Partida Rol por web

El caos se desató, mientras la norteña daba unos pasos con su pierna entablillada para quedar al frente y soportar una lluvia de cuadrillos sobre su escudo, una pesada mole desquiciada se adelantó trotando tras lanzar un garrote a uno de los ballesteros, para lanzarse acto seguido como un alud sobre el escuchimizado sacerdote.

Los dos ballesteros, preparados desde el principio actuaron como respuesta a la reacción del gigantón, alertados como estaban por Milos sobre las formas temperamentales de los bárbaros norteños.

Un garrote cruzó el aire volando para estamparse contra la columna que daba algo de cobertura a uno de los ballesteros, mientras los cuadrillos se precipitaron contra la figura del norteño que avanzaba en zig-zag contra Milos. Ni los unos ni los otros se mostraron especialmente efectivos. Pero el gigantón ya estaba sobre el ayudante del Sumo Sacerdote...

Neulens por su parte aguardaba en posición defensiva tras su escudo, con Equis y Filippo tras ella, a que una lluvia de pivotes impactara contra el escudo de madera y cuero para devolver un ataque antes de que pudieran recargar. Impactos que no llegaron jamás.

Por su lado la también temeraria Botas avanzó por entre las columnas en busca de unos ballesteros.

Lejos de amilanarse o huir despavorido, Milos sonríe de manera maníaca ante gran norteño que se alza sobre él para romperle todo y cada uno de sus hueso, pero algo peor que la sonrisa desquiciada del ocultista son sus ojos grandes que parecen emitir un fulgor por un instante buscando el contacto con el gran norteño.

- Rego Mentem...

Es todo cuanto escapa de entre los arrogantes labios del sacerdote... pero de repente la sonrisa desaparece cuando algo no parece salir como cabía esperar.

Lejos de preocuparse por de lo que hace el escuchimizado sureño, Varek se dispone para repartir caña sin más ceremonias...

Ahora era el momento. Neulens grita y ignorando el dolor avanza lo más rápido que le permitía su pierna entablillada.
No dejaría que los ballesteros recargaran. Mientras su hermano norteño se lanzaba con furia desenfrenada la Pieldeescarcha no se amilanó y avanzó escudo y lanza avanza con furia salvaje reflejada en su cara. Con bravura y feroz determinación se dispone a atacar al otro ballestero para asestarle un lanzazo mortal.

Las arcanas palabras hace que se erice todo el pelo de la espalda de Varek cual mangosta carmesí. Las peores experiencias y leyendas del clan estan ahi, delante de él. Y sabe que sólo hay una manera de enfrentarse a los poderes oscuros. Todas las leyendas son claras: el mal hay que arrancarlo de cuajo. Las prioridades cambian rápidamente, e ignorando al ballestero se gira hacia el sacerdote. 

Oscurooooo!!!!

Gritando cual poseso le introduce una mano acorazada (y llena de asquerosa sangre de ofidio) en la boca y lo levanta mientas que con la otra mano empieza a golpearle el la cabeza como un mazo en la sien. No tenéis muy claro si intenta dejarle inconsciente, romperle el cuello o arrancarle la cabeza con violencia extrema. Probablemente las 3 cosas. 

No le complacía el cariz que estaba tomando la pelea. Los ballesteros no habían caído y el sacerdote se proponía maldecirlos o algo peor. Por fortuna, el norteño fue lo suficientemente rápido como para callar al hechicero y arreglar cuentas con él. Pero quedaba el tema de los otros dos.

Mientras Neulens avanzaba sobre uno de ellos, Filippo se lanzó con velocidad hacia el otro, daga en mano. Si lograba tomarlo por sorpresa, podría infringir suficiente daño para dejarlo fuera de combate. Si no, su cabeza estaría en grave peligro, por lo que mejor que la jugada le saliera como era debido.

Varek, en un estado frenético fruto del pavor nacido de las supersticiones, intenta eliminar al escuchimizado sacerdote...

- Oscurooooo!!!!

Pero ve atónito como este escapa de sus manazas blindadas de forma sorprendente, gracias a una suerte de reflejos y algún tipo de brujería o maldición de los dioses.

Por su lado la tuerta con atuendos de corsario, Botas, se lanza en un duelo más con su espadín contra uno de los cultistas con ballestas.

- Haz las paces con tus ancestros, maldito.

Con una eficacia terrible, la mujer dirige la punta de su estoque con letal puntería a las tripas del hombre, quien a pesar del golpe, logra eludir parte del impacto y revela bajo sus anchos ropajes negros el cuero endurecido de una armadura (-7), no obstante pronto una creciente mancha húmeda va empapando sus ropajes a la altura del vientre.

Equis, hombre prudente... avanza hacia la parte final de la sala sin demasiada prisa, a la zaga de Neulens y Filippo.

Filippo y Neulens, avanzan sin temor ahora que las ballestas están descargadas antes de dar tiempo al cultista libre de volver a disparar... pero la pierna herida pasa factura a la cazadora, quien ve como Filippo la deja atrás. 

El ratero, si bien no es muy ducho en comabte, confía en que el fanático no dispare de nuevo con la ballesta, lanzando para ello una cuchillada con su daga al cuerpo, tanteando la capacidad de su rival... y viendo que es alguien entrenado.

Por su lado, los cultistas responden maldiciendo, apartando sus túnicas y liberando se sus vainas cinco palmos de acero afilado para dar cuenta de esos molestos allanadores de templos. El malherido encapuchado alcanza de refilón a la espadachina quien, a pesar de su armadura de cuero, tiene que apretar los dientes ante el mordisco del acero en su brazo (-1). Al otro lado del altar, el otro guardaespaldas de Milos también logra impactar,  y herir superficialmente, a Filippo (-1), por suerte su armadura evitó la peor parte.

Sin lugar a dudas esos hombres eran mejores guardianes que los esqueletos o los hombres serpiente.

Por su lado, Milos, acosado por la mole colosal de Varek, deja que sus instintos se adueñen de su cuerpo al reaccionar blandiendo su cayado de detalles serpentiles contra el norteño.

- ¡Neccccio humano, ssserasss víctima del engaño!

El cayado golpeó con violencia el torso de Sutilidad, por surte su armadura, vigor y estado enajenado, le sirvieron para sentir a penas el contacto de la vara (-3). No obstante Milos sonríe burlándose del gigantón, como si disfrutara del combate cuerpo a cuerpo...

La piel de Escarcha maldijo cuando Filippo le adelantó. Maldita pierna. Avanzó lo más rápidamente cambiando de objetivo. centró su atención en el sacerdote, el sectario que entabla lucha con filippo ya estaba ocupado con su compañero. ¡No escaparás, maldito!. Presa de la ira arremete con la lanza esperando atravesar a ese malnacido.

Lo habían herido. ¡Lo habían herido! Está bien, es solo un rasguño, se dijo Filippo. Pero lo habían herido y ahora el combate no pintaba muy bien para él. El ladrón maldijo no haber conservado la lanza. Con ella hubiera mantenido a raya al ballestero. Ahora, tenía que hacer frente a un espadón con su mísero acero.

Esto no es para mí. Nuevamente, en un segundo echó un vistazo alrededor en busca de algo más contundente con qué pelear contra aquel tipo y sin dudarlo, salió corriendo en busca de una de las antorchas que iluminaban el lugar. Si la suerte le sonreía, el sacerdote tendría algunos aceites rituales en el altar. Un bello plan empezaba a tomar forma en su cabeza.

El combate se desarrollaba frenéticamente, con la mayoría de los contendientes enzarzados en un violento combate cuerpo a cuerpo, sangrando y haciendo sangrar bajo las luces danzantes de las antorchas.

- Muere brujo, muere... ¡MUERE!

Varek, en su frensí se negaba a bajar los brazos, continuando descargando porrazo tras porrazo con sus puños blindados, pero el maldito sureño se movía demasiado... realmente era major combatiente de lo que parecía... o tal vez las brujerías de sus dioses le mantenían por el momento más allá de la capacidad del colosal Pielescarcha.

En su duelo particular, Cristal hace danzar su afilado acero con maestría, logrando superar de nuevo las defensas del guardaespaldas del sacerdote, cruzando su rostro de abajo arriba causándole un feo corte que pronto empieza a sangrar (-3). Una arrogante sonrisa muda aflora en los labios de la tuerta.

Por su lado, el receloso Equis, ve como Filippo tiene problemas e intenta cortar la persecución del guerrero que va en pos del ratero, dando tiempo al ladronzuelo a subirse al pie ornamentado de una columna para hacerse con una antorcha.

Viendo que los cultistas están enfrascados en sus combates propios, la norteña se suma en la refriega contra el sacerdote, apoyando a Varek, que por algún extraño motivo no ha despachurrado aún al enclenque sureño... Pero sin lugar a dudas, la pierna de la cazadora no le permite lanzar un ataque certero, quien pierde la fuerza tras un latigazo de dolor que le asciende por la pierna y le arranca un jadeo de dolor.

- Ahhh, ¡maldito!

En su tónica habitual, el pandillero de los suburbios que cortara la persecución del cultista, se enfrenta a él sin exponer su guardia, procurando mantener su guardia en alto. Pero el miedo a ser herido es demasiado alto como para ser realmente eficaz... o eso parece cuando el cultista aparta a un lado el filo de la pequeña daga con un golpe despreciativo de la espada larga... antes de lanzar un mandoblazo cruzado ascendente. El afilado acero alcanza el pecho de Equis arrancándole un gemido y haciendo que la sangre manche pronte sus ropas (-4). Animando así al fanático.

- El Innombrable se regocijará con vuestras almas, ¡herejes!

Por su lado, el otro cultista, maltrecho y parcialmente cegado por la sangre, intenta borrar la arrogante sonrisa de la espadachina de un mandoblazo desesperado... pero la mercenaria es sin lugar a dudas una contendiente muy expermintada en los combates entre espadas.

El pequeño hombrecito, de eléctricos movimientos, se aparta a un lado ante la acometida de la norteña medio coja, golpeando con su cayado la punta de la lanza para alejarla de su cuerpo antes de centrarse de nuevo contra el gran guerrero.

-¿Tienesss miedo, hombrecccillo? Deberíasss, el Innombrable esss implacable, como sssusss sssiervosss. 

Y con una sonrisa desencajada y los ojos a punto de salirsele de la cara por la excitación, el malnacido sacerdote estampa el cayado con cabeza serpentil contra la cara de Sutilidad, haciendole sangrar de la nariz rota (-1).

¡Parecía que una presencia ominosa se posaba sobre las acciones de los aventureros quienes veían como sus acciones no surtían el efecto esperado ante tales herejes devotos de su demencial dios!

Filippo corrió sin mirar atrás. Si lo hubiera hecho, habría visto como Equis tomaba su lugar y recibía los cortes por él. Pero lo que tenía en mente era demasiado arriesgado y no había un segundo que perder.

Fuera del combate, tomó una de las antorchas de la pared y corriendo, se dirigió hacia el altar. Enfrascado como estaba en su plan, había olvidado que sobre el altar se encontraba el monje al que tenían que buscar. ¡Maldición! No es que le importara demasiado la vida de Lucius, pero si quería cobrar la otra parte del encargo -que vaya si se lo había ganado-, tendrían que sacarlo de allí.

Cambio de planes, se dijo el ladrón. Su idea inicial de prender fuego al altar tendría que mutar un poco.

Mientras el combate continuaba a su alrededor, Delfiore comenzó a revolver en busca de algún líquido combustible. La desesperación aguzaba sus sentidos por lo que en breve dio con lo que quería: una tinaja de unos dos o tres litros de capacidad, llena a rebosar de aceite.

Sin soltar la antorcha, rodeó con el brazo libre la tinaja y se agazapó, sin perder de vista al sacerdote ni a los ballesteros. Ni bien la fortuna se lo permitiera, saltaría sobre el líder del culto para empaparlo en combustible y luego, hacerlo arder.

Enceguecido, Varek no podia creer que el sacerdote le jodiera su plan. Un brillante plan consistente en aplastarle la cabeza con un sonoro y satisfactorio ruido de huesos astillándose. El golpe en la nariz no hizo más que incrementar sus ansias. Determinado a joder a la rata que tenia delante decidió cambiar d eobjetivo. Si no iba bien matar al sacerdote, pues oye, quizá podia joderle el plan. Eso siempre molestaba (como le molestaba a él), asi que centró sui atención en el altar mientras su sobrina seguia entreteniendo al sacerdote. Se trataba de limpiar ese altar de mierdas varias. Con una zancada se puso al lado de la mole de piedra y empezó a arrojar todo su contenido contra el sacerdote, dejando la superficie impoluta al cabo de pocos segundos. SI habia algun bote de sustancias que parecieran inflamables, lo arrojó con especial tino (o lo intentó).

AHI TE JODAS, RATA APESTOSA!!!

Neulens a pesar de su dificultad maldice y aunque la pierna le incomoda y le duele ignora el dolor como una buena norteña y vuelve a la carga tratando de atravesar a aquel mal nacido que reía como un loco. Su risa provocaba ira en la norteña en igual medida. Resultaba molesta el desdén que mostraba aquel repulsivo ser, deseaba borrarle la sonrisa de su cara con un buen puñetazo, después de haberle empalado con su asta. El odio y la furia llegaba a las cotas más altas y ciega de ira vuelve a arremeter con su lanza.

- ¡Que los dioses castiguen tu osadía, muere ya mal nacido!.

Cambiando de planes, Varek itenta joder de otra forma al esquivo sacerdote, arrojando al suelto todo lo que hay en el altar... Lucius entre ellas. Canalizando con ello parte de la frustración.

- ¡¡¡AHÍ TE JODAS, RATA APESTOSA!!!

Sin lugar a dudas su herejía cumplió con su proposito de molestar a Milos, quien siseó con rabia, llamando por entero su atención.

En su particular duelo, la Botas mantuvo a su contrincante atento, que a pesar de la cuchillada en las tripas y en la cara se mantenía dispuesto a derrotar a la hereje. 

Mientras Filippo buscaba raudo por la zona algo que le permitiera realizar su plan, Equis respondió con una cuchillada al cultista, logrando asestar una cuchillada (-3).

Distraído como estaba con Sutilidad, el sacerdote no prestó suficiente atención a Neulens y esta le alcanzó con su lanza en el cuerpo... para sentir como esta topaba con algo que no estaba a la vista y que desvió la punta de la lanza por sobre el cuerpo... logrando tan solo cortar la ropa, llevándose un trozo de tela, en lugar de salir embadurnada de sangre.

Los cultistas contestaron a la Botas y a Equis, con diferentes resultados, mientras que la mercenaria desvió con su espadin la pesada hoja del sectario, Equis por contra, medio cegado por la sangre de su herida y el fanático exultante, recibió un tremendo corte en el vientre (-10), dejándolo doblado por el dolor y medio muerto en el suelo del Templo del Innombrable.

- ¡SÍ, todos acabareís como ofrendas a nuestro SEÑOR!

Milos demudó su rostro de burleta a enloquecido de odio por la profanación del garrulo norteño. Ignorando a cuantos había a su alrededor, se arrojó blandiendo su cayado ornamentado con ira irreprimida...

-Tú sssangre bañará essste altar, ¡maldito!

Pero por suerte, sus palabras y sus hechos no se correspondieron... por el momento, el cayado fue parcialmente desviado por un golpe de escudo de Neulens, errando así su blanco.

Para fortuna de Filippo (y por ende, pensaba el ladronzuelo, para el resto de sus compañeros también), el sacerdote se encontraba demasiado ofuscado con Sutilidad como para prestarle atención a sus acciones. Mientras el bárbaro ofendía el culto del sacerdote destruyendo el altar -y rondando peligrosamente por donde yacía Lucius- Delfiore se deslizó furtivamente por detrás de Milos y, aprovechando que el sacerdote no lo miraba, actuó cual rata de muelle huyendo de un incendio. Es decir, con una celeridad casi inhumana.

En un abrir y cerrar de ojos, tomó la tinaja por el borde y la volcó sobre el sacerdote. Sin esperar a que este o alguien más reaccionara, acercó la antorcha a los ropajes empapados y vio como las llamas prendían y comenzaban a arder. Antes de escuchar siquiera el primer grito, ya estaba poniendo los pies en polvorosa. Si su ataque no era totalmente efectivo, él no quería encontrarse al alcance de la furia de aquel que servía a ese dios serpiente.

Ese cayado infernal era lo peligroso. Varek sabia bien que en espacios cerrados el arma más grande es la más inutil, asi que tras rpofanar el altar se arrojó sobre el sacerdote e intentó encajar un fuerte gancho con la izquierda hacia la mandíbula de éste tras fintar con un golpe por la derecha para a continuacion centrar todo su peso y violencia reconcentrada contra la cabeza del traicionero seguidor de Nyarlathotep. 

Si quieres sangre prueba la tuya, engendro!! 

La escaramuza se recrudeció bajo el resplandor danzante de las lámparas. Con Equis caído en el suelo y la mayoría de los contendientes sangrando de una o varias heridas.

-Si quieres sangre prueba la tuya, engendro!! 

Varek tras crispar al sacerdote se arrojó contra él para sumarse a la mujer Pielescarcha, aporreando el rostro del maldito sureño con sus puños blindados, que a pesar de que los dos lograron alcanzar el cuerpo de Milos, sacudiéndolo con fuerza, solo uno de ellos logró hacer sangrar realmente al sacerdote (-2).

Por su lado el taimado ladronzuelo, arrojó el contenido de la jarra sobre la figura del sacerdote, pero el contenido, una vez fuera de la jarra no resultó nada fácil de manipular para que salpicara en su mayor parte al hombre, manchándolo solo parcialmente. No obstante Filippo le lanzó ya la antorcha antes de apartarse bruscamente, haciendo que unas incipientes llamas empezaran a prender el combustible que mojara a Milos (-4), aumentando por unos instantes la luz reinante de la estancia, entre los alaridos del sacerdote.

¡YAAAhHH, AAArrgghh, AAAHH!

Entre alaridos, la norteña lanzó una nueva lanzada contra el sacerdote, alcanzándole superficialmente pero sintiendo de nuevo como la punta de su arma se deslizaba por su cuerpo sin terminar de penetrar en él.

Por su lado la mercenaria se lanzó a fondo contra el cultista y lo traspasó sin darle oportunidad alguna de defenderse herido como estaba.

El cultista restante, engrandecido por haber dado muerte a uno de los herejes, se lanza con los ojos enloquecidos contra el ratero al que dañar a primero, quien al dejarlo por su otra víctima, le había dado la oportunidad de bañar en fuego a su Maestro. La pesada hoja alcanzó de refilón al bribón, causándole un corte en el hombro (-3).

Entre alaridos y movimientos impotentes, el sacerdote acosado por los dos Pielescarcha y el pícaro que le prendiera fuego, cambia a ojos vista, dejando a un lado la protección de sus engaños arcanos, de sus brujerías, para revelar su real aspecto, una figura alta, con un torso humanoide corpulento recubierto de escamas sobre una larga cola enorme serpentil que le sostiene dándole unos reflejos sobrehumanos. Ahora con las llamas prendidas sobre su tunica medio desgarrada.

- AAAHHH, Malditos... AAARrGGGHHH, ¡Cómo osáis!

Tras unos momentos en los que duda sobre si atacar a los herejes o salvar su vida para vengarse más adelante, el hombre serpiente se retuerce sobre sí mismo para salir disparado hacia la entrada por donde llegaran los aventureros, sorteando con increible maestría los unos y los otros en su repentina huída.

-Volveré! Moriréis... ¡¡¡MORIRÉIS!!!!