Partida Rol por web

-PAYUM, PAYUM, ¡MALDITOH AMARILLICOH!- y es que al Murcianico le gustaban muncho las pilículas de guerras y to eso, pero la de los americanos. A veces contaba que una vez estuvo a punto de salir en una d'esas pilículas que rodaban tiempo ha en Almería, cuando él era un zagalico. Pero c'al final no había cuartos y no se hizo. Se c'aquello de salir en una peli se l'enquistó hasta ahora, que se creía Mambo o alguno d'esos de las pilículas. -¡A bebeh napalm, amarilloh!

Los muguais eran peludicos y suaves, asín que cuando les prendieron fuego, empezaron a correr y al chocarse unos con otros... Pos tos ardiendo, sabes qué te digo, una escabechina. El caso c'había una montoná y los joputas c'ardían se achumaban a las casas pa quemarlas, en poco ya'staba el ayuntamiento empezando a arder. Tos las mujeres se pusieron asín a gritar en histría d'esa... Menos la Pitones, que se lió a hostias con los bichos. Asín los mandaba volando pa tos laos, pero no se los cargaba. El chino parecía perder la paciencia...

-Tenel que acolalal y matal, así no...- se llevó las manos a la cabeza, viendo como tos sus jubetes tamién se quemaban. La polisteison y el robercó....

... Sus dinotúnder...

... Los super héros de Mavél...

... Las princesicas de Disni...

... Y hasta los jubetes de espaceguor...

El chino s'iba a quedar en la ruina, to calcináo y hecho una pasta negra. Ende mientras los jodíos bichos corrían por tos laos rodando y quemando cosas como locos. Algunos cayeron en la zurra c'había hecho la Elisa la Churra y allí se remojaron pa apagáse. Habían quemao unos cuantos muguais, pero seguían quedando y además huían por tos laos...

Corrían mucho los jodíos mugüais, y andar corriendo detrás d'ellos con la cacharra resultaba mu, pero que mu cansao. Por eso cuando uno de los bichos acabó en la zurra el guiri casi que lo agradeció. Primero sacó al bicharraco aquel de la zurra y se lió a pisotones con él como las mozas hacen con la uva en vendimia. Que acabó el bichejo chafao del tó y chorreando zurra. Andeluego, ya questaba ahí, pues cogió el cazo y se pegó un trago de zurra.

Y el vinazo mezclao con la fruta le abrió los ojos. No por el aguardiente, que llevaba mucho, sino porque se l'encendió la bombillica. Si los jodíos gatetes corrían, pues había que buscar algo que corriera más.

-¡¡¡ADALBERTO!!! -El guiri le pegó una voz al Adalberto, el hijo de la Agripina, la de los Furtivos. Que les llamaban asín porque habían cazao desde los tiempos de Ludovico, aunque lo prohibieran los Reyes Godos. El Adalberto tenía por lo menos 20 lebreles en casa, porque los alquilaba a los ricos cuando iban a cazar al coto. -¡¡¡TU SOLTAR LOS CHUCHOS!!! ¡¡¡CORRE!!!

Dejé de pegar hostiejas al ver que eso na de na. El chino perdía la paciencia y yo tamién. Además, que a este paso nos incendiaban el pueblo del to. !Ya sestaba pegando fuego! 

- !Ay mis vacas, copón! - manos a la cabeza - Pero a ver, chinorris ¿aonde los encerramos? ¿No dicís que van a la comía? !Los encerramos en tu tienda, murciano! - ahi estaba, dos pájaros de un tiro. Adiós monguis desos, y adios a la guarra de la murciana.

-Acho, claro, vamoh a llevaloh pal bar... Pohque to' ehto lo cubre el ayuntamiento, ¿no?- miró al alcalde y asintió a la Pitones. -Poh vamoh- se encaminó pal bar, a ver si sacaba sus reservas de comida y asín iban los muguais p'allá.

El Paco Pepe entró en crisis d'esa, eso de quemar el único bar del pueblo no le gustaba.

-Pero que decís borricos, no, p'al bar no... ¡Anda que no abra sitios 'onde llevar a los bichos! P'al ayuntamiento, los metemos en la casa consisturial y quemamos to. Asín salimos tos ganando- asintió él convincío, que quemar el bar no, quemaba antes su casa que quemar onde pasaba día sí y día tamién.

El Adalberto estaba haciendo cisco a hostias a los muguais, porque él era mu terco y no había bicho que se le resistiera. Les daba tollinas a mano abierta, pa mandarlos a volar, como había hecho la Pitones. Cuando sintió su nombre miró al Guiri, entrecerrando los ojos y con cara asín de como si estuviera oliendo mierda.

-¿Qué dices tú hermoso? Aquí hay muncho bicho de mierda pa mis galgos, lo que hay que secar es a pasear la escopeta- uno de los muguais vino a morderle la pierna a modo de venganza por esas tollinas, el Adalberto le soltó una pata al grito de: ¡COPÓN BENDITO!

El murciano y yo nos entendíamos. Eso eso asín. No se me escapó el comentario de mi Paco y le pegué otra tollina a pasar a su lao.

- !Al bar, desgraciaos! - porque el bar estaba al lao de la tienda, ojo - Abrimos las portás que salga el olor a tocineta y choricillos, y se va a cagar la perra - la murciana, claro. Aunque, metido en contexto, mi comentario podría significar  cualquier otra cosa menos maligna.

Pero mira qu'era jodío el Adalberto... Prefería qu'el pueblo entero saliera ardiendo antes que arriesgarsen a que le pegaran un mordisco a uno de sus chuchos. Normal... Si es que no eran mas que huesos, que no se como seguían vivos los pobres animalicos.

-Oquei, les gou tu de bar. -decía el guiri señalando el bar del murciano. -Endeseguro que se meten tos ahí dentro.

Evaristo que se había quedao medio atolondrao viendo to la que estaban liando los bicho, fue escuchar la palabra BAR y volver a la tierra ma rapido el usain bol ese.

-Si venga tos pa el bar, que seguro que alli estaremo mas resguardao de las bola de fuego estas- Y ya de paso si cae un vinito y unas tapitas mejor que ya empieza a haber gusa...-Piensa para si.

Al oír los grito de las vecina se tapa los oido mientras sigue a los dema que una cosa es soporta a una muje gritando pero mas de cindo ya hay quien dije que te puede explota el celebro por las onda aquistica esas raras.

-Si el ayuntamiento paga, poh vamoh todoh para el báh, hotiah. A veh si loh bichoh ehtoh se vienen y se van al pijo- dijo el murciano dando luz verde al plan, corriendo pal bar. Mientras algunos muguais se habían puesto a jugar con los jugueticos del chino, se daban capirotes con las espadicas de luz, esas del espaceguor. Otro había pillao un arco e iba detrás de los guachuzos, sembrando el terror porque prendía las puntas de plástico en otro bichejo calcinao al lado de él antes de tirarlas.

El Paco Pepe iba enfurriñáo y de morros, a él to eso de quemar el bar no le gustaba ni una miaja. A ver ónde s'echaba ahora la partidica de mus después de comer o comentaba la partida de caliche del domingo. ¡¿Dónde iba a ver el furgol?! ¡¡¿Y a tomarse el carajillo de la mañana?!! Les seguía un metro por detrás a tos, con los brazos asín en cruz.

-Pos no será mejor quemar el ayuntamiento, cojones. To lo bueno me quitís, asín de mal tengáis- maldecía por lo bajo, asín como si les echara mal de ojo. -Ya virís cuando queráis saber de mí, que cuando vengáis a buscáme, no'staré, no'staré.

De que el murciano iba a abrir la reja del bar, apareció la murciana. Iba con cara de muncho rencor, más que el Paco Pepe.

-¿Pero tú qué haces desgraciao?- le soltó al marío, cágate que boca tenía. Además que alargó la mano pa dále un hostiazo en la mano ande el murciano tenía las llaves, mandándolas a tomar por culo. -Ni se te ocurra, ¿eh? Mira lo que te digo, me divorcio como metas aquí a tos los bichos y quemes el bar. Si es que nos teníamos que haber ido a la capital antes de quedarnos con esta chusma de pueblo. Mírate, Manolo, ¿en qué te estás convirtiendo? ¡En un gañán como ellos!- y asín señaló a los presentes con mucho drama.

-Güadafak??? -El guiri se va to corriendo a coger las llaves que s'an caío al suelo. -¡Tu estar loca! Si no meter tos los gatetes dentro, ¡pueblo entero ir al carajo! ¡Bar también! A más... que tu tiés seguro. Seguro paga tos los daños y tu t'haces un bar nuevo y más mejor. -Estaba mu claro que a la loca esta había que convencerla, que si no, el pueblo entero iba a ser pior que lo de roma. Y adeluego los gatetes s'irían a Mojuellamos y la que se podía liar era mu, pero que mu gorda.

A mi esta mujer que tenia ya hasta el toto. Desto que ya no la soportaba más, desto que verla na mas me ponia de mu mala hostia...Y como manejaba al mario, que desgraciá. Encima nos insultaba, entonces ahí ya mi paciencia explotó. De tal forma que macerco con toa la mano abierta y le doy una tollina como a mi chico cuando viene con malas notas del cole.

- ¿Gañanes? Gañanes tu coño moreno - después de darle con toa la mano abierta - Ahora vas y lo cuentas...- aun con mirada amenazante miro al Murciano, que me salia asín, de la mala hostia - Venga, abre las portás...

Aqui las cosas se arreglaban como se había hecho de toa la vida. El lenguaje de la tollina era universal.

El hostión de la Pitones dejó ladea a la Murciana, que no le habían levantao la mano en la vida. Empezó a chillar mu sentía y el murciano se apresuró a abrir la puerta del bar y a ver cómo estaba su parienta. Ende luego no l'iba a dicir ni mu a la pitones, que tampoco quería recibir. El Paco Pepe se quedó enfurruñao fuera, no quería pasar al bar, le daba nostalgias y penaero tener que dejar ese sitio donde tan buenos ratos había pasao.

Ahí dentro tenían jamones, quesos, vino, virdiura... Un buen surtido de to lo mejón de la Mancha y de Murcia. Que al murciano le tiraba muncho su huerta y le gustaba cocinar con cosicas de casa. Ahora solo quedaba ponerse manos a la obra, llamar a los bichos a la comida y pegále fuego a to. El chino se había desentendío con to lo de sus jubetes quemáos.

El guiri por un lao estaba decidío a no soltar su lanzallamas casero, pero por otro lao quería llamar l'atención de los gatetes. Y se le ocurrió una idea... Guiñándole el ojo a la Pitones, con la esperanza de que no lo entendiera mal, que en las fiestas del pueblo se le metió una mosca en el ojo, se puso a guiñarlo a to meter y entre las mozas del pueblo que se le echaron encima y los novios celosos acabó en el pilón y to amoratao...

-¡¡¡PERO Q'ACIIISSSS!!! -Al gritar meneaba las manos que que se le viera bien, señalando el bar. -¡¡¡ANDA YA CERRÁS LA PUERTA'L BAR!!! ¡¡¡QUE SE VAN A METER TOS DENTRO Y SE VAN A COMER TO LO Q'AI!!! -A ver si asín llamaba l'atención de los gatetes hacia el bar, les daba la olor y se metían tos dentro antes de que volvieran a cerrar el bar.

Me dolía la mano y to después de darle la tollina  la murciana mierda. Pero más l`había dolio a ella. Que daseguro no l`habian pegado en la vida. Se la veía de estas señoritongas. Pues dos hostias pa la señoritonga. Esta me iba a respetar si o si, porque este pueblo es mío. Y quien no me respeta, s`arrepiente pa toa la vida.

Mientras el Guiri gritaba, yo intenté hacer algo que a mi parecer era bastante más práctico: colgar una pata de jamón en las portás del bar. Porque los bichos no hablaban manchego, por mucho que les gritaran  no habia na que hacer.

Los muguais estaban acabando las existencias de la verbena improvisá con las jornadas sucioculturales, con to lo que habían llevao los vecinos. Munchos estaban huyendo pa sus casas, sin saber de dónde salía tanto bicho. Bueno, sí que lo sabían: de la fragoneta del Guiri, que en cuanto pudieran se iba a enterar. Cuando se calmaran las cosas lo iban a moler a palos, como aquella vez que Pedro el Pericuelo se puso hasta'l culo de mistela y atropeyó al gorrino de san Antón. Ya sabís, el gorrino que se suelta por las calles del pueblo pa que lo engorden los vecinos... Pos el cabrón se lo llevó por delante con l'amoto.

La cosa que s'estaba haciendo de noche, mu de noche y los bichos se dejaron llevar por el olor del rico jamón que sacó la Pitones p'afuera. Corrieron tos a prisas, con las manos en alto y dando salticos. Saltaron encima del jamón que sujetaba la Pitones, pa comérselo a bocaos. Si ella no lo llega a soltar a tiempo se queda su mano en la gobanilla. Ya los tenían en la puerta, solo hacía falta encerrálos y pegále fuego a to.