Partida Rol por web

Me doy cuenta de que el guardia me observa y, adelantandome, digo. Mi nombres es Herdes. Hijo de Aronnax. Quiza sea este un nombre que te resulte familiar. Pues si he vuelto a Esparta ha sido por peticion del Eforo Tarius. Los guardia m sigen contemplando en silencio y yo añado. Aqui y ahora no es momento para debatir sobre la justicia o injusticia de mi condena de destierro. Ante todo, el Eforo ha de ser informado de mi llegada. Y tra decir esto, callo esperando una reccion por parte de alguno de los guardias.

El guarda sonrie y extiende una mano indicandoos que paseis

Tranquilo, Herdes. Toda Esparta conoce ahora la historia de Herdes el renegado al que traicionaron las malas lenguas, a pesar de ser uno de los soldados mas avezados de Esparta. Tu honor ha sido restablecido

Abraxas sonrie y te observa

Herdes, ahora que todo esta aclarado, cruza por las que antaño fueron las calles de tu hogar con orgullo y firmeza. Sientete parte de Esparta de nuevo

Todos cruzais el puesto de avanzada y pronto... Llegais a Esparta

La ciudad continua como la recordabas. Edificios de mármol blanco, calles adoquinadas, capas rojas y soldados valeroso por todas partes. Algunas de las personas que hay alli, los mas ancianos y la gente de tu edad, te reconocen e inclinan la cabeza en señal de respeto. Algunos se interesan por tu viaje, otros lamentan profundamente lo que ocurrio. Otros incluso te abrazan, los que sabes que lamentaron tu condena, los que no creyeron que fueras culpable. Pero no todo son felicitaciones. Unos pocos te miran con una extraña aprehension, como si siguieran sin fiarse de ti

Los mas jovenes y los ciudadanos Espartanos que no estuvieron presentes en el incidente de hace 10 años se sorprenden ante tanto reconocimiento, hasta que oyen tu nombre, momento en el cual se acercan a la conversacion disimuladamente para oir lo que dicen. Parece que la gente ha hablado mucho de ti estos diez años...

Diez años...

Para ti ha sido una eternidad. Por fin vuelves al hogar, y encima se te concede el privilegio de luchar para tu patria. Sientes que, si hubieras sido una persona sentimental, ahora estarias llorando de alegria

Los signos de la guerra se advierten en todos los lugares. Soldados patrullan por las calles, regimientos se entrenan en todo lugar. Es impresionante la movilizacion de Esparta, mas incluso que cuando tu estabas. Parece que la poblacion ha aumentado y que Esparta esta convirtiendose en un lugar famoso. Aun asi, Atenas sigue superandola, lo que hace que los ciudadanos de tu ciudad miren a la vecina con malos ojos

Pronto llegais a la plaza central. Alli, en un extremo de la calle, te señala Tulius que se encuentra el hogar del éforo Tarius. Pero no puedes evitar girar el rostro al oeste, donde estaba tu casa en el pasado. No la ves, pero es logico, se encuentra doblando la esquina. Al advertir tu mirada, Abraxas esboza una mirada triste

Tu hogar fue regalado a un notable ciudadano Espartano a tu ida, Herdes. Su nombre es Taunidas, y tiene tres hijos, los cuales desempeñan son guerreros destacados. El propio Taunidas es un sacerdote que ha demostrado su servicio a la espada con creces...

Abraxas se calla. Tanto tu como tus dos compañeros sabeis que Taunidas intervino en tu destierro directamente. Y le dieron tu casa, como recompensa

Tulius frunce el ceño

Seguro que Tarius ha hecho algo... Abraxas tose, aunque a ti te ha parecido mas como un "Ja!!" por lo bajo. Tulius continua De todas maneras, vamos a ver al eforo. Teniamos pensado ir a ver antes a nuestras familias, pero prefiero acompañarte a casa de Tarius, en agradecimiento por tu ayuda y como signo de nuestra nueva amistad

Abraxas mira a un punto en la lejania, distraido, como si estuviera pensando en algo, pero sonrie y asiente

Avanzamos por las calles de mi ciudad yo el primero de todos. No ceso de mirar a un lado y a otro deleitándome con el conocido paisaje. Han pasado diez años desde mi destierro. Pero a mi, me parecen, tan solo, diez días. Conforme camino de nuevo por Esparta, recibo muestras de reconocimiento por parte de antiguos amigos y conocidos. Y una leve sonrisa de satisfacción, aparece en mi rostro. Y esa satisfacción, también se debe al despliegue militar que observo por toda la ciudad. Esparta se prepara, una vez mas, a aplastar a aquellos que han osado desafiarla en el campo de batalla. Ya en la plaza central de la Polis, Tulius me señala la calle en donde reside el Eforo al que le debo el haber sido rehabilitado entre mis iguales. Pero yo, observo en silencio la casa que fue mi antiguo hogar. Mientras la observo, escucho a Abraxas que me explica quien es su actual propietario. Y, esta vez, una sonrisa de otro tipo aparece en mi rostro antes de contestar. Sabes perfectamente, Abraxas, que no es este el momento adecuado para que disputas de índole personal interfieran con las prioridades de la Polis. Pero aquí y ahora te digo lo siguiente. Si los dioses me son favorables en la guerra, ten por seguro que me encargare de este asunto de una manera totalmente satisfactoria. Y, tras decir esto, mi sonrisa se acentúa. Escucho de nuevo lo que dicen mis compañeros y no se me escapa cierto tono irónico en la tos de Abraxas. Me giro entonces, mirando a mis compañeros, digo. Gracias por vuestro ofrecimiento. Pero se que estaréis impacientes por ver a vuestras familias. No es necesario que me acompañeis a ver al Eforo. Su casa se halla realmente cerca. No obstante, os agradezco la intención. Y dicho esto, me giro de nuevo y, con Darien a mi lado, miro la calle en la que esta la casa del Eforo Tarius. A modo de despedida, le digo a Abraxas y a Tulius. Ha sido un honor inesperado e inmerecido poder batirme de nuevo junto a dos de mis hermanos espartanos. Y, dicho esto, me encamino por la calle en dirección a la casa del Eforo.

Llegas a casa de Tarius, y llamas a la puerta. Uno de los esclavos te abre y te acompaña a la sala principal, alegando que Tarius bajara en breve. Este aparece momentos mas tarde por las escaleras, con una expresión de incredulidad en el rostro

Herdes??? Eres tu de verdad, o estoy sometido a algun hechizo??? Viejo amigo!!! Veo que has cambiado!!! Y tanto!!! Vuelves con la potencia de diez espartanos, con el cuerpo de alguien que ha luchado contra la misma muerte!!!

Tarius baja, y se dispone a abrazarte, pero se detiene subitamente al recordar su posicion y todo lo que ocurrio hace unos años. Tarius fue elegido éforo despues de tu destierro de Esparta, pero eres consciente de que no estaba a favor de este. Aun asi, no pudo hacer nada, y estas seguro de que tampoco lucho con todas sus fuerzas, pero intento echar una mano, aunque al final fuera en vano

Perdona mi emocion inicial. Pero me alegra volver a verte tras tanto tiempo. Herdes... Antes de que digas nada, te pido perdon tanto como éforo como amigo. Todo lo que ha ocurrido es una mancha en la historia de Esparta, y, aunque estos años seguramente han sido un facil transito para un espartano de tu categoria, no quiero ni figurarme lo que tuvo que ser la expulsión sin motivo de tu patria. Por tanto, acepta mis disculpas

E inclina la cabeza levemente. Esto, en un éforo, es inedito, pocas veces se ha visto, y se vera. Es una gran muestra de respeto y arrepentimiento

Observas a tu viejo compañero. Los años le han afectado mas de lo que te habias imaginado. El fiero espartano que recordabas es ahora un sabio retirado, un dirigente firme y justo, pero con un cuerpo que no es mas que la sombra de lo que fue antaño

Tras llamar a la puerta, soy conducido hasta el salón de la casa del Eforo Tarius. Allí esperamos tanto Darien como yo en silencio por unos instantes. Esperamos hasta que, por las escaleras que conducen al piso superior, aparece el eforo. Por unos instantes, ambos nos quedamos mirando pues han pasado diez años desde la ultima vez que nos vimos. Entonces, una vez pasada la sorpresa inicial, Tarius baja las escaleras y me saluda efusiva mente. Diez años han pasado desde que se ejecutara la sentencia de mi destierro. Contemplo a mi antiguo maestro y mentor mientras le escucho y veo que ahora, se ha convertido en un hombre ya anciano. Tras sus palabras, veo como inclina su cabeza ante mi y yo, tras imitar su gesto, replico. No te aflijas mas por el pasado, amigo mio. Los dioses quisieron ponerme a prueba usando ese método. Pues bien, todos en el Olimpo habrán quedado satisfechos de mi comportamiento en el curso de estos años. Empezando, naturalmente, por nuestro remoto antepasado común. El Heraklida. Tras decir esto, hago un gesto a Darien para que se adelante. Mi pupilo así lo hace y yo digo. Tarius, este es Darien. Mi pupilo. He de decirte que yo mismo me he encargado de su educacion en estos años. En numerosas ocasiones ha demostrado su valor y, mas aun. Añado con una sonrisa. Un juicio mas frío y analítico que el mio. Te pido que sea aceptado en la sociedad Espartana como si de mi propio hijo se tratara. Pues se que, algún día, se mostrara sobradamente digno de ocupar su puesto en la falange Espartana. Veo como el Eforo Tarius asiente tras oir mi petición y yo, acabo diciendo. Y ahora, por encima de todo, hablemos de lo realmente importante. ¿Cual es la situación de nuestra ciudad en la guerra que se avecina?. Has de saber que estoy listo para ocupar mi puesto en la batalla de inmediato.

Herdes Responde Tarius, recuperando las formas tras la emocion inicial Veo que sigues siendo un guerrero leal a Esparta. No solo estas dispuesto a dar tu vida por la patria como ciudadano y valiente guerrero, sino que proporcionas esperanza a este lugar, en forma, esta vez, de un joven, sangre nueva. Por supuesto que sera aceptado como ciudadano en Esparta, y no solo como ciudadano, sino como el sucesor del gran Herdes, por lo que su reputacion le precedera. Espero, hijo, que estes agradecido a tu protector, pues te ha concedido uno de los honores mas grandes de nuestro mundo: Pertenecer a nuestra patria, luchar por ella

Esto ultimo lo dice mirando a Darien, que se ha quedado sin palabras. Tarius esboza una sonrisa, y vuelve a dirigirse a ti

Herdes, nuestra situacion no es demasiado buena. Nos superan en numero de una manera estrepitosa. Leónidas ha logrado reunir a mas de doscientos hoplitas, y en estos momento sigue organizandolo todo para la marcha. En total, mas de setecientos hombres, entre Homoioi e ilotas, recogen sus armas en estos momentos, mientras hablamos. Y nuestras colonias han enviado ya algunos hombres que se reuniran con el grueso del ejercito. En cambio, Tuicidocles se ha negado a dar su apoyo. Las fiestas sagradas aun no han terminado, y Leónidas tampoco ha ayudado mucho, con su estúpida obsesion con aquella prediccion fatalista del oraculo

Bueno, que mas da. Sera una dura batalla, pero... Todavia no han probado el acero espartano Acaba alzando una ceja y esbozando una mueca burlona Seran aplastados por nuestro ejercito. Estamos preparando los efectivos en las afueras de la ciudad. Partiremos pronto, quizas en una semana, aunque seguramente se retrasara mas. Aun asi, queda poco tiempo para que Jerjes y su ejercito crucen las Termópilas, y eso es lo que debemos evitar

Entonces Tarius se queda mirandote unos segundos, indeciso. Te das cuenta de que el viejo y esceptico eforo tiene algo en la cabeza, pero no suelta prenda

Y yo, me cruzo de brazos y sonrio levemente pues veo que el viejo conspirador no ha cambiado nada durante mis años de exilio. Doy un paso al frente y digo.
Y naturalmente, tu, Tarius, ya habras pensado en mas de una posible opción para esas circunstancias que nos amenazan.
Adelante viejo amigo. Expone tu idea sin ningún reparo. Y, como siempre, contaras con la fuerza de mi brazo y con el espíritu que me impulsa para llevarla a cabo.
Espero entonces una contestación de Tarius. Y no puedo evitar cierta satisfacción al ver como en su rostro aparece una sonrisa similar a la mía.
Sea cual fuere el plan, no sera del agrado de nuestros enemigos. Nunca lo es.

Tarius cambia el peso de la pierna izquierda a la derecha, y una expresion incomoda aparece en su rostro

Veras, Herdes... Se de buena tinta que eres el unico que queda vivo en tu familia...

Se hace el silencio. Entonces lo comprendes. Tarius no va a obligar a ningun espartano a dejar que su estirpe se termine, enviandole a una mision suicida

Comprendo los reparos de mi buen amigo. Me acerco entonces a Darien y digo.
He aquí a mi heredero. Y te puedo asegurar, que es muy posible que otros hijos de mi sangre estén correteando por el mundo en estos momentos. Te puedo asegurar, que los años en el exilio no los he pasado inactivo precisamente. Adelante Tarius. Habla sin mas dilación.

Tarius sonrie y asiente con la cabeza

Bien. Tenemos que hacer algo para ver que va a ocurrir con tu antiguo hogar... Ahora que has vuelto, lo logico seria que volviera a tu propiedad, pero... Ya sabes que Pausanias es el sobrino del mismo rey. Estamos en una situacion muy delicada. Mientras, puede alojarte en mi casa estos dias. Tambien buscaremos un tutor para que alguien cuide a tu discipulo en el tiempo que pasaras fuera. No dudo que le has educado bien, pero tendra que pasar el agogé para ser un ciudadano en toda regla. Podre mover hilos para que su descendencia no sea un problema y para que sea considerado hijo tuyo a todos los efectos. Tienes tres dias para descansar y para prepararte. Tras esos dias, seras reclamado para servir a tu patria, junto a tus compañeros Acto seguido sonrie mas aun. Parece que se alegra de verdad de volver a ver que estas entre las filas espartanas

Y yo me acerco a Tarius y le golpeo amistosa y levemente con mi puño derecho en el hombro izquierdo.
A continuación, digo.
¡Una vez mas amigo mio, una solución mas que aceptable para todos!. Si. Por lo que respecta a Darien aquí presente, puedo asegurarte que sera capaz de superar cualquier prueba que se les pueda ocurrir en el curso del Agoge. Te agradezco que permitas a este ex exiliado alojarse en tu casa. ¡Vamos!. Propongo que tan buenas noticias sean celebradas con un jarro de vino.
Miro entonces a Darien y añado.
Por su puesto, únicamente con unas pequeñas jarras. Y esto no es solo debido a nuestro natural estoicismo. También ha de tenerse en cuenta que si bien Darien tiene derecho a brindar por su futuro, es preciso que lo haga con la mesura propia de su edad.
Ahora vuelvo a mirar a Tarius y en mi rostro aparece otra clase de sonrisa.
Y en cuanto a Pausanias, no sabemos lo que el destino le tiene reservado. Lo que si sabemos es que los Dioses pueden ser justos. Ahora bien, personalmente, espero que también puedan ser vengativos.

Tarius coloca su palma en tu hombro, y lanza una carcajada

Eso espero yo tambien. Entre tu y yo, ese pedante de Pausanias me pone enfermo

Mientras charlais, y Tarius te pregunta acerca de tus viajes, ya en un ambiente mas informal y mas parecido al de tiempo atras, cuando aun no habia ocurrido nada, la mujer del eforo, llamada Eillene, os trae unas jarras de vino. Pasa el tiempo y poco a poco vas sintiendo como el calor del hogar, la felicidad de encontrarte de nuevo en tu tierra, junto a tus iguales, te envuelve. Y no puedes evitar sentir un odio intenso hacia aquellos que esperan mas alla de las montañas, preparandose para profanar y saquear tu tierra. Una estatua de Apolo te observa desde una de las esquinas del salon, fijamente, como divertida ante la situacion. Por fin vuelves a tu patria, la patria que te condeno, la patria que te desterro, y a la que siempre amastes a pesar de ello, como espartano que eras. Y justo al regresar tienes que alzarte en armas para defender a aquella que te repudio durante tanto tiempo. Pero la mirada fria del Dios no empaña tu creciente animo. Dentro de poco, volveras a luchar en la falange, contra un ejercito de persas que, si bien parecen confiados, deberian estar ya temiendo el acero de Esparta

El mediodía me sorprende caminando tranquilamente por las calles de Esparta mientras me como una manzana.
Camino distraido mirando las fachadas de columnas entre las que jugué en mi infancia y las calles que tantas veces recorrí en mi juventud.
Y, de manera casual, o quizá guiado por el destino, acabo en la plaza principal de la ciudad.
Allí, sigo mi paseo distraido y sin prisa hasta que, por el otro extremo de la plaza, entra un grupo de cuatro hombres.
Caminan hablando entre ellos de forma ruidosa y llamativa. Algo que en Esparta, resulta desagradable.
Pero lo que mas me llama la atención, es la manera descuidada que tiene uno de ellos de portar el gran Hoplon con la orgullosa Lambda grabada. Me acerco con algo de curiosidad mientras termino mi manzana.
Y al acercarme, descubro quien es el individuo que me ha desagradado del cuarteto.
Alzo mi brazo derecho mientras cierro el puño alrededor del corazon de manzana y lo lanzo sin dudar.
El proyectil describe, naturalmente, una parábola perfecta e impacta limpiamente en el rostro del individuo.
Algunos espartanos que me han visto, me miran con cara de asombro.
Pero otros, descubren la cara de rabia del que ha recibido mi original saludo y ríen en voz alta al ver el gesto de rabia contenida. Y sin embargo, ninguno rie mas fuerte que yo.
Y dando un paso adelante, digo.
¡Salud Pausanias!. Veo que sigues siendo tan descuidado e, incluso, torpe como siempre.
Pausanias aprieta los dientes. Mira a un lado y a otro observando a los que rien a causa de mi lanzamiento y contesta.
Vaya. He aquí al renegado que ha vuelto entre los que son, sin duda, superiores a el.
En otros tiempos, esta replica hubiera bastado para que cojiera a ese imbécil y lo estampara contra una columna. Pero ahora, echo la cabeza hacia atras y rio con mayor fuerza aun.
¡Veo que continuas siendo tan palurdo como siempre, Pausanias. Quizá mi saludo te haya resultado ofensivo. No lo se, puesto que no me lo has dicho.
Ahora en la plaza, hay un silencio sepulcral.
Pero a mi, si me ha resultado ofensiva tu replica. Pues bien, tan solo las actuales circunstancias te libran de recibir el adecuado desafío para entablar una Aristea.
Miro fijamente al imbécil y continuo.
Por que claro, resulta que yo si tengo presentes las costumbres de nuestro pueblo. ¿Vas a seguir callado mucho tiempo?. Pues ya te he dicho la respuesta adecuada a mi saludo si realmente, este te ha parecido una provocacion.
Y Pausanias mira a un lado y a otro. Y, cosa curiosa, sus tres acompañantes parecen particularmente interesados en una bandada de pajaritos que se ponen a revolotear en ese preciso momento. El imbécil vuelve a mirarme y contesta.
He de admitir que dices lo correcto. No es el momento oportuno para que tu y yo resolvamos nuestras diferencias del modo adecuado.
Y yo, asiento al oír al muy imbécil y replico.
¡Exacto!. ¡No todavía!. Alzo aun mas la voz hasta casi gritar y añado.
Pero he aquí que he pronunciado la palabra Aristea. ¡Aristea fuera de los limites de la ciudad!. ¡Y mas aun!. He aquí que todos los presentes han sido testigos de mis palabras dichas en voz alta. ¡Aristea Pausanias!. ¡Tu y yo!. Y ya sabes lo que significa negarse a una petición de honor. El destierro o la muerte. Supongo que no te iras a negar, ¿verdad?
Y ahora, al imbécil por fin le queda claro cual ha sido mi intención desde el principio. Si sobrevive a la inminente guerra, sera, tan solo, para tener que enfrentarse al filo de mi Falkata.
Tras la escena. Inclino levemente la cabeza ante el publico presente y, con una sonrisa de oreja a oreja, abandono la plaza en dirección a la casa de Taurus.
Llego justo a tiempo para un frugal almuerzo y Taurus, una vez que estamos todos en el comedor, me pregunta curioso.
Te veo de buen humor Herdes. ¿Alguna buena noticia?.
Y yo, palmeo la espalda de mi buen amigo y respondo.
Un buen encuentro mas bien. No te preocupes. No has de tardar en tener noticias del motivo de mi buen humor.

La osadia de Herdes se trasmite por toda la ciudad como la polvora. Tarius pronto se entera de lo que ha ocurrido, y habla contigo seriamente, advirtiendote del creciente poder de Pausanias. Su tio es el mismo Leonidas, como bien sabes, y tu desafia ha hecho que el propio rey se fije en ti, no con odio, si no con curiosidad. El mismo Leonidas es alguien sabio y noble, como tu sabes bien, y por ello te imaginas que estara deseando ver como su propio sobrino lucha y demuestra su valia en combate singular. Para el rey, lo considerara como una oportunidad mas de su sobrino para redimirse de sus pecados. Y es que Leonidas, en cierta medida, es tambien justo, y sabe cuando algo debe hacerse

Por esa misma razon, Tarius opina que no te has ganado directamente su enemistad. Pero quizas has entrado en su punto de mira, y, tanto como un soldado valeroso al que acabe incluso ascendiendo a su guardia de honor, como el estupido espartano que desafio a su sobrino y se gano su enemistad, te vigilara constantemente. De ti depende el que te considere de una forma, o de otra

Tambien te informa de las opiniones. La mayoria ven justo el combate, y muchos estan de tu parte. A pesar de sus influencias, Pausanias no es demasiado bien visto por muchos. Una pequeña minoria escupe sobre tu nombre y afirma que no quieres traer mas que desgracia en epoca de guerra. Tambien apuestan por Pausanias, al que apoyan. El resto de los Homoioi se mantiene indiferente

Pasas el dia en casa de Tarius. Darien no comenta nada de o que hablasteis de su futuro, pero ves que el chico parece bastante esperanzado respecto al futuro. Aun asi, e inevitablemente si tenemos en cuenta que ha crecido contigo, notas que le fastidia bastante el tener que separarse de ti. En todo el tiempo que ha viajado contigo, nunca ha tenido que esperar lejos de su mentor, mientras este hacia la guerra. Si tenias que ir a algun lugar solo, el te esperaba, y al poco tiempo estabas de nuevo ahi. Pero esta guerra puede traer muchas cosas. Y la aprehension del muchacho es obvia

Duermes en la casa de Tarius. El y su mujer te tratan bien, y en los comederos publicos adviertes que los demas espartanos tambien se alegran de tu regreso. Al menos la mayoria. Otros se apartan a las esquinas y cuchichean a tus espaldas cuando llegas. Pero, en general, es una calurosa bienvenida. Algunos de tus amigos del pasado te dan palmadas en la espalda, y unos pocos vienen casi corriendo tras enterarse de tu regreso a la ciudad. Algunos de tus antiguos compañeros ya no estan en la ciudad. Diversas guerras, viajes, o peleas han hecho que ahora su morada sea el Hades. Un buen amigo tuyo, con el que tuvistes muy buenas relaciones, ha muerto en una pequeña escaramuza con unos barbaros

Tarius te informa de que ha hecho progresos, y de que a tu regreso se te proporcionara una nueva parcela y una familia de ilotas. Pero en cuanto a Pausanias, dice, la cosa pinta peor. A menos que acabes con el en la Aristea, tus antiguas posesiones seguiran siendo suyas. Los demas eforos se mantienen impasibles. Y en estos dias tan caoticos, es inviable el discutir tu caso, con asuntos tan importantes como la cercana batalla en las Termópilas

Pasa la noche, y los siguientes dias comienzas a tratar algunos asuntos de menor importancia, sobre todo en relacion a tu reasimiliacion a la sociedad espartana

***

Andas por la calle, tranquilo. De repente, alguien posa su mano en tu hombro. Es un joven espartano, de unos veintitres años de edad, y parece querer decirte algo urgente. Le reconoces como uno de los subordinados de Iuminides, uno de los eforos

Noble Herdes, mi superior desea que le informe de si dispone del armamento suficiente para la batalla que se avecina. Tarius ha informado que dispone de una falkata y de algunas viejas protecciones, pero, dado su condicion tan singular, ha supuesto que no dispondra del dinero para permitirse el resto del equipo. Tambien podemos proporcionarle una falkata nueva, y protecciones de mayor calidad, aunque mas adelante debera pagarlas

Una vez mas, camino tranquilo por las calles de mi ciudad disfrutando del intrínseco placer que supone pisar con entera libertad los adoquines que forman esas calles.
Camino solo pues he dejado a Darien en casa de mi buen amigo Tarius para que empiece a familiarizarse con las costumbres espartanas.
Y, en ese momento, alguien me dirige la palabra.
Escucho en silencio a mi interlocutor y cuando este calla, yo contesto.
He de admitirte, joven, que no es algo que complazca a mi orgullo de hombre libre el tener que aceptar este ofrecimiento.
Ahora bien. Seria un necio si lo desechara. Pues el orgullo personal, no puede inmiscuirse en el bien de la Polis. Y he de admitir, que ahora mismo no dispongo de los recursos necesarios para hacerme con el equipo adecuado para la inminente guerra.
Asiento con la cabeza ante mi interlocutor y termino diciendo.
Por supuesto que me comprometo a pagar al buen Iuminides el importe del equipo. Y, mas aun. En caso de que tener la honorable suerte de morir por mi ciudad, mi heredero no solo se hará cargo de mis posesiones. También, lo hara de esta deuda de honor. Adelante joven. Guiame hasta la casa del eforo Iuminides.
El joven se da la vuelta y yo me dispongo a seguirle. Y, de forma que parezca casual, compruebo que mi Falkata ajusta perfectamente en su vaina sin ningún impedimento. Pues de todos es sabido que el sobrino del Rey, no se tomo a bien la escena del día anterior.
Y meditando sobre el poco carácter que demuestra el imbécil, continuo siguiendo a mi guia particular por las calles de la Urbe.

Al llegar a la casa, se te proporciona un hoplon en buenas condiciones, una doru y otra falkata en condiciones, aunque quizas mas ligera que la tuya. Por ultimo, te arman con protecciones en condiciones y con un casco tracio que, aunque con una visera no muy prominente, parece proteger bien de los golpes. Son armas en buenas condiciones, aunque quizas no lo suficientemente buenas que si te las hubieras proporcionado tu. Pero, por supuesto, es una buena noticia saber que podras disponer de dichas armas en combate

Iuminides no te recibe, y el joven te informa de que en estos momentos esta fuera resolviendo unos asuntos. Vuelves a la calle, y, cuando te diriges a casa de Tarius para dejar tus nuevas posesiones...

Te aconsejo que no hables asi de nuestras creencias, extranjero. Sabes bien que nuestra fe es increbrantable, y tus palabras pueden ser mal consideradas aqui

Un pequeños corrillo de gente, aunque no demasiados, se ha formado en la plaza central de la ciudad, y unos siete hombres se mantienen en el centro, discutiendo al parecer de algun tema...

Muchas veces hay que buscar la sabiduria sin basarse en prejuicios o tradiciones, pues si no la verdad del mundo no podra ser alcanzada. Quienes somos nosotros para afirmar la verdad del mundo al completo???

Los dos hombres que se mantienen en el medio parecen los artifices de la discusion. Junto a uno, el primero que ha hablado, hay unos cinco hombres, algunos ilotas, aunque por las ropas, detectas algun extranjero entre ellos, y dos Homoioi de mirada orgullosa, que se mantienen tensos junto a este. Junto al segundo, hay solo un hombre, de apenas 30 años, y de mirada aburrida. Los dos parecen sabios y entrados ya en edad, y por sus ropas, deben de ser personajes respetables

... El hombre de mirada aburrida cambia de pierna, y justo entonces parece ver algo interesante en el suelo, porque no deja de mirarse a los pies...