Partida Rol por web

- Me habían convocado para una reunión del Consejo mañana, pero esta asamblea es realmente inesperada y me ha obligado a alterar todos mis planes. - Se aproxima a ti para hablarte sin que nadie más lo pueda escuchar. - Al menos esto nos proporcionará la oportunidad de hablar con calma en la sede de Gorgonae - susurra. - Hace tiempo que no puedo asistir a ninguna de las reuniones.

Nuevamente se separa y vuelve a hablarte a un volumen normal.

- Ahora, si me disculpas, debería hablar con todo el mundo para ver si consigo averiguar algo, aunque no creo que tardemos en enterarnos de qué está ocurriendo.

Apenas ha terminado de decirte esto, las puertas de la sala de reuniones son abiertas por dos oficiales. Rowan se despide con una inclinación de cabeza y se dirige hacia el interior.

- De acuerdo. Nos veremos al anochecer.- dijo y por un moemento en algún rincón de su cabeza su mente le jugó la mala pasada de imaginar que aquello podría ser una cita a escondidas. Caminó rápidamente intenatndo que aquella estupida idea se alejara de su interior.

En sus aposentos se tomó su tiempo para escoger con cuidado la ropa que debía llevar a la Asamblea. Era una ocasión importante pero tampoco quiso llamar la atención. Eligió un vestido de seda negro ceñido y tan largo que arrastraba por el suelo. Añadió un cinturón de color rojo oscuro que se anudaba a la espalda.

Ilsa pasa a la sala de reuniones deseosa de escuchar qué ocurre, fijándose atentamente en todos los rostros que le acompañan, preocupada por los acontecimientos, y por la noche pasada. Entonces Ilsa comienza a sentir la atractiva necesidad de acercar sus labios al terrón de azucar y sentir la quemazón en su garganta...

Trata de apartar esas ideas, que le causan vértigo, y se repone con un levísimo ademán, que solo Irina es capaz de advertir, para preocupación de ambas.

¿Estará Biza por aquí? Tengo que hablarle del interés de Rowan por asistir a nuestro cónclave. Piensa, mientras la busca con la mirada.

Nada más terminar de cambiarte de ropa, vuelves corriendo al gremio, sin apenas tiempo para detenerte a pensar en tu encuentro con Eric. El vestido largo entorpece tu paso, pero llegas a tiempo para entrar con el resto de los aprendices a la sala de reuniones. Adentrándote en la sala, ves que está prácticamente llena, así que tomas asiento en una de las filas más retrasadas.

Irina y Stepjan se quedan en la puerta, puesto que sólo los miembros del Gremio tienen permitido el acceso a la sala.

Te adentras junto con el resto de maestros a la sala de reuniones. Mientras esperas que entren los aprendices, paseas la mirada por el resto de los presentes. Por un momento te parece ver a Merak, tu antiguo amante en Rulfoun. Cuando giras la cabeza para buscarle con la mirada, su rostro se ha perdido una vez más entre la multitud.

No tienes mucho tiempo para pensar en ello, pues los aprendices no tardan en empezar a llenar las filas superiores de la sala. A lo lejos distingues a Biza, ataviada con un elegante vestido de seda negro y un cinturón rojo oscuro. Sin duda a pasado por su casa para arreglarse para la asamblea, pero, cualquier cosa que quieras decirle, tendrá que esperar al final.

La sala de reuniones en la que os encontrais parece un pequeño anfiteatro en el interior del edificio. De forma semicircular, las filas inferiores se encuentran más próximas a un pequeño púlpito que se ha instalado en su centro. Dada la acústica de la sala, diseñada para que el sonido llegue perfectamente desde el centro a todos sus rincones, se suele utilizar como aula magna y sala de reuniones para celebrar las asambleas generales del Gremio.

En este momento la sala está prácticamente llena. Eruditos y hechiceros de todo Uldholm parecen haberse congregado ante la urgencia de la reunión, utilizando cualquier medio disponible, mágico o mundano, para llegar a tiempo a la Asamblea. Nuerosos maestros están inapropiadamente ataviados para una reunión de estas características, con sus túnicas empapadas de sudor o vistiendo sencillas ropas de viaje cubiertas aún por el polvo del camino.

Los maestros, situados en las filas centrales de la sala, parecen tan inquietos como los aprendices en los asientos más elevados. Ahora mismo la sala parece más un gallinero que una asamblea del gremio, con todo el mundo hablando al mismo tiempo y mirando en todas direcciones, esperando que alguien se haga cargo de la asamblea. Incluso los más severos oficiales que normalmente se encargan de silenciar a los aprendices están ahora hablando entre ellos.

El tiempo pasa sin que nadie se acerque al púlpito central y el nerviosismo generalizado aumenta más y más. En ese momento, una puerta al fondo de la sala se abre, y el Consejero Christian, un anciano erudito respetado por todos, entra en la sala acompañado por un oficial del Gremio. La algarabía de la sala se reduce poco a poco mientras el Consejero se acerca al púlpito, pero de nuevo se escuchan exclamaciones de sorpresa cuando pasa de largo y se sienta con los otros cuatro miembros del Consejo. Los murmullos se intensifican en el centro de la sala, cuando es el oficial Rhenar el que toma la palabra.

El oficial Rhenar está visiblemente nervioso. Pocas veces una asamblea general no es abierta por un maestro, aunque no se puede decir que nada de lo que rodea a esta reunión esté siendo precisamente normal.

- Buenas tardes. - Su voz suena temblorosa, obviamente se encuentra incómodo presidiendo una Asamblea ya que, por lo que sabéis de él, es un hombre más dedicado a la enseñanza de los alumnos en la biblioteca que a las grandes reuniones. - Supongo que estarán todos esperando que les cuente lo que está ocurriendo, así que no me andaré con rodeos. Esta madrugada - poco a poco parece ir cogiendo confianza en si mismo, como si estuviese haciendo un esfuerzo por olvidarse de que no se encuentra en frente de su clase, sino de todo el Gremio, - ha llegado un mensajero de la frontera Truil. Supongo que la mayoría sabreis de las últimas derrotas sufridas por las tropas de Uldholm allí, así que no me entretendré en esos detalles que muchos podrán explicar mejor que yo. Esas derrotas nos han sido comunicadas siempre por mensajeros de los gremios de soldados y mercenarios, pero nunca hasta hoy había regresado uno de los hechiceros que participaron en esas batallas. Al fin podremos saber exactamente qué ha ocurrido allí y por qué no habíamos recibido noticias. - Hace una pausa y mira con gesto grave hacia los consejeros. - Aunque, como pueden suponer, las nuevas que hoy van a recibir son suficientemente preocupantes como para haberles reunido aquí.

Se retira del púlpito y desaparece por la puerta trasera. El murmullo de los miembros del gremio no se hace esperar y todos comienzan a hablar al mismo tiempo, postulando sus teorías sobre qué noticias traerá ese mensajero.

A los pocos minutos, cuando toda la asamblea empezaba a impacientarse, vuelve Rhenar, ayudando a una joven hechicera alada a caminar mientras se apoya sobre sus hombros. Juntos llegan al púlpito y la mujer comienza a hablar.

- Mi nombre es Jezz, Jezzabel. - Su voz suena cansada y, por su aspecto, diríais que está realmente agotada, tal vez convaleciente de alguna enfermedad. - Algunos me conocereis de haber estudiado en Rulfoun, otros me habréis visto por aquí o en los campos de entrenamiento, si habéis servido en el ejército. Hace apenas una semana mi unidad fue arrasada en la frontera, - titubea por un momento, como si le costase expresar con palabras el dolor por la pérdida de sus compañeros. - No es una novedad que nuestras tropas pierdan una escaramuza contra los Truil, pero sí lo es la forma en la que fuimos derrotados. Nuestros hechizos parecían evaporarse contra sus tropas. Recuerdo haber llamado al rayo para acabar con esos bárbaros y ver como se disipaba en el aire, antes si quiera de llegar hasta su blanco.

Las voces se extienden de nuevo por la sala. La palabra contrahechizo se escucha una y otra vez. Jezz parece abatida, insegura de si debe o no seguir hablando, y es Rhenar el que pide silencio. Cuando la sala ceja en su murmullo, la hechicera continúa.

- Pero lo más extraño, sucedió poco después, cuando los Truil se acercaron más a nosotros... Ví como mis compañeros caían abatidos, incapaces de seguir volando. Al principio pensé que alguna flecha les había alcanzado, pero luego yo misma empecé a caer. Mis alas... ¡mis alas habían desaparecido! Mientras caía, empecé a ver cómo las llamas de los Danzantes de Fuego se disipaban en el aire y sus bailes se volvían tan inútiles como una danza de salón. Luego me golpeé contra el suelo...

Los miembros del gremio empiezan a gritar por todo el anfiteatro.

- ¡Imposible! ¡Debe haberse vuelto loca!

- Perdería el sentido y no recordará bien lo que ocurrió...

- A cualquiera le afectaría perder a toda su unidad.

- ... pero, si lo que dice es cierto, si los Truil...

- ¡Paparruchas! ¡No sabe lo que dice!

- ¿Nos han convocado para escuchar esta idiotez? ¡Qué perdida...!

- ... contrarrestar un hechizo que no esté dirigido contra uno mismo.

- ¿Como van esos salvajes a cancelar un hechizo activo?

- ¡Es una locura!

La cacofonía de voces resuena por la sala. Opiniones de todos los tipos se intentan hacer oir, mientras Jezz parece desfallecer y Rhenar se acerca a sujetarla.

Ilsa frunce el ceño con preocupación. Seguro que es real, no habrían montado este teatro para que sea una broma.

Una leve corriente de temor eriza su piel, mientras las plumas de sus alas se agitan con nerviosismo. Ilsa es más consciente que nunca de su condición mágica, de su sintonía perfecta, y siente cómo su estómago se retuerce. ¡Cómo habrán conseguido suprimir conjuros activos! Necesitamos terminar esta algarabía, que la asamblea termine, y se reúnan las camarillas.

-¡Silencio compañeros, silencio! grita, para apaciguar su miedo.

¡Pero ahora tiene alas, qué magia es esta!

Jezz se separa de Rhenar, visiblemente idignada por los comentarios que se escuchan en la sala.

- Sé lo que piensan. Yo misma pensé que me había vuelto loca, que lo que recordaba no había sido real. Pero cuando conseguí levantarme ví los cuerpos de mis compañeros, con sus transformaciones revertidas. Entonces aún no había recuperado mis alas, - las agita levemente, como para recordarse que están aún allí - tardaron cuatro días en aparecer. Esa es la razón por la que no he llegado antes a Uldnacht.

Finalmente se desmorona por el cansancio, y Rhenar se la lleva de la sala.

Cuando Jezzabel sale de la sala, los murmullos se vuelven a extender entre los presentes. Sin embargo, uno de los miembros del Consejo, Rowan, hechicero de las alas de las palabras, toma la palabra colocándose tras el púlpito.

- ¡Señores! ¡Por favor! Mañana se ha convocado una reunión del Consejo, supongo que para tratar estos mismos temas. Hemos tenido la oportunidad de conocer estos hechos antes de que se extiendan, lo cual es de agradecer, pues somos el gremio al que más atañen. Supongo que la mayoría de ustedes, al menos los magos del Gremio, estarán tan turbados por estas noticias como lo estoy yo, pero es necesario que decidamos cómo vamos a actuar. 

Para un momento para tomar aliento y mira a las gradas antes de continuar. - Si los Truil han encontrado una forma de cancelar hechizos en activo, aunque sea temporalmente, el poderío militar de nuestra nación se encontrará en un grave compromiso. Probablemente el Gremio de mercenarios insista en devolver el golpe lo antes posible, pero esa precipitación podría ser fatal, tanto para Uldholm como para nosotros. Tenemos que decir qué posición vamos a tomar para mostrar un único frente sólido ante el consejo. Señores, creo que deberían exponer sus opiniones.

Puede que no sea tan mala idea tratar de devolver el golpe con rapidez. Así podríamos averiguar si esa técnica está extendida entre los Truil, o si se trata de algo excepcional también entre ellos.

Ilsa espera el momento oportuno para intervenir, según el protocolo.

Cuando llega su turno, se levanta con un evidente abatimiento y habla:

-Entiendo, como el Consejero Rowan, que la precaución ha de ser nuestra guía. Debemos unir nuestras fuerzas para indagar el origen de este prodigio y atacarlo sin vacilar. Nuestra codicia hacia los Truil debe ser contenida, y puede que este sea el primer signo de nuestro error: atacar los Yermos desde hace tantos años.

Por otro lado, el Consejo y el Senado debe entender que el ataque a los magos constituye una amenaza para todos ellos, y no es un asunto gremial sin importancia. Uldholm está amenazada, y nuestro órden de gobierno debe estar a la altura de ese peligro, solo de ese modo seremos capaces de superar este trance en que nos encontramos.

Al final decide callar su estrategia, hasta después de una primera ronda de intervenciones.

La situación parecía de lo mas comprometida y Biza aun no cabía a entender como diablos habían podido los Truil acceder a algun tipo de magia que anulara los hechizos del Gremio. Escuchó atentamente las exposiciones y apaludió con timidez la intervención de Ilsa Svletana. Estaba de acuerdo con ella. Había que hacer más averiguaciones acerca de lo sucedido y si lo que contaba Jezzabel era cierto sin duda estaban en un gran aprieto.

El anciano erudito que entró inicialmente con Rhenar se levanta al fin.

- Según yo lo veo, este es un asunto de seguridad nacional, tal y como ha dicho la Maestra Svletana, no un mero problema de nuestro Gremio. Como tal, mañana se discutirá en el Consejo y, - añade mirando a Rowan y a los otros tres consejeros - no debería extrañarnos que llegue al propio Senado.

- Como mi colega Rowan puntualizó antes, esta vez contamos con la suerte de poder disponer de esta información por anticipado y, cuando Jezz llegó y nos contó a Rhenar y a mi lo que había ocurrido, lo consideré suficientemente importante como para discutirlo con todo el Gremio. - Se escuchan murmullos de aprovación en la sala. 

- Permitidme explicar la situación en detalle. En la reunión del Consejo habrá tres posturas que se propondrán respecto a este tema. La primera será recrudecer los ataques contra los Truil, acabando con ellos y con esa nueva magia que han demostrado. El gremio de Banqueros, sin duda, avogará por esta idea. La segunda alternativa será cerrarnos en nuestra frontera y enviar refuerzos para prevenir un ataque. Mercaderes, soldados y probablemente constructures apoyarán esta opción.

- Hay una tercera opción, algo intermedia entre las anteriores, que consistiría en enviar espías o infiltrados para descubrir qué está ocurriendo y actuar en consecuencia. Aunque parezca la opción más lógica, no lo es tanto, ya que nuestras tropas carecen de especialistas de este tipo y el Consejo pasaría días discutiendo a quién enviar.

- Por favor, si me he olvidado alguna otra posibilidad, agradecería que la apuntaseis lo antes posible. Si no, creo que deberíamos votar nuestra postura, puesto que somos el Gremio al que más afecta.

Caminando lentamente, abandona de nuevo el púlpito para dirigirse a su asiento en la primera fila.

Escuchó atentamente las palabras del sabio. De las tres posturas de las que hablaba Biza se decantaba abiertamente por la tercera. Lo mejor sería recabar información sobre lo que ocurría. Si todo era cierto un enfrentamiento directo con los Truil sería una locura, un suicidio.

Ilsa se remueve con preocupación en su silla mientras espera. Cuando llega su turno se levanta con un leve aleteo de sus alas y se acerca al púlpito. Al principio, comienza a hablar con inseguridad, y un oscuro deseo de salir volando parece apoderarse de ella. Al final, las palabras salen de su boca con ajena naturalidad.

- En Consejero Christian ha hablado con extrema sabiduría. Pero el ataque, aunque se haya producido sobre el ejército, afecta directamente a nuestro gremio, por lo que debemos elevar la prudencia, y no es momento de mostrar debilidad.  Considero evidente que la primera opción es errónea. Tengo la firme convicción de que el conflicto con los Truil no puede sino perjudicarnos, y que nuestro objetivo ha de ser asentar los territorios. Y puede que este sea el momento. La segunda opción podría comenzar a fraguar este objetivo. No obstante, también es evidente que necesitamos recoger información de esa nueva hechicería, por lo que la tercera se postula como la alternativa más atractiva. No obstante, sus problemas son múltiples, puesto que no conocemos en profundidad las costumbres y la organización de ese pueblo. Pero puede que podamos aprovechar aún esa ventaja.

Mi propuesta, en definitiva, es defender las tres soluciones al mismo tiempo, y me explico.

Siendo realistas, una oposición excesiva a las propuestas de los banqueros puede interpretarse como un síntoma de debilidad, por lo que propongo mantener la segunda alternativa, pero sin cerrarse a la primera. Pero respecto a la investigación y los infiltrados digo que este un asunto que atañe a los magos, y que en esto debemos ser nosotros quienes de forma privada llevemos a cabo el trabajo, puesto que nuestros enemigos no solo están allende las fronteras Truil. Este es un tema que exige precaución, sigilo, y el conocimiento de las habilidades mágicas que son nuestra especialidad, y debemos afrontarlo como tal. De nuevo, tampoco hay que oponerse las propuestas del Consejo (no se entiendan mis palabras como síntomas de deslealtad, ¡jamás!), pero dentro de nuestro margen de acción, hemos de acordar unas fuertes medidas entre todos nosotros para superar este trance.

Vale.

Rhenar, que había vuelto a entrar poco antes de la intervención de Christian, se levanta nuevamente y habla desde su asiento:

- Reforzar las defensas, y más aún, plantear un ataque en gran escala a los Truil tiene otro problema. Como la Maestra Svletana nos ha recordado, no son los Truil nuestros únicos enemigos. Si bien la frontera con Dindavara es bastante segura gracias tanto a las montañas como a sus problemas internos, el Imperio nos guarda rencor desde que antaño les expulsásemos de nuestras tierras. Pese a ser un león herido, sigue siendo un cazador que atacará a su presa en cuanto presente el más mínimo síntoma de debilidad.

Carraspea nervioso, ligeramente incómodo por hablar ante tanta gente, pero sin resignarse a mantener su silencio.

- Por otro lado, el problema de enviar exclusivamente magos para investigar está en que no sabemos si estamos completamente indefensos ante los Truil o no, por lo que enviar una partida de hechiceros a los Yermos puede ser extremadamente peligroso.

El Consejero Stormtongue se levanta una vez más.

- Precisamente porque los Truil no son nuestro único enemigo, todo lo que se ha dicho aquí hoy deberá ser mantenido en el más estricto secreto. Creo que no está de más recordarlo, por si acaso. - su mirada se dirige por un instante a la parte superior del anfiteatro, donde se agrupan los aprendices. - Si esta información sale de estos muros, podríamos tener un problema bastante serio. No sólo como Gremio ya que otros aprovecharían para intentar desprestigiar la efectividad de los hechiceros, sino también a nivel nacional.