvarlo, la herida no se cerrará por mucho que haga el doctor.

Una gota de sangre pasa de mi dedo al filo y se detiene en la pequeña empuñadura verdosa. Como puedes comprobar está afilado, mantenlo así y más te vale no perderlo. Esto sólo es un préstamo.

Capitán Drake, Lien ya está protegida de sobra, ya no hacen falta esos guardaespaldas.

De ahora en adelante estaré pendiente de Lien, si se queda sola o noto algo raro estaré vigilando, si la atacan quiero ver desde la distancia si hace lo que la he dicho. Todo ello, a ser posible, sin que me vea nadie.

Comprendía el.malestar de Maddock, pero ya había comprometido mi palabra con Loan, así que ahora me tocaba cumplir, así que observe a la tripulación y entonces lo vi, el viejo Rogers, él.era uno de los cinco marinos que me habían acompañado desde mi época de mercante.

El hombre tenía casi cuarenta años, era duro como el roble, leal como un perro y decente como un monaguillo, normalmente se encargaba del almacen, pero era un gran luchador, ya una vez había luchado a mi lado para sofocar un motín en el Golden Mary.

Vaya que el tipo imponía y era bastante noble y disciplinado lo que lo hizo acreedor de un par de burlas por algunos grumetes del Dragón en su primer viaje, burlas que se acabaron cuando el viejo arrojo a esos dos idiotas por la borda en simultáneo sin ninguna ayuda.

Estaba convencido de que Maddock no exteañaría al viejo almacenero, en especial, porque el hombre frecuentaba muy poco la cubierta.

Señor Maddock, ya me comprometí con Loan, pero dado que los invitados ya están entregando sus armas, creo que con un sólo grumete bastará, uno que estoy seguro que usted no va a extrañar a menos que tengamos que abordar a alguien.

Fred Rogers, ven aquí viejo lobo de mar, te encomiendo ayudar a la señorita Lien con sus tareas un par de días mientras arribamos a la Isla de Sal. - digo con serenidad.

Bien con todo dicho, a trabajar todos, ya descansamos lo suficiente. Timonel ponga curso al sur hacia la Isla de Sal, a toda vela. - ordeno con voz firme dando por concluida la reunión.

Lien cogió el cuchillo que le extendió Maddock. Ya había empuñado un arma como aquella en el pasado, cuando su padre intuía que podía haber algún peligro, aunque nunca había llegado a aprender a usarla de forma adecuada.

-Gracias señor Maddock -dijo escuetamente. 

Lo guardó en un bolsillo de su desgastada ropa, esperando no tener que utilizarlo. 

Con las provisiones casi agotadas y tras una semana de viaje tenso, pues sois demasiados en el barco, alcanzáis vuestro destino, la ciudad de Boston.

No hubo ningún ataque, al contrario de lo esperado, y sospecháis que la tormenta huracanada tuvo algo que ver, pues al parecer vosotros sufristeis la mejor parte, más al norte la costa mostraba signos de haber sido arrasada por el agua y el aire.

Gracias a las continuas atenciones de Lien en el barco, no hizo falta detenerse a carear y calafatear, pero los dos últimos días, era necesario tener a dos hombres achicando casi sin descanso. La joven vietnamita había demostrado retrasar el mal con maestría pero, existen límites naturales a lo que se puede hacer en mojado. 

Por otro lado Loan no lo ha pasado mejor, teniendo que estirar las provisiones hasta niveles tan increibles que ella misma no sabía como no habían más desmayos por falta de alimento.

Tres hombres más habían desaparecido en ese tiempo, los tres menos colaboradores habían ido sufriendo accidentes sospechosos, nadie se atrevía a acusar formalmente a Maddock, pero todos temían ser el siguiente, por lo que los problemas duraron muy poco, incluso con la situación tan tirante como era, casi sin comida y trabajando a destajo para mantener el navío (mercante, el dragón está en óptimas condiciones) a flote y en ruta, nunca llegaron a oirse más que las quejas rumiantes que suenan con la misma fuerza y frecuencia que el oleaje.

Ambrosio tuvo la tarea de intentar salvar a los hombres, uno que cayó del carajo debido a una cuerda rota, respiraba a pesar de tener las costillas hundidas, duró poco, pero el hombre pudo hacer sus cosas, salvarlo estaba más allá de cualquier mano. Al segundo, que se cayó al mar con un cabo al tobillo, cuando lo sacaron no respiraba, pero el médico pudo quitarle el agua de los pulmones y ver en su intimidad como se devuelve un hombre a la vida. El tercero se descalabró en cubierta nadie sabe como, el femur hecho pulpa, pero las infecciones son terribles, aunque el español podría haberlo salvado sabía bien que solo era un juguete cortesía de su contramaestre.

...

Un esquife con una pequeña pieza de artillería del doce se aproxima a vosotros con seis marineros, cuatro remeros y un portavoz.

-Buenos días, estáis entrando en la bahía del puerto de Boston, deben identificarse, y acceder a someterse a una inspección si así lo considero necesario antes de proseguir. -el hombre no hace ningún ademan, pero está claro que la alternativa es marcharse o enfrentarse a los buques que fondean en la bahía.

Desde el otro barco se escucha

-Somos mercantes, hemos contratado a este barco como escolta par...

-Ahora me dirigiré a ustedes, tengan paciencia y no interrumpan, me estoy dirigiendo al impresionante barco de guerra con pabellón inglés que no conozco.