Partida Rol por web

Albaster, Miki y Alina se dirigieron hacia el este para buscar algún refugio y para sorpresa de todos lo encontraron. Frente a ellos se hallaba una pequeña montaña con sus picos nevados, aunque el color de la nieve no era habitual, pues parecía un manto color añil... Era de allí de donde provenía el río que estaban siguiendo.

Entre uno de los recodos pudieron encontrar una cueva. ¡El lugar perfecto para descansar! Sin dudarlo mucho se adentraron en ella, y para su sorpresa el lugar estaba habilitado con seis camas y seis pequeños nichos. ¿Demasiada casualidad?

A pesar de asegurar estar muy cansada, a Alina parecía que todavía le quedaban energías suficientes, sobretodo para hablar. Y que sus nuevos compañeros pareciesen más dados al silencio o demasiado educados para cortarla era casi una invitación, así que mientras andaban, buscando ese esperado refugio, la muchacha habló y habló sin cortarse. Les contó de dónde era y que estudiaba enfermería en una academia; que los últimos exámenes le habían ido de pena y que justo el día de las notas fue cuando cayó el meteorito; que la vida en su ciudad era muy estresante, así que no soportó los resultados poniéndose muy triste y se había pasado el día en casa comiendo helado, hasta que su madre la envió a que tomase un poco el aire; y también que fue paseando con Daisy por el parque central de Ciudad Porcelana cuando cayó aquel extraño meteorito que tomó entre sus manos, solo para inspeccionarlo.

El resto no hizo falta contarlo, aunque se acababa de quedar sin tema de conversación y estaba dispuesta a seguir hablando sobre alguna otra cosa, pokemons por ejemplo. Pero pronto vislumbraron aquel paraje hermoso que llamó la atención del grupo y se acercaron a inspeccionar, fue entonces cuando encontraron la cueva.

- ¡Aaaaah, una cueva, una cueva!

Alina fue la primera en entrar emocionada dentro de ella, sin pensar mucho en los peligros que le podían aguardar, que por suerte no fueron de ningún tipo. En cuanto entraron Alabaster y Miki la pudieron ver estirada sobre una cama.

- ¡Mirad hay un montón de camas, vamos a avisar al resto! -dijo alegremente levantándose con energía, entonces cayó en algo y se puso a contar las camas- Oh, que bien, menos mal, están justas.

 No pareció caer, de momento, en que era mucha casualidad  que hubiesen las camas justas, ni tampoco que a pesar de no haber encontrado a ningún ser humano más en aquel páramo, había restos de civilización.     

Aunque en primera instancia Alabaster se dirigió al Este junto a Eon para estar a solas, en el camino cambió de idea. No sabía exactamente si fueron las triviales conversaciones de Alina, que le sacaban una que otra risa al monje, lo que le hizo cambiar de opinión, pero agradeció venir acompañado por ambas chicas.

La excusa que había utilizado, para separarse del grupo, de pronto tomó sentido al observar la Cueva. Siguió de cerca los pasos de Alina que iba bastante entusiasmada en dirección a esta. Y le gritó cuando esta estaba apunto de entrar: -¡Tened cuidado!, no sabemos lo que puede haber dentro.- Suspiró al ver que su advertencia había sido inútil. 

Al ver a la estudiante de enfermería adentrarse en las lúgubres sombras de la caverna, Alabaster aceleró el paso para no perderla de vista y le hizo un gesto a Miki para que le acompañase. 

Al entrar a la Cueva transcurrieron unos cuantos segundos para que los ojos de Alabaster se adecuaran a la poca iluminación que había en ese lugar. A penas pudo distinguir figuras entre las sombras intentó divisar a su compañera.

Extrañado y confundido por la escena, este no daba crédito a lo que sus ojos veían, se los frotó una y otra vez. 

-¡Mirad hay un montón de camas, vamos a avisar al resto!-

Una risilla nerviosa se le escapó, no sabía como explicar la peculiar situación en la que se encontraban. Pero intentó mantener la compostura, así que con gran tranquilidad le respondió a Miki: -¡Wow! Que coincidencia más grande. Por supuesto Alina-san, debemos avisarle a los demás sobre esto.- Dijo vacilante mientras miraba cada rincón de aquella cueva intentando buscar alguna pista que explicara todo esto.

Alabaster investigó aquella cueva sin ningún éxito. No encontró ninguna pista de nada que explicase a qué se debía aquella casualidad. ¿No sería mucho mejor disfrutarlo y ya está? ¿O por el contrario sería mucho mejor investigarlo y averiguar de una vez qué estaba pasando en aquel extraño lugar al que habían llegado casi por arte de magia?

Tras una inspección no muy minuciosa a los rincones de la Cueva, Alabaster desistió en buscar alguna explicación racional a lo que acontecía, porque todo rayaba en lo absurdo. 

Se encogió de hombros y sin cuestionarlo mucho aceptó esta peculiar realidad. De reojo miró a su compañera que parecía de muy buen ánimo tras encontrar este refugio. 
Tal vez no debería pensar demasiado las cosas.

-Lo mejor es que comuniquemos de esto a los demás.- Reiteró, mientras caminaba hacia la entrada de la Cueva. El tono de su voz denotaba un deje de entusiasmo. El propio monje no sabía muy bien el por qué de su desinterés. Tal vez todavía seguía un tanto ofuscado por lo acontecido en el Huerto o simplemente el hecho de no comprender lo que estaba ocurriendo se veía reflejado en su estado de ánimo. 

Necesito despejar un poco mi mente. Reflexionó al mismo tiempo que tomaba a Eon para ponerlo dentro de su Kimono. -Iré al Huerto, si gustan pueden quedarse aquí...- En ese momento giró la cabeza para ver por sobre su hombro a sus compañeras. No podía dejarlas aquí, no se lo perdonaría si algo les ocurriese. Aclaró su garganta y luego les sugirió que fuesen todos al Huerto. -¿Vamos?.-

Miki miró extrañada el interior de la cueva. ¿Qué hacían allí todas esas camas? encima coincidían en el número de personas que eran. Alabaster la había inspeccionado y no había encontrado nada raro, pero eran tan sospechoso.

-Esto puede que sea una trampa, pero tampoco tenemos nada mejor. En el mejor de los casos esto es de alguien y puede que no tarde en regresar, y así al menos quizás nos ayudan a esclarecer qué está pasando aquí. 

Lo mejor es que comuniquemos de esto a los demás. Iré al Huerto, si gustan pueden quedarse aquí... ¿Vamos?

-Sí, volvamos. Vámonos Sada -dijo haciéndole una señal a la croconaw. 

-¡Wow! Que coincidencia más grande. Por supuesto Alina-san, debemos avisarle a los demás sobre esto.

- ¿Verdad? ¡Qué suerte hemos tenido! -dijo con todo su candor, seguía sin darse cuenta que era como mínimo un tanto sospechoso aquella enorme casualidad. Por eso observó algo extrañada cómo Alabaster revisaba la estancia. «Ah, tal vez esté preocupado por la higiene» -pensó e hizo lo propio revisando las camas, pero no parecía que hubiesen chinches ni pulgas por ningún lado así que les dio el visto bueno.

Sí que se dio cuenta del repentino abatimiento del monje cuando se dirigía a la salida y estuvo a punto de preguntarle qué le pasaba, sin embargo se acababan de conocer y no era la primera vez que a Alina la mandaban a freír espárragos por tomarse demasiadas confianzas, tal vez sólo estaba preocupado por estar en aquel lugar desconocido, como todos. Y estaba pensando en esto cuando las palabras de Miki la bajaron de golpe de la parra y comenzó a asustarse, ni siquiera había pensado en aquellos detalles que comentaba la policía, había visto una oportunidad tan provechosa ahí delante y parecía tan seguro a simple vista, que le resultaba imposible malpensar. Pero claro, por otro lado, ella pocas veces desconfiaba de algo, tal vez por eso le tomaban el pelo con tanta frecuencia. El chico comenzó a hablar de nuevo y le prestó atención.

- Ah, claro, tenemos que avisar a tod...

-Iré al Huerto, si gustan pueden quedarse aquí...

- ¡¿Q-qué?! ¡¡¡No!!! -dijo visiblemente agobiada, le daba bastante miedo quedarse sola o con poca gente alrededor- ¿Y si vuelven los dueños y se enfadan mucho, o nos ataca una manada de Lycanrocs, o algo así? No, no, no, voy con vosotros. Vámonos Sada... DIGO Daisy.

Agarró de nuevo la patita de su chansey y se acercó todo lo que pudo a sus compañeros, para salir dirección al huerto.

Finalmente tomaron la decisión de dirigirse hacia el este en busca del refugio prometido. Frente a ellos se hallaba una pequeña montaña con sus picos nevados, aunque el color de la nieve no era habitual, pues parecía un manto color añil. Era de allí de donde provenía el río que estaban siguiendo.

Entre uno de los recodos pudieron encontrar una cueva. ¡El lugar perfecto para descansar! Sin dudarlo mucho se adentraron en ella, y para su sorpresa el lugar estaba habilitado con seis camas y seis pequeños nichos.

Caminaron un trecho, y al rato, ¡allí estaba! Era la cueva que habían dicho. Pittien descubrió que en ella había lo que efectivamente les habían comentado los compañeros. Rápidamente, dijo asombrado: 

-Esto parece cosa de magia... ¿no podría ser fruto de alguna alucinación colectiva provocada por algún pokemon? Ehhh, mejor, dejadme, creo que estoy cansado. Bastante, de hecho. En realidad, cuando me trasladó el meteorito aquí volvía de un día duro, y me pasé la noche medio en vela. Así que... tengo sueño. 

Dijo, mientras miraba con ansiedad a las camas. Tenía cansancio acumulado. Aunque entendió que habría que hacer guardias, y desde luego, pensar en preparar algo para calentarse. Y eso... les faltaba la leña. 

No se qué pensáis, pero habría que hacer guardias, habría que conseguir la leña, aunque ahora no hace frío ni está oscuro. Tenemos comida, y sabemos dónde hay más. ¿Qué deberíamos hacer?

Pitten: Esto parece cosa de magia... ¿no podría ser fruto de alguna alucinación colectiva provocada por algún pokemon? Ehhh, mejor, dejadme, creo que estoy cansado.

-Visto lo visto no podemos descartar nada. Quizás estamos todos en el suelo, con las pupilas dilatadas y teniendo espasmos por las alucinaciones -dijo encogiéndose de hombros.

Miki frunció el ceño pensativa. Seguía preocupada sobre a quien pertenecería ese lugar y en lo sospechoso que resultaba.

-Pero si no es eso, y estamos aquí realmente, tendremos que estar alerta.

Pitten: No se qué pensáis, pero habría que hacer guardias, habría que conseguir la leña, aunque ahora no hace frío ni está oscuro. Tenemos comida, y sabemos dónde hay más. ¿Qué deberíamos hacer?

-Yo puedo cubrir las guardias más largas. A fin de cuentas es mi trabajo. También puedo conseguir la leña con ayuda de mi pokémon. ¿Alguien se apunta? 

El camino hacia la cueva le pareció un poco más largo de lo que les tomó la primera vez en llegar allí, pero tal vez fuese por el cansancio o por el hecho de que en esta ocasión el silencio imperó en el grupo. 

Una vez en el lugar apoyó su espalda contra la fría roca que delimitaba la entrada a la Cueva y escuchó atentamente lo que sus compañeros tenían que decir. Estaba de acuerdo en que debían buscar madera, pese a que no hiciese frío nadie podía asegurar que la temperatura no descendiese durante las próximas horas, pero lo más importante de hacer fuego era que podrían llamar la atención de otras personas que viniesen en su ayuda o algo mejor, que el humo mantuviese a raya a los Pokémon salvajes que podrían acecharlos desde la cercanía. Ninguno de estos argumentos los compartió, simplemente asintió a la propuesta de ir por madera. 

Miró a los demás y levantó su mano, para pedir la palabra: -Miki-san, si deseas hacer guardia o al menos el primer turno de esta, no deberías ser tú quien debiese ir por leña. Si no te molesta yo puedo encargarme de aquella tarea.- Sabía que él debía hacerlo, porque la mayoría estaba extenuado por las largas horas caminando y pese a que Alabaster sentía el cansancio en todo su cuerpo, este todavía contaba con la vitalidad de un adolescente. 

Acompañado de su Eevee comenzó a caminar en dirección hacia la montaña (Este) y antes que alguien pudiese objetarle algo, añadió: -Además, Eon no se quedará tranquilo si no ve con sus propios ojos esa índiga nieve, ¿no es cierto?.- Preguntó a su compañero que saltaba de un lado a otro.

Sin esperar a que nadie le siguiera, Alabaster e Eevee se marcharon de allí en dirección hacia la montaña. Querían seguir investigando el lugar y ya de paso encontrar algo de leña para calentar al grupo. Lo cierto es que la temperatura no era baja, pero no querían arriesgarse y por eso se marcharon.

Pittien despidió a Alabaster, y tras ello, confirmó a Miki que le parecía bien  lo de la guardia, pero: Avísame, tu o quien vaya después de ti, para hacer alguna guardia. Yo lo lamento, necesito descansar, que antes de venir aquí había tenido una noche mala. 

Luego, ofreció a todos un poco de fruta, y él mismo terminó de comer algo. La verdad, tenía la cabeza muy nublada, y en cuanto durmiera, seguro que estaría más fresco. Cubiertas las necesidades básicas, les dijo: Con lo esencial, ya deberíamos dedicarnos a explorar, y ver quizás la forma de salir de aquí. Espero que podamos hacerlo. Y si, espero que las cosas no sean alucinaciones, pero no termino de convencerme de dónde estamos, no me cuadran las cosas, ni los seres que viven, ni el tipo de plantas... 

Miki-Visto lo visto no podemos descartar nada. Quizás estamos todos en el suelo, con las pupilas dilatadas y teniendo espasmos por las alucinaciones 

Alina no entendía demasiado bien por qué en caso de ser una ensoñación pokemon, tendrían que estar con las pupilas dilatadas y con espasmos... a no ser que se refiriesen a un pokemon tipo veneno.

- Aaaaah... -dijo entendiendo el asunto, aunque en realidad no había entendido nada y tampoco había compartido sus pensamientos con sus compañeros, algo raro en ella.

En cualquier caso, no tenía ganas de pensar en cosas que la preocupaban por el momento, así que los dejo con la conversación y se puso a ordenar la cueva canturreando. Dejó toda la comida en alto para evitar un ataque inminente de hormigas, si es que habían en aquel paraje. Y colocó sus cosas cerca de la cama que había elegido para ella. Cuando se quiso dar cuenta Alabaster no estaba y todos parecían un poco desperdigados.

- Uy, ¿dónde están todos? -preguntó a Miki y Pittien- Tienes razón Pittien, desde aquí podemos investigar mejor, porque esto es como... como una casita para descansar. 

Sonrió a los dos y acarició la cabeza de Daisy, recolocándole el lacito azulado.

- Que duermas bien Pittien -dijo de forma agradable para luego agarrarse del brazo de la policía-. ¡Espera Miki, estoy cansadita pero no tengo sueño, puedo ayudarte a hacer la guardia! ¡¡¡Cuatro ojos vigilan mejor que dos!!!

Estaba bastante animada y parecía encantada de intentar ayudar, en realidad nunca había hecho una guardia y sin conocer las "bondades" de aburrimiento supremo, le parecía algo emocionante acompañar a la agente Azuma en sus pesquisas.   

Alabaster: Miki-san, si deseas hacer guardia o al menos el primer turno de esta, no deberías ser tú quien debiese ir por leña. Si no te molesta yo puedo encargarme de aquella tarea.

-Ah, de acuerdo. Lo que prefieras, no me molesta en absoluto -dijo extrañada-. Tened cuidado.

Se acomodó un hueco junto a la entrada de la cueva para sentarse y poder apoyarse contra la pared de roca. Después de tanto caminar le dolían un poco los pies. Junto a ella se sentó la croconaw, que ya estaba acostumbrada a aquellas tareas de vigilancia.

Pitten: Avísame, tu o quien vaya después de ti, para hacer alguna guardia. Yo lo lamento, necesito descansar, que antes de venir aquí había tenido una noche mala. 

-Claro. De hecho, diría que somos un número de sobra para vigilar la cueva, así que no te preocupes.

De pronto, unas manos la agarraron del brazo y no pudo evitar tener un pequeño sobresalto. Si de normal se asustaba con facilidad, estar en aquel sitio desconocido y potencialmente peligroso no ayudaba en absoluto. Se giró con los ojos muy abiertos hacia quién la había tocado, pero al ver que era Alina se tranquilizó.

Alina: ¡Espera Miki, estoy cansadita pero no tengo sueño, puedo ayudarte a hacer la guardia! ¡¡¡Cuatro ojos vigilan mejor que dos!!!

-Ehm, sí, cierto -dijo nerviosa-. Técnicamente seremos seis ojos, u ocho si tu chansey se une.  

Daisy sonrió y apretó su mejilla contra el cuerpo de Miki contenta por el detalle que había tenido con ella. La pokémon no era capaz de colocarse su lazito azul por su cuenta y agradecía que su compañera estuviera tan atenta siempre con ella. Además estaba dispuesta a ayudarla en la guardia, aunque sabía que podía ser aburrida y que quizá tampoco fuese a ser de mucha ayuda en un combate.

A Pietro le llamó la atención el color de la nieve. Debería ser blanca pero no lo era. Era una cosa más que se sumaba a la larga lista de cosas extrañas que sucedían en ese nuevo mundo al que parecía que les había transportado el meteorito. Junto con Scizor se encaminaron hacia la cueva para poder examinar con calma y detenimiento tanto las camas como el interior de la cueva. 

Mientras el ex-líder del gimnasio se maravillaba con todo lo que estaba sucediendo a su alrededor se olvidó un poco de interaccionar con sus compañeros y se sentó en la cama para comprobar lo acolchada y mullida que era. Scizor se tumbó también en la cama de al lado aunque él necesitaba tal vez algo más grande pues era un pokemon corpulento. 

Escuchó a sus compañeros debatir sobre las guardias, la madera, la exploración... y entonces Pietro decidió unirse a ellos. 

- Scizor y yo podemos ayudar con todo lo que habéis comentado. Es un compañero lo suficientemente fuerte como para vigilar las guardias o cortar madera, solo.. que no podemos hacer las dos cosas a la vez - dijo a modo de chiste. - Pero veo que tanto la madera como las guardias ya están repartidas.. yo si queréis, mañana por la mañana temprano saldré con la bicicleta a explorar alrededor, estaré de vuelta antes de que os despertéis.. quien sabe, igual este lugar tan extraño me proporciona una tarta para desayunar y recuperamos todos fuerzas... - sonrió finalmente.

Pietro no era un hombre bromista pero la situación tan extraña que estaban viviendo le había llevado a ello. 

- Estoy contigo Pittien, esto es todo extraño. Como si este lugar pudiera escucharnos y facilitarnos lo que estamos necesitando. Además el color de la nieve... es como si nos hubiéramos transportado a un mundo de fantasía, de esos que salen en los videojuegos y que tan divertidos son... solo espero que no sea peligroso. - dijo y se despidió de Alabaster. Cogió un par de trozos de fruta que le había ofrecido Pittien y le dio uno a Scizor.- De momento no hemos visto nada que pareciera peligroso. 

Pietro miró las camas y acarició a Scizor. 

- Esperemos a que vuelva Alabaster.. luego ya descansaremos, si os parece bien, claro. Aunque.. Pittien, si estás muy cansado tal vez debas dormir, bueno, no pretendo ordenar nada, sólo sugerir... esto es nuevo para todos. Yo estaba acostumbrandome a vivir solo, sin nadie... y ahora tengo cinco maravillosos compañeros.

-A mí también me gustaría descansar- admitió. Después de todo, el meteorito le despertó poco después de conseguir dormirse.

-Además- se quedó pensativa. Todos parecían demasiados serios con lo ocurrido, que quizás lo requería, pero estaba cansada de esa actitud. Y la joven estudiante necesitaba un poco de "magia" o ilusión ante una situación desconocida como aquella -, quizás ocurra como con el Hada de los Dientes o con Santa Claus. Quizás, si no nos dormimos todos, no pase nada interesante- les miró con una gran sonrisa animada. Aunque tuviese que obligarse a ello, no quería seguir sembrando dudas o incertidumbre. -Por lo pronto, descansa- animó a Alina. -Chansey puede quedarse haciendo la guardia con Pititikli- señaló a su gran canina amiga. -Así Miki no se quedará sola.

- ¿Es preciosa verdad? -dijo mirando a Pietro cuando habló del paisaje- La nieve digo, tiene un color súper bonito.

Alina seguía sentada, agarrada al brazo de Miki por un lado y acariciando a Daisy que la tenía pegada al otro costado, la verdad es que no tenía frío y se sentía así más tranquila, reconfortada por la compañía , a pesar de la situación y los ánimos generales.

Rió en cuanto Ashley habló sobre el poder mágico de aquel páramo.

- ¡Ojalá viniese Santa Claus mientras dormimos, eso sí que sería una sorpresa! -dijo risueña- No te preocupes Ashley, me quedaré un ratito con Miki y luego iré a dormir.

Se giró a mirar la entrada de la cueva con cara de concentración, o lo que ella pensaba que era una cara de concentración adecuada a la situación, mientras seguían hablando al fondo. Le dio un poco de pena escuchar a Pietro decir que vivía solo, sabía que no tenía por qué ser malo, su hermana mayor vivía sola en un apartamento, pero ella estaba acostumbrada a vivir en su casa ruidosa llena de gente y a veces le daba miedo no tener compañía.

- Espero que nadie ronque, -comentó a modo de broma- no he traído tapones, jajaja.

 Se levantó y se asomó por la entrada de la cueva hacia el exterior un momento para comprobar que todo siguiese en orden.

Pietro: Pero veo que tanto la madera como las guardias ya están repartidas.. yo si queréis, mañana por la mañana temprano saldré con la bicicleta a explorar alrededor, estaré de vuelta antes de que os despertéis.. quien sabe, igual este lugar tan extraño me proporciona una tarta para desayunar y recuperamos todos fuerzas...  

-De acuerdo. La verdad es que no me extrañaría nada visto lo visto -dijo mirando de reojo las camas.

Miki se sentía muy extraña con el brazo atrapado entre las manos de Alina. En la comisaría siempre trataba de evitar el contacto, y sus compañeros por lo general habían captado las sutiles señales, pero ahora estaba con un grupo de desconocidos, algunos más extrovertidos que otros. No obstante, no trató de separarse por si el gesto le molestaba a Alina. 

Alina: ¿Es preciosa verdad? La nieve digo, tiene un color súper bonito.

-A mi me da algo de miedo. Es como si fuese... no sé, radiactiva o algo. 

Alina: Espero que nadie ronque, no he traído tapones, jajaja.

-Sada ronca, pero son ronquidos raros; ronquidos de reptil. Es como... - Buf, no se me ocurre otro ejemplo-, como cuando se oyen ruidos del retrete después de haber tirado de la cadena. 

Miki se recostó en su sitio y comenzó a rascarle el bajo de la mandíbula a Sada, que era su zona preferida. Le esperaba un largo rato de vigilancia probablemente aburrida, pero ya estaba más que habituada después de todas aquellas sesiones de vigilancia nocturna con la policía.