Partida Rol por web

Grigory optó por ignorar todas las voces aunque no pudo evitar desviar la mirada hacia las armas centinela que comenzaban a desplegarse. Tal vez tendrías unos diez o quince segundos antes de que abrieran fuego y destrozaran a todos los presentes, por lo que tenía ese tiempo para llegar a su destino o, al menos, entrar en la sala de control. 

Demasiado lentos... Iban demasiado lentos. La sala estaba ahí, al fondo, pero no podían permitirse retrasos, menos aún cuando todo el palacio se les empezaba a echar encima. Así que Ibn tomó la única decisión que veía adecuada en aquellos momentos de urgencia: correr como un desgraciado hacia la sala. Adelantó rápidamente al tecnosacerdote, murmurando una plegaria al Emperador mientras echaba mano de su espada. 

Sí, iba directo contra uno de aquellos guardias. Pero prefería a un guardia que una torreta. 

- ¡MALDITA SEA!¡TODO AQUEL QUE SIGA AL INQUISIDOR Y AL GOBERNADOR SERÁ DECLARADO TRAIDOR Y SE LE ELIMINARÁ COMO LA SUCIA BAZOFIA QUE ES!¡LOS LEALES AL EMPERADOR, MATAD A LOS TRAIDORES, FUEGOOO! - dijo gritando por el VOX para que se le escuchara perfectamente en toda la sala, a pesar de los disparos y demás gritos. 

Los disparos de Morgenstern comenzaron a sonar, y todos sus hombres se movieron para cubrirse y empezar a repartir la justicia del emperador. - ¡Dragones!¡La luz del Emperador está con nosotros!¡No desfallezcáis!- les intentó animar*, pero al parecer, sus palabras eran menos impresionantes que las torretas que se estaban desplegando y que iban a masacrarles como el adepto del mechanicum no se diera prisa. - ¡MOVEOS DRAGONES, DEMOSTRADLES DE QUÉ ESTAMOS HECHOS! - **

Pero sus hombres parecían hacer oídos sordos, pues estaban rodeados de lo que debían ser fuerzas de élite inquisitoriales, torretas de defensa y el personal de palacio, así como unos cuantos técnicos, todos herejes y traidores. Al parecer, aquello atraía más su atención que las palabras inspiradoras de su Teniente. 

Visto lo visto, Karl sacó una granada fotónica y se preparó para lanzarla. 

Habiendo esperado al momento propicio, Ulrich desde su posición, acribilló una de las armas centinelas demostrando que, al margen de poseer una gran capacidad desctructiva, las armas centinelas no eran tan poderosas en cuanto a resistir los disparos de los drovelianos. Un mar de energía láser de máxima intensidad abrió diferentes boquetes dejando al arma completamente inoperativa con una única salva.

Mientras el sacerdote se mantuvo en su posición, agazapado tras la columna, Grigory avanzó nuevamente a gran velocidad hacía la sala de maquinas que él mismo había identificado gracias a su manejo del auspex de asedio de la escuadra. Fue una veloz carrera que dejó atónitos a varios de los guardas de palacio, pero no así a los storm troopers, los cuales seguían mirando sin dar crédito al inquisidor - ¡SEÑOR! ¡¿PERO QUE HACE?! - preguntaron algunos de ellos mientras este, Khalid Orr, seguía con los ojos en blanco y deambulando por el centro de la columnata de mármol color blanco hueso.

El doctor siguió de cerca a Grigory hasta que finalmente lo adelantó desenvainando la espada de su unidad, durante su larga carrera, una docena de rayos láser cortaron el aire y el suelo alrededor suya sin mayor éxito para los atacantes. Al final, Ibn logró quedarse en cuerpo a cuerpo contra uno de los guardas de palacio que se lo quedó mirando con la boca formando una asustada "O". El Capitán comisario siguió donde estaba, observando la escena a la par que Karl, sin salir de su posición, trataba de enaltecer a los suyos sin ser capaz de aportar nada, ya que la guardia de palacio intercambiaron miradas extrañadas entre ellos.

Varios de los Storm troopers fueron tomando posiciones, avanzando de manera táctica, unos cubriendo el avance de los más adelantados que alcanzaban distintas coberturas, tratando de cortar las distancias con los dragones, pero sin duda, hubo un giro de los acontecimientos. EL gobernador seguía aporreando la mesa de mapas holográficos, gritando fuera de si - ¡MATADLOS MATADLOS MATADLOS A TOO... ¿¿¡¡ PERO QUE!!?? - pero aquella pregunta se vio ahogada por los dis paros de los dos storm troopers inquisitoriales que había en la zona de operaciones, el primero logró herirle levemente, pero el segundo lo acribilló desde su posición acabando con la vida del gobernador bajo la atenta y atónita mirada del capitán comisario, los guardas de palacio se giraron asustados, pero la voz autoritaria de uno de los soldados de asalto zanjó cualquier intento de represalia, al menos, por parte de ellos, pues el capitán comisario parecía estar en otra liga.

Safwan volvió a avanzar poniéndose tras una de las cajas que había por la zona, pero no pudo hacer nada más salvo quedarse a cubierto tras ella.

Los técnicos siguieron su actitud de no hacer nada, pero la guardia de palacio si actuó. Dos de los guardias dispararon contra el veloz Grigory, uno llegó a darle con su disparo, pero eran armas cortas y ellos estaban tan blindados que el ataque solo le saltó un poco de pintura de su armadura carmesí. El que estaba trabado junto a Ibn lo golpeó con saña con su porra de energía, pero ocurrió lo mismo que con el adalid carmesí, que no hubo daño alguno para el medicae. Ulrich recibió dos disparos, solo uno le dio pero poco logró nuevamente. La guardia de palacio empezaba a frustrarse y a asustarse a partes iguales.

Las armas centinelas entaron en acción, la primera de ellas, un bolter pesado acribilló la zona de Fray Ollanius, pero el sagrado emperador estaba con él y la salva reventó el suelo de piedra a los pies del sacerdote sin mayor efecto. Grigory nuevamente fue objetivo de dos centinelas con bolter pesado, pero su carrera lo salvó por completo de ser impactado por alguna de ellas. Por peligrosa o mortal que pareciera la situación, por el momento les estaba yendo bien a los dragones de la difunta Drovelia. 

No podía ver qué hacían el pater y el teniente, aunque si escuchaba los gritos de este último. El resto de sus compañeros seguían corriendo para posicionarse, sabía que Safwan había pasado de largo la columna en la que él estaba y podía ver que Ibn ya había llegado su objetivo, a pesar de tener que lidiar con los guardias todavía. Suponía que Grigory iría detrás de él. Las armas pequeñas de los guardias de palacio repiqueteaban sin causar daño en la armadura de los dragones, pero las torretas no les habían dado por poco, y esas sí que podían empeorarles el día.

Sabía que el plan era controlarlas, pero no les servirían de nada si los mataban antes de poder hacerse con ellas. Por lo que, ignorando a los guardias que se debatían entre atacarlos o dejar que el trabajo lo hiciera la escolta del Inquisidor, apuntó y disparó a la segunda de las armas centinela que tenía enfilados a los dos corredores.

- ¡Hermanos Dragones, no dejéis que el enemigo nos amedrante con su táctica, nosotros hemos sido entrenados para momentos como éste. ¡Adelante, adelante! - dijo por el vox*, olvidando ya todo intento de convencer a quien no quiere ser convencido. Estaba visto que, si los propios hombres de palacio eran tan estúpidos como para no darse cuenta de que les estaban traicionando y ofreciendo al enemigo, eran tan culpables como los dos líderes. Trató de alentar a sus hombres, pero por alguna razón, éstos parecían haber desconectado de su líder, de su anterior Sargento, ahora Teniente. - ¡Venga chicos! ¡Podemos con ellos! - siguió tratando** de incentivar una furia justiciera que sacara la ira de sus venas. Nada. Lo veía en sus caras, no reaccionaban, no le hacían ni puto caso. 

Sintió una furia ardiente dentro de sí. Él siempre se había destacado por ser un líder comprensivo y paciente, escuchando a sus subordinados y siguiendo los consejos del más preparado en cada campo. Pero al parecer, le habían perdido el respeto...o quizá en una situación así, como decía su padre, sólo había que mostrar pelotas y coraje para que tus hombres hicieran lo mismo. 

- ¡ME CAGO EN LA PUTA DE OROS!¿ESTOS MIERDAS HEREJES Y AMANTES DE XENOS SE ESTÁN RIENDO DE NOSOTROS Y VOSOTROS LO PERMITÍS? ¡VERGÜENZA ME DARÍA SER VOSOTROS PANDA DE INÚTILES, QUE CON CUATRO MARICAS PALACIEGOS OS DEJÁIS INTIMIDAR!¡MASACRAD A TODO AQUEL QUE NO EMPIECE A DISPARAR CONTRA EL INQUISIDOR Y SUS HOMBRES! - gritó*** descargando la rabia que sentía...y sorprendentemente, su padre tenía razón. Allí estaba, vio como la tensión de la rabia contenida se volvía a mostrar en los movimientos de sus hombres, quizá esa rabia era contra él mismo, quizá era porque les había mostrado sus propios miedos y vergüenzas...daba igual, a Karl le valía. Tenía que atacar pues su espada sierra le estaba pidiendo ser desenvainada, y allí, bloqueado por las torretas, no podía hacer nada. 

- ¡ULRICH, CUBRA A IBN Y A GREGORY, MANTENTA A LOS SOLDADOS INQUISITORIALES CON LA CABEZA GACHA! ¡SAFWAN, AHORA! ¡PADRE, CUBRA A ULRICH! - comenzó a dirigir a sus hombres, como debería haber hecho desde el primer momento. 

En unos momentos cargaría contra el enemigo, y el Dios Emperador vería su muerte o su triunfo. Se movió rodeando la columna y esperando poder cargar contra el enemigo más cercano. 

Cuando los disparos empezaron a cruzar la habitación, mi instinto me indicó que tenía que llegar hasta una posición ventajosa para sacar a relucir las nuevas habilidades adquiridas. Lo que si no esperaba era ver como las tropas del Inquisidor terminaban con el gobernador planetario, y parecía que las tropas de palacio, ya no servían bajo el celo imperial y disparaban contra mis compañeros. - Canallas.

Dejando el rifle largo colgando del portafusil, y desenfundando la pistola inferno, apunto y disparo contra el guardia de palacio que amenaza mi posición. Bien sabía, que no podría disparar sobre el Inquisidor con un guardia celoso buscando unas descargas de energía de alta potencia.  

Eran demasiados estímulos.

Los disparos, las imprecaciones, el sentirse cobarde por lo que podían ser los últimos momentos de su vida, el vértigo moral que suponía ver la jamás pensada traición de su cargo de un Sagrado Ordo, la ejecución por parte de uno de los miembros de su propio equipo del Gobernador, la explosión de tremenda munición bólter destrozándole los tímpanos y reverberando en sus cuencas incluso con los depresores de su traje... todo era demasiado. Era actuar abrazando la bendita locura fervorosa o dejarse morir como un perro.

En un último momento de lucidez, decidió que acaso martirizarse y hacerse el foco no ganaría a sus compañeros unos segundos de tiempo.

-¡HIPÓCRITA HOMBRE SAGRADO! ¡CORAZÓN DE PERRO! ¡LOS TÍTULOS Y LOS NOMBRES NO SON SINO VACUIDADES, PROFANAS PALABRAS QUE NO SON SINO OPROBIO PARA AQUELLOS TAN ESTÚPIDOS, TAN NULOS DE ALMA QUE NO VEN LA EMINENCIA DE NUESTO DIOS EL EMPERADOR!

La peor decisión táctica en aquel momento era salir corriendo en pos del Inquisidor con la motosierra en ristre y aullando. Así que eso fue palabra por palabra lo que hizo.

-¡ABRAZANDO PASIONES SECULARES! ¡MANCILLANDO SU DIGNIDAD MAIESTÁTICA! ¡SI ES NECESARIO EVANGELIZAR A LAS MASAS DESFALLECIDAS CON MI MUERTE AGONIZANTE MIENTRAS SEPARE ESAS CULPABLES VÍSCERAS DE ESE CUERPO AMARGO Y COLABORADOR, TODO SERÁ BIENVENIDO! ¡SEAMOS BAUTIZADOS NOSOTROS DOS EN LA SANGRE DEL CORDERO! ¡LA SANGRE DE LA EXPIACIÓN, LA AGONÍA, EL SUFRIMIENTO! ¡ABRACEMOS AMBOS GLORIOSAMENTE LA PENITENCIA, MI CAÍDO SEÑOR! ¡AQUEL GLORIOSO MISTERIO QUE JAMÁS HA TÉRMINO, SINO QUE TRANSFIGURA! ¡QUE HIERE! ¡QUE CONDENA A SU GLORIOSA VOLUNTAD!

Sus ojos se encendieron tras el yelmo.

-¡LA CULPA! ¡EL ARREPENTIMIENTO! ¡TODO DOLOR Y DUELO DEL ALMA, VENDIDO! ¡MANIFESTADOS GLORIOSA, LIBRE, VISIBLE Y TANGIBLEMENTE EN CADA UNO DE NOSOTROS! ¡LA DIVINA VOLUNTAD, IGUALMENTE PÍA Y CRUEL, PUES EL HOMBRE DE VOTO SABE QUE NO EXISTE DIFERENCIA! ¡Y DEBE RECORDARSE EL CAMINO, OH AQUEL QUE HA CAÍDO A LA SOMBRA DEL AQUILA! ¡ABRAZARÉIS EL MILAGRO QUE ES VUESTRA CONDICIÓN, AL PRECIO QUE DEBAMOS PAGAR!
 

Pese a todo, la realidad es que Ibn no era un esgrimista hábil. Las hojas que bailaban a su son eran las de los escalpelos, no las propias de la guerra, y por tanto su acto había sido motivado más por intentar evitar ser cosido a disparos como por ganar tiempo para Grigory. Sin embargo, ahora que se encontraba frente a su enemigo, sus posibilidades no eran las mejores, por decirlo de algún modo. 

Pero todos tenemos un día inspirado. Y mientras echaba mano de la pistola hotshot, por lo que pudiera pasar, se decidió a lanzar un tajo contra el guardia palatino. Puede que no fuera un maestro marcial, pero desde luego nadie diría que los desiertos de Drovelia no luchaban hasta el mismísimo final.

Grigory avanzó sorteando el que combatía contra Ibn, aunque se colocó de tal manera que apoyó a su compañero mientras el servo brazo que llevaba a su espalda arrancaba gran parte de la puerta hasta colocarla tras de si usándola de cobertura o al menos contra lo que pudiera venir de su espalda. Ciertamente, el tremendo estruendo provocado por aquella demostración de fuerza se izo audible por todo el lugar a pesar del intenso tiroteo que se estaba viviendo. Fue entonces cuando el pater salió de su escondite, corriendo como poseído por la fe imperial mientras profería una suerte de gritos y alaridos contra los traidores o aquellos que se habían atrevido a alzar las armas contra los dragones.

El tirador de la escuadra volvió a demostrar de lo que era capaz destruyendo otra de las armas centinela con una precisa salva que encajó varios golpes seguidos contra su anguloso cuerpo. La detonación se hizo oír y añadió más humo a la sala tras incendiarse la munición. El Inquisidor prosiguió su deambular, con cada vez más sangre en su rostro; ahora lo hacia a través de los lagrimales y su voz sonó lastimosa, quebrada cuando entonó un claro - aa..yu..da...... - que se ahogaba por la sangre que empezó a inundar su boca.

Ibn se enfrentaba cuerpo a cuerpo contra el guardia. Este trató de evitar el espadazo, pero llegó tarde en su movimiento y el arma del doctor le impactó en pleno torso provocando una fea herida en el guarda que gritó por el dolor aunque no llegó a morir de un solo envite. 

En el estrado, el Capitán Comisario desenfundó su espada de energía apretando los dientes y señaló al soldado de asalto que tenía en frente - ¡TÚ! ¡MAL NACIDO! ¡PAGARAS CON TU VIDA POR LO QUE HAS HECHO! ¡GUARDIAS AYUDADME! - gritó exultando mientras cargaba contra el soldado. Lo cierto es que sería complicado que pudiera ser superado por un soldado de asalto, y así fue, pues la carga fue brutal para el soldado de la inquisición, que no fue capaz de evitar el tremendo espadazo que le dedicó que acabó por decapitar de un golpe horizontal y preciso al soldado. Feliz por haber acabado con ese, se giró para encararse contra el otro que quedaba en el estrado.

El teniente trató nuevamente, de enfatizar los esfuerzos de los suyos, pero no fue capaz de ello. Avanzó algunos metros para posicionarse mejor esperando su oportunidad. Los soldados de asalto entraron en acción. El que primero disparó al gobernador se giró en redondo para enfrentar al capitán comisario. Se llevó el arma al hombro apuntó y reventó el cuerpo de Sir Algheran con tres impactos directos a su torso. La coraza que llevaba puesta no pudo evitar la terrible salva que lo dejó cadáver antes de que pudiera hincar la rodilla con un rictus de sorpresa y horror al ser consciente de que su vida acababa de ser sesgada por los hombres de un disfuncional inquisidor.

El resto de soldados actuó, la mayoría contra el pater que había demostrado estar más loco que los demás. Docenas de disparos fueron dirigidos contra él, muchos de ellos muy bien dirigidos pudiendo dejar bastante tocado a Fray Ollanius sino evitaba algunos de ellos. Otro de los soldados salió de su cobertura y acribilló la posición de Safwan. La puntería del soldado de élite inquisitorial se impuso y logró tener a tiro la cabeza del droveliano que peligraba tanto como su compañero. El resto dispararon contra la bestia de Grigory, pero la puerta blindada bloqueó todo lo que les dedicaron a él y al doctor.

Safwan desenfundó su pistola hot shot y le pegó un tiro a quien tenía enfrente tras la caja. Si bien el disparo le dio, no lo llegó a matar dejándolo herido mientras se quejaba de la enorme quemazón. 

El resto del personal empezó a defenderse de los drovelianos. Muchos de ellos fueron impactados pero sus armas resultaron ser del todo ineficaces con la coraza que portaban los dragones. Balas rebotaron, cuchillos rasparon, pero nada más allá de ello. El miedo que sentían no les dejaba combatir con la fiereza que se podría esperar de ellos, demostrando que no todas las guardias de palacio eran hombres y mujeres competentes, sino más bien una "fuerza" bonita con armaduras de diseño.

Gracias a la tremenda carrera del pater, las armas centinelas no pudieron seguir bien sus pasos, y a los pies de este dejaron un tremendo reguero de baldosas destrozadas por la munición explosiva de los bolters pesados y quemada con los tremendos haz de energía reconcentrada láser. Sin embargo, quien pareció correr menos suerte fue el teniente, ya que al quedarse expuesto, el arma centinela que tenía sobre la cabeza Ulrich se giró y le dedicó una tremenda salva que amenazaba con acabar con él.

El teniente dudó, y eso es lo peor que podías hacer en un campo de batalla, pero la torreta, un espíritu máquina belicoso, no lo dudó ni un segundo. Los reflejos innatos de Karl actuaron por instinto, y sólo el dejarse caer hacia un lado le salvó la vida. Dos de los haces pasaron peligrosamente cerca de su torso, pero los otros dos impactaron de lleno. El dolor era muy fuerte, pero también la rabia por no poder acabar personalmente con aquel Inquisidor traidor - Hijo de mil putas... - barbotó Karl mientras la sangre caía de su boca. Los láseres solían vaporizar y cicatrizar, posiblemente Karl se hubiera mordido de lengua en algún momento y no se había dado cuenta, pero dolían...oh cómo dolían. 

El teniente se levantó como pudo, y corrió hacia debajo de la torreta, donde el ángulo de disparo no permitía que ésta le apuntara. - ¡POR DROVELIA!¡POR NUESTRO MUNDO SACRIFICADO POR TRAIDORES!¡MATAD AL INQUISIDOR Y A TODO AQUEL QUE SE RESISTA! ¡FUEGO!¡FUEGO!* - No dudaría más. Si iba a morir, sería cargando contra un enemigo, no como pato de feria de una torreta. 

Con tantas armas disparando por doquier, alguna tendría que terminar dando sobre mi posición, una salva concentrada de disparos láser, golpeó la caja tras la que me encontraba y en parte a mi mismo, aunque al menos intenté ponerme lo mas resguardado posible. - Desgraciado.  Sabiendo que ahí era un blanco fácil, avanzo cubriendome con la caja, mientras abro fuego una vez mas contra el guardia de palacio. - Aun puedes retirarte muchacho, esto no va ya con tu jefe. Chisto cuando veo al inquisidor entrando en mi zona de tiro. - Omaima, sobre el inquisidor, apunta al inquisidor.

La cosa había estado saliendo bien hasta ese momento. El tecnosacerdote y el medicae estaban a las puertas de la sala de control, y Grigory había solucionado el problema de esta arrancándola de cuajo con su servobrazo. Safwan se estaba colando en posición, y el teniente y el sacerdote se movieron hacia adelante, uno reposicionándose y el otro lanzándose a la carga. En ese momento llegó el fuego de respuesta del enemigo.

Por fortuna él estaba bien a cubierto, pero sus compañeros no tuvieron tanta suerte, y varios disparos alcanzaron a Karl y a Ollanius. Aquellas torretas les iban a barrer y todavía no estaban cerca de hacerse con ellas, por lo que la única manera que veía Ulrich de dar tiempo a los suyos era ir destruyéndolas, incluso si eso significaba que la ayuda posterior sería menor o hasta nula.

El Inquisidor seguía avanzando por el medio de la sala, ajeno a todo y sangrando sin parar. Tenía un aspecto bastante lastimero y parecía que pidiera ayuda, pero se recordó que ese hombre había condenado a su mundo y acabado con su comandante. Ya rendiría cuentas luego. Por el momento, cambió de posición para tener a tiro la torreta que atacaba a Safwan, y disparó hacia ella, aunque esta vez no pudo compensar tanto el retroceso y parte de la ráfaga se perdió. Aun así, estaba seguro de que también acabaría destruida.

Seguían yendo muy justos. De hecho, parte de sus compañeros ya parecían estar pagando con sangre el tiempo que tenían, y si sus lecciones de medicina no estaban muy oxidadas, la cantidad de líquido vital que contenía un humano tampoco lograría ganarles demasiados segundos. Así que lanzó otro golpe, esta vez más violento, contra el guardia. Debían abrirse paso y hacerlo ya. 

El tecno sacerdote se quedo donde estaba, cubriendo ese lado con la puerta agarrada por su servo brazo y apoyando al doctor de la escuadra. El otro sacerdote, Fray, no fue capaz de evitar toda la salva que le dedicaron desde los distintos soldados. El sacerdote se encontró a las puertas de la muerte, los disparos lo dejaron derribado en el suelo y completamente exhausto, incapaz de reaccionar ni de verbalizar nada coherente. 

El especialista Ulrich, tras moverse unos pocos metros para asomarse, acribilló la torreta que tuvo enfrente, seguramente para seguir cubriendo el avance por ese lado. El inquisidor prosiguió su movimiento, pero ya nadie le prestaba atención, los soldados sabían cual era la amenaza prioritaria para ellos, y si su señor se había vuelto loco del todo, ya lo ejecutarían - ayu...da... ayu... da... - volvió a repetir Khalid Orr cayendo de rodillas y comenzando a vomitar sangre con una intensidad nada normal.

El doctor, Ibn, que trataba de quitarse de encima al guardia de palacio, tuvo la mala suerte de que este lo esquivara con una gracia y facilidad, que bien podría haber herido de manera descomunal el orgullo del droveliano. El teniente logró evitar lo peor del ataque recibido, pero no fue suficiente y quedó gravemente herido, aunque en mejor estado que el sacerdote. Avanzando a todo lo que pudo para ponerse a cubierto tras la columna, el teniente logró insuflar ánimos a los suyos.

Las tropas inquisitoriales volvieron a entrar en acción, y remataron a Fray Ollanius, el cual se había quedado ahí tirado. Solo dos de ellos lograron darle una certera salva, pero por mucho que el pater pudiera defenderse poco podría hacer, las heridas eran demasiado intensas para poder soportarlo y Fray Ollanius murió tirado en medio de la estancia fruto de su insensatez. Quizás era lo que deseaba. Tres de ellos se quedaron en sus posiciones privilegiadas apuntando sus armas en la dirección de Ibn y Grigory, esperando que estos se movieran lo más mínimo mientras que el que atacó a Safwan, siguió en su empeño después de que el operador evitara todo el daño, esta vez erró el tiro por completo.

Safwan logró darle de nuevo al guardia que tenía enfrente, pero parecía que no estaba con el eso de lograr un ataque letal. El personal de palacio siguió demostrando, para su total y absoluta frustración y miedo, que no eran capaces de hacer mella a los poderosos blindajes de los dragones, y los técnicos, tan ajenos a todo, incluso se rindieron ante Grigory, dando un paso hacía atrás de las consolas que ocupaban y alzando las manos - 011010010110100100011011010101010101010101010101 - se comunicaron con él.

Una de las armas centinelas se centró en Safwan descargando una salva de multi láser, pero erró todos los disparos mientras que en la parte "sur", Grigory siguió bloqueando los disparos de las centinelas. Sin duda aquella puerta no duraría mucho más.

Nos rendimos ante usted, no podemos ser hostiles contra un adálid carmesi, somos iniciados del mechanicum, por favor, no nos mate.

Mas y mas disparos caían sobre mi posición, por suerte, la caja y el suelo de mi alrededor habían recibido la mayoría de las descargas láser. Sin cejar en mi empeño de terminar con el guardia del palacio y ponerme en serio a terminar con el Inquisidor, cambio el sistema del arma automático. No tenía todas conmigo con respecto de conseguir acabar con él, por mas disparos que había encajado, no parecía dispuesto a morir.

- Cae o huye desgraciado, sino soy yo será alguno de los guardias del inquisidor el que termine contigo. 

La torreta centinela estalló como las anteriores, el espacio por el que podían moverse sin temor a ser acribillados se iba agrandando, pero tenían que quitarse de encima las Tarántula cuanto antes para poder centrarse en los verdaderos enemigos. Continuó moviéndose hacia adelante para ir con Safwan, pero justo cuando salió de detrás de la columna, vio como en el centro de la sala Fray Ollanius era acribillado por las tropas inquisitoriales. La visión de un miembro más de su escuadra cayendo de aquella manera enfureció a Ulrich, que giró su arma hacia el primero soldado de asalto que tuvo a la vista y descargó una ráfaga de venganza sobre él mientras gritaba. Al menos el pater se había reunido por fin con el Emperador.