Partida Rol por web

Cuenta la leyenda, que hay asesinos por el imperio. Ibn supo identificar una de esas drogas de leyenda que usaban en uno de los templos, ahora se trataba de otra. El sonido de ese disparo, tan potente y característico, nunca oído antes, no podía ser otra sino un rifle Exitus, un arma letal también de leyenda, una que nadie había oído hasta el momento. Los drovelianos eran veteranos y habían conocido toda clase de armas en el Imperio, y aquella, sonaba demasiado poderosa para ser xeno, o al menos eso intuyeron. 

Al margen de que ya se había revelado, Karl supo percibir que el ambiente al rededor del psíquico desconocido estaba a temperaturas bajo cero. 

¡IMBÉCILES E INÚTILES! ¡Así sois todos en este podrido Imperio! - de repente alzó la voz, fuera de si, cabreado con una mano alzada y abarcando todo lo que tenía ante él - Malditos drovelianos... os debí dejar en vuestro jodido mundo para que murierais con el resto de vuestra gentuza, revolcándoos por el erial que era vuestro apestoso mundo. No habéis servido de nada, solo habéis destruido mi investigación... - gruñó algo por lo bajo, estaba ¿justificándose? difícil era saberlo ¿quién será? - nunca comprenderéis el daño que habéis causado en vuestra inutilidad, sois como todos esos puristas de los ordos, xenos, hereticus... todos unos cobardes que no comprenden las amenazas que nos acosan - cerró el puño frente su rostro - el fuego se combate con fuego - sentenció.

Los Dragones corrieron en busca de cobertura ante el inesperado ataque. Se había librado de las torretas para que ahora un francotirador los pusiera de nuevo en jaque, y lo peor de todo era que no podía encontrar su posición para devolverle el favor. Al menos los soldados inquisitoriales parecieron superar el control mental, aunque uno de ellos cayó envuelto en llamas igual que lo había hecho su compañero.

Los que seguían vivos y cuerdos lograron identificar al causante de todo aquél caos. El sargento de su escuadra reveló ser un hombre medio deformado por quemaduras, que a todas luces no era un simple suboficial de un séquito inquisitorial. Aquél malnacido empezó a gritarles, claramente enfadado.

Y mientras les gritaba, el francotirador volvió a disparar. Distraidos con el descubrimiento de su verdadero enemigo, Safwan y Omaima no se pusieron lo suficiente a cubierto, y la droveliana lo pagó con la vida cuando un disparo literalmente segó su cabeza.

Otra baja más que nunca se repondría, otra que ponía al regimiento al borde de la extinción, si es que tras todo aquello les quedaba algún futuro siquiera. Más cabreado que nunca por lo que acababa de suceder, Ulrich salió de su cobertura, todavía interponiendo la columna entre el tirador y él si no había calculado mal, y en el mismo movimiento volteó su arma para apuntar al de la cara deformada — ¡Que te jodaaaaan! — se limitó a gritarle a aquél cabrón mientras apretaba el gatillo de forma descontrolada. Sabía que el escudo seguía activo, pero con suerte el fuego sobrecargado continuado sería suficiente para sobrecargar el campo.

-¡Un Exitus, es un condenado rifle Exitus!-susurró Ibn por el microbead, intentando dar con el tirador. Aquello era algo que no había visto en la vida, y desde luego el que lo estaba manejando parecía saber lo que se hacía, ¿sería realmente un tipo del Officio Assasinorum? El medicae no lo sabía, pero no podía más que rezar porque no lo fuera, o estarían todos muertos. 

-Grigory... ¿Qué puedes hacer con las torretas?

El disparo volvió a fallar o eso pensé mientras respiraba aliviado, pero el olor metálico de la sangre y el sonido de un cuerpo desplomándose a mi lado, me sacó de mi error. Omaima mi compañera de batallas, mi amiga, había sido abatida por el jodido tirador, un tirador que se mantenía en las sombras, esperando … sin dar la cara ante lo que estaba haciendo. Paso de un lado al otro de la caja, con el rifle en ristre esperando ver a ese desgraciados y así poder vengar de un justo disparo sus malditos e injustos actos. 

- Desgraciado, esto va por Omaima. 

Safwan fue capaz de ver al tirador. Llevaba equipo especial para permanecer oculto y estaba con el rifle exitus apuntando hacía él mismo. Ahora podría tener la oportunidad de dispararle si así lo veía oportuno. 

- ¡Manteneos a cubierto y disparrad!¡No os acerquéis a él, está utilizando sus poderes para congelar el aire a su alrededor!- ordenó* a sus hombres, mientras apuntaba al "Sargento". - No sólo eres un perro traidor y hereje, si no que encima eres un puto cobarde que se esconde con artimañas propias de Xenos impuros...Tus experimentos no han traído más que condenación y horror, has permitido que el Caos y los Xenos conquisten dos mundos, masacrando a millones de ciudadanos imperiales leales. Eso solo tiene un nombre... ¡HEREJÍA BLASFEMA! ¡QUEMADLO CON EL FUEGO LÁSER PURIFICADOR DEL IMPERIO! - 

Su arma disparó una ráfaga bien dirigida que se unió al resto de disparos que convergieron en la figura del psíquicopsíquico.  Karl se alegró de haber dejado su dispositivo grabando, tendrían pruebas luego... Si es que salían de ésta. 

Karl fue capaz de ver al tirador. Llevaba equipo especial para permanecer oculto y estaba con el rifle exitus apuntando hacía Safwan. Ahora podría tener la oportunidad de dispararle si así lo veía oportuno, aunque parecía que lo tenía en mala posición para disparar al francotirador. 

Justo cuando Karl estaba apretando el gatillo de su arma, vio algo por el rabillo del ojo. - ¡Alli! ¡Francotirador! - giró el cuerpo y dirigió su arma hacia el asesino. El primer disparo golpeó la columna a causa del brusco giro, pero los otros dos disparos evitaron la misma y se dirigieron hacia el asesino escondido, con la esperanza de revelar su posición al resto. - ¡Safwan, al suelo, te tiene en el punto de mira! - 

Había visto a ese desgraciado, con las ultimas palabras de recuerdo de Omaima aun en la boca, me giro y suelto la descarga de energía. No pensaba esconderme, mas valía acabar con ese desgraciado ahora que le veía. 

Grigory volvió a escuchar ese disparo de nuevo y esta vez estaba preparado. Movió los diales del auspex para detectar todas las señales de seres vivos que había en ese momento en ese lugar y optó por volver a conectarse al cogitador para intentar acabar con esa amenaza, ya que las armas centinela no le daban ángulo de tiro para disparar a su otro objetivo.

El francotirador, viéndose sorprendido no dudó ni un instante. Se sabía muerto, no dejaban de ser Tempestus Scion a los que estaba intentando asesinar, por ello optó por lo que todo guerrero haría, muere matando. Ya se había cobrado la vida de Omaima, y ahora quedaba el tirador. Apuntó a la cabeza de Safwan con si rifle exitus y nuevamente un tiro directo y certero se dirigió hacía el droveliano. Solamente la luz del Emperador lo podría salvar sino lograba evitar el disparo por sus propios medios.

Grigory volvió a su posición para tratar de recobrar el control del cogitador mientras su auspex no le mandaba la información que el tecno sacerdote deseaba. Ulrich avanzó un único metro para buscar una mejor posición de tiro al abrigo de una de las estatuas. Su arma demostró nuevamente lo letal que podría llegar a ser, y tras varios impactos se escuchó un extraño chillido de estática ¿había desactivado la pantalla de vacío con semejante salva? 

Ibn cambió su armamento quedándose donde estaba mientra que Karl optó por tratar de eliminar la amenaza que los acosaba por un flanco. Desgraciadamente para el teniente, el asesino logró moverse justo a tiempo para evitar el disparo de este.

El Inquisidor, sintiéndose en peligro, miró por encima suya percibiendo que la pantalla había sido sobrecargada. Rapidamente trató de reactivarla con éxito, aunque parecía que tardaría en volver a funcionar; solamente Grigory e Ibn fueron capaces de escuchar como los generadores de energía empezaron a bufar con fuerza. Pero algo oscuro empezó a suceder. El inquisidor seguía conjurando sus dones con una potencia fuera de control, tanto que los efectos en el mundo mortal se fueron notando hasta que de la nada surgió un grito poderoso y tenebroso. Una fisura en la realidad se abrió en mitad de palacio y un desangrador de Khorne, un demonio familiar para los drovelianos entró entre rugidos y amenazas - sangre... para... el... dios... de la sangre...¡DEVORARÉ VUESTRO CORAZONES! ¡PERO PRIMERO EL TUYO SUCIO BRUJO! - rugió con una voz fuera del mundo real, con una mirada cargada de odio que le dedicó al Inquisidor, al cual señaló con su espada demoniaca de la que caían gotas de lava fundida. Tres de los soldados inquisitoriales se quedaron bloqueados mirando fijamente a la encarnación de la masacre. Otro salió huyendo como alma que lleva el diablo, uniendo sus gritos a los técnicos y personal, que de los cuales tres de ellos murieron por la tremebunda visión que supuso aquel demonio. Solamente uno de los soldados se quedó en pie, atónito por la situación pero entero. No sabía a quien atacar, por ello se mantuvo a la espera para seguir la guía de los drovelianos.

El Inquisidor se mantuvo firme donde estaba, pero estaba claro que su mirada era de total y absoluta preocupación - no... no puede ser... - masculló.

Safwan logró evitar el disparo con un ágil movimiento lo que provocó que el francotirador gruñera de frustración. Sin embargo, el droveliano no tardó ni un segundo en devolverle el fuego, pero el tirador aliado del inquisidor evitó también el disparo de Safwan, sin duda estaba siendo un duelo entre francotiradores. 

Ahora sabiendo donde se encontraba, no era tan fácil terminar conmigo. Dejo muy atrás el disparo que el francotirador a hecho y tras un primer disparo que no parecía haber afectado al francotirador que tenía en nomina el inquisidor, vuelvo a apuntar y a disparar contra él.

La grieta en la realidad atrajo la mirada de Karl que se cubrió con la columna del posible disparo del Francotirador. - ¡DEMONIO! - gritó el Teniente, sin que se supiera si el grito iba para el que él había tomado por el verdadero Inquisidor, o la criatura que acababa de aparecer. 

Notó como la voluntad le flaqueaba por un instante, pero él era un Dragón Droveliano, y aquellas criaturas habían acabado con su mundo, no le daría la satisfacción de verlo derrumbarse. - ¡No os arruguéis ahora, esa cosa va a probar el fuego Droveliano! - dijo, tratando de insuflar ánimos en sus hombres. Pero estaba visto que de buenas intenciones está lleno el mundo, y sólo funciona la vieja escuela. -¡Me cago en la hostia puta! ¡Dejad de mirar como retrasados y disparad a esa cosa, que no pueda moverse! ¡Usted soldado, fuego al demonio, ya!¡Que todo el puto mundo se ponga a disparar de una puta vez! ¡GRIGORY, le voy a meter la combi arma por el culo como las defensas no empiecen a disparar!- le dijo a los pardillos asignados y al soldado inquisitorial dubitativo, dejándole un recadito al díscolo miembro del mechanicum. 

Se movió hacia el sur, abriendo su línea de visión para poder ver bien al inquisidor y al demonio. 

Si iba a morir allí, sería plantandole cara al demonio, y escupiendole a la cara. 

Sonrió para sí cuando vio el escudo caer finalmente al no poder soportar el fuego concentrado, pasando a apuntar al maldito que estaba causando todo aquello. Justo en aquél momento el traidor estaba conjurando otro de sus malignos poderes, pero por su expresión parecía que distaba mucho de tener el control de la situación. Una grieta disforme se abrió durante un momento en mitad de la estancia, y de ella salió un enemigo que conocía muy bien Se habían enfrentado ya a ellos y a sus siervos mortales durante la defensa final de Drovelia... y se había cobrado la vida de más de uno. Aquellos demonios sedientos de sangre no le inspiraban miedo, sino rabia.

Pero entonces algo más sucedió. De entre las columnas y por todas partes del salón vio como una miríada de pequeños insectos, corriendo hacia él, tapándolo todo como una alfombra viviente. Llegaron hasta Ulrich y empezaron a subir por sus piernas y a cubrirlo también, a colarse por los huecos de la armadura y a morder su carne. El especialista se puso a gritar mientras trataba de quitarselos de encima como podía, habiendo dejado su arma a un lado para darse manotazos por todas partes, pero no había fin para aquella marea de bichos.

Grigory reconoció el sonido de los generadores encendiéndose, un sonido al que estaba más que acostumbrado para todo y que no pudo evitar relacionar con el escudo de vacío que cubría la zona donde estaba. La sensación que notó, ese escalofrío que le recorrió toda la espalda en un instante le hizo acordarse de la última defensa de su planeta natal, esa en la que tuvo que disparar a lo que en su día fueron compatriotas y familiares, pero que en ese momento eran seres de la disformidad o un grupo de locos que los adoraban.

Se conectó e intento interrumpir el encendido de los generadores de energía, pero estaba completamente distraído y no pudo conseguirlo.

No sabía por qué, pero de repente, un escalofrío le recorrió el cuerpo conforme escuchaba aquella terrible voz desconocida. No sabía qué podía ser, y aunque su mente trabajó rápidamente para llenar aquel desconocimiento con toda clase de hipótesis, luchó por poner freno a aquello, con bastante éxito. En su lugar, se centró en lo evidente: como que no tenía visual de los enemigos. 

-Parece que necesitan una mano, te dejo a lo tuyo Grigory-replicó el sanitario al absorto visioingeniero antes de echar a correr hacia una de las columnas, con intención de tener una idea más clara de la situación.