Partida Rol por web

- Hola - saludó Eli mientras se quita la mochila y la chaqueta y lo dejaba donde vio que lo habían dejado los demás. 

No esperaba que alguien quisiera robarle los deberes de matemicas a medio hacer en medio de un cumpleaños. 

- He llegado tarde porque mis padres no aprobaron que desmontara el mando del garaje. Pero no es mi culpa que estuviera mal hecho - le dijo a Safira, para que entendiera que ella no tenía la culpa, sino sus padres. 

Dicho esto, observó el panorama de la fiesta. 

- ¿Ha pasado algo divertido? 

Además, dio un par de golpecitos al bolsillo para que Pim se diera por enterado de que ya podía salir. 

Safira estaba acostumbrada a la manía de Eli de desmontarlo todo. La eshu se rió de buena gana y le señaló a Eli dónde podía dejar sus cosas.

-No. Bueno, soplaron las velas y Segismundo me enseñó a girar una peonsa. Pero se me da fatal. ¿Qué tal estás?

Candela miró a Raquel y después a Segismundo con cara de terror.

-¡Niño, que no voy a montar una orgia! ¡Qué no! -exclamó Candela poniéndose de pie y agitando una mano exageradamente. No se le daban bien los niños, y menos aquellos que parecían tener una extraña fijación por llevarles a la perdición-. ¡Por la Virgen de la Divina Providencia! Anda, ¿por qué no le pides a Safira que te cuente una historia? Y no te acerques a Cortapanes nunca jamás. ¿Me has oído? Como lo hagas me enfado.

- Yo bien - dijo -. Pero, ¿te acuerdas el molinillo que estaba haciendo? 

En cuanto ve cómo Safira asiente, prosigue. 

- ¡Gira del revés! - alza las manos -. ¿Te lo puedes creer? 

Viendo que igual estaba llamando un poco la atención, miró a ambos lados y bajó un poco la voz. Aunque había bastante griterío en ese momento. 

- ¿Y tú? No te preocupes por la peonza. Podemos practicar más días. ¡Seguro que puedo fabricar una peonza que gire sola!

-Perdona, tía, es que soy de Bilbao -dijo Amaia bajando la voz-. ¿A Seve también le han dao? Yo le veo bien. -Echó un vistazo en dirección a Marcel y Blanca y una sonrisilla estúpida le cruzó la boca durante un instante-. Bueno, con Candela, pues qué va a ser. Ha empezado a vacilarme y yo no me achanto. Pero es sólo por joderla un poco, no te creas. Es tonta, la chica, qué se le va a hacer. Mientras no lleve a Samuel a sitios raros...

-No pasa nada. Ya aprenderé.

Se giró hacia Segismundo y Candela y se metió las manos en los bolsillos de la falda. Puso una cara muy rara y clavó la vista en el suelo.

Amaia escuchó a Candela gritar y volvió la cabeza en su dirección.

-¡ORGÍAS AQUÍ NO, CAGOENDIOS! ¡TÚ, NIÑO RARO, DEJA DE JODER LA MARRANA!

Y miró a la sátiro como advirtiéndole que ni se le ocurriera tocar una nota.

- Cortapanes es mi padre adoptivo, paso más tiempo aquí que en mi casa. No me puedes prohibir que esté con él. Estoy más tiempo con Cortapanes que contigo- El niño se cruzo de brazos y le sacó la lengua, burlón. Pero su curiosidad era demasiado intensa, y deshizo el gesto sabiendo que eso estaba mal si quería respuestas.- ¿Qué es una orgía? ¿Un tipo de montura y por eso no lo puedes montar? ¿Se cabalga? ¿Corre, vuela o nada? ¿Qué tipo de cosas come? ¿Es quimérica?...

La tormenta de preguntas empezó a llover, aunque fuese para los oídos de la gente alrededor, un suave aguacero.

A Eli eso de entender a las personas no se le daba especialmente bien. De hecho, no se le daba bien en absoluto. Tenía la empatía de un ladrillo y la misma comprensión que una llave inglesa del quince. Pero ella lo intentaba. A fin de cuentas, eso contaba, ¿no?

Abrió la boca para comentar algo con su peculiar sutileza, cuando Pim decidió que era buen momento para salir del bolsillo. 

Asomo el morrete, soltó un gorgorito y un chillido al ver tanta gente y tanto ruido. Acto seguido, cayó al suelo en forma de cubo de rubik. Por supuesto, deshecho. 

Eli resopló. 

- Maldito bicho - gruñó mientras se agachaba a por él. 

Soltó varios insultos por lo bajo antes de recoger el cubo, que además temblaba. Ahora seguramente tendría que resolverlo para que el cabezota de Pim abandonara esa forma. En buena hora se la enseñó. 

- Te guardaré el secreto, no te preocupes. ¿Quieres que te ayude? Quizás pueda intentar convencer a Lady Ágata de que te deje investigar. O no sé, lo que necesites para que la armadura llegue a buen puerto. - le digo, cogiendo una silla y sentándome junto a ella - Te tengo que agradecer toda la ayuda que me has dado desde mi Crisálida, así que es lo mínimo que puedo hacer por ti. -

Trini soltó una sonora carcajada.

-¡Alarma! ¡Adolescente hormonado a la vista! -vociferó señalando a Segismundo desde detrás de Amia, donde uno se sentía infinitamente más seguro.

Safira se apresuró a prestarle atención al cubo de Rubik. Apartó una silla para que Eli pudiera sentarse y se inclinó sobre Pim.

-¿Es Pim? ¿Qué hace?

Eli empezó a deshacer el cubo, pero el tembleque de Pim no ayudaba en absoluto. 

- El muy idiota se ha asustado con los gritos. Es un blandengue... - susurró -. ¿Te quieres estar quietito? - le pidió al cubo perdiendo la paciencia. 

-Que te calles ya -exigió Liliana, roja como un tomate. Pareció darse cuenta de la brusquedad de sus palabras y le dio un puñetazo amistoso en el brazo-. No hace falta. Ya pensaré algo. ¿Y tú qué? ¿Cómo llevas lo de, ya sabes, ser un hada y eso?

-Ay, pobre cosita -sonrió Safira, y extendió la mano para acariciar la superficie del cubo con dos dedos-. ¿Qué es eso del mando del garaje?

- Ah, eso... - Eli dejó de juguetear momentáneamente con el cubo y se ruborizó un poco -. Lo desmonté para ver cómo funcionaba y como estaba mal hecho, no lo pude volver a dejar en su sitio. Se cascó la sujeción interna. Pero papá no pudo sacar el coche a tiempo porque se bloqueo la apertura manual, de lo cual yo no tuve nada que ver, y llegó tarde al trabajo...

Ante el tacto de Safira, Pim se tranquilizó un poco y dejó de temblar tan efusivamente. 

- ¿Ves, tonto? Es Safira, no te va a pasa nada. Ahora, deja que acabe de montarte... - le susurra dando las últimas vueltas a las piezas. 

-Ay, por favor -la sátiro puso cara de desagrado-. Déjame en paz, niño mosca. Vete a chupar terrones de azúcar por ahí.

Candela se levantó y tiró de Raquel para llevársela a otro lado, a uno en el que no pudieran molestarlas.

Trini alargó la mano para coger unos banderines que colgaban del techo, los cuales arrancó quedándose solamente con el hilo. También vació dos vasos de plástico en una maceta cercana con poco disimulo.

-Presiento que se va a integrar fantásticamente ese niño. Sobre todo en el Consejo de Remedios -comentó mientras agujereaba con los colmillos los vasos-. Aunque siempre podemos usarlo de carnaza con el Corby. Sería una ofrenda de paz acojonante, ¿te imaginas? Por cierto, que maleducada. ¿Querías algo?

-Jooo...- si la gente no le respondía a las preguntas, ¿Cómo esperaban que aprendiera?. 

El desánimo era patente en los hombros del muchacho que dejaron de mantenerse erguidos y pasaron a mostrar una caída pronunciada y su rostro a mirar el suelo. Como una sombra entre piernas largas de adultos se deslizó hacia el asiento que antes ocupaba para encontrarlo ocupado por Eli. Se quedó de pie con una sonrisa, tampoco le molestaba

-Hola ¿Qué tal?- Preguntó mientras cogía algo de comer, llevándose la parte blanda a la boca y el resto lanzándolo por encima del hombro. Un brazo negro y largo surgió de la espalda del chaval, cogiendo los restos de comida al vuelo, para qué poco después sonase un ruido de masticación. 

Eli levantó la ceja al ver cómo la... cosa se comía las sobras. 

- Interesante - murmuró mientras giraba por última vez las piezas y el cubo quedaba completo. 

Había tardado tan poco porque ya se sabía prácticamente de memoria los patrones habituales de Pim en forma de cubo. El pobre bicho no tenía demasiada inventiva, pero iba mejorando. 

En cuanto terminó, el cubo se volvió gelatinoso en sus manos y de color rosa. Poco a poco, se volvió más redondeado. Entonces, Pim abrió los ojos, grandes en comparación con su tamaño, y se restregó mimosamente contra el pulgar de Eli. 

- Hola, Segismundo - saludó Eli haciéndole carantoñas a Pim y dejando que Safira lo cogiera -. Estamos bien, Pim se había asustado. ¿Qué es eso de tu espalda? ¿Tiene nombre?

Sí, directa al grano.