Los cuarteles no quedan muy retirados de aquella zona. Los encontrais sin ninguna dificultad y el trato que os dan los guardias es similar. Hay dos que montan guardia en la puerta, una puerta grande de madera con remaches de hierro que da a un patio de armas, donde ahora mismo no hay nadie practicando. El recinto tiene una planta cuadrada de dos alturas. En el piso superior están las habitaciones de los soldados y en el piso de abajo es donde entrenan y a los más aplicados hasta se les enseña a leer y a escribir. Ciertamente los Caballeros de San Juan son una orden bastante competente.
- Alto ¿Quien vive? .- Los de la puerta cruzan las alabardas y levantan los escudos en su típico gesto de defensa.
- Venimos de parte de Ángelo, el guardia del cementerio. Necesitamos ayuda; unos tipos peligrosos se han colado en el Barrio Dorado, y han entrado violentamente en la casa del alquimista. He intentado detener al más grande, pero... -señala a su casco
Uno de ellos lanza un silbido de admiración y observa el casco abollado.
- Bien, enviaremos un destacamento a detenerlos, si es que siguen allí. Pasen al cuartel, tendrán que responder a algunas preguntas.
Uno de los guardias os indica con un gesto que lo sigais mientras el otro, en mitad del patio hace sonar una vieja campana de bronce. Ese sonido os trae recuerdos de hace muchos muchos años, cuando en caso de ataque sonaba una campana para que la gente se refugiara. Os hacen pasar a la sala del corregidor, un acogedor despacho iluminado por una lámpara de aceite. El sitio es pequeño, pero muy acogedor, y una cosa que os choca bastante es que en una de las paredes haya un tapiz con el escudo de armas del clan Brujah. Es sabido que el general Atriol controla algo de la milicia armada de la ciudad, pero no sabiais que fuera tan descarado.
El corregidor, un hombre enjuto, calvo como un huevo y con unos anteojos de media luna, aparece en escena con útiles de escriba y toma asiento:
- Bien.- su voz suena casi metálica, como si tuviera mucha más edad de la que aparenta.- Vayan diciendome sus nombres y que es lo que han presenciado, narren con voz clara y despacio para que pueda transcribirlo todo.
- No tenemos tiempo para estas tonterías -pensó el teutón. Pero era mejor dejar que el Malkavian hablase
Motivo: auspex
Tirada: 6d10
Dificultad: 7+
Resultado: 31 (Exito)
Motivo: auspex
Tirada: 6d10
Dificultad: 7+
Resultado: 3, 8, 1, 6, 1, 4
Exitos: 1
Antes de psotear mi respuesta me gustaría usar auspex
-Vivo en esta ciudad, si esa es la pregunta.- mentir no me parecio inteligente, -Pero mantengo poco contacto con Rudolph. Ademas, ¿crees que un fiel siervo de Rudolph se pararia a hablar con un vampiro desconocido en tiempo de guerra? Parece que se necesitan más guerreros que bardos...- dije con algo de lastima en la voz
El hombre se hace el sorprendido
- Ah, ¿pero estamos en tiempo de guerra? No lo sabía.- Mira a lo lejos como si estuviera viendo acercarse algo.- Bueno, me encantaría quedarme a charlar más tiempo contigo, pero desgraciadamente no puedo. Ven a visitarme cuando quieras, estoy en la fortaleza del legítimo señor de esta ciudad, sin duda Rudolph te podrá decir como se llega, ya que muchas veces ha enviado a sus hombres a lo que fue una muerte lenta y dolorosa. Nos vemos
Y sin mediar palabra él y sus acompañantes, todos ellos convertidos en murciélagos salen volando.
Acostumbraros a decir que poder de auspex usais porque Auspex vale para varias cosas. Imagino que le quieres leer el aura. Nos humanos y estan adormecidos
Les despido saludando con la mano, miro hacia donde ha mirado antes de salir volando y, si no veo nada (con auspex y todo) entro en la casa del alquimista.
ok, aunque como solo tengo un punto de auspex pensé que era obvio XD
Me llamo Emerick-conmenzó el Mlakavian- y me disponía a acostarme cuando oí un gran escandalo. Asustado salí a ver que ocurría y me encontré con este caballero y una sangrienta y terrible escena, la de unas bestías desangrando a unos guardias.
- Soy Hermann Kristofferson, caballero de la Orden Teutónica. Puedo confirmar lo dicho por mi compañero. Todos los guardias de la puerta del Barrio Dorado están muertos. Intenté hacer frente a uno de los intrusos, pero resultó ser demasiado fuerte. Entró en la casa del alquimista, y entonces decidimos pedir ayuda.
Si solo tienes un punto en auspex no puedes leer auras. Al final tendre que revisar vuestras fichas y todo xD
El hombrecillo toma nota de lo que le vais diciendo.
- Bien, regresen a sus casa de inmediato, una patrulla les acompañará y usted Herr Kristofferson puede si quiere pasar a ver al armero a ver si somos capaces de sacarle el casco de la cabeza.
- Se lo agradezco, pero dense prisa por favor.
La casa del alquimista está todo manga por hombro. Libros rotos por los suelos, estanteria volcadas y un gran destrozo general por toda la casa. La cortina que cubre la trastienda está rasgada y se puede entrever unas escaleras de piedra en la parte de atrás. No hay ni rastro del alquimista ni su criado.
Te pasan a la herreria, donde un joven aprendiz te examina el yelmo
- Esto va a tener muy mal apaño señor. Tengo que cortar el hierro de vuestro yelmo para poder hacer que ceda y sacar vuestra cabeza de ahí dentro. Ha debido de ser un golpe formidable porque es increible que un yelmo así se abolle. ¿Estais preparado? Esto os va a doler lo indecible.
- Que duela. Peores golpes me he llevado en las Cruzadas, eso os lo garantizo.
- Bien, como vos querais.
El joven aprendiz indica un taburete donde se puede sentar a pesar de toda la armadura que lleva. Después calentando un cortafrios al rojo empieza a aplicar unos golpes en la cara del teuton. Durante una hora y pico larga, el teutón aguanta impasible la tortura que supone la retirada del casco pero finalmente el chico, que ha demostrado una gran habilidad logra desencajar el yelmo. Al ver el rostro del teutón no puede evitar una sonrisa
- Ahora entiendo porque llevais puesto el yelmo
- Y os puedo dejar la cara igual si vuelvo a oir una gracia similar
El teutón se levanta de la silla. ¿Cuanto quedaría para el amanecer?
- Gracias. Y si me disculpan, ahora tengo que irme. Pero antes, ¿alguien puede decirme que ha ocurrido con el alquimista?