Partida Rol por web

Me había vuelto a centrar en la comida y doy un gran trago a refresco de melón que había solicitado. Justo en ese momento es cuando Keira realiza las presentaciones y acabo atragantándome con el refresco al escuchar mi parte.

— ¿Qué yo que?—Digo mientras me limpio con la manga comprendiendo a que se había estado refiriendo la joven con aquellas indirectas hacia la profesora. Tras unos momentos vuelvo a hablar mirando al resto. — ¿En serio parece eso? No lo entiendo, vosotras dos parecéis muy felices hablando de motos y no por ello yo pienso que queréis liaros.—Digo mientras las señalo con el cubierto apuntando hacia abajo.

Finalmente doy un suspiro cuando Lyn empieza a dar la comida por acabada.

—Esto… la verdad es que mientras estabais fuera pedí otra ración. —Digo mientras me sacudo el pelo algo avergonzado. —No me hagáis pedirla para llevar, si quieres la compartimos.—Propuse a Lyn para ver si conseguía que no quisiera levantarse ya de la mesa.

—Aah, vale, mal yo, mal yo. —Willy pone una risa floja, con la mano detrás de la cabeza, pero la expresión presumida en sus ojos no varía en absoluto.
—Juan Vicente Faustino de Goethe —saluda el otro, muy serio—. Es un placer.

El arranque de Lakyus provoca sorpresa en Rean, quien enarca una ceja y se queda mirándolo pensativo. Luego de un trago de su bebida, que lo deja otra vez con bigotes, le dedica unas palabras al muchacho de pelo plateado:
—Dejo a mi prima a tu cuidado entonces, Unglaus. Te deseo suerte.
Apoya la jarra en la mesa.
—Verás, esa mujer es algo así como sobras de lasagna. Es muy dura por fuera, pero blandita por dentro. Debes escarvar esa superficie crocante para llegar a un corazón suave.

Luego se dirige a Lyn, que parece estar con prisas por irse:
—Un segundo, las rosquillas me abrieron el apetito y esas alitas estaban suculentas. ¿Qué tal si nos quedamos otro rato?
Todavía tiene los bigotes de espuma.
—Quiero saber más sobre los amigos de Sullivan. ¿En qué consiste esa asosiación? ¿A qué se dedican?

—¿Ah? ¿Victoria? ¿La princesa Victoria? —pregunta el niño, extrañado, pero que obviamente está cambiando drásticamente de tema, aprovechando el nombre que suelta Lyn—. ¿Está por aquí con ustedes?

Lyn levantó las manos en pose de rendición y recuperó una ligera sonrisa al escuchar a su maestro y Lakyus, ella había comida ya bastante y con lo ocurrido se le había cerrado el apetito, pero no por ello iba fastidiarlos a ellos.

-Comed sin prisa, y vosotros pillaos unas sillas- Mientras se sentaba de vuelta agarró una servilleta y la estampo sin sutileza contra la cara de su maestro para limpiarle el bigotillo como si fuera un crio. Luego miró hacia su compañero. -Lakyus, Lo tuyo es más como una vibra, como si fueses el alumno pelota de la profe solitaria y os llevaseis DEMASIADO bien, aunque no sea aposta da la sensación de que tenéis un rollo raro…te estaré animando si decides ir por ello, además tienes la bendición de la familia.

Al escuchar la mención de la princesa, Lyn levantó las cejas y miró hacia el niño extrañada, quitando el cambio brusco de tema, aquella relación con el nombre de Victoria no le resultaba nada natural.

-Obviando el brusco cambio de tema con cero sutileza. No he dicho nada de princesa, y mucha gente se llama Victoria - "O eso creo"- ¿cómo haces esa relación? ¿eres uno de esos que va por ahí con la foto de un famoso esperando encontrárselo y que le den un autógrafo?

Me lleve una mano a la cara exasperado por los comentarios de incluso Rean. Lentamente la arrastre hasta que finalmente cayó por la parte inferior de mi cara.

—No tengo ningún “rollo raro”, en mi familia nadie quiere hablar sobre investigaciones que no tengan que ver con el galgarium así que me emociono conversar con alguien a quien no tenía que explicar cómo funciona la gravedad primero.

Era evidente que empezaba a cansarme todo aquello asi que cuando cambio el tema de la mesa no me moleste ni en mencionar la pregunta de la cual habían escapado los nuevos.

—Ah, pues yo también pensaba que te referías a la princesita.—Digo mirando a Lyn algo confundido encogiéndome de hombros.— ¿No fuiste con ella a que te examinara el cacharro ese? La que grito pidiendo que me expulsaran cuando la máquina que nos examinara se… “volatilizo” en extrañas circunstancias.

Sacudí la cabeza negativamente recordando dicho momento mientras me daba cuenta de algo.

—Ahora que lo pienso… viendo que fuimos los primeros en acabar y el segundo grupo llegaba cuando nos íbamos.— Puse una sonrisa en mi rostro.—Me gustaría ver la reacción de ricitos de oro cuando se dé cuenta que ni si quiera es una segundona.

- Si, claro, lo que tú digas, campeón - dije ante las excusas de Lakyus.

Mantuve la compostura ante la intención de indagar más de Vendepatria, aunque no se puede decir lo mismo de Willy y su intento de desviar el tema de conversación.

- Estamos en la capital, y vamos al colegio más prestigioso que hay. Creo que incluso que atendiera ahí fue noticia... - me paré entonces ante el comentario de Lakyus, no pudiendo evitar contener la risa -. No te tomaba por uno de esos, ¿quiéres que vayamos a restregárselo a la vuelta?

-Si que estaba hablando de esa Victoria- Confirmo a Lakyus- Pero tu la has visto esta mañana y tiene sentido que hagas la relación, lo que me sorprende es que todos parezcan tan al tanto de ella, hasta que se me ha presentado pensaba que era una idol local de por aquí – Había escuchado hablar del rey y sus actos, pero a la hija no la había puesto cara hasta esta mañana, posiblemente era extraño debido a la diferencia cultural o estaba menos puesta de lo que creía en celebridades- _{Tal vez debería hacer algo de investigación de personas renombradas en Bremonia...}

-No os paséis mucho con ella, es algo estirada pero no es tan mala. Quiero creer que es como Molly, crocante por fuera y blandita por dentro- Bromeo con la comparativa.

—Tú no eres de Bremon, ya veo —espeta el niño a Lyn—. No está bien visto llamar a tus hijos comenzando por "Vi", es como una tradición de la familia real. Si esa Victoria no es una de las hijas del rey, entonces debe estar pasándolo muy mal.

—¡Te digo que lo vi! —De pronto, oyen gritos venir desde la calle, dos voces masculinas discutiendo—. ¡Está ahí adentro!
El primero que habla parece ser joven, no mucho mayor que ustedes. Su interlocutor tiene una voz más áspera, como de fumador:
—Imbécil, ¿me dices que este terrorista está dentro de un restaurante familiar?
—¡Que lo viiiii! Se asomó a la puerta y estaba comiendo alitas de pollo.
—Ya, vale, vale, p'adentro.

La campanilla de la puerta suena y se meten dos personas uniformadas, llevan pantalones de vestir y chaquetas azules, con hombreras doradas y cravat en el cuello. Uno es alto, con cara de cansado, bolsas en los ojos, pelo liso y negro, medio despeinado. Debe andar por los treinta años. Antes de entrar, se quita el cigarro de la boca y lo lanza hacia atrás.
El que lo acompaña y tiene que esquivar el cigarro es alguien más joven, con una cresta rubia cobriza, mirada de yo no fui y las orejas un poco grandes. Ambos traen espadas en sus cinturones.

Se ponen a mirar alrededor, como buscando a alguien. Lo siguiente que notan es que el sitio de Rean está vacío y ven que las puertas de las cocinas están meciéndose, como si alguien se hubiera metido rápidamente.
—¡Señor! ¡No debe estar aquí! —se oyen las voces allí—. ¡Prohibida la entrada a ajenos al personal! ¡Eh! ¡Oiga!

El tipo del cigarro enseguida mira en esa dirección y prosigue corriendo hasta allí, atravesando la puerta, que aún no habái dejado de moverse.
—¡Pero que está prohibido! —se oye de nuevo la misma voz de adentro—. ¡Llamaré a la policía!
—¡Yo soy la policía! —responde, ofuscado, el del cigarro. Su compañero se disculpa mientras las voces y los gritos se alejan.

Durante todo el rato, Willy estaba duro en su asiento, con las manos apoyadas en las rodillas, sudando como testigo falso y con una mueca de nerviosismo en toda la cara, estremeciéndose.
—Creo que sería conveniente que nos fuéramos —comenta Fausto, intentando sonreír para tranquilizarlos, pero sólo le sale un gesto aún más amenazante.

La campanilla de la puerta suena de nuevo y el niño casi se cae de la silla del sobresalto.
Se mete al restaurante un muchacho joven, de unos dieciocho, con una cara de pasotismo absoluto, que parece estar perdido, o al menos da esa impresión.

Bostezo enérgicamente mientras me desperezo en la copa del árbol. Ha sido una gran siesta, sí señor. Me froto los ojos y me giro hacia el reloj de la academia. ¡Mierda, me he dormido!

—Venga ya...— me lamento.

Bajo del árbol rápidamente y voy corriendo hacia el interior de la academia, bostezando todavía. Tras encontrarme con la profesora Molly y disculparme por mi tardanza ella me i9ndica varias cosas.

Y ahora estoy en el restaurante, bostezando enérgicamente. Me fijo en la chica pelirroja, la pelirrosa y finalmente en el de cabello claro, y me acerco a ellos con bastante calma (tirando a demasiada).

—Hola, buenos díiiaaaaah...— bostezo en ese momento —...aaaas. Uf, ése fue largo. Veréis, la profesora Molly me ha dicho que tengo que unirme a vosotros y que seguramente habrá que repetir la prueba. Me llamo Lance, mucho gustoooaaaaaaah...

Termino bostezando de nuevo y mirando hacia ninguna parte pensando en lo mucho que me gustaría echarme otra siesta ahora mismo..

Lyn alterno la vista entre la puerta de la cocina y el chico somnoliento por unos instantes en visible confusión. Había muchas cosas que quería aclarar con el tal Lance pero el otro acontecimiento la había alertado más.

-¡Os alcanzo luego! – Sin más la pelirrosa se levantó y corrió hacia las cocinas persiguiendo a los dos hombres. No había visto escabullirse a su maestro, pero si aquellos hombres eran policías y lo estaban persiguiendo, o era algún tipo de malentendido, tenía que verificarlo ella misma.

- Ajá... Así que por eso su prima lo llama vendepatria... - dije ante la desaparición y posterior persecución de Rean.

Entonces miré al nuevo que se nos acababa de presentar, arqueando una ceja.

- ¿Cómo que unirte a nosotros? Ya somos cua... - miré entonces a mi alrededor para darme cuenta de que Hanzo ya no estaba -. ¿Dónde se ha metido el calladito? Bueno, eso es lo de menos - dije volviendo a mirar al tal Lance -. No se que te habrá dicho Molly, pero va a repetir la prueba su p*ta madre. En fin, Lyn se ha largado, Rean se ha largado y Fausto ya tiene ganas de irse, paguemos la cuenta y vayamos a dar una vuelta. Si quieres algo, píde para llevar.

—¿Qué si quiero?.—Respondí con una evidente sonrisa en el rostro a la pregunta de Keira.—Conozco a ese tipo de gente que siempre se cree por encima del resto, mis primos son iguales. Siempre es bonito ver como se dan con la realidad de golpe.

Mientras termino lo que quedaba en mi plato empieza a haber movimientos, cada uno mas extraño que el anterior.

—¿Dónde se ha metido quién?—Pregunto extrañado a Keira.—Lo mismo ese robot te golpeo demasiado fuere, solo llegamos a juntarnos nosotros tres antes de bajar al sitio ese a pelear. Supongo que tu eras el que completaba el equipo y…—Aparto la mirada hacia un lateral para maldecir.—Demonios, si llego a saber que podía haberme quedado durmiendo para saltarme la prueba lo había hecho…

—De todas formas coincido con Keira en ambas cosas, no pienso repetir la prueba y quizá es hora de irnos. Quizá es hora de volver y ver las habitaciones.— Durante un momento miro hacia la cocina y me encojo de hombros. Ya volvería Lyn en algún momento.—Volvamos entonces

—¡Oye! —te grita un hombre vestido de blanco, de cocinero, nada más verte cruzar la puerta—. No, si ahora es tierra de nadie esto...

Sólo ves al despeinado, que rápidamente se da la vuelta, al notar que el chef le habló a alguien, pero eres lo suficientemente veloz como para ocultarte a tiempo.
No hay rastros de Rean ni del compañero de este tipo, deben haber continuado la persecución saliendo por la puerta trasera a la calle.
El policía saca una caja de cigarros, le da un golpecito para retirar uno y se lo lleva a la boca, sin encenderlo aún. Lo oyes chasquear la lengua mientras pasa peligrosamente cerca de donde te escondes, hasta que se detiene. Por el rabillo del ojo mira en tu dirección, parpadea, aspira... estornuda y sigue caminando.
—Odio el jengibre, me hace picar la nariz —masculla entre dientes mientras atraviesa la puerta de las cocinas.

—¿Prueba? ¿Qué prueba? —pregunta Willy, confundido—. ¡Aaah! ¿Te metiste en Flamberge? ¿Qué demonios?
Al niño le cuesta ocultar la sorpresa, debido a lo tenso que está, y da otro sobresalto cuando las puertas de las cocinas se abrende par en par una vez más. No es Lyn la que sale, sino el policía despeinado.

—Mandé a Montserrat tras él —comunica, sin ganas y arrastrando las palabras, a través de un radio que traía en el bolsillo—. Llévenle refuerzos si quieren, si no váyanse a cagar, mi turno acaba en cinco minutos, muéranse todos.
Corta la comunicación sin decir "cambio" y se vuelve a guardar el aparato. Sin agregar nada más ni mirar alrededor, se rasca la cabeza y abandona el local.

Y Willy respira de nuevo.

—Vámonos de aquí sí, por favor —masculla con los labios y los dientes apretados.

Luego de que el policía se hubiera alejado bastante, los cinco salen por la puerta hacia afuera. 
—Menuda anécdota tenemos para contar, ¿eh? —comenta Fausto, poniendo la mejor sonrisa que le sale. Pero le tiembla el labio, su ceja izquierda tiene un tic y es imposible no percatarse en que ha estrujado el vaso de jugo que había pedido y tenía en la mano, cuyas venas están muy hinchadas.

—Re... digo, Fausto, la terapia —se apresura a decir Willy, traspirando—. Cuenta conejitos. Son blancos.

—Blancos como las nubes y el algodón.
Parece que ha conseguido calmarse, al menos ya no tiene el tic.

Ya están todos en la calle, rumbo de regreso a la academia.

Y al doblar una esquina, se cruzan con los chicos del otro grupo, los dos de los pelos raros, cada uno a su manera.
—¡Ey, hola! —Saluda Luke, el que parece que tiene una hamburguesa quemada en la cabeza.
—¿Qué me cuentan, chichipíos? —Saluda el otro, que está teñido de un rosa chicle.

Luke está con un brazo enyesado y cojea un poco, pero parece estar bien.

Me encojo de hombros ante las quejas de Keira y Lakyus.

—Eso decídselo vosotros, yo solo soy el mensaje. A decir verdad esto me parece un fastidio grande, preferiría estar haciendo el vago. Voy con vosotros, pero dadme un momento.

Voy hacia el restaurante para, pocos minutos después, regresar con un bocata y una botella de agua.

—Vaya mierda, no tienen hamburguesas.

Observo a los dos tipos con los que nos encontramos camino a la academia.

—Ah, holaaaaaah...— saludo a ambos bostezando —Mis disculpas, aún estoy renqueante de la siesta que me he echado.

No pierdo detalle de lo del par de antes, el agente y los dos de ahora, pero no digo nada al respecto. No me interesa.

“No me jodas con el jengibre, eso ha estado cerca…”

Aquello había sido un buen susto, había salido corriendo por impulso sin pensar en las consecuencias y de igual forma su aversión a la policía la había echo esconderse por puro reflejo. Si bien no tenían nada con que acusarla, tenia una ficha policial con incidencias menores, y habitualmente el “menores” no le importaba demasiado a las autoridades para prejuzgar a alguien.

Pero no había tiempo para pensar en esas cosas, con el policía fuera del camino, Lyn salió corriendo de su escondite dispuesta a salir por la puerta trasera, por donde posiblemente había continuado la persecución, aun a sabiendas de que ese pequeño tiempo escondida le podía haber costado el alcanzarlos.

Te escabulles a toda velocidad, fuera de la vista no sólo del poli, sino de los miembros del personal, para evitar más griteríos por parte de ellos. Luego del lío, todo regresó a la normalidad y los cocineros continuaron con su trabajo, puesto que el local sigue lleno y, con o sin intrusos, la comida tiene que servirse.

Al salir das a la calle, mirando en todas direcciones, pero sin rastros de tu maestro ni del otro uniformado que continuó la caza. Sabes bien lo rápido que es Rean, que ni en broma lo van a atrapar si tiene toda la ciudad para escurrirse.

Luego de doblar la esquina, te topas con tus compañeros nuevamente, han salido ya del restaurante y van a cuadra y media, rodeando la misma manzana, dirigiéndose de regreso a la academia.
Se han cruzado con Simon y Luke, los chicos de los pelos raros del otro equipo, con quienes se han detenido brevemente a charlar.

—No, el truco será no hablar con ella y actuar como si nada hubiera pasado.—Respondí a Lance.—Si te preguntan, estabas con nosotros en la prueba, peleamos contra un monstruo tanque y lo vencimos a lo bruto sin darnos cuenta que había que quitarle el núcleo ¿Vale?

—Veo que algunos tienen problemas con las autoridades…—Murmuro mientras Lance iba a pedir algo para levar y veía como había cambiado la conversación ante la aparición de las fuerzas del orden.

Sin prisa empezamos a caminar hacia la academia y no pude evitar darme cuenta que los conocidos de Keira venían con nosotros… ¿Los había invitado a la mesa pero planeaban seguirnos por la ciudad? Aun con esos pensamientos aparecieron los chicos del grupo dos

—Ey. — Dude durante un momento dándome cuenta que no recordaba sus nombres.—¿Qué tal las heridas?—Dije mientras miraba su brazo enyesado

-Agrh- Al ver sus temores echos realidad Lyn lanzó un gruñido de frustración al no encontrar rastros de la persecución. La parte buena, era que confiaba plenamente en que su maestro no fuera capturado. Y la mala, que no tenía ni idea de porque estaba siendo perseguido o como había estado tan pancho mostrándoles la ciudad, sumado al misterio de que no tenía ni idea de como había conseguido que la aceptaran en la academia…Definitivamente la próxima vez que lo viera exigiría una explicación de cada cosa, pero hasta entonces no había mucho que pudiera hacer.

Agitando la cabeza para librarse de pensamientos ahora inútiles, Lyn corrió hacia el grupo, apareciendo por la espalda y dando una fuerte palmada en la espalda de Lakyus.

-He vuelto, ¿me habéis echado de menos?... Oh, y hola a vosotros también – Saludo ligeramente hacia los chicos del segundo grupo en acabar. Sin duda si estaba preocupada por lo acontecido en el local no lo expresaba demasiado. Luego continuó hablando hacia sus compañeros- ¿Habéis aclarado lo del cuarto compañero?

Intenté no prestar atención a los nervios que tenían mis antiguos compañeros. Al fin y al cabo, si la policía está persiguiendo otro objetivo no les va a interesar entrometerse en tus asuntos. Por otro lado, saludé a los dos recién llegados del segundo grupo, y le dí una palmada en el hombro bueno a Luke.

- ¿Qué pasa, campeón? ¿Era más duro de lo que esperabas? Estábamos hablando de ir a restregarle a la princesa que no es ni siquiera una segundona a la hora de terminar la prueba, ¿os apuntáis?

—Las heridas van bien —responde Luke, bastante alegre y con optimismo—. El doctor Rampton es un fuera de serie, no entiendo por qué su hermanita le huye tanto, yo admiraría a un hermano así si lo tuviera.
—La buena noticia que tenemos, es que, ¡el poder de restauración de Luke funciona en personas! —Añade Simon, moviendo su brazo en círculos, demostrando que está perfectamente sano—. La mala es que el pobre no se cuenta entre esas personas.
—Ya, tampoco ha sido tanto. Tú agradece que no te has vuelto zurdo por obligación.
Simon ríe en respuesta, con demasiada despreocupación como para lo serio que hubiera sido el problema.
—¡No sabes lo duro que fue! —responde entonces Luke a Keira—. ¡Sobre todo porque no teníamos casi nada de fuerza ofensiva! ¡Fue un milagro que ganáramos! Se lo debemos a este desgraciado.
Señala con el pulgar a su compañero, que se frota el cuello y ríe otra vez.
—Je, debería patentar esa técnica.
—No. No lo repitas. Le darás otro infarto a Lilian.

—Am... Nosotros nos vamos, ¿sí? —Willy entonces se despide de Keira y asiente a los demás a modo de saludo. Fausto hace lo mismo.
—Nos alojaremos en el hotel Sotavento, está a la vuelta de la plaza.

A los pocos segundos vienen apareciendo por la misma cuadra en que venían aquellos chicos, sus compañeras de grupo, caminando despacito. Las dos son bajitas y de aspecto tierno, una con una melena castaña espesa y ojitos expresivos color café, por debajo de un flequillo despuntado. 
—Qué maleducados son —se queja ella, pero por su tono de voz no parecería que estuviera molesta—. Andan demasiado rápido y nos dejaron atrás.
Finaliza poniendo pucheros.
La otra no dice nada. Viene con la mirada puesta en el piso, sus ojos añil parecen que estuvieran a punto de llorar y le cuesta horrores establecer contacto visual con ustedes. Lleva el pelo negro a la altura de los hombros, una carita aniñada que no refleja dieciocho años aún, y es todavía más bajita que la otra, probablemente quedándose en el metro cincuenta.

—Ahora que lo mencionas... —Simon se lleva una mano al mentón, con el comentario de Lakyus sobre la princesa—. ¡Vaya, pues, tienes razón!
—Oye oye, a esos no los hemos visto, ni siquiera cuando salimos del laboratorio. ¿Seguro que estarán bien?
—Bueno, no es que nosotros podamos regresar allá y ayudarlos, así que... en fin...
—Nah, restregar victorias en la cara no es mi estilo, además tengo hambre. ¿Ustedes comieron ya? ¿Qué lugar nos recomiendan?