Partida Rol por web

Chartreuse miró atónita como su estrategia no había funcionado como lo esperaba, y el ninetails soportaba la ola de agua. Tras lo cual, una fuerte ventisca helada terminó por poner fin al combate.

Chartreuse regresó al ludicolo a su pokebola para ponerlo fuera de más peligro. -Que sepas que lo hiciste muy bien, no te preocupes seguro que lo haremos mejor a la próxima -Le dijo a la pokebola en su mano.
Sonrió al ver al líder de gimnasio. -Un buen combate. No duró mucho tiempo, pero así pasa cuando dos pokemon son muy fuertes. Los combates ya están decididos en el primer segundo -Se rio mostrando buen ánimo-. La verdad es que por ahora me gustaría estar lejos de los gyms de hielo. Creo que tendría que comprarme un abrigo primero o algo -Volteó a ver al ninetails en el campo-. Tú también, bien hecho, ninetails extranjero -Fue lo ultimo que dijo antes de salir del lugar y evitar una posible hipotermia.

Había llegado el momento, por fin el aspirante había logrado alcanzar el gimnasio Hielo que se encontraba en lo alto de una montaña de más de 3.000 km de altitud. La respiración era costosa a esas alturas y la ventisca que azotaba el camino hacía que resultase trabajoso acceder hasta el lugar.

Cuando por fin había coronado el pico más alto de la cordillera, se topó con una cueva en cuya entrada había un letrero luminoso que anunciaba aquel lugar como "Gimnasio Hielo". Sin duda ese debía ser el lugar donde se encontraba Matt, el líder de ese gimnasio y poseedor de la medalla Amistad.

Minutos después y tras tener que prender una antorcha para poder ver, el aspirante llegó ante lo que parecía ser un campo de batalla. Segundos después y sin hacer esperar apareció frente a él un señor de cabellos ocres cubierto con una gran manta de leopardo. Aquel lugar era frío como el que más, y ni el entrenador que había llegado ni cualquier pokémon que saliera a combatir se sentiría cómodo.

Bienvenido a mi gimnasio, soy Matt, líder y maestro de tipo hielo, y además poseo la medalla Amistad. Si quieres sentirte cómodo aquí, para poder ganar la medalla, necesitarás ser caliente de corazón. Si así lo logras y eres uno con tus pokémon, entonces no sentirás frío. De lo contrario, será mejor que acabemos cuanto antes para que puedas regresar al Centro Pokémon a calentarte.

Esta es tu quinta medalla, ¿verdad? Pues entonces libraremos un combate uno contra uno, y el ganador será el que derrote antes a tres pokémon, pero solo se podrá hacer un cambio. ¿Entendido?

Y en ese momento sacó a escena el que sería su primer pokémon. Un magnífico y hermoso Ninetales con forma de Alola.

Kenryu se sorprendió de las palabras del Líder, aquel comentario lo hizo sentirse un poco incómodo, pero quería acabar pronto con la batalla, se preguntaba que tan cierto era lo del corazón cálido, se preguntaba si su relación no era tan fuerte como él creía con sus compañeros, quisa podría ser que aún tenía inseguridades respecto al camino del entrenador Pokémon, pero realmente deseaba ser como el grandioso líder James y mostrar su valía a la bellísima y sensual señorita Jessie, el aura de aquel Pokémon le hizo saber cuál era la mejor opción para atacarlo, el problema sería si guardaba algún as contra su elemento antagónico natural, y para un líder era algo que debía tener bien preparado.

¡Adelante Notaro!, usa tu cabeza y mantente alerta contra sus ataques. Del artefacto salió un Incineroar que sonrió al chico de cabello verde y puso sus ojos sobre el zorro blanqui-plateado manteniendo su sonrisa para esconder su incertidumbre, cuando creyó ver su oportunidad, corrió contra su oponente para lanzarle un cabezazo.

Kenryu no pudo sacar una mejor opción contra Ninetales, pues apenas sus ataques eran dañinos contra Incineroar pero tenía que tratar de hacerle algo de daño antes de que fuera demasiado tarde para el resto de sus compañeros.

Sus nueve colas empezaron a brillar con intensidad cegando al pokémon siniestro y drenándole gran parte de sus energías pero sin que fuera suficiente para debilitarle. Por el contrario, la cabeza de Incineroar se cubrió de un brillo grisáceo y se lanzó como una bala contra su oponente golpeándolo con tanta fuerza que lo dejó fuera de combate de un solo impacto.

Matt se llevó las manos a la boca preocupado por el estado en el que podría haber quedado su Ninetales, lo devolvió a la pokéball rápidamente y sacó a su segundo compañero. Espero que tú tengas más suerte. Dijo sacando a escena a un Mamoswine. 

Kenryu lo podía sentir, ese gran Pokémon tenía ventaja contra su compañero Notaro, igual debían intentar debilitarlo antes de caer, tal vez si aquella montaña viviente de hielo y pelo fuese más lento que el Incineroar, o este último fuese capaz de resistir un golpe, pero nada parecía estar a favor del equipo del retador, ¡ánimo Notaro!, ¡resiste y enciéndete!

El Incineroar dio un leve suspiro seguido de una carcajada para cubrir sus nervios, si los ataques hada eran de tener en cuenta, los ataques que pudiese tener aquel Mamoswine eran una verdadera preocupación, agachándose, se envolvió en llamas en posición para embestir a su oponente.

Aquella batalla había resultado sumamente breve, pues en cuanto Mamoswine entró en el campo de batalla golpeó con fuerza el suelo creando una profunda grieta que se tragó a Incineroar sin dejarle ni tan siquiera hacer un intento de reacción. Así que ahora le tocaba a Kenryu sacar al siguiente pokémon para poder derrotar a su rival. Pues ahora mismo se encontraban en igualdad de condiciones.

El ver caer a su compañero sin lograr nada confirmo los temores del retador de cabello verde, quisa podría tener más suerte mandando a uno de sus compañeros más resistentes, buen trabajo Notaro, dijo con un susurro a la Pokéball que contenía a su compañero vencido, luego saco la que contenía a su amiga Vaporeon, ¡vamos Konami!, ¡ensúcialo!

La Vaporeon salió al campo de batalla y vio al impresionante y masivo Pokémon que debía enfrentar, pero perder el temple era algo que no solía pasarle a Konami, al escuchar a Kenryu, empezó a formar una masa de agua mezclada con la tierra del suelo para atacar a su contrincante.

Kenryu sacó al que era uno de sus pokémon más resistentes y le ordenó descargar un potente chorro de agua mezclada con la tierra del terremoto que Mamoswine había levantado. Pero su oponente era más rápido y Matt le ordenó pisar con fuerza el terreno de batalla para volver a crear un potente terremoto que le detuviese. Pero Vaporeon logró aguantar el golpe y Mamoswine sucumbió ante el potente chorro de agua quedando fuera de combate.

Ahora Matt debía sacar al que sería su último pokémon, uno que fuera capaz de derrotar a Vaporeon y al último de los pokémon de Kenryu. Una tarea muy complicada y que dejaba clara las grandes posibilidades que tenía Kenryu de conseguir la medalla amistad.

¡Adelante, Weavile! Gritó sacando a su tercer y último pokémon.

Kenryu podía ver que aquel Pokémon que había mandado el líder era más rápido sin duda alguna que su amiga Konami, seguramente que todo su equipo, pero conocía quien podía con él, sin embargo no iba a arriesgarse a que no resistiera dos impactos, si aquel veloz oponente tenía algo que fuese eficaz contra su siguiente opción posiblemente sería el final de su ventaja y de lo que parecía ser su victoria, lo siento Konami, intenta resistir, ¡agua lodosa!, una vez más.

La calmada Vaporeon entendió la situación y juntando su energía se preparó para recibir el impacto al mismo tiempo que preparaba su contra ataque.

Matt acababa de sacar a Weavile al campo de batalla, un pokémon sumamente rápido y poderoso que tan solo necesitó un golpe para dejar fuera de combate al ya herido Vaporeon. Ahora Kenryu tenía la oportunidad de sacar a su últimpo pokémon, y debía de ser uno que fuese suficiente para derrotarle y no caer ante el primer ataque.

La batalla se acercaba a su fin, el entrenador de pelo verde sabía que el Pokémon frente a el era rápido y veloz, pero frágil, sin embargo el compañero que Kenryu tenía en mente reunía las mismas características, dudaba que su Pokémon lograse superar al adversario, pero también dudaba que el contrincante tuviese algo con que dejar fuera de combate a su amigo de un solo impacto, ahora todo dependía de quien pudiese derribar a su objetivo primero, ¡Adelante Shoko!, ¡aprovecha la oportunidad que Konami nos dio!, ¡Puño drenaje!

El alegre Lucario salió de su Pokéball y estaba listo para atacar tras oír a su entrenador, viendo directamente al Weavile que tenía frente suyo, se abalanzó con toda su fuerza para asestar su poderoso puño.

Weavile era un pokémon fuerte y rápido, por lo que logró encajar un fuerte golpe antes que Lucario y ejecutándolo con una precisión descomunal. Estaba claro que Matt había entrenado a su pokémon para que pudiera hacer frente a pokémon de tipo lucha, ya que era algo contra lo que Weaville era especialmente vulnerable. 

Entonces Lucario trató de escuchar a su entrenador, pero se dio cuenta de que no le dio la orden con la precisión a la que estaba acostumbrado y cuando quiso asestar el puñetazo a Weaville, éste logró esquivarlo dándo un gran salto y provocando que golpease el suelo.

Kenryu al darse cuenta de que paso demasiado tiempo pensando la acción a tomar que no le dio tiempo a su compañero a reaccionar con tiempo suficiente, le dolía que su torpeza les hubiese costado la partida, lo lamento Shoko, sabía que su error les había costado el combate, llamo a su compañero de regreso a su Pokéball, no tenían forma de recuperar el terreno perdido por ese error, acepto la derrota.

Había llegado el momento, por fin el aspirante había logrado alcanzar el gimnasio Hielo que se encontraba en lo alto de una montaña de más de 3.000 km de altitud. La respiración era costosa a esas alturas y la ventisca que azotaba el camino hacía que resultase trabajoso acceder hasta el lugar.

Cuando por fin había coronado el pico más alto de la cordillera, se topó con una cueva en cuya entrada había un letrero luminoso que anunciaba aquel lugar como "Gimnasio Hielo". Sin duda ese debía ser el lugar donde se encontraba Matt, el líder de ese gimnasio y poseedor de la medalla Amistad.

Minutos después y tras tener que prender una antorcha para poder ver, el aspirante llegó ante lo que parecía ser un campo de batalla. Segundos después y sin hacer esperar apareció frente a él un señor de cabellos ocres cubierto con una gran manta de leopardo. Aquel lugar era frío como el que más, y ni el entrenador que había llegado ni cualquier pokémon que saliera a combatir se sentiría cómodo.

Bienvenido a mi gimnasio, soy Matt, líder y maestro de tipo hielo, y además poseo el trofeo Amistad. Si quieres sentirte cómodo aquí, para poder ganarlo, necesitarás ser caliente de corazón. Si así lo logras y eres uno con tus pokémon, entonces no sentirás frío. De lo contrario, será mejor que acabemos cuanto antes para que puedas regresar al Centro Pokémon a calentarte.

Este es tu último trofeo, ¿verdad? Pues entonces libraremos un combate uno contra uno. Saca tu mejor arma, que yo haré lo mismo con la mía. Y si me derrotas, te proclamarás Campeón de la Liga.

El camino hasta el gimnasio fue de los mas tedioso y cansado, ¿quizás con el objetivo de desgastar al aspirante? El pelirrojo no iba a dejar que aquello ocurriera con él, por lo que se lo tomó con filosofía y sin perder su gran sonrisa.

Una vez llegó respiró aliviado, aunque no le agradaba mucho aquel lugar, las palabras de Matt le tranquilizaron. Si de eso se trataba, más caliente de corazón que él habría pocos y mayor vínculo con sus compañeros que el que él tenía era complicado.

Con una brillante sonrisa devolvió el saludo. Mi nombre es Tarako, puedes estar seguro que subirá la temperatura en nuestra lucha por el trofeo, tanto mis pokémon como yo estamos preparados. ¿Verdad Pinch? Preguntó lanzando la pokéball que contenía a Scizor. 

Aspirante y pokémon estaban preparados, ¿pero qué sorpresa les tenía reservada el maestro de tipo hielo?

Matt sonrió al ver a Scizor llegar al campo de batalla. 

 Un gran pokémon. Dijo haciendo una pausa. Y entonces, Matt sacó una armónica y empezó a tocarla. Tras unos breves segundos, un viento huracanado se materializó en el campo de batalla y cuando se disipó lo que parecía ser una potente ventisca apareció un majestuoso pokémon.

Tarako no podía creerse lo que estaba viendo.

Matt poseía un ARTICUNO:

Los ojos de Tarako se abrieron poco a poco contemplando aquel espectáculo. Ni en el más loco de sus pensamientos se imaginó luchar contra nada más y nada menos que un pokémon legendario, lo que estaba viendo le pareció increíble. A la par que sus ojos se abrieron tanto que parecían platos, su sonrisa fue creciendo y creciendo hasta que sus labios no pudieron más, este reto si que era un reto, no podía esperar a comenzar.

¡Pinch! Enséñales lo que vales. ¡Golpea primero con tu puño bala!

La orden fue clara, Tarako sabía que aquel combate no debía durar mucho, pues era sabido por todos del gran poder que poseía un pokémon legendario, si le daban tiempo acabaría por destrozarlos.

Tarako había sabido usar a sus pokémon a la perfección y no solo eso si no que sabía a cuál escoger y en qué momento. Por eso Scizor era una gran elección que combinando su habilidad y el objeto que poseía se había convertido en un arma mortífera.

El pokémon golpeó con todas sus fuerzas sobre el pokémon volador que lo dejó tirado en el suelo. Matt se asustó al ver precipitarse a esa velocidad a su Articuno y pensaba que no iba a contarlo. Pero cuando creía que el combate se había solucionado en el primer asalto, Articuno empezó a brillar con intensidad como solo un ave legendaria sabía a hacer y retomó de nuevo el vuelo.

Aprovechó el granizo que había sobre el gimnasio para empezar a batir sus alas con gran velocidad creando un vendaval espectacular. Scizor logró aguantar el golpe y controlarlo, pero el fuerte granizo golpeó sobre su cuerpo causándole algo más de daño.

Ahora todo dependía de Scizor y de encajar el nuevo golpe, pues si fallaba Articuno podría volver a ejecutar ese movimiento y poner fin a la victoria de Tarako.

Tarako estaba orgulloso de su Scizor, sin duda había demostrado ser un pokémon muy fuerte. Sin embargo, su rival era Articuno, un pokémon legendario, que aguantó el tremendo golpe que otro difícilmente hubiera podido resistir.

El combate era muy intenso y estaba en su mano poder ganarlo, simplemente Pinch debía golpear más rápido que el pokémon pájaro de Matt. El joven pelirrojo no lo dudo ni un segundo, pues sólo tenía una opción debido al objeto que Scizor llevaba equipado. ¡Puño bala de nuevo Pinch! Ordenó sonriente, creía que el combate estaba decidido.

El combate parecía estar decidido pero el granizo que había en el campo de batalla cubrió por un momento el hermoso pelaje de Articuno. Era como si un manto de nieve lo ocultase y Scizor no logró golpear de lleno sobre él. Articuno había esquivado el golpe y eso le daba una oportunidad a Matt de salir victorioso del combate.

¡Bien hecho, Articuno! ¡Y ahora, acaba con él y usa de nuevo vendaval!

El fuerte vendaval golpeó al pokémon bicho de Tarako y esta vez no fue capaz de esquivarlo. La suerte había jugado una mala pasada para el aspirante a campeón y Matt y Articuno les habían arrebatado la oportunidad de alzarse con el mayor de los triunfos. 

Ahora Tarako tendría que regresar al Centro Pokémon para curar a Scizor y elegir un nuevo rival contra el que enfrentarse.