Obvio que el señor Baja-Pantys tenía plata, pero tenía más papeletas de ser mi sugar que mi amante. Yo tenía una clase, así que le sonrío a todas las cosas buenas que dice de mi, porque es verdad y al menos alguien se daba cuenta.
-Lleváme a casa, tengo que descansar tras el disgusto. Se me tiene que pasar el sofoco de que mi familia sea tan inconsieste...