Partida Rol por web

Nota Mental #50819: Maldita sea! ser siempre la carne de cañón es una puta cagada... No hay tiempo para anotar...

-ZAC MUEVE TU MALDITO CULO! NO QUIERO TU CADAVER ATRAVESADO

Jon ordeno sus pensamientos y decidió seguir el ejemplo que algunos de sus camaradas tomaron al correr a uno de los de cráteres. Preparo rápidamente su lanzallamas y avanzo hasta el cráter más cercano a los caóticos para rociarlos con una buena tanda de Promethium.

Nota Mental #50820: A la que me vuelen la cabeza en este mierdero juro que volveré de la tumba para quemar a todos estos malditos inútiles en nuestra retaguardia…

Leonardo se mantuvo en un inicio bajo la disciplina militar castrense, avanzando a paso ligero hasta que entraron en batalla, momento en que junto a su camarada, se mantuvo avanzando al ritmo de su sargento, listo para posicionarse en cuanto este se lo dijese. Habría lanzado granadas de humo para cubrir el ataque, pero no contaba con ninguna en aquella batalla, solo se le habían asignado Krak, de fragmentación e incendiarias.

Por ello, su objetivo en aquella batalla sería concentrarse en dar apoyo de mortero en todo momento y con alta precisión.

– Señor Don Manuel – le habló a su sargento mientras avanzaban. – Solicito se nos permita posicionarnos a mi y a mi camarada en algún cráter para montar allí el mortero y abrir fuego a esos malditos. Cuentos con 11 cargas de fragmentación señor. Usted dígame las coordenadas y yo volaré en pedazos a todo lo que allí haya – dijo confiado mientras presumía su mochila llena de explosivos, que entre granadas y proyectiles, sumaban más de 20.

Jiang Li iba sentada en uno de los laterales del Chimera, con el rifle de plasma en las manos, acariciando este y entonando una letanía al Omnissiah para poner a punto los espíritus máquina de su arma y para calmar los ánimos. Su cabeza cubierta por el casco de la armadura caparazón giraba de tanto en tanto a la bombilla roja que les daba la salida, ahora apagada hasta que el piloto diera las órdenes de desembarcar.

-No puedo esperar para rociar al enemigo con plasma, y ver como caen ante las bendiciones del Omnissiah.-Comentó en una voz que aun reflejaba el trance de enfrentarse en batalla al enemigo real después de tanto tiempo de entrenamiento.- Tomaremos la 01100110 01101111 01110010 01110100 01100001 01101100 01100101 01111010 01100001* tras que caiga este puesto.-Su lengua chasqueaba pronunciando alguna palabra en la techna-lingua, a una velocidad vertiginosa.

Junto a ella estaba Lee Fhang, su pío hermano, que no había dejado de rezar al Omnissiah desde que había entrado en el Chimera.

La batalla por el fuerte dio comienzo, los primeros disparos cruzados empezaron a darse, todavía escasos ya que ambas fuerzas estaban todavía concentradas en avanzar todo lo rápido posible, unos hacia los muros y otros a posicionarse sobre ellos.

Las escuadras de Zapadores avanzaron por el flanco derecho, tratando de alcanzar la torre este y buscando la cobertura de los cráteres para protegerse del fuego de la batería que seguramente iría dirigido contra ellos. Aunque por el momento los cañones de la batería este, extrañamente, se habían detenido en seco en su rotación, su artillero repentinamente desvaído cuando el poder lanzado por Jarl Brottin lo privó de sus fuerzas momentáneamente, dando tiempo a sus compatriotas a llegar a la base de la elevación de forma segura, aunque quedando algo rezagado a causa de tener que detenerse para concentrarse en su labor. Aún con todo, algunos disparos lograron alcanzar a los varangianos, derribando a los operadores Dahlia y Haakon.

En el flanco izquierdo, los tiradores tabrisianos se abrieron camino hacia los cráteres también, buscando buenas posiciones de tiro para apoyar el asalto desde una distancia segura.

Pero fue en el centro de la batalla donde empezó el principal enfrentamiento. Del fuerte salía multitud de enemigos dispuestos a retrasar su carga lanzandose contra ellos a su vez. Los legionarios penales avanzaron hacia adelante, destacando uno de ellos que iba equipado con una armadura hecha con planchas de armaplás pegadas entre sí, en una parodia de una armadura de caparazón. Llevaba un lanzallamas en la mano, que disparó al tiempo que saltaba al interior de un cráter.

Una lengua de fuego de color verde recorrió a las tropas del Caos cuando apenas habían recorrido unos metros de la puerta. Una docena se vieron consumidos por las llamas y muchos otros se vieron prendidos en ellas. Solo unos pocos lograron esquivar aquella mortal llamarada, más letal que el prometio corriente. No pudo decirse que fueran los afortunados, ya que no tardaron en seguir a la tumba a sus compañeros.

A la orden de don Manuel, una lluvia de granadas de fragmentación cayó encima de toda la zona exterior a la puerta, las explosiones continuadas acabando por romper toda formación enemiga, lanzando cuerpos destrozados por los aires y segando con metralla a todos los que lograron mantenerse en pie. Efectuado su ataque, los Granaderos volvieron a ponerse en marcha, manteniendo su formación igual que antes, avanzando con entereza hacia el fuerte, dispuestos a tomarlo al asalto. Campeador, por su parte, se adelantó a los suyos, echando a correr hacia adelante, entusiasmado por poder disparar su Destripador o aplastar alguna cabeza. Llegó a unirse a las escuadras de Hienas, junto a un comisario de Provost que se lo quedó mirando con recelo al sentir cerca a semejante mole a la carrera.

A pesar de aquella victoria inicial desbaratando una parte importante de la fuerza defensora, los del Caos se preparaban para repeler el asalto. Los muros empezaron a llenarse de soldados, algunos llevando armas pesadas. Entre las almenas podía distinguirse a algún oficial dando órdenes y a un par de hombres encapuchados que parecían inspirar a los soldados con gritos en una lengua desconocida, pero sin duda herética. A pesar de ello, los primeros disparos no fueron muy afortunados, ya que hasta los cañones de la batería de la torre oeste retumbaron cuando abrió fuego sobre los penales, fallando por poco.

Amparados por la oscuridad, la escuadra de "Doblesueldos" se aproximó una de las torres del fuerte, sus dispositivos de ocultación impidiendo que los soldados enemigos se dieran cuenta de lo que se acercaba hacia ellos. Mientras avanzaban, Orrin echó mano a su auspex tal y como le había ordenado el sargento Krause, pero no logró distinguir nada oculto o inusual a través de los diversos escáneres del instrumento.

Sortearon las almabradas y subieron la cuesta escarpada que los separaba de la base de la torre, pegándose a la pared de la misma. Las patrullas enemigas no parecían haberse dado cuenta de nada, y las baterías no podían alcanzarlos ya a causa del ángulo de sus armas. Agazapados y a la espera de que Reinhardt diera la orden de empezar a trepar, pudieron escuchar como a través del transmisor vox del cabo Gunther llegaba la confirmación del resto de unidades.

- Escuadra Basirov, en posición en la torre noroeste.

- Escuadra Elphame, en posición en la torre sureste.

- Escuadra Josman, en posición en la torre noreste.

Tras el aviso también de la escuadra de Reindhart, volvió a escucharse charla por el canal.

- Todo bien hasta el momento. Procedemos a la aproximación - hubo unos segundos de silencio, antes de que se volviera a escuchar la misma voz - La última escuadra en alcanzar la cima paga las rondas de las demás cuando volvamos.

Quejas, bromas y subidas de apuesta llenaron el canal durante unos momentos, antes de que se volviera a hacer un silencio total que casi parecía planeado por todas las escuadras, señal de que las demás habían empezado ya el ascenso.

El plan de batalla se iba dando forma en la mente de Nereida y tras el avance inicial y el humo lanzado, la comisaria volvió a gritar ordenes a los hombres y mujeres de las Hienas, a esos despreciables criminales que se les brindaba la oportunidad de redimirse de una manera absolutamente letal. Con los dientes apretados, Nereida avanzó junto con el resto de hienas hasta llegar al humo. Algunos disparos se sucedieron y una detonación por la zona de los Varangianos, aunque el vistazo rápido que dio no le arrojó nada de información. 

Preparada como iba, Nereida llegó a vislumbrar que las puertas estaban abiertas y que de ella podrían salir más enemigos o... entrar ellos. La comisaria no se lo pensó dos veces, se dio la vuelta observando el panorama que había detrás de ella y luego a sus flancos - ¡HIENAS! ¡AVANCEN HACÍA LA PUERTA! ¡QUE NO LA CIERREN! - vociferó con fuerza lanzándose ella misma a la carrera hacía la entrada - ¡ESCUADRAS SEGUNDA, CUARTA Y QUINTA! - las que humearon la zona - ¡ACRIBILLEN LAS BATERÍAS Y AVANCE TÁCTICO! ¡EL RESTO! ¡ADELAAAAAANTE! 

Una vez en posición, Reinhardt miró a sus soldados y asintió con la cabeza, dando la orden para que el ascenso comenzara. Sin embargo, al poco de haber comenzado el mismo sargento resbaló y se precipitó hacia abajo, el sonido de su caida y la de las piedras que arrastró con él amortiguado por los stummers. No dijo nada, pero se le intuía frustrado, y enseguida volvió a arrimarse a la muralla para intentar escalarla de nuevo. 

Morsov observaba el medio de la refriega con una inusitada calma. Aunque la verdad era que hasta la última fibra de su cuerpo le rogaba que fuera allá a brindarle muerte a los enemigos del emperador en el combate mortal, sabía que lo que de verdad ganaba en las batallas era la anticipación y no el poder de fuego en bruto. Por suerte, ellos tenían de ambas cosas para repartir.

Pronto no habría mucho que ver en el campo de batalla pues el humo, los destellos de las explosiones y el fuego se empezarían a extender sobre la tierra yerma como polvo en una vieja biblioteca. Podía escucharlo, no obstante: los alaridos de dolor de los caídos y los gritos de guerra en adoración a los señores oscuros de parte de los traidores. Esperaba que fueran todos provenientes del bando enemigo. Una ráfaga de disparos voló sobre su cabeza y la del resto de la compañía, Morsov agachó la cabeza por reflejos y miró hacia atrás para asegurarse de que nadie estaba herido. La visión de la operadora Eiríksdóttir siendo alcanzada por un proyectil junto con otro miembro del escuadrón alarmó al sargento, y la de los psíquicos Brotinn y Snarl estáticos y con energía disforme manando de sus ojos y manos en medio del fuego enemigo solo logró aumentar los nervios de Morsov a escalas preocupantes.

El sargento dio unos ordenes a través de su Vox a los miembros de la compañía. Curiosamente su voz se podía escuchar con total claridad a pesar de todo el escándalo de la batalla a su alrededor.

—Los psíquicos nos han comprado unos valiosos segundos de ventaja, la batería no funciona pero han llegado refuerzos a cubrirla. Zapadores; continúen el avance hasta las barricadas y prepárense para bombardear al enemigo. ¡Camaradas Sven y Rolf, quiero sus equipos de demolición preparados para colocar! ¡Vamos a abrir un agujero tan grande en ese muro que un cyclops pueda entrar por ahí!

Desacopló de su cinturón una granada de fragmentación y observó el panorama. Demasiado lejos... al menos de momento. Cogió algo de aire y se apresuró a correr hasta uno de los alambres de espinos. Descolgó su espada sierra de la espalda y la accionó, las cadenas dentadas del arma empezaron a rugir y el sargento cogió aire antes de salir corriendo hasta posicionarse detrás de la barricada.

Observó los altos muros de la fortificación y frunció el ceño. Si lo lograban podrían asegurar la batalla, pero si fallaban... bueno, mejor iba preparándole una buena excusa al emperador.

Aquello pintaba mal... Mal muro, mucha altura, y ni un condenado equipo de escalada. Las cosas podían ponerse muy feas en esos 10 metros. Sin embargo, pronto Orrin tuvo una idea. Puede que no fuera una genialidad, pero al menos podía ayudar a ponerles las cosas algo más fáciles.

-Muchachos, cortador láser y asideros. Algo más fácil debería ser-susurró por el comunicador, prefiriendo no tentar a la suerte con los stummer. Bastaba que una de esas cosas fallara cuando estuvieran más confiados para que todo se fuera al garete. Sin esperar confirmación de su plan, avanzó hacia el muro echando mano del cortador. Ahora empezaba lo difícil. 

las granadas habían salido al unisono y habían conseguido limpiar parte de la salida de las fuerzas del caos, los cuales se estaban empezando a formar en la puerta del fuerte, algo le presagiaba que una vez pasada la entrada, todo habría acabado, y seguramente sería porque sería donde se iba a desarrollar toda la carniceria, pero era algo que los Tyvianos estaban preparados y sabrían hacer, y posiblemente apenas tenga tiempo de clabar mi bayoneta, antes tendría que curar a todos los que saldrían heridos de la carniceria que estaba por venir.

Arrin no se molestó en pensar ni en cuestionar la orden de su superior...pero su hermano solía ser el de las ideas brillantes, así que demoró ligeramente su puesta en marcha hasta que la paciencia, no mucha tratándose de Arrin, tuvo su recompensa.

Mientras el Sargento trataba de subir a las bravas, con la consecuente caída y recochineo posterior si es que sobrevivían, su flamante hermano tuvo una de sus inspiraciones. El cortador láser.

Dicho y hecho, manejando el aparato con precisión y habilidad, hizo unos asideros que les facilitarían la escalada.

Arrin trató de subir el primero, pero Orrin se le adelantó, no sabía aún como...por lo que sin dejar que nadie más se interpusiera, le siguió.

Ésto era una constante entre los dos hermanos durante toda su vida, siempre peleaban amistosamente para ser los primeros o mejores en algo, una cosa que les había beneficiado en su carrera como tropas de élite, ya que se habían ido motivando el uno al otro para superar sus propios límites. Incluso aquél fatídico día, eso les salvó la vida y su alma...y les condenó a una eterna penitencia.

Con seguridad, siguió a Orrin y deseó estar ya arriba, deseoso de comenzar a trabajar.

Ver caer al Sargento hace que mire el muro que tenemos delante con cierto grado de desconfianza... la cual se acentúa bastante cuando uno de los hermanos decide ir haciendo asideros a lo largo de la pared. No me incomoda el plan, es brillante, pero si todos esperamos a colarnos por el lugar en el que está haciendo los asideros... quizá entremos cuando ya hayan acabado con el resto de regimientos. Sonrío con cierta malicia al pensar en aquello, la verdad es que no tengo ganas de tener que esperar a que vuelvan a traer al planeta más efectivos... Nos necesitan cuanto antes. Por el Emperador que no será por nosotros que esos afeminados no puedan hacer su parte. 

Me acerco a la pared, buscando asideros naturales y empiezo a escalar con cierta rapidez. Incluso me permito el lujo de tratar de alcanzar al hermano que no et-a agujereando la pared, a modo de apuesta conmigo mismo. Pero que no digo en alto al ver que poco a poco se me escapa. Está claro que si no hubiera llevado el fusil de repetición... otro gallo hubiera cantado. Espero al otro lado, observando que seguimos sin ser descubiertos.

Sven sonreía. Sin duda aquello era lo que habían venido a hacer, verter sangre. A ser posible la del enemigo pero bueno, uno tampoco podía ponerse muy exquisito, al fin y al cabo estaban en guerra.

Así pues iba corriendo tras su sargento mientras disparaba. Dios, como deseaba fallar y darle a alguien en la espalda, así podría notar como la sangre le salpicaba el rostro.

-Como diga mi sargento! Sabe que nunca se me ha dado mal hacer volar cosas. Se pasó la lengua por los labios. -La verdad es que nunca me arrepiento de seguir sus ordenes!

También tenía diarrea verbal pero bueno, la estaba manteniendo a ralla corriendo y matando.

El gigantón se paró en seco al ver como las Hienas entraban en la densa nube de humo.- Mami, esta oscuro.- susurro asustado como un niño pequeño tragando saliva. Miró de soslayo a su regimiento, no quería que el Capitán se enfadara, así intentó usar su cerebro de mosquito para resolver la situación; teniendo una idea que solo un ogrete podría tener.

Miró hacia la derecha viendo que había una leve brecha entre el humo, recordando de algo que todo el mundo gritaba sobre la puerta. El ogrete arrancó a correr hacia el flanco izquierdo como alma que lleva el diablo pasando por encima de algunos penales, pero sin incrustarse en la formación de estos, para girar luego hacia la puerta en plena linea recta hacia la puerta. Olvidándose de cualquier cobertura, humo o apoyo.

Un único soldado del caos estaba fuera de la puerta viendo la desesperada carrera de aquel animal a la carga, cuando este ya se pensaba que le iba a arrollar Campeador sencillamente se paró delante de él quitándose el sudor de la frente, mirando hacia atrás viendo como se había alejado del humo sonrió para si. Miro otra vez al guerrero del caos, luego otra hacia atrás hasta que pareció ubicarse en la refriega.-¡Eh!¡Tú eres de los malos!- le chilló enfadándose y poniéndose en guardia. Ahora ya tenía alguien a quien golpear y eso le ayudaría a centrarse en el combate.

Tras las debidas plegarias al Omnissiah, Jiang Li ocupó el puesto de tiro con el bolter pesado que iba en el frontal, pegando el ojo al visor para apuntar este hacia la batería más cercana antes de que esta misma fuera empleada contra los Chimeras. Una vez tuvo el objetivo en el punto de mira y pudo intuir que el terreno seria más o menos estable, descargó la furia del bolter contra la estructura, deseosa de ver como los proyectiles arrancaban el metal de este a mordiscos para inutilizarlo por completo, mientras el rugir ensordecedor del bolter llenaba sus sentidos como si fuera un cantico del Omnissiah.

Jarl contempló consternado como las ráfagas de láser abatían a Dahlia y su pardillo.

No serán los últimos en morir. ¡Tenemos que seguir avanzando!

Pensando que ya había demostrado suficiente heroísmo por ahora al evitar que la plataforma abriese fuego contra los varangianos, resolvió correr hacia uno de los cráteres. Al hacerlo divisó al sargento y a varios más salir de otro e ir corriendo hacia la alambrada. Parecía que iban a intentar atravesarla por la derecha.

-¡¡Hacia el cráter, Snarl!!

-Tengo un mal presentimiento, jefe.

-¡No seas cenizo y corre!!

Por ahora el avance iba bien y una parte sustancial de los enemigos habia caido a las primeras de cambio. No obstante, la fortaleza seguia en manos del Enemigo, e iba a seguir mucho tiempo...

Los devotos se habia situado en el flanco izquierdo tomando posiciones de cobertura algo ajenos al centro de la batalla donde ahora mismo se jugaba la parte mas dura del partido. Una comisaria a cargo de los convictos cochambrosos de las Hienas habia gritado que se concentrara el fuego en las baterias.. se compadecia de la pobre mujer, quien tenia que tratar con tal escoria.

No obstante si que era prioritario neutralizar las baterias y asi lo hizo saber a los otros Devotos:

-Concentremos el fuego contra la dotacion de la bateria que esta a nuestra izquierda- dio indicaciones para que el grupo hiciera lo mismo. Con suerte acabarian con todos.

Desastre sonrio hasta que el sonido estrangulado del combustible le indico que se habia quedado sin municion del lanzallamas. Tendria que recargar antes de volver a hacer llover muerte sobre esos desgraciados. Estaba claro que por la puerta lo iban a tener complicado, pero para eso les habian dado esos ganchos tan chulos. Desastre se fijo en la torreta de la izquierda, a la que podia llegar. La bateria parecia el tipo de lugar ideal para el. Parecia muy peligroso desde fuera, pero bajo el muro no tenia angulo de tiro. Colgandose el lanzallamas vacio del hombro, hizo un gesto a 34 para que le siguiera y salto agilmente fuera del crater. Corrio entre el humo, cuesta arriba, esquivando alambradas hasta llegar junto al muro, pegandose al mismo fuera del angulo de tiro de la fortaleza. Desde alli iniciaria su ascenso.

Recibidas las órdenes, asintió con la cabeza y se preparó para ocupar su posición.

Ya era hora de empezar a matar abominaciones, pensó para sí misma. Observó con una sonrisa de desprecio como las malditas hienas iban en cabeza como buena carne de cañón, pero ahora no era momento de expresar el asco que sentía hacia ellos, más bien el momento de mover el culo hasta el enorme cráter que había elegido. Demet llego al agujero corriendo, y aprovechando la distracción central, rodó cuerpo a tierra para situarse lo más protegida posible del fuego enemigo. Rezó mientras plantaba su rifle, por acertar ella y porque nada acertara en ella. Normalmente era más generosa rezando y pedía por más almas que la suya, pero joder si quería salir con el culo intacto de allí.

Respiró hondo varias veces tras el sprint para sosegar su pulso, buscó su objetivo y disparó. -Esta para que te la comas en nombre del Emperador.-