Partida Rol por web

Varek juntó el cejo al ver las maneras de la joven pielescarcha y soltó un bufido por lo bajini. Llamar "guapetón" a un escuchimizado sureño. Lo que habia que oir. Estaba claro que la jovenzuela no aguantaba el alcohol como su madre, que era capaz de vencer una competición de lanzamiento de hachas de batalla habiéndose bebido varios barriles de grog. En fin, habría que entrenar a la jovenzuela una vez volvieran al norte, que se estaba amanerando en exceso. Unas cuantas cacerías de yetis y aun harian de ella algo decente. 

Bien. Pues nada, parecía que no tendrian información.

Si eso es todo lo que sabemos, vamos a preguntarles directamente a esas ratas que es lo que quieren. Habrá que conformarse con el efecto sorpresa.  

Las palabras de Neulens pusieron a Filippo del color de un tomate. Si de por sí era uraño, la atención que le prodigó la norteña hizo que hundiera su cara en su jarra y no quisiera sacarla de allí. Por suerte, el espíritu práctico de Sutilidad lo sacó del paso.
-Si, vamos... rápido... -sin mirar a la pielescarcha se levantó y salió.

Ya era bien entrada la madrugada cuando el grupo salió de la taberna, que al estar alejada de la zona de los muelles hacía ya algunas horas que había despedido a la mayor parte de la clientela. Celebrando entre bostezos y los ojos medio cerrados que los últimos clientes le permitieran, al fin, cerrar el tugurio e irse ha dormir un poco.

En mitad de la calle bajo el manto de estrellado del cielo, pues ya pocos farolillos o linternas había a esas horas... y menos en esa zona, los compañeros se acercaron de nuevo al desvencijado edificio que hacía las funciones de almacén olvidado... ¿y de punto de reunión de una hermandad secreta? Pronto lo descubrirían.

Una vez llegados otra vez al callejón des del que espiaran de un principio el almacén, Filippo les detuvo para ir a dar un vistazo por los alrededores para asegurarse de que no había otra entrada oculta para entrar. Tras el vistazo regresó negando con un mudo gesto de la cabeza.

No quedaba más que entrar en aquel lugar por la puerta... 

Tras escuchar con atención a través de la puerta, los hábiles dedos de Delfiore, hicieron que el candado se abriera sin emitir ningún sonido y así pudieron entrar en el edificio. Varek abrió la puerta para toparse de bruces con una silenciosa oscuridad que aguardaba perezosa en su interior. El resplendor de las estrellas no permitieron ver movimiento alguno en mitad de la negrura... en cualquier caso no parecía ser que hubiera guardia alguno.

Entraron, entrecerraron la puerta, y a resguardo de miradas indiscretas, Equis encendió una lámpara. La dorada luz mostró a los tensos aventureros, quienes ya estaban pensando en ir a visitar de nuevo a la rata de Enzo, el lugar es una completa ruina, con desperdicios y restos derrumbados por todas partes. Tal es el estado ruinoso del interior del edificio que hace difícil incluso discernir cuantos espacios tenía antes...

Pero la desarrollada percepción de Filippo y Equis, más acostumbrados a moverse por casas de piedra, y a este tipo de construcción en general, se percatan de que allí donde empiezan los muros perimetrales, no encajan del todo con los cimientos, quienes parecen ser aún más antiguos que la casa en sí. Resiguiendo estos, se percatan de que hay una zona en la que se aprecia, medio disimulada entre la runa, una trampilla que desciende a un piso inferior. Neulens por su parte aprecia que en el recorrido de la puerta a la trampilla se ha ido creando un tenue paso entre idas y venidas recientes... 

La primera inspección fue desilusionante. Aquel lugar no era más que otro depósito abandonado en los muelles de Puertolibre. Sin embargo, la única pista que tenían era aquella y aunque no le gustaba ni un pelo, el ladrón sabía que Enzo no les había mentido. En algún rincón, en alguno de los muros, una pista tenían que hallar.

Los esfuerzos dieron sus frutos. El nuevo integrante del grupo ayudó bastante y juntos dieron con una trampilla escondida entre las lajas del suelo. ¿Sería aquella la puerta que estaban buscando? La observación de la norteña de que un sutil camino llevaba desde allí a la entrada por donde habían arribado terminó por confirmarlo. De a poco se iban acercando a esa logia que los quería muertos.

Filippo miró a sus compañeros con una ceja alzada, la interrogación pintada en su rostro, pero no esperó a ver si había respuesta. Había que abrir esa nueva puerta para seguir adelante.

Con suma atención recorrió los bordes, primero con la vista y luego con los dedos. Si había alguna trampa física o algo que pudiera dar la alarma de intrusión a los que estaban abajo, él quería encontrarla primero. Una vez que se hubo cerciorado de que allí no había más peligros evidentes, encajó su cuchillo entre la ranura y lo usó para hacer palanca para intentar desencajar la losa que cubría la entrada a la guarida secreta.

La impetuosa chica esperóa que Equis y Filippo registraran el lugar. Se apoyó sobre el quicio de la puerta con una actitud descarada con los brazos cruzado y un pie cruzado. Esperó con impaciencia, parecía a simple vista que estaban en un callejón sin salida. Frunció el ceño y esperócon un aire insolente en el semblante.
- Venga hombretones, es para hoy - Comentó en voz baja casi inaudible.
No quiso elevar la voz para delatar presencia hostil. Cambió de posición para dejar a sus otros compañeros y atravesó el mbral para hacerse a un lado. Miró despreocupada por la zona inmediata a la entrada por hacer algo.

Extremando la precaución propia de un veterano en su oficio, el ratero abrió la puerta de la trampilla que brindaba el paso bajo tierra, un olor a vino rancio y moho recibió al grupo. Pero por suerte, el olor áspero que les hacía fruncir la nariz era toda la amenaza que venía desde abajo... a primera vista.

Tras iluminar el hueco, los miembros fueron bajando al sótano que parecía ser una vieja bodega, así lo atestiguaban la media docena de toneles tumbados con un diámetro de más de dos brazas. Eso era todo cuando vieron. Mas, de nuevo, tras un buen escrutino, Filippo, esta vez con la ayuda de la tuerta Botas, se percató de que una de los toneles de fermentación estaba vacío del todo, y no solo eso, sinó que un mecanismo que encontraron, parecía activar unos contrapesos que posiblemente hicieran moverlo de algún modo... siempre cauto, lo examinó detenidamente, pero no encontró trampa alguna...

Trampas dentro de trampas dentro de trampas... Aquel maldito almacén parecía una de esas muñecas que dentro tenían otra y otra, así hasta el infinito. O eso creía Filippo que una vez en su juventud, había visto una de lejos y le había provocado fascinación y temor al mismo tiempo. ¿Quién sabía qué secretos guardaba la mente de su creador? Mejor no aventurarse en cosas de intelectuales, siempre terminaban jodiéndolo.

Dejando a un lado sus recuerdos, el ladrón inspeccionó a conciencia la nueva puerta encontrada. Hasta el momento, lo único que sabía era que iban para abajo, cada vez más abajo. Según sus cálculos aquel nuevo descenso los llevaría por debajo de la línea de resaca*. ¿Hasta dónde llegaban esos subterráneos? Imaginarse cada vez más abajo, con todo el océano encima de su cabeza le provocó pánico. ¿Y si se desplomaba el techo sobre ellos? ¿Y si una filtración desencadenaba una marejada y el agua los alcanzaba? ¿Y si...?

Su resolución flaqueó en ese momento. Tras ver que no había ninguna trampa en los alrededores, dio un paso atrás y miró a sus compañeros.

-El camino está despejado y parece que no nos aguarda ninguna sorpresa... Pero yo no encabezaré la marcha. Mejor que vayan los guerreros delante. Si hay pelea, serán más efectivos que yo... -y de paso, si hay que salir por patas, estaré primero en la cola para huir...

- Aparta guapetón - empuja suavemente Filippo.
La mujer no tenía paciencia. Al ver su indeciso compañero que no se atrevía a ir primero toma una antorcha y no se lo piensa más. La valiente Neulens hace alarde de su bravura igualando a la de cualquier hombre o más y no se hace esperar. La pielescarcha se dirige a la abertura que su compañero había descubierto y sin ceremonia se dispone a atravesarla.
- Hombres...- murmura para si.

Con todos los ojos puestos sobre él, Filippo accionó un pestillo oculto en un lateral de la aparente vieja barrica, y se escuchó como un sordo resorte activarse... tras lo cual un apagado rechinar de madera recibió a los aventureros. Ante ellos, la vieja tapa frontal de la barrica se convirtió una puerta circulara que giraba sobre si misma y les brindaba acceso a un lugar incierto... donde la húmeda oscuridad engullía la dorada luz de la lámpara.

Con determinación Neulens tomó la delantera, siendo un poco más menuda menos grande que Varek. Un olor salobre os abrazó y se pegó a vuestras pieles con la humedad mientras el grupo se adentraba en el pasillo, con Delfiore cerrando la marcha. El sentido de la orientación de la norteña le decía que se adentraban en algún lugar hacia el interior de la isla en lugar de hacia la costa... 

Tras una marcha que cuesta determinar sobre cuan larga ha sido, el grupo llega a un tramo donde la piedra tallada del túnel por el que avanzaba dio paso a un tramo de escaleras trabajadas en descenso... para que tras un otro largo trecho, ascendieran de nuevo... para desembocar a un espacio un poco más grande, donde incluso cabrían los Pielescarcha uno al lado de otro sin tocarse. La luz de la linterna os muestra como un poco más adelante el espacio se expande adoptando una forma de "T", con un par de puertas de madera al frente y en uno de los extremos de la "T".

La situación, estar en un lugar hostil y desconocido, al parecer agudizaron los sentidos de los norteños, quienes detectaron, antes de caer en ella, un panel camuflado en el suelo que parecía camuflado... hasta que Varek la señaló con una ancha sonrisa bajo su pañuelo rojo empapado en rancio sudor.

Por su lado, Neulens, instintivamente se fijó en el otro extremo de la "T", el opuesto a una de las puertas de madera. Rodeando el panel camuflado del suelo se acercó a la pared desnuda y tras un vistazo encontró en ella unas rendijas que formaban algún tipo de panel vertical, construido para pasar desapercibido...

Sin lugar a dudas aquello parecía un lugar muy interesante.

Qué harían los aventureros, probarían por la puerta de madera del frente, por la del extremo de la "T" o intentarían cruzar el pasaje que ocultaba aquella puerta secreta?

Neulens avanza con resolución con el escudo colocado en su siniestra y la linterna en la diestra. Su lanza colgaba en su espalda de forma de que accediera a él rápidamente si la cosa se pone fea dejando caer la antorcha. El camino se extiende bajos sus pies y no se detiene a comprobar si sus compañeros le siguen. Pasa el tiempo y después de un tiempo indeterminado el espacio se expande adoptando una forma de "T". 

- Chicos, ¿por donde cogemos?

Realmente la mujer preguntó por preguntar pues no duda un instante, su instinto le lleva al otro extremo de la "T", el opuesto a una de las puertas de madera.

- Mirad, aquí - señala las rendijas.

Filippo, que cerraba la marcha, se quedó unos instantes más en la intersección, mirando a un lado y al otro, sin decidir si era buena idea seguir a los norteños o aventurarse por el otro lado. Por suerte para su cuello, su instinto de supervivencia, fuente de su sentido común, le indicaron que debía permanecer junto a los fuertes si quería salir de allí en una pieza. Sin dudar más, se acercó hasta Neulens para ver lo que la bárbara estaba señalando.

-Uhmmmm, quien haya construido estos paneles secretos demuestra una falta total de competencia. Mira que dejar esas rendijas tan evidentes... -el ladrón fanfarroneaba como si hubiera sido él quien las había descubierto para ocultar su temor. No le gustaba nada estar metido en un pasillo estrecho, con poco espacio para maniobrar (y correr si hacía falta), enfrentándose a un enemigo desconocido. Pero ya estaba allí y era tarde para echarse atrás.

-Vamos. Ya hemos perdido demasiado tiempo -nuevamente, el ladrón hizo gala de su entrenamiento y con sumo cuidado, rastreó en busca de trampas o mecanismos ocultos antes de intentar mover los paneles. A esa altura, cualquier precaución era poca.

Bajo el resplandor de la lámpara que mantiene en alto Equis, Filippo encuentra una forma de deslizar el panel búrdamente camuflado... revelando tras él una galería mucho más tosca que la de la sala en forma de T en la que está el grupo.

Mirándose unos a otros y asintiendo en silencio, el grupo se mete por el estrecho e irregular pasadizo para explorarlo. El pasadizo es estrecho, húmedo y resbaladizo, pero avanzando con cautela el grupo se va internando en él, pasando primero Neulens, ya que se puede mover con mucha más ligereza que Sutilidad, quien a veces queda medio atascado en las partes más estrechas del mismo.

Tras avanzar dando una curva abierta hacia la derecha, los aventureros alcanzan un leve ensanchamiento, donde desde el cual pueden ver sin problemas otro panel parecido al que les brindara acceso al pasaje, presumíblemente esté, mejor o peor, camuflado por el otro sitio. No obstante el angosto pasadizo prosigue en dirección norte... desde el que llega un tenue sonido, tan distorisionado por el eco del lugar que el grupo no logra descifrar en qué consiste.

Cuales serán los siguientes pasos del grupo, ¿se adentrarán por el pasaje en dirección norte? ¿Darán un vistazo por el panel? ¿Se irán de copas, otra vez, olvidando todo el asunto?

El grupo está tras la puerta oculta que hay en la parte superior de la imagen.

Neulens avanza resuelta dispuesta a llegar al otro lado del túnel. El pasillo es estrecho pero es capaz de pasar sin problemas. Llega hasta el siguiente panel sin problemas y pensó en Sutilidad Varek y sonrió. Sin ninguna ceremonia deja la antorcha en el suelo y se acerca lo suficiente al panel como para tocarlo, trata de mirar a través de él y discernir que era el tenue sonido que provenía del otro lado. Está a punto de comentar algo, pero se arrepiente, no se sabe que hay al otro lado era prudente permanecer en silencio.

Filippo cerraba la marcha una vez más. No tenía problemas en dedicarse a desarmar paneles para que pudieran colarse, pero no arriesgaría su pellejo poniéndose primero en la fila.

Alcanzó a Neulens que observaba otra puerta falsa, oculta en la pared del pasillo y la dejó hacer. Quería ver de lo que era capaz la norteña, ya que como su tío, no parecía ser muy sutil. 

Sin embargo, quedarse quieto sin hacer nada tampoco era algo que le gustara. Así, sin perder de vista lo que hacían sus compañeros, caminó sigilosamente entre las sombras hacia el final del pasillo, e intentó observar qué era lo que provocaba los murmullos que se oían desde donde se encontraban ellos.

Con cuidado, tras su posición estrecha y oculta, los compañeros optaron para inspeccionar el paso secreto antes de adentrarse más hacia el lugar del que escuchaban el distorsionado sonido.

Con destreza, Filippo logró hacer deslizar levemente el panel para atisbar por una rendija... para ver que una intensa negrura les aguardaba más allá. Tras unos momentos de incomprensión, entendieron que lo que tenían delante, al otro lado del portal oculto, eran unas cortinas oscuras de pesada tela.

En ese momento escucharon unos pasos apresurados, acompañados de apagados gruñidos y excitados chasquidos, que se acercaban hacia ellos viniendo del norte, por donde continuaba el túnel irregular.

¿¡Qué harían!? Cerrarían el panel, retrocederían para poderse defender mejor pues el lugar era muy estrecho para que se pudiera combatir eficazmente. ¿O tal vez intentarían pasar al otro lado del portal abierto para intentar esconderse... a pesar de no saber que aguardaba más allá?

Neulens se aferra al panel para tratar de ver algo por la rendija pero le costaba vislumbrar algo a través del velo oscuro que se extendía al otro lado. Hace un gesto con la mano a los demás para que no se acercara, no sabía lo que podía ver al otro lado. Tardó un rato en darse cuenta que era unas cortinas. hizo una señal a Filippo para que abriera el panel, tenían la cobertura de las cortinas si actuaban con sigilo no habría problemas y podría ver que sorpresa los deparaba detrás de ella. entonces su cuerpo se tensó, algo venía más allá del pasillo. adoptó actitud de combate aferrando la lanza con fuerza.

Si hubiera tenido más tiempo, el ladrón hubiera inspeccionado todo el lugar antes de tomar una decisión. Pero la llegada de más gente al lugar precipitaron sus acciones.

Sin demasiado preámbulo, Filippo terminó de correr el panel y sin pensarlo dos veces, se abalanzó sobre las cortinas, con el arma al alcance de la mano. Si iban a tener que luchar, mejor contar con un espacio más amplio detrás que tener que moverse en ese estrecho pasadizo por donde habían llegado.

Todo iba bien... demasiado bien.

Lo tenían todo controlado, con la certera vista de Neulens había encontrado un pasaje oculto que al parecer les permitía acceder a otros sitios, un lugar sin vigilancia, aparentemente. 

Ya estaban examinando el nuevo panel, e incluso resuelto el investigar con calma ese lugar, cuando las cosas... se torcieron. Cuando parecía que todo estaba controlado unas voces guturales y unos gruñidos se acercaban a ellos, el lugar era angosto y difícil para combatir, pero sí que podría servir para que una Pielescarcha plantara cara y diera tiempo al resto el encontrar otra vía... a malas siempre podrían regresar a la antesala en forma de T, ¿no?. En cualquier caso Neulens se cubrió el cuerpo con el escudo y dejaba asomar la punta de la lanza lista para proyectar una estocada a lo primero que asomara por el oscuro pasaje.

No muy lejos de ahí, al lado realmente, Filippo se abalanzó hacia la zona cubierta por las pesadas cortinas. De un tajo rasgó un paso y pronto se encontraba en mitad de un sueño, estaba en una sala del tesoro!

Armas ornamentadas, con empuñaduras enjoyadas, colgaba de las paredes de una sala rectangular de cuatro por seis metros, con una pesada puerta cerrada al fondo. A parte de los reflejos de las joyas, la lámpara de Equis, quien también entraba en el salón al igual que Varek, también reveló la presencia de cuatro cofres de maderas exóticas y refuerzos de metal... sobre alfombras mullidas que también emplazaban restos de distintos esqueletos.

Mientras a Filippo se le ponía dura ante el posible botín, en el angosto pasaje secreto, iluminado por una lámpara llevada por la Botas, Neulens pudo ver como se acercaban unas horrorosas figuras humanoides, media docena de ellas, de piel escamosa sobre la que se reflejaba la luz de Botas, esgrimían garrotes y jabalinas prestas para el combate!

Al entrar en aquella recámara, los ojos de Filippo se desencajaron. La sala estaba llena de riquezas a rebozar, más de lo que el ladrón podía imaginar que existía en algún lado. Su cerebro se nubló. ¿Como resistirse a tanto dinero? ¿A esas joyas de exquisita confección y gemas de valor incalculable?

Olvidado de lo que acontecía en el exterior, borrada de su mente la misión de encontrar a Lucio y a la compañía de mercenarios que había ordenado acabar con ellos, Delfiore se internó en el lugar con la codicia reflejada en su rostro. Astuto como una rata, empezó a deslizarse por la superficie, analizando dónde ponía sus pasos y mirando con recelo a su alrededor. Desconfiado por naturaleza, dudaba que semejante tesoro estuviera libre de trampas que lo protegieran de sus ansiosas manos.

Con el grupo organizándose, con Neulens taponando el avance de aquellas criaturas con la ayuda de Botas y el resto "buscando" otra vía, la acción se desató.

La norteña llenó el pasaje con su escudo de recia madera ganando tiempo para el resto ante esas criaturas, que la luz de la lámpara de la Botas reveló como unos híbridos entre hombres y serpientes...

... ataviados con primitivas armas, garrotes de madera y puñales de piedra en su mayoría. Pero con terribles colmillos supurantes. La ágil Pielescarcha logró eludir lo peor del ataque con su diestra posición defensiva, sufriendo tan solo un impacto superficial de un porrazo (-2), pero logrando mantener a las criaturas aprisionadas más allá de su posición estrecha y tortuosa, arrancándoles gruñidos y siseos de frustración... por el momento.

Por otro lado, Filippo, Equis y Varek, seducidos por la visión del tesoro, escuchan de fondo un peculiar sonido seco y rítmico, a medida que los huesos que se apilaban encima de las mullidas alfombras se levantaban formando un puñado de figuras esqueléticas... que observaban con cuencas vacías refulgentes de un brillo rojizo a los intrusos...

Al parecer la trampa que protegía el tesoro era de naturaleza más mística que de la que esperaba Filippo.