Partida Rol por web

Sientes un *click* dentro de la puerta...

¿O es a un lado?

Una suave brisa se acerca a ti desde uno de los lados...

Miras hacia la derecha y una guillotina se dirige hacia ti a gran velocidad...

La guillotina pasa cerca de tu cuello, sin embargo, logras moverte justo a tiempo mientras esta deja un bonito zurco en tu espalda, el cual rápidamente se confunde con las otras cicatrices que allí llevas.

La herida comienza a sangrar, pero no es algo que debas preocuparte... ya la trampa ha sido desactivada...

Ahora tienes que ir con un poco más de cuidado.

Había perdido facultades, o eso creía, pues aún seguía sin acordarse de nada. Coge aire y vuelve a intentarlo.

Apoyas la oreja en la puerta y comienzas a mover la ruedecita.

Hacia la derecha... *click*

Hacia la izquierda... *click*

Más a la izquierda... *click*

*¡Click!*

La palanca que estaba junto a ella parece ceder un poco y ahora queda suelta para que puedas abrir la puerta. ¡Lo has logrado!

Claro que la puerta pesará lo suyo y tu sóla... no podrás hacer nada...

No. Si tu perro te ayuda tampoco.

Una vez suelta de las cadenas, recupero como puedo mi espada y me lanzo gritando con todas mis fuerzas hacia el enano que me ha escocido las nalgas con mi propio látigo.

No sé si me molesta más el dolor o que me lo haya hecho con mi propia arma como si yo fuera un grumete de tercera.

- Muereeeeeeeeeeeeeee. -

Coraline sonríe victoriosa e incluso casi se le hace la boca agua. Si ese maldito enano guardaba lo que fuese que hubiese ahí dentro con tanto esmero y trampas, sin duda, debía ser algo bueno.

Llama a su lobo con un silbido y sin necesidad de decirle nada, se ponen manos a la obra.

Se oye un silbido y el lobo de Coraline corre hacia las cortinas. Luego es la misma chica, la que se asoma y observa vuestras hazañas. Parece que está esperando algo.

El director mira hacia arriba, para después negar con la cabeza.

Cita:

Claro que la puerta pesará lo suyo y tu sóla... no podrás hacer nada...
No. Si tu perro te ayuda tampoco.

La puerta sigue cerrada. Aunque se ha movido un poco. De esta manera, para dentro de un par de horas es probable que puedas meter a tu perro por una rendija.

Coraline ya se siente satisfecha, se asoma por detrás de las cortinas. A ver si sus compañeros acaban pronto y pueden ayudarla.

Despues de caer ante la fuerza del ahora si gigante, el grupo de piratas volvió a la carga, Rodrigo entre ellos.

Elisabeth vuelve a caer al suelo, esta vez al menos consigue caer de lado, rasgando su fina piel con las rocas que hay en él, pero no parece importarle. Se pone en pie de nuevo como puede y vuelve a atacar al enano una vez más.

Sin embargo, con el brazo derecho rasguñado, sólo uno de sus cuchillos llega a su objetivo.

Despojándose de la empuñadura de su querida y fiel espada, Markus agarró la primera piedra que pilló donde yacía y se levantó de un salto dispuesto a seguir el combate.

Y el enano se tambalea. Bueno, el gigante, tras la andanada de golpes de todos y cada uno de los que habéis atacado. La roca de Markus, para finalizar, lo golpea entre medio de los ojos, haciendo que lentamente, caíga hacia atrás con un estruendo que daría miedo hasta al más valiente de la tierra.

Una polvareda se levanta dentro de la cueva, mientras el gigante se vuelve a convertir en un pequeño ser diminuto, que ahora, ronca como si estuviera durmiendo el sueño de su vida. Además, los cortes que tiene en el cuerpo se han cerrado un poco, pero algunos de ellos, continúan sangrando profusamente.

Coraline se asoma por detrás de unas cortinas y su perro, contento, mueve lo que le queda de rabo y comienza a lamerle la cara al enano.

Coraline se atreve a salir, ya que incluso su mascota ha corrido hacia el enano sin problemas

¿Ya está? ¿Está fuera de combate? Pregunta. Antes de pedirles ayuda quería asegurase de que nada les pillaría por sorpresa. Se acerca al enano, aunque con algo de precaución aún.