Partida Rol por web

Hay dos tipos de enemigos. El enemigo agresivo busca el conflicto y es más peligroso cuando se lo ofreces. El enemigo astuto evita el conflicto y es menos peligroso cuando está rodeado, acorralado o es obligado a la lucha. De estos dos tipos, el astuto es, con mucho, el más difícil.

General Stead, "Preceptos"

La luz del sol en tus ojos te hace despertar poco a poco. Te enderezas rápidamente, demasiado, pues una punzada de dolor hace que te lleves las manos a la cabeza. Tus sienes martillean como un tambor militar marcando el paso hacia la batalla. Piensas en tu última noche y no recuerdas nada de lo que ocurrió. Te concentras haciendo memoria, pero lo único que consigues evocar es el olor dulzón y mentolado de la absenta.

Sobresaltada, miras a tu alrededor. Estás en tu alcoba... ¡menos mal! El camastro de Irina está deshecho a tu lado, señal de que ha dormido allí. Sin embargo no se encuentra en la habitación. Habrá salido a preparar el desayuno, supones.

Con esfuerzo, te levantas, maldiciendo los excesos de la noche anterior. Te diriges al tocador y te observas en el espejo. Definitivamente, has tenido mejores momentos... Las ojeras de no haber descansado ensombrecen tu mirada, y las plumas de tus alas señalan cada una en una dirección, casi tan enmarañadas como tus cabellos.

- ¡Irina! - llamas a tu sirvienta. Tu voz suena ronca, mucho más de lo habitual, lo que te hace carraspear para despejar la garganta. - ¡Irin...!

- Buenos días, señora. - No has terminado de llamarla, cuando entra por la puerta, llevando una bandeja con una taza humeante. - ¿Cómo se encuentra?

Con movimientos delicados, se acerca hasta tu lado, dejando la bandeja en una pequeña mesa junto a la que se encuentran una butaca y un par de sillas de madera. Sujetándote del brazo cuidadosamente, te acompaña a sentarte en la butaca y te acerca la infusión con una expresión severa.

- Muy cargada y con poca azucar, como le gusta. Tómesela deprisa antes de que se enfríe, le hará bien.

Te levantas temprano, como cada mañana, antes que cualquiera de tu familia. Es una costumbre que tienes desde hace tiempo, desde que descubriste lo doloroso que te resulta desayunar cada mañana con tu hermana y su marido. Bajas a la cocina sin cruzarte con nadie por los pasillos. Un único sirviente se encuentra allí, resignado a madrugar para tener el desayuno preparado para ti.

- ¡Señora! ¡Me ha sobresaltado! No sé cómo lo logra, pero nunca la escucho llegar.

Le dedicas una sonrisa amable, recordando cómo aprendiste a moverte en silencio sin que nadie se percatase de tu presencia. ¡No! Esos eran otros tiempos, te reprendes. Ahora te dedicas a estudiar hechicería.

Sales temprano y te diriges al edificio del Gremio de Hechiceros. Aunque la principal escuela de las Alas de las Palabras se encuentre en Rulfoun, Uldnacht alberga pequeñas sedes de todas las escuelas de magia, ya que el Gremio posee una de las mayores bibliotecas de todo Heluso.

Precisamente hacia esa biblioteca te diriges. A través de los laberínticos corredores del antiguo edificio, uno de los pocos de los Barrios Centrales que se han mantenido tras la caída de la familia real, llegas a una inmensa sala llena de libros y polvo. Decidida a aplicarte en tus estudios, te diriges a los estantes de filología y coges una antigua gramática Uldish. Como tus maestros se empeñan en recordarte, necesitas perfeccionar tus conocimientos del lenguaje para poder aprender los hechizos más poderosos, pues sólo dando el matiz adecuado a la entonación de las palabras podrás canalizar tu poder para invocarlos.

Pasas varias horas en la biblioteca, leyendo en voz baja las antiguas transcripciones imperiales sobre tu lengua natal. Poco a poco llegan más estudiantes y los susurros de los lectores llenan la habitación. De repente, como si te sacaran de un sueño, escuchas una cierta agitación en el exterior de la bilbioteca. Las voces que llegan de fuera son cada vez más elevadas y el murmullo de la torpe lectura de los estudiantes es sustituído por voces inquietas pregutándose qué está ocurriendo.

Tardó un rato en percatarse de que algo sucedía fuera del edificio tan enfrascada estaba en el aprendizaje y perfeccionamiento de los laberintos fonéticos de la lengua Uldish. Se sintió molesta por el ruido que le impedía concentrarse en la ardua tarea y comoquiera que el tono de las voces eran ya tan alto decidió salir fuera a ver lo que sucedía. Durante el camino su mente trazó todo tipo de reprimendas para quien osaba romper el silencio de aquel lugar de estudio.

Me duele la cabeza, y mira mis alas. Dice agitándolas suavemente. Aún no había terminado de acostumbrarse a ellas. A continuación bebe un sorbo de la infusión. Después de recorrer con su mirada la habitación, dirige sus ojos a Irina. Su expresión de reproche le resulta insoportable, así que aparta la mirada y toma otro sorbo. Al final, después de un largo silencio, cuando ya ha agotado el contenido de la taza, acumula fuerzas para afrontar esa expresión. Siempre igual, piensa. ¿Y bien? ¿Puedes decírmelo, por favor? ¿Qué habrá sido esta vez?

- ¡Oh, señora! No fue nada esta vez. Stepjan y yo la trajimos a casa sin ningún problema. - Su tono de voz muestra una evidente preocupación, aunque rápidamente recupera un tono de reproche más acorde a su mirada. - Pero debería cuidar esos hábitos suyos. Una maestra del Gremio de Sabios debería dar ejemplo de... sabiduría, no desmayarse borracha en cualquier taberna. ¿¡Qué pensaría su difunto abuelo si la viese!?

Se levanta airada, muestra de la confianza de un antiguo sirviente de la familia, que lleva contigo tanto tiempo que te cuesta recordar cuándo la conociste.

- Al menos siempre puede contar con Stepjan y conmigo, pero me preocupa el día que no estemos allí... Por cierto, ¿dónde se habrá metido este holgazán?

Una vez más, la puerta se abre y entra tu otro sirviente personal, Stepjan. Su habitual sonrisa ha sido sustituída por una expresión de preocupación.

- ¡Ah! Me alegra encontrarla levantada, señora. Espero que se encuentre mejor... - añade en un tono algo pícaro que contrasta con la severidad de Irina. Sus dos personalidades son completamente diferentes, lo que hace que se complementen realmente bien. Aunque a menudo fingen estar enfadados el uno con el otro por cualquier menudencia, como un viejo juego entre ellos: Stepjan suele picar a Irina con cualquier tontería, y ella le sigue la corriente. Pero en el fondo son grandes amigos y, tras muchos años junto a tu familia, se conocen a la perfección.

- Señora, le traigo un mensaje importante del Gremio. Se ha convocado una asamblea de emergencia en la sede. Parece ser que ha llegado algún mensajero importante y que las noticias que trae llegarán pronto al Consejo.

- Tranquilos, tranquilos - Cuando sales por la puerta ves al oficial Rhenar intentando poner orden entre los aprendices, completamente rodeado por un grupo de ellos. Aunque no has hablado nunca con él personalmente, sabes que es un hombre respetado por todos, pues tiene fama de gran profesor y ayuda a todos los aprendices en sus estudios tan a menudo como sus obligaciones del gremio le permiten.

Las preguntas que tienes en tu mente son formuladas por otros estudiantes que ya rodean al oficial. En cuanto consigue poner un poco de orden alza la voz para que todo el mundo se entere de sus palabras.

- ¡Escuchadme! - se ve obligado a gritar para calmar el barullo. - Ha llegado un mensajero... No, no sé de dónde, pero no me interrumpáis... Se ha convocado una Asamblea extraordinaria del Gremio... - los estudiantes a su alrededor vuelven a gritar todos al unísono - Sé que para muchos será vuestra primera asamblea, así que os recuerdo que los aprendices no tienen derecho a voto... Sí, sí podéis hablar y preguntar cualquier cosa, pero, por favor, mantened algo de protocolo, porque como hagáis lo mismo que aquí, algún maestro os hará saltar por los aires.

- ¿Cuándo...? - se empieza a escuchar entre el grupo de estudiantes.

- Esta misma tarde. ¡Si queréis ir a vuestras casas a cambiaros, tenéis el tiempo justo! El celador Morgan está encargándose de enviar a algunos aprendices a buscar a los maestros, intentad echarle una mano...

Poco a poco el grupo de estudiantes se va disolviendo. Unos corren a sus casas en busca de sus ropas de gala, otros sin duda lo hacen para esconderse de Rowan, uno de los vigilantes de la biblioteca más temidos, ya que parece pensar que los aprendices van a destrozar sus amados libros.

-Gracias Stepjan. Ilsa se levantó de un salto, y se guardó para luego la ácida respuesta que tenía para Irina.

-Irina, por favor, prepárame el baño, Stepjan, busca algún vestido. Ah, y necesito mi peine para las plumas. ¡Vamos, vamos!

En pocos segundos la habitación se convierte en un escenario de danza, donde cada personaje tiene asignada su función. Con la evidente armonía de la experiencia, los movimientos se suceden con precisión y eficacia, de forma que en pocos minutos la operación se completa. Seguro que las damas tardan horas en prepararse, pero una Maestra del Gremio no puede permitirse esos remilgos. El baño de agua fría desprende los restos de la noche, y el elegante vestido negro con borlas rojas oculta alguna magulladura producida por quién sabe qué circunstancia. Finalmente, Stepjan le coloca la cadena dorada, símbolo de su condición en el Gremio, mientras Irina cepilla con rapidez sus alas.

-Hoy no habrá más tiempo para vosotras. Les dice a sus vibrantes plumas, que le provocan siempre un extraño regocijo. ¡Vamos, vamos, la Asamblea nos espera! Dice mientras salen de la habitación. En el suelo queda un libro caído con las hojas abiertas y una taza de olor a hierbas.

- ¿Una Asamblea? .- pensó para sí misma. - Que extraño ¿A que se deberá?.- continuó con su interior pensamiento mientras se dirgía a su casa a cambiarse de ropa. Un acontecimiento así exigía una indumentaria acorde con la importancia de éste.

Vuelves corriendo a tu casa, preguntándote por qué la urgencia de esa asamblea. La ciudad está ahora llena de vida, completamente diferente a como la viste de madrugada en tu camino al gremio.

Entras corriendo y subes las escaleras en dirección a tu habitación, pero tu carrera es interrumpida al chocar con alguien que giraba la esquina en el mismo momento. Unos brazos fuertes te sujetan mientras caes al suelo y cuando alzas la vista ves el rostro de tu cuñado mirándote preocupado.

- Biza... Pero... ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?

Sus ojos marrones se clavan en ti, mirándote, preocupado. De repente, su mirada se endurece y se separa, serio.

- ¿Dónde ibas corriendo tan deprisa? Deberías tener más cuidado...

- Eric.- dijo aún con el sobresalto anudandole la garganta

- Venía a cambiarme de ropa.- de forma refleja se señaló las ropas que vestía en ese momento. - Algo extraño ha pasado o por lo menos algo lo suficientemente grave para que el Gremio convoque una Asamblea extraordinaria.- hablaba rapidamente casi atropellandose a si misma.

- ¿Sabes si ha ocurrido algo?.- le preguntó finalmente mientras se alejaba un poco de su lado y es que sin darse cuenta durante todo ese tiempo había estado tan cerca de él que se al percatarse de ellos no pudo evitar sonrojarse levemente.

Os dirigís al Gremio de Hechiceros en tu carruaje. El tráfico a estas horas de la mañana es bastante denso, lo que ralentiza el trayecto algo más de lo que te hubiese gustado. Finalmente, ves el antiguo edificio del gremio al fondo de la calle.

Bajas del carruaje sin esperar a que haya parado del todo. No es momento para recatos, ya que el mero hecho de que se haya convocado una asamblea general en un solo día es un hecho excepcional que te da una idea de la importancia del asunto a tratar. Sin parar un momento te adentras en el gremio, saludando a los guardias con apenas un gesto de cabeza mientras pasas. Stepjan e Irina te siguen por los pasillos en dirección a la sala de asambleas.

La excitación es evidente en el ambiente, ya que nadie parece tener muy claro qué está ocurriendo. Por doquier ves a aprendices corriendo de un lado a otro, y, aunque los maestros intenten mantener la compostura, su apresurado paso denota un nerviosismo tan intenso como el de los más jóvenes novicios.

Cuando por fin llegas al recibidor de la sala de asambleas, te sorprende ver allí a tu viejo mentor de Rulfoun, tu patrón Rowan.

- ¡Ilsa! Me alegro de verte. - Tu antiguo maestro se acerca a ti. Parece que el tiempo no ha pasado por él, ya que sigue exactamente igual que la última vez que os visteis, cuando te pidió que le ayudases a vigilar al Consejo de Uldholm para evitar que la corrupción acabase con él. Mucho ha ocurrido desde entonces, ya que él mismo a conseguido uno de los pocos puestos del Consejo disponibles para vuestro gremio y, aunque colabora a menudo con vuestra sociedad secreta, nunca ha podido asistir personalmente a las reuniones.

- He venido desde Rulfoun tan rápido como he podido. Incluso he tenido que alterar el clima para volar con el viento a favor. Estoy agotado, pero aún no sé qué ha ocurrido aquí. ¿Qué puedes contarme?

-Maestro Rowan, bienvenido. Poco puedo decirte sobre la asamblea. Lo cierto es que me ha cogido tan de sorpresa como a ti, y por lo que veo, como a todos.

(O sea que un miembro del Consejo tampoco sabe lo que ocurre, qué extraño. Tal vez está mintiendo.)

Ilsa se acerca disimuladamente a Stepjan y le susurra al oido:

-En cuanto se dé la noticia espera mi señal. Si asiento, averigua en qué otros gremios han convocado asambleas de urgencia.

Sea lo que sea es importante, inesperado y no procede del Consejo, hay que actuar deprisa.

Trato de permanecer cerca de Rowan mientras me voy familiarizando con las caras.

- ¿Una asamblea extraordinaria? - repite sorprendido - ¿Del Gremio de Hechiceros? Ciertamente es sorprendente. - Si ha notado que te has sonrojado, no hace ninguna muestra de haberse dado cuenta. Su seria expresión se relaja ligeramente, consciente de la importancia de la noticia que le estás contando. - No sé nada sobre ello, pero pondré a los Soles(*) a investigar. Esta noche tendremos una reunión en nuestra sede y podremos intercambiar información.

Se retira hacia un lado, dejándote el paso libre hacia el pasillo que lleva a tu alcoba.

- Pero ya te he entretenido lo suficiente. Tendrás que prepararte para la Asamblea, no sería conveniente que llegases tarde.