Partida Rol por web

El maestre tomó la espada con sus manos con la torpeza de cualquier no iniciado en el combate, su peso pareció sorprenderle pues a punto estuvo de escurrirse de sus manos aunque logró reaccionar a tiempo. Estudió el emblema que estaba representado en el pomo de la espada durante un rato, volteando la espada en sus manos para verlo desde todas sus caras. Después emitió un pensativo gemido y se mesó la barba con la mano que le quedaba libre.

-Mmm...- El maestre parecía contrariado. -Me temo que no reconozco el escudo. -Era un gran erudito en el tema de heráldica, sabían que había escrito un tratado sobre la representación de los escudos que recogía las más diversas curiosidades sobre heráldica, por tanto, debía dolerle en lo más profundo de su orgullo no averiguar de que casa se trataba. -Se parece al de los Baratheon, pero indudablemente no lo es. No tiene la corona y el venado se suele representar de otra forma... Sin embargo me atrevería a aventurar que es el escudo de un caballero, puede que uno errante o uno que sirviera para la casa Baratheon y ganara así su condición de Ser.- Al ser nombrado caballero uno podía elegir su escudo de armas, por tanto había cientos de escudos de armas que no eran tan conocidos como los de las grandes casas y caballeros más importantes del reino.

Al escuchar las palabras del maestre Ser Roshar observó los alrededores una última vez, para cerciorarse de que todo transcurría con normalidad, y azuzó su caballo para alejarse del grupo, decidido a responder la llamada de Galdrin. Estaba casi convencido de que aquella situación podría repercutir en su trabajada reputación, pero aunque no les favoreciera con su presencia muchos hombres ya estarían preguntándose porque habría sido llamado. El caballero confiaba en que la fuerza de su fama apagara cualquier posible rumor que la contradijera, pero eso no era suficiente para los más atentos. Una última idea cruzó su cabeza en el breve trayecto, era posible que su intervención favoreciera las historias que ya circulaban sobre él.

Tomó una decisión, actuar como hombre de bien o pasar de los problemas. Optó por la primera es hizo una suplica para si esperando que hubiera sido la acción correcta. El tiempo dirá.

- Es lo que me temia Galdín. - Y asintió con la cabeza.

Volvió a recoger sus enseres y se dirigió hacia el camino real para reunirse con el resto de la comitiva que habian dejado allí.

Siguiendo las ordenes de Galdrín, uno de los soldados tomó la espada con el extraño emblema y fue a buscar a Ser Roshar. El caballero apareció en el pequeño claro de la arboleda justo cuando Lord Evan iba a dirigirse de vuelta al camino donde aguardaba el resto del grupo seguido por su hijo y su sobrino. Galdrín y otros hombres inspeccionaban el terreno un poco más allá, recolocando cadáveres y amontonándolos.

La escena era tan sórdida como macabra. Cinco fuertes hombres de armas yacían en el suelo, con los miembros desperdigados en algunos casos y con las caras y partes enteras del tronco devoradas después de que los lobos saciaran su hambre con ellos. Les faltaban los ojos, el suculento manjar que los cuervos había reclamado para ellos antes de que los cánidos llegaran a la escena. Galdrín sostenía un brazo desmembrado y lo llevaba de vuelta con su legitimo dueño. Ser Roshar también pudo ver los cuerpos de varios lobos de los que todavía manaba sangre caliente.

Al ver que su padre vuelve al camino y lo sigue Adrik, Whalen decide que también es hora de volver junto a los demás, dejando la ingrata tarea de los cuerpos a Galdrín.

Por el rabillo del ojo puede var a los hombres manipulando los cuerpos desmembrados y aunque no sabe con certeza si se debe a los golpes que han recibido o al efecto de la descomposición y las alimañas, no deja de ser algo que es mejor olvidar.

¿Qué harían aquí? ¿Y cómo han muerto?

Va pensando mientras camina de vuelta al resto de la comitiva, junto a su padre y su sobrino.

Whalen se acerca hasta donde se encuentran las damas aún con la espada desenvainada, limpiando el filo con un trapo, que lanza a un lado del camino y devuelve la hoja a su vaina.

Ya hemos terminado con los lobos, señoras.

Dice, seguro de si mismo. Lo de matar al lobo le ha dado cierta confianza en él mismo. Por un momento parece que va a decir algo más, pero no lo cree prudente. Al menos no de momento.

Lady Varya notó como ser Roshar avanzaba un poco y asintió a las palabras del caballero, más vale que pronto den señales, pensó apretando las riendas en su mano izquierda y taladrando con la mirada el punto en el que había desaparecido del camino, por segunda vez, su esposo.

Cuando el soldado avanzó hacia ellos con una espada en la mano, arrugó el entrecejo y notó un pinchazo en el pecho, por un instante le asaltó la desagradable idea de que era la espada de Evan y que algo fatídico había sucedido, sensación que se vio aumentada con las primeras palabras del hombre, recogió el mechón de pelo que caía sobre su frente y lo puso en su sitio de manera rápida y automática. Iba a hablar preguntando qué pasaba cuando comenzó la explicación de lo que había sucedido, asesinados mientras dormían... no se puede tolerar algo así en el camino dorado tan cerca de nuestras tierras, el dato curioso del emblema en la empuñadura del arma también llamó su atención, como había pasado con todos, y esperó a que el maestre diera su veredicto sin cambiar su postura ni su semblante. Las palabras del anciano no aportaron mucha luz al asunto pero había una cosa clara, un caballero había muerto asesinado mientras dormía y posiblemente conocía al rey; tenían que poner esa información en su conocimiento. 

Ser Roshar marchó para acudir a la llamada de Galdrín y Whalen apareció limpiando su arma, la señora de la casa apartó la mirada del maestre y miró hacia el hijo de su marido, su cara parecía tener un brillo distinto y sus palabras fueron dichas con aplomo, parece que la cacería le ha venido bien, pensó dirigiendo su mirada hacia su nuera para ver cuál era su recibimiento, esperaba que esos dos arreglasen sus asuntos antes de llegar a Desembarco, una casa debe estar unida cuando va de visita.

Scarlett se acercó hacia Whalen al verlo con la espada desenfudada y manchada de sangre. De acuerdo que solo eran animales pero la vision del acero desnudo siempre surtia efecto sobre la muchacha. Scarlett sabía que era bueno que Whalen hubiera participado en la matanza. Ayudaria a borrar la impresion de debilidad que habia dejado con la maldita cancioncita.

-Bien, ya iba siendo hora. -dijo tratando de disimular el rubor de sus mejillas. Podemos seguir nuestro camino?

Lord Evan apareció de vuelta acompañado por su hijo Whalen y su sobrino Ser Adrik. Las espadas de los dos jóvenes tenían sangre de lobo todavía caliente en las hojas mientras que el Señor de la casa iba recogiendo las flechas sobrantes en su carcaj y con el arco en la mano.

Habían despachado rápidamente a los lobos, apenas les había costado unos minutos y ahora regresaban victoriosos con información importante a cerca del misterio de los hombres de armas muertos. Sabían que no habían sido los lobos quienes los habían matado, aunque los estuvieran despachando en esos momentos. También sospechaban que con toda probabilidad los soldados habrían sido asesinados mientras dormían sin poder ejercer defensa alguna. Aunque sus armas mostraban signos de haber sido usadas recientemente. Todavía flotaban numerosos interrogantes sobre ese misterio.

Whalen apenas sonrie al percibir cierto rubor en el rostro de su esposa. Está contento. Se siente poderoso.

No, mi señora. Galdrín y algunos de nuestros hombres han de enterrar los cuerpos de esos hombres. Les llevará tiempo. No creemos que sea posible llegar a cubierto antes del anochecer.

Dice, invitando a Scarlett a desmontar. Luego pasea su mirada de ella a su madrastra.

Quizás sea buena idea desmontar y dejar pacer a los animales un rato. Esto no será rápido... Además, hay cosas que no quedan claras en todo este asunto.

Mientras el heredero toma las riendas de los caballos de las damas (si así se lo permiten) irá relatando con voz calma los últimos acontecimientos.

Los hombres muertos... Bueno, todo es bastante extraño, la verdad. Quizás fuera ser Roshar el más indicado para explicaros esto, pero bueno, estoy seguro que cuando él vuelva tendrá más información que a nosotros se nos ha escapado. Son, ciertamente, un grupo de hombres de armas... Quizás mercenarios... o quizás no. Uno de ellos tenía una espada con un pomo elaborado, con la cabeza de un venado, similar a los Baratheon, pero sin ser ellos... Por no hablar del hecho que tenían las armas manchadas de haber sido usadas recientemente... Y quien fuera que los mató no se llevó las armas. Extraño. Muy extraño. Era como si esperaran que alguien los encontrara y sacara ciertas conclusiones...

Entonces, como quien no quiere la cosa, Whalen parpadea y mira su mujer con serenidad.

Ah... Mi señora... ¿Os apetece una capa de lobo? Hemos dejado allí unos cuantos tendidos... Seguro que en Desembarco encontramos un buen curtidor que puede convertir esos lobos en una cálida capa para pasar los húmedos inviernos de nuestros dominios.

Entonces le dedica una cortés reverencia a su madrastra.

Estoy seguro que podríamos conseguir pieles para las dos damas más distinguidas de los Crogall... 

El maestre se acercó al heredero de la casa Crogall con la susodicha espada en la mano. Se la había traído el soldado que había ido a avisar a Ser Roshar. Habló entonces para él, respondiendo a sus anteriores palabras pero finalizó dirigiéndose a Lord Evan.

-He observado y analizado el pomo de la espada, y aunque la forma es similar al escudo Baratheon es ligeramente distinta. No tiene la corona y el venado se suele representar de otra forma. Como les decía antes a ellos, me atrevería a aventurar que es el escudo de un caballero, puede que uno errante o uno que sirviera para la casa Baratheon y ganara así su condición de Ser.

-Solo llevare la piel del lobo que mato mi esposo. Asi cada vez que me abrigue con ella, el recuerdo de su valor me calentara en el frio de las noches de la capital.

Salió de la espesura con la tranquilidad que le caracterizaba. Ataviado con el mismo equipo con el que se había adentrado en ella.  Observó como su hijo tomó la iniciativa y se había adelantado para informar al resto de la comitiva de lo que había sucedido. Volvió a colocar el viejo escudo con el Lagarto-León desgastado en el carro, en un lugar donde se pudiera coger con facilidad. Dirigió una leve mirada a su cónyuge. A ojos inexpertos podría parecer una simple mirada de un marido que busca a su esposa pero el lento entrecerrar de ojos denotaba que había algo que inquietaba a Lord Evan.

Cuando acabó de destensar su viejo arco y empezó a colocarlo en su lugar escuchó como las palabras del viejo maestre les informaba de lo que sabía. 

Al finalizar de escuchar la exposición de sus conocimientos se acarició un momento la barbilla y reflexionó durante un pequeño instante.

Se dirigió a las damas con franqueza, eran su familia y les debía, al menos, eso. 

- Me temo que si todo sigue el curso actual no podremos hacer noche donde teníamos previsto. De hecho me temo que pasar noche por estos lares tampoco sea del todo seguro. Cuando vuelvan los hombres que están dando una sepultura digna a esos hombres veré cual es la opción más segura para todos.- Y se aceptan sugerencias.

Se dirigió hacia su sobrino y le preguntó, cómo capitán de la guardia del pantano, que opinaba de la seguridad que les podía otorgar aquellas tierras.

Las nauseas no atacaron esta vez al caballero que sabía perfectamente que iba a encontrarse al atender la llamada de su amigo. Se acercó hasta él a lomos de su montura, acariciando el lomo de esta para que se mantuviera tranquila. Su mirada hizo un rápido barrido en busca de alguna baja entre los hombres de los Crogall para después analizar la escena con mayor detalle y detenimiento. Había escuchado las conjeturas y en ese momento estaba en situación de hacer las suyas propias para confirmar o desmentir. 

- ¿En que puedo ayudarte? 

El caballero se giró hacía su tío de inmediato, rígido, serio y callado como solía ser, y respondió a la pregunta de Lord Evan. Parecía algo incomodo por tener que hacerlo abiertamente delante de todos. Antes de eso había estado mirando de un lado a otro como si ya se esperara cualquier cosa después de ver los cadáveres.

-En mi humilde opinión, Lord Evan, deberíamos partir cuanto antes. Pasar la noche a la intemperie no es una opción aconsejable si, como es evidente, hay bandidos sueltos por los caminos. - Sabían de la devoción a la fe de Ser Adrik, por ello extrañaba que aconsejara abandonar los cadáveres a la suerte que cuervos y lobos parecían querer darles. Como si el supiera que la siguiente pregunta iba a ser esa, añadió una posible solución. -Creo que lo más rápido sería una pira. Yo mismo podría quedarme para supervisarla y evitar que se extendiera al bosque mientras el grupo continúa el camino. Me reuniría con todos de nuevo en la posada.

Todos los hombres muertos parecían de constitución fuerte, eran hombres sanos y fuertes, probablemente hombres de armas a juzgar por su aspecto. Ser Roshar echó un rápido vistazo y confirmó lo que los otros le habían hecho saber: los hombres estaban ya muertos cuando los lobos los encontraron. Además se inclinó sobre uno y pudo ver que sus heridas eran limpias y no presentaba las características heridas por forcejeo en las manos ni ninguna otra muestra de haber opuesto resistencia. Solo una letal herida en el cuello. Eso podía confirmar la teoría de que habían sido asesinados mientras dormían.

Tampoco poseían ningún objeto. Unicamente las espadas, que en todos los casos estaban envainadas.

Mientras Ser Roshar analizaba la escena, Galdrin y los otros hombres agrupaban los cadáveres y los miembros arrancados por los lobos intentando ser lo más respetuosos posibles dada la situación. Preferían no pensar en lo que estaban haciendo para no sentir ganas de vomitar, pero a ninguno se le escapaba que eran personas muertas lo que estaban recogiendo. Y además estaba el fuerte olor.

Escucharon entonces unas ramas moverse y vieron aparecer a Covern, arco en mano. El cazador no había acudido de inmediato al pequeño claro de la arboleda sino que había ido a dar una vuelta por los alrededores. Miró lo que estaban haciendo y esbozó una pequeña sonrisa burlona hacía Galdrín.

-Estáis loco si pretendéis cavar una fosa en este suelo antes de que el sol se ponga. -La sonrisa se borró de inmediato. -La zona es segura... al menos de momento.

El Lord entreabrió lo ojos. ¿Como no se le había ocurrido a nadie antes? Colocó su mano derecha sobre el hombro de su sobrino y dijo:

- Buen trabajo… - Joseph. Vaciló durante un instante y prosiguió - Pero no te quedarás solo. Da las órdenes pertinentes a los del bosque y quédate con un hombre para que te ayude. Que los siete velen por ti.- Y vuelve sano y salvo.

Se giró al resto de la comitiva y comentó en su tono habitual.

- Gracias a Ser Adrik es posible que lleguemos a nuestro destino a tiempo esta noche.

Solo los locos pretender hacer milagros. Yo hare lo que me han ordenado tarde lo que tarde.

Dijo de modo seco. Dejando un trozo de cadáver caer junto al resto.

De todas formas, me alegra saber que esta zona es segura por el momento. Si quieres, puedes volver a ver cómo anda nuestra fiera. No quiero añadir más sangre a este día.

Lo cierto es que el trabajo se hacía duro, porque además de un trabajo poco agradecido, un olor repelente, y que sabía que la tarea no iba a ser breve.

Aquel gesto de cortesía, sin duda seria agradecido por otras personas, pero sin duda no por sus hombres y por el mismo.

Sir Roshar, os hice llamar solo para que me dieras vuestra opinión. Sea lo que sea que les mato, no me gustaría que nos pasara a nosotros esta noche, y dado que con lo que queda por delante, es imposible que lleguemos a un buen refugio, me gustaría que incluyeras en tus cábalas lo que puedas deducir de este encuentro.

No necesitaba decir mucho mas, sabía que aquel hombre había entendido lo que pretendía. Si había alguien que degollaba, o envenenaba a los hombres de armas que viajaban por aquella zona. Ellos que llevaban un contingente mayor, podrían fácilmente ser un objetivo.

Cualquier precaución seria poca.  

Eligio a uno de los soldados, y para darle un descanso, lo mando a buscar piedras, un poco mas lejos del claro. Quizas fuera mas facil mover los cuerpos a otro sitio, que dejarlos alli. Habia que buscar alternativas.