Partida Rol por web

-Eso mismo estábamos por preguntarte Enzo... ¿qué significa que nos querías muertos? -el tono de Filippo era afilado, rayando en lo peligroso. Por fin se encontraba frente a frente al artífice de la emboscada de la noche anterior y las ganas de hacérselo pagar iban en aumento. Pero antes quería respuestas. A aquel tipo no lo conocían de nada, no tenía sentido que hubiera intentado hacerlos desaparecer. ¿Cómo se relacionaba con su búsqueda?

-Más te vale que largues todo, lagartija. Desde anoche que no estamos de muy buen humor.

Desde detrás de Enzo, Varek gruñó en un tono largo, bajo y tendido. El crujido de nudillos tambien fue audible.

 Lo quedo mirando tranquilamente y luego miro a los demás. Eres un maldito Enzo, dijistes que serian personas normales que se pueden acabar con ellos pero en cambio tan solo buscabas que nos mataran a nosotros. Luego de haber tenido una pelea nos rendimos... Por cierto Enzo te quiero presentar a mi amigo mister musculo. Señalo a Varek.

 Luego miro a Filippo y sonrio ante la situación en la que se encuentra. Esto es fácil habla ahora  o te dejare un rato con mis amigos para que te comenten un poco como les fue ayer cuando le distes indicaciones para morir. Una sonrisa maligna aparece en mi rostro y luego miro a mis nuevos amigos. Si no habla los dejo para ustedes y haced lo que quieran, en este lugar si escuchan un grito es normal.

Neulens disfrutaba de escenas como esa. Se acercó con un gesto amenazador y una sonrisa sádica. - Me temo canijo que estás en un lío. Se acercó al acorralado personajillo con un gesto ensombrecido por la ira. - Eso ha estado muy feo por tu parte, ya ves que seguimos vivos, debes saber que con nosostros no se juega. La Pielescacha disfrutaba infundiendo temor en los demás, si era justo y lo merecía. - No pienses desgraciado que vas a salir de ésta impunemente. Su cuchillo emitió un destello. - Creo que vas a tener que contarnos todo a cambio de tu miserable vida.

Arrinconado, y amedrentado, el escuchimizado hombre se fue encogiendo ante las perspectivas que tenía delante. Levantó las manos temblorosas mirando a unos y a otros, con sus anteojos resbalando hasta quedar colgantes de una tira de cuero.

-So-solo cu-cumplía órdenes... yo no les conozco, me mandaron arreglar un asunto con u-unos preguntones... y contacté con Fa-Farb... no-no soy a quienes bu-buscan.

Mirando a unos y a otros, sin tener dónde esconderse o escaparse, el tipo tembloroso y ahora sudoroso empezó a sentirse desfallecer.

- Di-diré lo que quieran, se lo-lo contaré todos... pero por favor, no me hagan daño... por favor.- Logra gimotear.

Pues desembucha, rata, o nos encargaremos de que tus hijos sean huérfanos en breve. 

 Miro a todos los chicos y luego intento bajar la mano con el cuchillo de Neulens. Sabes Enzo me tienes hasta los huevos con tus cosas, intentas tomarnos por estupidos a las personas que contratas y luego te intentas hacer la victima como ahora. Me cansaba de esta persona.

 Dime a donde ir ahora, quien te contrato o te juro que dejare que destripen tu piel y lo usen para hacer ropa para vender o llevar. Una persona que hace estas idioteces como  tu no merecen ni siquiera que le den la oportunidad de vivir. Mientras lo miraba a los ojos y luego volvia a ellos.

Mientras Varek y X apuraban a Enzo, Filippo centró su atención en el entorno. Aquella rata malnacida no le inspiraba confianza y sus gimoteos le sonaban a puro teatro. Tal vez pecara de paranoico pero no quería volver a ser sorprendido como la noche anterior.

bla bla bla... - LA Botas, había seguido a su grupo de aventureros, o tal vez ya pudiera empezar a llamarles compañeros, como tantos otros como había tenido, pero la cosa es que esos seguían ahí y vivos, así que sí, tal vez ya pudiera llamarles compañeros.- Haced que este infeliz hable o le saltaré los dientes, es muy cansado para mi escuchar su insulsa verborrea... - Rodó los ojos con autentico hastío, dando un suave parpadeo que no vaticinaba nada bueno, obvio, nada bueno que pudiera provenir de Botas.
Tal y como caminaba, acabó colocandose a un lado del tipo, apoyandose de brazos cruzados en la pared, mirando al grupo.- Más vale que hables, yo de ti, no tendría duda alguna... te desollaran vivo... - Dijo con desdén mientras apuntaba a Neulens con el pulgar.

El hombre permanece en una extraña postura medio encogido, implorante y patética, con las manos medio levantadas como si le fueran a servir de algo ante alguna agresión, pero a la vez las manos se se mostraban trémulas, así como sus rodillas. Bajo su sencilla túnica se adivinaba un corazón a punto de escaparse del pecho del enclenque hombre.

-E-en el vi-viejo almacén...- Empezó a responder.- En la zona de los almacenes, hay uno que parece olvidado, cerca de-del límite con el mercado, con las paredes con la cal desconchada y las ventanas ta-tapiadas.

Equis se hizo una idea de dónde podía caer el sitio.

-En la parte inferios del desvencijado edificio se encuentra la base de-de la hermandado... allí está el jefe.- Mirando tembloroso a los congregados añadió.- No sé nada más, quería entrar en la hermandad, pero no había hecho la prueba de iniciación aún... era vu-vuestro asunto la prueba. No sé quienes son ellos, van encapuchados. Y no me dejaron adentrarme en los lugares restringidos. Os-os lo jugor, no sé nada más, por favor, no me hagáis daño, por favor, piedad...

Termina diciendo más encogido aún si cabe.

Por fin aquella entrevista comenzaba a dar sus frutos. Filippo miró con desprecio al hombrecillo. ¿Un cobarde como él intentando pertenecer a una hermandad? El ladrón negó con su cabeza. Aquel tipo no hubiera durado ni una hora con esa actitud. Alguien capaz de vender a los suyos tan facilmente era un eslabón demasiado débil.

-No perdamos más el tiempo con este guiñapo. Es escoria, nunca lo hubieran admitido en esa hermandad que dice. Veamos si lo que afirma es cierto (por como huelen sus pantalones apuesto a que sí, pero mejor asegurarnos) que comienza a molestarme que quieran matarme sin decirme por qué. Además de que no hemos avanzado mucho en la búsqueda del monje y mi bolsa anhela las monedas prometidas. Vareck, si quieres podemos esperar a que te despidas de tu "amigo". Tal vez un golpe o dos lo disuadan de contar que nos ha visto.

Escuche atentamente las palabras de Enzo y con cada una me hacia una idea de donde seria nuestro proximo destino por lo que al terminar observo que Filippo quiere dejar que Vareck haga lo que sea. Chicos se donde debemos ir pero si nos entretenemos mucho podemos perderlos asi que unos golpes y de nuevo al negocio.

Mientras miraba a Enzo muy asustado y me alejaba de este para mirar por los callejones que no viniera nadie o estariamos perdidos.

Por cierto Enzo eres un maldito embustero esperando que nosotros hagamos tu trabajo con estos tios que saben dar golpes.

Sin querer perder más tiempo en esa patética miseria de persona, el grupo lo abandona para dirigirse hacia el lugar descrito por Enzo y reconocido por Equis, quien ha pasado la mayor parte de su vida por las calles de Puertolibre.

Al amparo de la noche, el furtivo grupo avanzó sin contratiempos por las tortuosas calles de la ciudad, evitando las más concurridas para despertar la menor atención posible, finalmente llegaron al final de una calle, añeja y vacía...

El edificio no tenía ninguna característica definitoria, ni nada que llamara especialmente la atención, por lo cual resulta un buen escondrijo. Se trataba de una construcción sencilla, con una sola planta que midía aproximadamente 20 pies de ancho por 30 de largo. Su fachada, que se encuentraba en un estado bastante ruinoso, era de madera a excepción de las ventanas, que habían sido concienzudamente tapiadas con ladrillos. Dos escalones llevaban hasta la entrada principal: una puerta de madera de aspecto bastante robusto.

Neulens estaba cansada de ir de un lado para el otro, necesitaba acción, no estaba hecha para ir de un lado para otro su lanza vibraba y su afilada punta en lo alto del asta estaba ansiosa de aquel fluido corporal de color carmesí. Mira con soslayo los desvencijados edificios de aquella mugrienta calle para contemplar el susodicho edificio que había indicado Enzo. Por fin levanta la vista y  ante la posibilidad de un encuentro mira a sus compañeros con una expresión divertida y una sonrisa socarrona.

- Entramos a por las bravas o alguien tiene algún plan, voto por lo primero.

A Varek hablar no se le daba bien. Él era de resolver sus problemas como debe ser, a golpes o en competiciones de beber toneles de birra. Sin embargo ahora que se encontraban en la puerta del local se preguntaba por que nadie había interrogado al patético sureño ese sobre la hermandad esa. No era lo mismo que fuera una hermandad de gigantes de escarcha que una hermandad de tejedores de calceta. Ni si eran miles de patéticos sureños o simplemente un par de norteños (en cuyo caso serian mucho más peligrosos que en el primer supuesto). 

Me gusta tu plan, chiquilla, pero nos falta información. deberíamos saber qué tipo de hermandad es esa. Alguno de vosotros puede controlar el local durante un rato? Yo y Neulens somos algo identificables entre tanta escoria de metro y medio de altura asi que mejor que lo hagáis vosotros. Os podemos esperar en esa taberna de allí hasta que decidáis que ya tenéis la información que necesitamos. 

A Filippo la idea de exponer su cuello no le agradaba en lo más mínimo, por lo que no pensaba colarse a ciegas en el lugar. Sin embargo, montar vigilancia desde algún punto cercano se le daba bastante bien. Lo único que lamentaba era que se perdería de la birra.

-Yo puedo quedarme merodeando por aquí... aunque tal vez éste sepa algo más de la hermandad y no sea necesario esperar tanto para caerles encima -dijo señalando a X. Después de todo el nuevo compañero provenía de los bajofondos del lugar.

Atenta a todas las conversaciones, La Botas, se preguntaba cual sería la mejor opción.- Creo que deberíamos observar la taberna desde dentro y desde fuera, obviamente, uno dentro debería de ser suficiente... Y bueno, si Filippo queda fuera... - Hizo una mueca suspirando, ya ni recordaba por que hacía eso... O sí, para poder volver a casa y alejarse de ese mugriento tumulto que era ese islote perdido de la mano de Dios.- Yo entraré, si ocurre algo, sabré apañarme lo suficientemente bien. Si no...- Miro a Filippo.- Nos vemos en un par de horas aquí, en el callejón... ¿Os parece?- Les dijo, dando un paso para iniciar su marcha.

Estudiando el edificio de aspecto abandonado, desde una punta de la oscura calle, el grupo estuvo estudiando las distintas posibilidades que tenían.

Ante la pregunta de Filippo a Equis, ese se encogió de hombros.

-Puertolibre es un lugar de paso, y aparecen y desaparecen con frecuencia varias hermandades y sociedades. Desconozco suficientes detalles para saber de cual se puede tratar en este caso.- Tras mesarse la recortada barba rubia, añade.- Pero no me suena nada de esta zona, nada que ubique una sede en este sitio. Una de tres, o nos ha engañado, cosa que dudo; o es una hermandad muy nueva, que podría ser... o es una de muy cuidadosa, que viendo a Enzo, me sorprendería.

Finalmente, acordaron una especie de plan. La mayoría esperaría en algún antro cercano, mientras el bueno de Filippo permanecía atento a lo que pudiera ser en cuanto a entradas y salidas en la casa ruinosa.

Y así lo hicieron. El grupo se fue dejando a Delfiore escondido entre unas sombras de la mal iluminada calle mientras se acercaron a la zona portuaria, donde estaban los muelles, para intentar pasar el rato sin llamar la atención.

El tiempo fue flyendo sin pausa, la luna siguió su rumbo por el despejado cielo nocturno, acompañada de las múltiples estrellas, a lo lejos se adivinaba cierto rumor de las tascas portuarias, mientras el discreto ratero aguardaba atento... Hasta que pasaron las dos horas acordadas y nada reseñable sucedió.

Las horas pactadas habían transcurrido y si bien el movimiento de la calle no había sido escaso, el edificio que custodiaba Filippo no había reflejado signos de ocupación. Nadie se había detenido en él, nadie le había dedicado más de una mirada a pasar. No se veían luces ni se podía percibir movimiento alguno. O bien la hermandad utilizaba algún otro medio para acceder a él o bien Enzo les había vendido un bulo. Por el bien del hombrecillo, Delfiore esperaba que lo cierto fuera lo primero. Si no, aquel despreciable ser podría ir despidiéndose de su pellejo.

El sombrío ladrón se acercó hasta la taberna donde aguardaban los demás para transmitirles las nuevas.

-Una jarra de cerveza, moza! -gritó al pasar junto a la barra mientras se dirigía a la mesa que ocupaban los suyos.

-Nada de nada -fue todo lo que dijo cuando se sentó y no pronunció otra palabra hasta que no tuvo la jarra delante suyo y le hubo dado un buen trago-. O hay otra entrada, o la rata de alcantarilla nos mintió.

la PielEscarcha encogió los hombros y se dispuso a dejar transcurrir ocioso el tiempo, quizá en la taberna enjugando e gaznate con el preciado líquido aguado que servín en el lugar,  su lanza tendría que esperar.

-  Esta cerveza no sabe a nada - comenta golpeando la jarra en la mesa - en mi pueblo si que saben hacer cerveza. 

Emitió un sonoro erupto que resultó un tanto grotesco viniendo de una boca tan sensual, aunque arrancó algunas risitas disimuladas. al ver a Filippo entrar alzóu jarra a modo de saludó. Le lanzó un guiño se apartó un poco para dejarle sitio al ladrón.

- ¿Traes noticias frescas guapetón? - le lanzó un guiño con una sonrisa jocosa - Creo que no, tómate una crveza y ahoga tus penas en esta aguada cerveza.