Partida Rol por web

Al ver esa situación, me retraso, me retraso para que puedan hablar los leones de sus asuntos.

La verdad que no esperar a que aparezca el dueño de la casa a sido una jugada un poco desafortunada por parte del leon, pero si fuesen grullas si que sería un problema...

Me dirijo a la calle que llevaba a este callejón.

Buenos dias señor, vengo de parte de Otomo Fujimaki sama que al parecer dejo algo encargado y vengo a recogerlo, solo será un minuto y ya no le molestaré más.

Según termino de hablar le hago una reverencia y espero que me diga algo, pues aunque el hombre parecía poco amistoso yo venía a recoger el encargo y no me iba a ir sin el.

"Es pero que el hombre no esté resentido por algo del clan, si no lo voy a tener un poco difícil a la hora de hablar con él y no quiero estar aquí mucho mas tiempo del necesario pues todavia queda ir al sitio a donde tiene qe ir el Moto y volver con los heimins para recoger la estatua de la Doji."

El armero se acerco a la casa, y entro y luego salió con un fardo un poco grande.

Esto es lo que tienes que revisar. Son 4 armaduras de Ashigaru que me encargo Otomo sama. Ya están pagas.
No sabía que había vuelto a contratar gente para trabajar para él. Hace mucho tiempo tuvo un hombre para estas tareas.

También era un León. Pero hace mucho que no se dé el.

El herrero mira a los otros dos invitados durante unos segundos.

No hace falta que salgan huyendo, no me voy a comer a nadie.

Se agacha y desata el fardo para que Iroshi pueda echar un vistazo a las armaduras y darles el visto bueno.
Si bien el fardo era grande, no pesaba demasiado y era fácilmente transportable. Y más si lo amarraban a una de las monturas. Que por fortuna habíais traído con vosotros.

Mientras deja que el joven león revise las armaduras el viejo se apoya en la pared y pregunta.

Y vosotros, a que habéis venido. Supongo que tendréis otras cosas que hacer. Pues revisar las armaduras no es precisamente complicado. Y como veo las monturas, ¿puede ser que valláis a algún sitio lejano?

Mientras Iroshi san se entretiene con el armero , le espero muy paciente juento a mi caballo, aunque no pierdo detalle de lo que pasa. En un momento de mi espera nos habla el armero, como si quisiéramos que nos fuéramos de allí, pero según en lo que habíamos quedado, íbamos a estar todos juntos.

No precisamente, - le contesto al armero sin dar más explicaciones de nuestras misiones - pero preferimos esperar aquí, si no molestamos. Venimos en compañía de Leon san.

Reviso las armaduras con todo lujo de detalles pues aunque no creo que vaya a timar a Otomo Fujimaki sama nunca está de más echarle una ojeada por si acaso, y cada una que reviso la voy atanda a los laterales de mi montura. En cada intervalo que reviso armadura le contesto al armero,

Revisando la primera armadura:

-Si, ha contratado una variedad de trabajadores de distintos clanes para respectivos trabajos en los que tenía escacez.-

Salgo a amarrar la armadura y entroa revisar la segunda:

-Yo cuando entré no había ninguno trabajando para él, esa fue la causa por la que me contrató a mi.-

"Lógico creo yo, si hubiese habido alguien no habría estado yo aquí."

Salgo a amarrar la segunda y entro a revisar la tercera, salgo a amarrar la tercera y entro a revisa la cuarta:

-No te preocupes son buena gente y saben hacer su trabajo, está todo bien y ya nos vamos a seguir con nuestras tareas que no estan muy lejos de aquí y no lo molestamos mas, un placer León san.-

Le hago una reverencia y salgo hacia donde estan mis compañeros y me dirijo a ellos:

-Ya terminé, podemos proseguir compañeros.-

"Ufffff por fin una tarea que a pasado sin incidentes y que por lo tanto terminamos pronto"

Pienso contento por terminar esta tarea sin ninguna dificultad y con todo el tiempo por delante para seguir con lo que nos queda.

La grulla contesta algo incomoda, mientras la respuesta del unicornio es el mero silencio.
Akodo Iroshi va haciendo su trabajo con toda la meticulosidad propia de un León en el campo de batalla.

El hombre parece estar incomodo, sobre todo después de la respuesta de la grulla. Pero no dice nada al respecto. Luego habla nuevamente con el León mientras este termina de atar las armaduras.

Otomo Fujimaki sama es un hombre extraño, ha sido de los pocos que ha mezclado a empleados de muchos clanes distintos. Pero hacía tiempo que no contrataba a nadie. Pero supongo que estará bien que lo haga otra vez, antes le dio muchos resultados.

Os ve marchar con el ceño fruncido cuando cogéis el camino hacia la salida de ciudad, pues es el lugar donde Moto san tiene que realizar su encargo. Sin embargo cuando lleváis un puñado de metros escucháis a vuestras espaldas.

Tened cuidado ahí fuera, últimamente pasan cosas muy extrañas tras esta parte de la muralla.

El hombre sigue clavado de pie delante de su pequeña casa taller mirándoos fijamente. Seguramente esperando que escuchéis su advertencia.

 Tras oir el aviso del Herrero, detengo mi caballo, lo miro estoicamente y hago una reverencia algo más pronunciada de lo que podría corresponder hacia alguien de su rango, en señal de agradecimiento por la advertencia, y de respeto hacia alguien que conoce a Otomo Fujimaki Sama desde hace tiempo. Trás esta señal de agradecimiento y confirmación de haber recibido el mensaje, me dispongo a seguir la marcha en dirección a las cuadras unicornio. La excitación por salir a las afueras de la ciudad se percibe en mi montura, y en que dejo que apriete un poco el paso, no obstante, yo  también tengo ganas de alejarme un poco del bullicio de la ciudad.

la advertendia del herrero ha sido muy generosa, pero ya la teníamos en cuenta, parece que en nuestros viajes siempre pasa algo.

Gracias - le gritoal Herrero con aire desenfadado pero no dejando se der algo seria con él.

Juntos retomamos el camino y no hago más que pensar en la estatuilla... ¿Con qué mas nos encontraremos? Ahora solo nos falta la misión de Iroshi san para volver a ver al tendero y terminar mi misión.

Cuando ya nos alejamos a cierta distancia del Herrero para hablar tranquilos me dirijo a mis compañeros de viaje.

¿Hacia dónde nos dirijimos ahora? - pregunto mirando a Iroshi san y quizás algo apresurada al hablar.

Admito que estoy algo preocupada por mi misión y no quiero fracasar ante Otomo Fujimaki sama.

-Ya sé que acordamos ir a una misión detras de otra, pero parece que vamos a tener una mañana movidita para no veriar, yo opino y lo siento por cambiar de opinion, que deberiamos ir a por la estatuilla y a entregar las armaduras, pues si entramos en combate y alguna resulta dañada se me va a caer el pelo, ¿qué opinan ustedes compañeros?.-

Debía de entregar las armaduras antes de salir de las murallas, pues podrian asaltarnos y robarlas o podrian resultar dañadas y eso seria muy malo para mí, y tambien está lo de la estatuilla de Doji san, aunque no se como se lo va a tomar Moto san que tiene un carácter duro, pero creo que lo primero es lo primero y las armaduras deben entregarse sin daños.

Por otro lado si tengo que luchar preferiria que fuese sin preocupaciones, eso puede despistarme y seria fatal, de lo único que debia preocuparme es que no les pasara nada a mis compañeros, pues aunque fueran de clanes que no se llevan muy bien con el mio, me caian bien.

Me parece bien, Akodo san. la estatuilla no se moverá de donde está hasta que vayamos a recogerla, y posiblemente no le ocurra nada hasta que la tengamos en nuestro poder,(hago una mueca bajo mi máscara, acompañada de una leve pausa) me llevo la mano al mentón....

Tal vez  podría ir a las cuadras, mientras van a casa de Otomo sama, a devolver las armaduras y a avisar a los heimin. ¿Nos vemos en la puerta de los establos?

si mi encargo se alarga por lo menos tendremos parte del trabajo hecho, llevar las armaduras y traer a los heimin para que carguen con la estatua. A mi no me importará esperarles si acabo pronto, no se si se molestarán si me retraso.

Espero la respuesta de mis compañeros.

-Perfecto Moto san, yo voy a entregarle las armaduras a Otomo Fujimaki sama, y desde que termine nos vemos en los establos.-

Les hago una reverencia a mis compañeros desde el caballo y pongo rumbo hacia la finca del señor Otomo, a ver si termino pronto, pues no me gusta hacer esperar a nadie.

Mientras voy de camino a entregarle las armaduras a mi señor pienso en mis cosas:

"Para que querrá Otomo sama estas armaduras, weno tampoco me interesa, mientras no sea para nada que me perjudique a mí o a mis compañeros. Que peligros habrán fuera de las murallas para que el León nos haya advertido, weno no podran conmigo."

Despues de un rato andando y pensando en mis cosas llego hasta la puerta de la finca del señor y al primer heimin que vea le digo:

-¡HEIMIN!, ve a avisar a Hideki san y dile que ya llegué con el encargo que Otomo sama me mandó.-

Y me bajo del poni y abajo lo agarro por las riendas hasta que venga Hideki san.

Las siguientes horas pasan tranquilas.
Akodo tiene tiempo de sobra de ir a la finca y entregar las armaduras para los Ashigaru. Estos, cuando ven las armaduras nuevas, disfrutan con una poca contenida alegría.

Las viejas serán donadas por el señor Otomo, pero aun no se ha decidido a quien. Eso ya se verá.

Mientras, el Moto seguido de la silenciosa grulla llegan a los establos de la guarnición del emperador. A pesar de que en aquel distrito hay más de un centenar de samuráis unicornios, el trabajo ha sido encargado al subordinado del señor Otomo porque se ha considerado a este como el mejor cualificado de entre todos en la zona.

Un honor, en cierta forma. Allí puede revisar a una de las monturas, tiene una fiebre y conoce perfectamente el remedio.
Moto san dispone de todas las herramientas exceptuando unas hierbas muy comunes que se pueden recoger fuera de la muralla.

Pide que un soldado se las busque, sin embargo en ese momento Akodo llega, y se une a la comitiva nuevamente. Alegando que ha dispuesto lo necesario para que los heimin de Otomo sama, que esperan fuera, puedan recoger la estatua de Amateratsu a las afueras, y transportarla a la hacienda.

Debido a ello, el mismo Moto Chinzú decide salir a buscar las hierbas mientras la grulla cierra el trato.

Salís de la muralla pasada la media mañana, no os cuesta mucho conseguir que un aldeano os indique sin ánimo de error el lugar donde el comerciante decía tener la estatua.

Poco antes de llegar allí algo llama vuestra atención. Parece el sonido de alguien gritar.

Aceleráis el paso, para llegar a una pequeña plaza entre las chabolas de los Eta, las monturas no os permiten bien manejaros entre las casitas, y desmontáis. Sin separaros de vuestras monturas veis como un samurái es atacado por una veintena de Etas, que están armados con palos y hoces.

El samurái lleva una armadura pesada, que se ve fácilmente que le queda grande. Y no parece muy ducho con las espadas en las manos. Lleva ambas desenfundadas como si se tratara de un Bushi Dragón, y sin embargo, todos intuís que no se trata de un samurái de ese clan, tanto por su forma de moverse como por los colores de su armadura que son azul-marrón-dorado. 

No tenéis tiempo en determinar a qué clan pertenece, porque los aldeanos, que tienen los ojos en blanco, parecen querer acabar con la vida de este en aquel mismo instante.

La mañana avanza bastante tranquila, aunque no para mi gusto, y como era de esperar, era demasiado raro... Un terrible atercado sucedía ante nosotros.

¡Ayudémosle! Mirad lo que sucede... - tenía intención de ayudar pero aún así no me precipité como la vez que ayudé a la heimin de la Gobernadora, espero a la reacción de mis compañeros ya que ahora siento que no me mando tan sola. - tendremos que hacer algo ¿no?

Eran muchos y nosotros muy pocos pero algo se nos poddría ocurrir.

 "pero que demonios,... esto me huele mal" 

un escalofrio recorre mi cuerpo recordando historias sobre las tierras sombrias, salto al frente de mis compañeros, ya que encabezaba la comitiba.

-Ya me parecía raro que no pasara nada, pero esto no es algo como los incidentes que hemos tenido hasta ahora, unos etas atacando a un samurai, tiene que haber magia de por medio.-

Saco la espada, la miro de arriba a abajo esperando que se porte bien y me ayude como lo a echo hasta ahora, cuando termino de mirarla miro a mis compañeros, les digo:

-Si, tenemos que ayudarlo aunque sean insignificantes etas son muchos y podrian ser un problema si se acumulan.-

Levanto la espada y me coloco al lado del Moto y de la Doji, entre los tres acabaremos con esos indeseables.

Los 12 hombres que atacan al misterioso Bushi se dividen en cuanto ven que tomais partido por el. Parece como si pretendieran lincharlo hasta matarlo. No dejan de murmurar por lo bajo todo tipo de insultos y afrentas.

Estan como medio idos, pero aun asi, se los ve lo suficientemente agiles como para meterse en una refriega. Aunque con cierta falta de inteligencia si se atreven a atacar Samurais, por muy fuera de las murallas que esten.

4 de ellos cercan por los cuatro costados a vuestra victima. Mientras tres se encaran con el Akodo y otros tres con el gigante Blanco, los ultimos dos, se lo piensan solo un poco mas y se acercan amenzantes y con cara de pocos amigos a la joven y desprotegida grulla.

Me posiciono en ataque.

Lo miro de arriba a abajo intentando ver algun indicio de magia y al no verlo le lanzo un corte en el torsoal eta esperando que alguno de los otros dos que estan conmigo se intimide y paren, pues la batalla estaba conmigo. Les digo con voz desafiante y amenazadora:

-Parad y puede que me apiade de vosotros, si no, id rezando a los kamis porque no pienso dejar a ninguno con vida.-

Poca vida les quedaba a esos etas si no estaban hechizados y se atrivieran a atacar a un samurai, pues no solo yo, mis compañeros eran diestros en las batallas y tambien estaba ese busgi misterioso que no sabia como luchaba, y que despues de acabar con esto tendra que respondernos a algunas preguntas.

El joven espadas en mano se defiende como puede atacando sin cuartel. Aunque se ve que esta afectado por la situacion y no es capaz de golpear con fiereza o exactitud.

Miro a ambos etas que se me van acercando. Observo que mis compañeros ya estan casi ocupados con el resto de los etas, iva a ser una buena batalla... tres contra ¿cuántos? y bueno... ahí estaba también el Bushi misterioso, aunque algo aturdido. 

De tal modo que con gran ligereza proyecto mi pierna derecha a la vez que hago un jego de manos para prepararme y le doy un buen golpe en el pecho del eta haciendo que caiga de espaldas al suelo. Rápidamente me preparo para el que será mi próxima víctima en esta lucha.

Cuando se me acercan los eta, desenvaino la cimitarra, ni me percato de que están ahí casi, tengo más atención puesta en el bushi misterioso, que en mis atacantes, sin embargo no voy a menospreciar a estos eta, ya que parece que algo los ha vuelto locos. A el de la derecha le doy primero, hago 2 aumentos para acabar pronto con esto

Quita de mi camino, escoria.