Partida Rol por web

Palabras sin tiempo

Klaymore

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15/12/2012, 09:03
Klaymore

Poco voy a hacer leer este mes, por suerte. Ya podré encasquetartos textos del tamaño de Helwar o dudas umbrianas como las de Jezabel, pero por el momento os dejo con esto, para calentar motores y no complicarle la vida a nadie.

Esto lo escribí anoche, entre las cinco y las seis de la mañana, como texto introductorio para los Diarios de una partida en preparación (idea que, todo sea dicho, le he robado vilmente y sin ningún miramiento a Jez, así que gracias, chata. Bueno, y a Rad, obvious). No lo digo como excusa de nada, sino para recalcar que es una de tantas cosas que se escribe de madrugada, y no tiene ninguna pretensión ideológica o moral. Comentar lo que os dé la gana, los que queráis, aunque me interesa más la crítica a la dicción que a la temática.


 

Era asfixiante en el sentido más literal de la palabra. Aquello era el peso de la ley y lo demás exageraciones por parte de los frusleros. Si alguna vez has tenido unos dedos cerrados sobre el cuello sabrás a lo que me refiero, siempre y cuando la presión fuese suficiente para que, mientras el rostro enrojece, el cerebro piense algo con una certeza premonitoria. Hablo de morir.

Pero si escribo esto es porque no estoy muerto, ya que yo no creo en la resurrección. Han pasado treinta y seis horas y aún no me han encontrado. Hace esa cantidad de tiempo, ni sesenta minutos más ni menos, había un Schutzstaffel con la diestra en el cuello y la siniestra en el gatillo, cañón directo en la sien.

Y tengo la cabeza entera, gracias a Dios. El sonido del disparo sonó, y diría que me ha trastocado algo en el tímpano, o por ahí dentro, pero la bala no me alcanzó. Se estampó contra la pared, a mi espalda, haciendo saltar gravilla sobre el hombro alzado bajo una gabardina gris dos tallas más grande que la mía.

El Alemán, por su parte, salió despedido por los aires, volando un par de metros mientras asimilaba los hechos. Dos segundos después estaba en el suelo, tendido entre los escombros. Y yo, lógicamente, corriendo, escuchando dos disparos más por las espaldas. Girarme en esa situación era sinónimo de reunirme con mi padre, y mi padre lleva muerto veintisiete años, tantos más uno como yo tengo.

Así que aquí estoy, refugiado entre tres muros y medio techo, con una lata vacía al lado y contaminación hasta en el hígado. Por beber agua de río, principalmente, no por las artes de la guerra, que también. Quizá pienses que esto no es vivir, y bien cierto es. Esto es sobrevivir, y pese al nombre, es mucho peor que la vida en sí como debiera ser, pero es mejor que nada.

Prefiero vivir arrastrándome por los escombros que morir de pie, porque si él me busca no debe ser el único. El nazi dijo textualmente "la escoria como tú", y eso significa que hay más en mi condición. Y yo pensando que eso de empujar cosas con wireless era sólo cosa mía. Pues mira tú por dónde, ahora me tocará buscar a más. ¿Cuántos? No lo sé, pero me importa.

Tengo un humor ácido y retorcido, sí, pero vivimos en guerra, y cada uno se vuelve loco como quiere. Cuando tengas una pistola en la cabeza y una esvástica encañonándote escribes un diario y me lo cuentas. Hasta entonces deja de juzgar algo que te queda lejos, y ni si te ocurra sugerir que estoy discutiendo conmigo mismo. No he perdido la cabeza. No más que cualquier soldado francés en mis circunstancias, si es que hay más, cosa que dudo para mi desgracia.

Mi pregunta es la siguiente. ¿Cuánto tarda un SS en encontrarte? Treinta y seis horas. Ni sesenta minutos más, ni menos. Debería correr, pero aquí no se escucha vida ni algo quemando combustible. Si miras por donde debiera haber una pared o medio techo, no verás más que ceniza. El fuego hizo pasto la ciudad, y a una generosa cantidad de sus habitantes. Si quisiera podría recrear aquí una obra de teatrillo, y salta a las palabras quienes harían el papel de títeres.

Es cruel y divagante todo esto, me consta, pero párate a pensarlo. Nadie va a leerlo. Se quemará, como tantas otras cosas. Yo moriré, y toda esta locura verá el desenlace que se merece. Salta a la vista. A la mía, obviamente.

Mira, paro de escribir. Tengo un hombre al que matar y muchas ganas de hacerlo. No he matado a un hombre en mi vida, pero todo alrededor es ella, así que uno acaba descubriendo cierta belleza ultraterrena en algo así. Es como la presentadora de telediario que veía hace meses durante los descansos a mediodía, pero mucho más fría. Más Mortecina, por ponerle nombre.


Críticas, comentarios y sexo gratis: Aquí.

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26/12/2012, 03:02
Klaymore
Sólo para el director

 

Voy a contarte una historia. Pese a lo que pudiere parecer, no es una historia con un final feliz. Tú estás aquí, con tu carnet que te clasifica como un ciudadano de Primer Orden, sentada en el salón de nuestra casa domótica. Me gustaría explicarte todos los problemas que hay aún tras las pisadas de la humanidad, pero prefiero contarte las historias que no te quitarán el sueño. No puedo contártelo todo. Eres muy inteligente, así que supondrás el correcto por qué, pero puedo contarte lo suficiente.

Empezó hace poco más de cuatrocientos años. Estaba naciendo lo que más adelante sería Internet, y el mundo seguía dando vueltas en círculo frente a un mismo eje intelectual y moral. Pero tú ya sabes lo que es la Segunda Guerra Mundial. Lo que no sabes, hija mía, es que antes de esa tragedia no había Vitalistas, y que hasta la Tercera Guerra Mundial no salieron a la luz.

¿Recuerdas a tu chófer, Martha? Esa águila plateada del gorro... sabes lo que significa, ¿verdad? Ganaron los Nazis, aunque tú ya sabes que no ganaron la Segunda Guerra Mundial. Has leído en nuestra biblioteca que eso es información adulterada. No les interesa parecer vulnerables, pero tú sabes a lo que se dedica papá. Papá es un científico, y pese a lo que pasó a tu tío, algún día conseguirá lo que la humanidad necesita. Aquello fue un mal necesario, ¿entiendes?

Te he visto rebuscar entre mis archivos, no creas que no me doy cuenta. He visto cómo comparabas los diseños. Los inyectables, las máquinas, las cámaras, todo. No deberías ver esas cosas, querida. Son peligrosas, a pesar de que ahí estuvieron nuestros mayores. Ya has visto lo que le sucede a muchos. Las malformaciones, la locura, y... lo del vacío. No, no me refiero a Adam S.S., sino a los archivos sobre consunción anímica.

El caso es que nos hemos acostumbrado a jugar a ser dioses, ¿entiendes? Empezamos por algo sencillo e inocente, pero acabamos como no podía ser de otra forma. Y todos somos iguales. Mírate tú, querida. De pequeña hacías bailar a tu osito de peluche, te encantaba. Te poníamos música y te sentabas en este sofá. Apuntabas a la mesa de la cocina y le hacías fingir que te preparaba el desayuno. Pero el otro día le leíste la mente a mamá, y eso estuvo mal. No se puede hacer eso sin permiso, ¿recuerdas? Papá te lo enseñó. No está permitido, y papá no quiere que acabes donde los que hacen cosas malas. Tú no quieres acabar ahí, ¿verdad?

Tú hazle caso a tu padre. Potencia lo que ellos no van a ver. Ese 147 de Coeficiente Intelectual podría ser dentro de unos meses un 174 si te esfuerzas. Es tu mejor capacidad, ya lo sabes. Para cuando llegues a los estudios superiores, imagina. Podrías ser mejor que papá, y nada me haría más orgulloso. ¿A ti no? Cada día le pides las llaves a mamá para entrar en el despacho, y ahí sólo hay cosas de mi trabajo, aunque no puedo enseñártelas todas todavía, claro. Dentro de unos años te enseñaré algo más. Cuando mamá hable contigo sobre cosas de mujeres, ¿vale?

Tienes que entender una cosa, Martha. Tú ya sabes que muchos adultos quieren engañarte, y que algunos niños son más adultos que los propios adultos, ¿no? Pues bien, ahora piensa en los señores de la esvástica como a extremistas. ¿Recuerdas cuando fuimos a Marte? ¿Cuando fuimos a ver al tío al hospital? ¿El hombre de color oscuro? Era el primero que veías, y hay más. Las marcas del rostro eran para clasificarlo. Ciudadanos de Tercer Orden, por debajo de la gente corriente. Parias sociales, hija, ¿y sabes por qué? Por lo que viste. La piel.

Sí, sí, sé que es difícil de creer, pero es así. Ya viste dónde acabó tu tío, y eso que tan solo estaba enfermo. Las Águilas no quieren a débiles. Son exigentes, y tú sabes que eso está bien, pero hasta cierto punto. Y ellos se pasan del punto por mucha distancia. Si no fueses inteligente, ese hombre no te llevaría a clase, y no te llamaría Doña Martha ni te abriría las puertas para que entrases. Muchos compañeros tuyos no tienen de eso, y yo no lo pedí. Me obligaron, como siempre. Porque trabajo para ellos, y ellos reclaman para sí lo mejor. Siempre. Siempre ha sido así.

Ahora todos estos lujos te parecen bonitos, pero aún así tú te sueles conformar con poco. Si a día de hoy ya te da igual el chófer cuando tengas mi edad comprenderás que lo mejor vivir como papá. Benefíciate de lo que ellos te dan, pero engáñales. Tú nunca traicionarías a tu padre por ellos. Está en tu ADN. Y papá es genetista, así que sabe de lo que habla.

Nosotros no podemos cambiar el pasado. No podemos cambiar lo que las Águilas hicieron. Lo que Alemania y Estados Unidos hicieron. Pero pudimos cambiar lo de las DSM, Dimensiones Simultáneas Múltiples, más o menos, y pudimos controlar el Vitalismo hasta cierto punto. De ahí que tu tío esté donde esté. Aún tienes la marca en el brazo, ¿verdad? Tú tío nunca había sido fuerte, pero ya lo viste. Tú viste lo que le pasó. Y fueron los planos que tú miraste, Martha. Concretamente, un inyectable y un poco de fototerapia. Lo sigues viendo en televisión, ¿no? Los sábados por la noche. En cuanto se levanta del trono en el almacén puede levantar un vehículo blindado a pulso. Me gustaba más cuando veías el canal Ciencia, la verdad. Ya sabes lo que pasa con el Historia y el Carcelario.

Lo dicho, Martha. La historia es sencilla. Ellos jugaron a ser Dioses porque querían lo mejor. Lo están consiguiendo, pero esa guerra aún no la han ganado. No pueden controlarlos a todos, es imposible. Es como intentar sujetar un polo negativo con otro, o disolver una hebra de almas en un nodo. Sólo conseguirás desatar una reacción opuesta. Y tú me tienes que ayudar. Al grupo de papá no les queda gente que pueda mirar en las mentes, cariño, y no nos sobra gente inteligente. ¿Qué te parece si vamos a ver a tu hermano dentro de dos semanas? Tiene a un hombre malo, y necesitamos que averigües un par de cosas. Las manos en la espalda esta vez, lo prometo, cariño. Haremos las cosas a tu manera. Es sólo que a papá a veces se le olvida que hay cosas que no siempre son necesarias. Papá no es perfecto, ya lo has visto.

 

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03/03/2013, 23:07
Klaymore

Nenas y nenes, esto es un boceto de personaje para una partida de Cthulhu ambientada en la época actual, con un personaje Over Power y la habitual Locura de Klaymore. Es largo, pero la idea es juzgar si, para ser algo parido en un par de músicas, es o no bueno, tanto como propuesta para una partida (nivel de poder aparte, como calidad solamente) como por texto en general.

AVISO: El texto puede herir la sensibilidad de cualquiera. Léase con prudencia. Réplicas aquí, please.

PD: Tengo pendiente de responder a Naelendur.


Ancel Zimmerman

When you came in the air went out
And every shadow filled up with doubt
I don't know who you think you are
But before the night is through
I wanna do bad things with you

I'm the kind to sit up in his room
Heart sick an' eyes filled up with blue
I don't know what you've done to me
But I know this much is true
I wanna do bad things with you

When you came in the air went out
And all those shadows there filled up with doubt
I don't know who you think you are
But before the night is through
I wanna do bad things with you
I wanna do real bad things with you

I don't know what you've done to me
But I know this much is true
I wanna do bad things with you
I wanna do real bad things with you

Imágenes: Alexander Skarsgård.

Nombre:  Ancel Zimmerman.
Apodo: Z.
Edad:  34 años.
Sexo: Hombre.
Cabello:  Rubio.
Ojos: Azules.
Altura: 1,93 metros.
Peso: 100 kilogramos.
Forma de Ser: El mismísimo hijo del Diablo.

Historia.

Ancel Zimmerman es un nieto no declarado de Josef Mengele. Nació en Berlín, capital de Alemania. Salió del vientre de su madre en un quirófano programado, en el hospital universitario Charité, uno de los más grandes de toda Europa. Hijo de una Cultista y de un neonazi, es, por su naturaleza, un monstruo. Literalmente.

Nació a manos de la fecundación in-vitro, seleccionando en su ADN el perfecto prototipo de hombre ario. Rubio, de ojos azules, recesivo a nivel genético a más no poder. Atlético, saludable, fuerte, ágil. Es el modelo de superhombre por excelencia, dentro de un canon realista. No podría aspirar a las olimpiadas, pero es un espécimen notoriamente superior a la media en todos los aspectos, incluida la amoralidad y cierta esencia primigenia.

Es extremadamente complejo explicar cada aspecto de su vida, así que hay que tomarlo con extremada calma. Y en ello estamos.

Para entender el origen de este ser hay que remontarse a sus padres. Y más allá. En la Segunda Guerra Mundial, Mengele se dedicó a todo tipo de experimentos, y cuando quiero decir todo tipo es todo tipo. Por desgracia, no disponía de los medios para abarcar todo cuanto deseaba. Era una cuestión de recursos y tecnología.

Su hijo conocido es Rolf Mengele, pero tras separarse de su mujer por carta desde sudamérica, estableció más lazos y dejó su semilla en más sitio. Así es como alumbró a su otro hijo, Adolf, llamado así en honor al tercer Reich. No tomó el apellido de su padre, adoptando uno falso. A él se le legó el diario de bitácora con sus experimentos del padre, y el continuó en secreto el proyecto de los nazis tras la guerra, siguiendo como punto de partida aquel que su padre había dejado escrito.

Era una tarea ardua, más teniendo en cuenta la naturaleza de los estudios. Hablábamos de relacionar al superhombre con la esencia de los primigenios, ni más ni menos. Y aquello era algo francamente inconcebible, pero siguió unido al brazo de los demás oculistas alemanes, ansiando fervientemente llevar al menos uno de los proyectos a buen término. ¿Pensó alguien que todas las divisiones de ocultismo sobrenatural nazi surgidas durante el nazismo desaparecieron sin más? Pues pensó muy mal.

Es imposible narrar también toda la vida de ese hombre, ya que no es el verdadero protagonista. Dígase simplemente que, en pleno asalto y derribo a una biblioteca dedicada al culto, encontró a la que tomó como su esposa. Aurore Natalie Applewhite, que no intentaba sino encontrar un método para ascender y convertirse en algo más allá que una mera humana. Había dedicado su cuerpo y alma a La Ascensión, sin frutos.

Adolf y Aurore, irremediablemente, empezaron una macabra relación. Paradójicamente, él tenía cuarenta años y ella diecinueve. No llevaban ni dos meses cuando lo hicieron. Tras unos meses distanciándose del mundo, poniendo barrera con los anteriores estudios, se centraron en un único proyecto. El de crear un hijo que sí fuese un éxito.

 Ese hijo fue Ancel, que tomó el apellido franco de su padre, Zimmerman. Es una vil mentira, pero es mucho mejor que reconocer tu ascendencia. La realidad es que Ancel, como ya se ha dicho, fue concebido sin amor en 1978, el primer año que se puso en marcha el sistema de fecundación in vitro para parejas no fértiles. Pese a que ellos no sufrían tal problema. La razón de generar así a su hijo fue la de poder modificar su ADN, escogiendo sólo rasgos de herencia genética propios de el superhombre, y en menor medida, de un ser primigenio. Insertando en Ancel fragmentos de información genética provenientes de un bote de formol consiguieron hacer de el niño una absoluta abominación. El contenido de aquel recipiente no eran sino tentáculos conservados, provenientes de una ya caída criatura de las marismas. Su obtención se remonta al laboratorio asaltado de Aurore, donde atesoraba aquello dentro de una caja fuere como si valiese más que todos sus libros juntos.

Hasta la primera ecografia, los padres se quedaron sin uñas a la espera de encontrarse vete a saber qué en el vientre, pero cuando encontraron un feto normal y corriente el alivio fue descomunal. Nueve meses de agobio y paranoia. Y otro de regalo. Diez meses tardó Ancel en nacer y acabar de gestarse. Nació con latido, pero sin respiración. Se había estrangulado con su propio cordón umbilical durante el parto, debido a la malapraxis. Se le consiguió reanimar con éxito, pero hubo que operarlo de urgencia.

No sólo sufría de dextrocardia, teniendo el corazón en el lado derecho, sino que además, no había cerrado su agujero oval propio de la circulación cardíaca fetal, y su sangre vagaba libre y sin control por el organismo, sin alimentar los pulmones ni oxigenarlos al no haber circulación menor. No respiraría nunca más si seguía así. Se le sometió a cirugía de urgencia, reparando el daño y convirtiendo su anatomía en la de algo más que un embrión. Nunca se llegó a saber por qué su sistema circulatorio no evolucionó con normalidad a la par que el resto del sistemas corporales.

Ancel gateó con cinco meses, pese a estar tres meses convaleciente en el hospital, y pronunció su primera palabra a los siete. A los doce meses se podía mantener en pie y ya leía con dos años. A los tres años sabía decir "Dextrocardia: situación congénita o adquirida en la que el corazón se encuentra en la mitad derecha del tórax debido a una causa genética". Sus padres sabían muy bien a qué se debía.

Ancel recibió una educación nazi, a manos de un padre nazi, y una educación médica y oculista, basada en una doctora con aires de grandeza que veía en su hijo el potencial para llevar a término el sueño de su vida. Con cinco años Ancel tomó de la biblioteca bajo llave uno de los libros de su madre, y se puso a leerlo. Ya sabía decir "judío de mierda", pero no entendía el significado de la palabra "locura". Lo hizo tras leer el libro, que no narraba sino un sinfín de apuntes sobre terapia genética y, en la última palabra, un sinfín de posibles nombres tachados, salvando "Ancel".

No le costó comprenderlo. Para cuando su madre entró en casa, se encontró a Ancel llorando, mirándose la palma de la mano. El crío tenía el libro pegado a la mano, gracias a una serie de ventosas distribuidas sobre la palma de la misma. Ancel era un primigenio, a su manera. Su madre lo sedó a la fuerza, pues no había otra forma de calmarlo.

Nada volvió a ser lo mismo. Ancel se tornó un niño introvertido y huraño hasta la adolescencia, traumatizado por aquello. Pasaba largas horas en la bañera, a remojo, o en el cuarto de baño, mirándose. No era capaz de controlarlo. No encontraba un razonamiento lógico. Sólo al recordar detalles macabros surgía. Ver grabaciones de su padre, o leer sus libros. Cotillear pornografía sadomasoquista en el ordenador. Espiar a su madre en la ducha. Sólo evocar en la bañera ese tipo de cosas nauseabundas despertaban su yo-latente, cubriendo su cuerpo de ventosidades y, una vez, transformando los dedos de la mano derecha en cinco pequeños tentáculos, inertes para su desgracia.

Fue en la adolescencia cuando todo se tornó si cabe más asqueroso. A los doce años, ni más ni menos. Su madre, con 31 años por aquel entonces, había seguido con sus investigaciones, lucrándose de analíticas de sangre en Ancel para ello. A través de un ritual, marcó para siempre su espalda y creyó conseguir algo. No se transformó en algo como Ancel, pero creyó alcanzar la inmortalidad, a su manera. A día de hoy la mujer sigue conservándose joven y bella, con 31 años, pese a tener 53 años de edad. Es la envidia de todas las que le conocen, argumentando que tiene más quirófano que nadie encima. Ella se limita a sonreír ante afirmaciones así.

Volviendo a la línea temporal, Ancel tenía doce años. Pasó toda su adolescencia cambiando de personalidad. Se convirtió a los dieciocho en un auténtico Don Juan aberrante, sin remordimientos ni conciencia. Era un manipulador. Convencía a los demás para que fuesen sus títeres, y era el rey de su pequeño mundo. Todas las chiquillas suspiraban por su carne, y todos los chiquillos veían en él un referente a seguir.

A los diecisiete años, su padre llevaba dos años ausente, en paradero desconocido hasta donde Ancel sabía, aunque no le importaba. Creía que estaba con sus amigos, buscando algo sin éxito, y así fue. Fue con diecisiete cuando Ancel se cansó de espiar a su madre con aquel complejo de Edipo. Era joven y guapo, un auténtico bribón, y pensó en llevarlo hasta el límite. Por cuestiones de decencia, no voy a dignarme a escribirlo en este relato, pero se puede leer entre líneas lo que aconteció para con su madre a esa edad. ¿No? Ancel se acostó con una mujer que le sacaba catorce años. ¿No? Ancel se acostó con su madre, y podéis creer que lo disfrutó, y que repitió. Aurore no veía en él sino un pequeño hijo de la brea que tenía el potencial para poner el mundo a sus mismísimos pies.

A los veinte años, Ancel se estaba sacando una doble titulación universitaria. Medicina y Derecho, al mismo tiempo. Tenía cerebro para ello, y para lo que quisiera. Le gustaba poder saber cómo funcionaba el mundo y sus normas, para poder manipularlo a su antojo, y debía saber de medicina para averiguar más sobre su condición y sacarle el máximo provecho. Teniendo al abuelo que tenía y a la madre que tenía, era lo más lógico. Era lo que debía hacer.

A escondidas de su madre, mientras compartía sus libros y su cuerpo, comenzó a hacer negocios. Al principio sacaba el dinero de forma simple, apostando cualquier cosa con cualquier persona, o vendiendo sus dones sociales. "Haré que Vero sea tuya". "No lo harás antes que yo". "Es mía". "Haré que saques un sobresaliente". Grano a grano, consiguió una nimia pero suficiente cantidad como para poder darse sus caprichos.

¿Qué caprichos? Como ya he dicho, Ancel era un auténtico depravado. Se acostaba con su madre, y manipulaba a las mujeres como quien decide cambiarse de ropa interior. Había acumulado una cantidad de contactos preocupante en la agenda del móvil, y estaba dispuesto a llevar su vida sexual al siguiente nivel. Y digo sexual porque Ancel no amaba. Fingía dar amor, y ocultaba sus engaños con el resto de las mujeres. Si alguna le descubría, conseguía darle la vuelta al asunto y hacerla creer culpable de ello, o dándoselas de ángel incapaz de elegir. Era cuestión de tiempo que su retorcida naturaleza reproductiva se elevase al siguiente nivel.

Ancel acabó abofeteado muchas veces por ello, llamándole de todo menos bonito, pero valió la pena por los éxitos. Algunas de esas amantes ocasiones en su apenas nacida veintena de edad pasaron a convertirse en sus amantes. Suyas. Y sólo de él. Probó el poder de ser un hombre dominante y manipulador, que ponía bajo su yugo a quienes podía. Alquiló un sótano y lo usó de picadero. Y allí hizo negocio como pronexeta amateur. Hubo gente que, de enterarse, hubiese vomitado al ver que Ancel ofrecía a sus parejas como prostitutas. Hizo que compañeros de clase se acostasen con sus compañeras, sacando beneficio económico por ello. Más de una vez se quedó a mirar, y acabó largando al chico en cuestión alegando que no se iba  quedar de brazos cruzados viendo su inexperiencia y falta de talento en el arte.

Cuatro años después, a los 24, Ancel ya ejercía como abogado en un bufete desde hacía doce meses, y acababa de sacarse la carrera de medicina. Había comprado tres locales de prostitución legales en los Países Bajos, uno de ellos en el barrio rojo de Ámsterdam.

Ahora es una eminencia en cirugía cardíaca y pediátrica. Intentó estudiar genética, pero descubrió que ya era un monstruo, y que no la necesitaba. Se contentaba con ser un Dios sobre la tierra. Ha dejado a un lado su trayectoria profesional como abogado, aunque tiene su propio bufete y una clínica privada, dirigida por otros. Todo ello sólo le da dinero, al igual que sus burdeles.

Es, por lógica, un grito para la sociedad. Un médico experto en cirugía pediátrica, que tiene un bufete de abogados y toda una red de prostitución en los países bajos. Lo que la gente no sabe es que ahora, directamente, se dedica al tráfico de personas, algo a todas luces peligroso, y por lo cual ha tenido que aprender ciertas habilidades, aunque como en todo, apenas está pendiente, dejando que sea su ejército quien lleve los hilos, mientras él solo mira las cabezas principales del escenario. Actualmente, Zimmerman se dedica principalmente a una cosa.

Conoció hace seis meses a Irina Vólkova, una rusa la mar de interesante. Se dedicaba también al tráfico de personas, pero lo hacía como cliente. Tras acostarse con ella, Ancel descubrió que usaba a sus compras como sacrificio. Sacrificio a los primigenios. Esa misma noche, Hastings, Marsh & Dubois irrumpió en aquella cama, asesinando a Irina Vólkova y saqueando sus efectos personales.

Ancel, lejos de compartir ese destino, ingresó en la impresa. Se dedica principalmente a tareas burocráticas, allanando vacíos legales o distribuciones geográficas para mover a los agentes, aunque hace de intermediario y negociador cuando se tercia, y es sin duda el hombre de elección para cuando hace falta tratar con alguna mujer, o hace falta carne de cañón. Su red de contactos y de "sacos de órganos" es tan extensa que le provoca una sonrisa macabra cada vez que la menta.

Es más feliz que nunca, pese a que, con 34 años, sigue acostándose con su madre de 31, cual Edipo, y dirige cuatro negocios mientras se dedica mayoritariamente al quinto, buscando descubrir más sobre su naturaleza. Obviamente, oculta su verdadera condición, dejando que su doble aspecto de monstruo hecho de zarcillos negros se mantenga en el submundo, latente hasta que necesita, en soledad, recurrir a un aspecto más oscuro que el de los propios demonios.

Firmado,

Aurore Natalie Applewhite.