Partida Rol por web

Whalen parpadeó confuso. Se removió inquieto en la silla. Se rascó la cabeza con el borde de su escudo. Suspiró. Envainó la espada y se inclinó hacia delante, como para levantar el culo de la silla por unos momentos, aliviando sus posaderas de la presión.

Está bien, ser. No os podemos impedir que vayáis por este camino por detrás de nosotros. Lo único que os he de recordar es que queremos a ese traidor vivo.

Y aquí posó su vista más en ser Joris que en Roshar. Ese viejo loco no parecía capaz de refrenar su espada si llegaba el momento.

Ha de responder por muchos crímenes que atañen a nuestra casa y seguro que durante este tiempo ha hecho muchos más tratos turbios para poder comer. Su interrogatorio puede reparar el honor de más de una casa mancillada.

-Los enemigos del Caballero Zorro son bien recibidos. - Aseguró el viejo caballero Landseer conforme con las explicaciones de Ser Roshar, aunque en realidad había dejado de prestar atención a las mismas desde que el caballero a servicio de los Crogall dijera que tenía asuntos pendientes con el Zorro. Para él era suficiente con eso para forjar una alianza y compartir el camino.

-Podréis interrogar a ese viejo Zorro en cuanto mi duelo contra él se resuelva con mi honrosa victoria. Pero no os preocupéis, mi joven señor, lo mantendré con vida para vos.- Ser Joris hablaba con voz tierna, como el experimentado maestro que explicaba a sus discípulos saberes que todavía no estaban al alcance de sus habilidades.

Ser Roshar se mostró agradecido al no encontrar inconveniente a su petición, aunque no sabía si todos los presentes mantendrían silencio.

- Como desee, mi señor. - 

Respondió con sumisión. No tenía problema en acatar la orden, pues su único deseo era arrancar una confesión al Caballero Zorro que pudiera llegar hasta la última instancia. Y para eso era necesario que estuviese vivo.

También dedicó una mirada a Ser Joris. No tenía motivo para dudar de su palabra, pues todo indicaba que la acataría hasta no poder levantar su espada nunca más, pero se mantendría atento para asegurarse de ello. El Blackfist no otorgaba su confianza con facilidad. 

Lady Scarlett, disfrazada, inconspicua, fue hilando un rumor a lo largo del día.  Alguna frase sugerida de paso al estar comprando una prenda, otra confirmada con la mujer de junto, luego una reafirmación como una tercera ante esta.  Que sí, que oí que en tal camino hacia tal posado habían matado a los jovenes Claviguer, que lo había hecho un tal "Caballero Zorro", tratando de ensuciar la reputación de los Crogall....   Que si el tal Caballero Zorro los había enterrado en tal lado para ocultarlos, que si no, que si en una cueva, ....en fin, que quien sabe porqué lo hacía, o que si pretendía las tierras de los Claviguer o era una antigua venganza.....  Que se disfrazaba de caballero de allende el mar, que si tenía muchos disfraces, ...en fin. 

Su objetivo era que encontraran a los cuerpos para que los pudieran llorar las mujeres de la familia -paz sea con ellas-, y que se les pudieran hacer los rituales para dejarlos en manos de LosSiete.  De hecho, le rezó a todos los 7, inclusive al "Extraño", para que tuviera éxito su engaño para el triple objetivo -como malabareando tres clavas a la vez-  para darles paz a los Claviguer, proteger a su Whalen y su familia, y presionar al CaballeroZorro por múltiples lados. 

Era tal su congoja por la muerte evitable que había causado la ira de su suegro, que le ponía todo su esfuerzo a que esto le saliera bien.  Por eso entraba y salía de disfraz, a veces de religiosa, otra de vendedora, inclusive de paje, para que se corriera rápido y se actuara al respecto.  

-No, mi señora. -Respondió el muchacho con la cabeza gacha mientras seguía a Lady Varya. -Mi madre está muerta. He ido a buscaros a la explanada del torneo, donde están todas las casas, encontré la vuestra pero unos soldados me echaron de un puntapié. Un caballero me dijo que había visto vuestros colores en esta posada y por eso he venido aquí.

Las palabras de Lady Scarlett lograron calar en un pequeño público que la escuchó atentamente. De todos era sabido que en el Bosque Real había forajidos y bandoleros a montones, y que el Caballero Zorro era uno de los más infames que asaltaban a viajeros y caminantes. Poca sorpresa fue por tanto, que su nombre estuviera ligado al de la desaparición de los Claviger, aunque hubo quien puso en duda la historia de la dama, sacando a relucir el otro rumor que últimamente había cogido fuerza en la ciudad: los Crogall mataron a los jóvenes Claviger, delito grave pues eran emisarios del Rey en ese viaje del que nunca regresarían. Cómo iban a confiar en quienes habían asesinado a sangre fría a los Quince de Marshbury en las tierras de los Dannett. Pese a todo, sí que hubo un gran número de plebeyos que creyeron las palabras de Scarlett y rezaron a los Siete por el alma de los tres jóvenes. Aunque la dama quiso dar detalles sobre dónde se encontraban sus cuerpos para que Lord Claviger o algún familiar los encontrase, poco éxito pudo tener esta información, pues Galdrín y Covern habían dado buena cuenta de no dejar rastro alguno de los muchachos.

Entre tanto, la dama consiguió sacar algo de información con el retrato que había hecho dibujar. Al parecer, dos o tres personas reconocieron la cara allí dibujada y la relacionaron con un nombre. Maiyo Vierro, un mercader braavosi. Joven, agraciado y de un gran atractivo físico. Con barba y un bigote bien cuidados, melena negra y brillante. Ojos de color verde intenso como el jade y mirada penetrante.

El grupo continuó la marcha, ahora con la presencia de Ser Roshar y siempre con Ser Joris a la cabeza. Continuaron por el mismo camino flanqueado de árboles hasta que llegaron a un punto donde el camino se difuminaba con la maleza y las hierbas salvajes que lo engullían hasta hacerlo desaparecer. Avanzaron unos metros más hasta que les fue imposible continuar con los caballos y descabalgaron y ataron a las bestias en uno de los árboles. Ser Joris informó de que el lugar donde había quedado para su duelo con el Caballero Zorro estaba cerca, y que tendrían que avanzar a través de los árboles para llegar a un pequeño claro conocido por los bandidos del Bosque Real como el Claro de Sangre, pues allí era donde resolvían las rencillas que se disputaban entre ellos cuando alguien quería retar al líder de una banda o a algún rival.

Caminaron entre los apretados árboles con precaución, pues temían que en cualquier momento se desatara una emboscada. No fue así por gracia de los Siete, y tras unos metros de camino a través de la maraña de árboles pudieron ver la tenue luz de la luna incipiente y del atardecer frente a ellos. El claro se encontraba justo enfrente.

-Creo que si ese Caballero Zorro es tan listo como decís, será lo suficientemente inteligente como para huir si ve a un pequeño ejército aproximándose al claro. Será mejor si nos dividimos en parejas y bordeamos desde diferentes ángulos el claro. Así también controlaremos mejor la zona. -Sugirió el caballero errante.

Ser Roshar aún no se atrevía a descartar la emboscada o a dar por hecho que no habían sido detectados. El Caballero Zorro era astuto y conocería el lugar escogido como punto de encuentro a la perfección. Sin duda estaría preparado. Los integrantes desconocidos del grupo no ayudaban a calmar los recelos del caballero. Menos cuando aconsejaban la división, por mucho que fuera lo que él mismo hubiera propuesto.

- Iré con vos. - respondió por acelerar las cosas y sin encontrar una forma coherente de oponerse. Miró al resto por si alguno pensaba discrepar. 

El Blackfist se sentiría más tranquilo vigilando de cerca a quien menos conocía en la escolta, esperando que Galdrín acompañase al heredero Crogall y dudando que el Lugus pudiera suponer un peligro para Ser Adrik. Tendría que ser un tremendo actor. Pensaba además que el maestro de armas no permitiría otro tipo de reparto. 

-¡Oh! Lo lamento. - dijo en referencia al falllecimiento de la madre del muchacho.

En verdad era así, ella sabía lo que era quedarse sin nadie a temprana edad y las penurias que conllevaba, pero también sabía que lo que no te mataba te hacía más fuerte. Desechó el resto de información como no importante aunque en su cara se reflejó algo parecido a la aprobación por el tesón mostrado, tenía que alentar al chico a hablar cómodamente, y continuó con el tema que le interesaba.

-No es fácil quedarse solo y seguir adelante, se necesita valor y fuerza para no darse por vencido. ¿Hace mucho que sucedió?

Whalen se sentía pequeño en la silla. Iba cagado de miedo. temía una emboscada dewrás de cada matojo. Para darse ánimos iba pensando en sus hazañas en aquel viaje. El combate contra los lobos, la captura del mercenario Flores, la carga de los gañanes cuando la muerte de Flores, el encuentro con los Claviger... No eran hazañas dignas de una canción, desde luego. Se sentía deprimido. No entendía la acción que habían hecho contra los heraldos. Por una parte creía merecer cualquier castigo Real, casi lo buscaba, pero por otra parte eso iría contra la familia. Eso no podía ocurrir. Un castigo Real los debilitaría y haría fuerte a sus codiciosos vecinos, como los jodidos Danett.

Al final llegaban al lugar acordado. Bryan propuso ir por parejas. Él ya se veía luchando hombro con hombro con el caballero errante. Pero Roshar destruyó su sueño.

¿Cómo pueden dos caballeros ser tan distintos? El galante y cortés Bryan contra el práctico y puta de Roshar. ¿Es de fiar?... Si Padre se fía de él, yo me fio de él.

Observó al resto de la comitiva. Sería divertido ir con Lugus. Los dos inútiles juntos. Al menos se sentiría más en consonancia que con su primo Adrik "El Perfecto" o Galdrín.

Me parece una buena idea, ser Bryan... ¿Con quien iréis Orten?

Bryan estudió al caballero que servía a los Crogall y que había llegado hasta ellos haciendo uso de disfraces y subterfugios. Afirmó con la cabeza y no puso objeción alguna a que el caballero fuera su pareja para tomar posición tal y como había propuesto. Irónicamente Roshar quería ir con él porque no se fiaba de Bryan, y para el dorniense ocurría tanto de lo mismo. No sabía que intenciones podría tener en realidad el caballero Blackfist, más cuando les había seguido hasta allí de tales formas.

-Orten debería ir con Ser Joris. -Se adelantó el joven dorniense a responder la pregunta de Whalen, Orten le miró estupefacto por asignarle semejante compañero para tal tarea pero Bryan se explicó y su propuesta volvió blanco el rostro del joven Lugus. -Ser Joris y Orten deberían ir a hablar con el Zorro directamente mientras los demás rodeamos el claro. Ser Joris ha sido con quien ha contactado y, si no he entendido mal, la familia de Orten ya ha tratado anteriormente con Archay.

-¿Qué? - El rostro de Orten era todo un poema. Sintió que se mareaba y estuvo a punto de perder pie si no llega a sujetarse al árbol que bordeaba en ese momento. Cierto era que él se había ofrecido voluntariamente a acompañar al grupo para convencer a Lord Archay de que se rindiera, pero no había contemplado la opción de ser la avanzadilla, la primera línea del combate. Su idea original consistía en hablar con el Caballero Zorro detrás de los escudos y las espadas de los caballeros que les acompañaban.

-¡Pero yo no soy un guerrero! - Protestó Orten con los ojos bien abiertos. -Si a Lord Archay le diera por combatir no tendría ninguna oportunidad.

-No temáis, -proclamó heroicamente el anciano caballero, -yo os estaré protegiendo, joven señor. - Por supuesto, esa afirmación no tranquilizó a Orten en absoluto.

Galdrín se mostró conforme con la idea de Ser Bryan. Le pareció bien que Ser Roshar mantuviera vigilado al dorniense y sintió profunda lástima por Orten si debía ir con Ser Joris, el viejo caballero había demostrado que sonaban trompetas en su cabeza que ninguno más escuchaba.

-Ser Adrik y yo iremos con Whalen, entonces. -Para él la prioridad era mantener a salvo a Whalen en todo momento. 

El niño agachó la cabeza para disimular las lágrimas que inundaban sus ojos. Tuvo que tragar saliva pesadamente para pasar el nudo que se había formado en su garganta antes de responder a Lady Varya.

-No. Fue hace poco. -Dijo con la voz entrecortada al borde del llanto.

El caballero no pareció prestar mucha atención al reparto de los grupos, pero estaba más que conforme. El heredero iría mejor escoltado teniendo a Galdrín y a Ser Adrik, y ninguno tendría que ir con desconocidos. Para el pobre Orten no hubiera reservado una plaza en primera línea, pero era cierto que era lo más natural. Si apareciese de entre los matorrales una vez se presentase el Zorro podía incitar las sospechas. Y cuanto más creyese Lord Clayton que las cosas salían a su gusto, mejor. Aunque quizás era mucho suponer que no sabía ya cuán numeroso era el grupo con el que iba a reunirse. 

Ser Roshar se acercó hacia la posición de Bryan, esperando que fuera éste quien le guiase en la emboscada. En el camino dio un golpe amistoso en el hombro del Lugus.

- No estaremos lejos. - 

No quiso animarlo demasiado. Aquella actitud asustadiza podría indicar al Caballero Zorro su indefensión y hacerle pensar que estaba solo con Ser Joris. 

A pesar de querer ser Bryan, lo cierto es que Whalen era consciente que se parecía más a Orten, y verlo en su patetismo le hacía verse como el joven Lugus.

Joris le caía simpático a pesar de (o justamente por) su locura. Sonrió ante las palabras de Orten y asintió ante las palabras de todos. Se puso en marcha junto a su "escolta".

Era hora de atrapar un zorro.

-Y fue en su lecho de muerte que te dijo quién era tu padre. -en el tono de la dama había la mezcla justa de interrogación y comprensión.

No quería asustarlo con un interrogatorio pero necesitaba respuestas sinceras y los momentos vulnerables eran los mejores para ello, si exceptuamos las sustancias 'exóticas', claro.

-No, -dijo el muchacho, -ella me escribió una carta. Murió mientras yo estaba en la calle, ganando algo de dinero.

El niño sacó un trozo de papel arrugado y doblado de uno de sus bolsillos y lo alzó en su mano como prueba irrefutable de que decía la verdad. Ciertamente, había sinceridad en sus palabras. A Varya no le pareció uno de esos muchachos del Lecho de Pulgas que se ganaban la vida engañando y timando a los viajeros que arribaban a Desembardo del Rey. Había sinceridad en sus ojos y sus palabras sonaban tan simples y llanas como las de un niño propio de su edad.