Partida Rol por web

El guardia os mira alternativamente mientras compartís vuestras teorías.

- Cuando le hayamos cogido ya veremos si es noble o no... - dice bravucón. - Pero primero tenemos que encontrarle. - Se gira hacia sus hombres y les dice. - Proteged la mansión con vuestras vidas, si hace falta. El teniente Eric no tardará en venir con refuerzos.

Haciendo una leve inclinación de cabeza hacia Ilsa y mirando a Diana con cara de suficiencia se dirige hacia Biza.

- Mis hombres dijeron que huyó por allí. - Señala hacia el lateral de la casa, por donde estaba la ventana abierta. - Por favor, acompáñeme y buscaremos su rastro en las alcantarillas.

Agarra su lanza para que quede equilibrada mientras corre y sale rápidamente en la dirección que ha indicado, seguido de cerca por Biza.

A penas tardáis unos minutos en llegar al lugar donde el asaltante se enfrentó con los guardias. Es una pequeña plazoleta situada en lo alto de una pequeña escalera de menos de una decena de escalones. Varios soldados intentan atender a su compañero herido, y ves varios cadáveres en el suelo. Desde las ventanas de los edificios, la gente se asoma somnolienta para protestar por el barullo, pero en vez de eso se quedan mirando interesados.

- ¿Por dónde fue? - pregunta el sargento nada más llegar. El resto de los guardias señala una pequeña calle en uno de los laterales de la plaza y el sargento corre hacia allí. Por el tiempo que habéis estado en casa de Ilsa, sabéis que os lleva al menos 10 minutos de ventaja, pero está herido, así que aquí y allá encontráis un rastro de sangre.

Uno de los guardias entra con vosotras a la casa mientras el resto forma alrededor de la puerta. El soldado que llevaba a Irina vuelve a entrar también y pregunta dónde puede dejarla. Ilsa le acompaña hasta una de las habitaciones y el guardia la deposita en la cama. La mujer mueve la cabeza a un lado y a otro, protestando del dolor en su inconsciencia.

Diana empieza a sentirse mareada. El corte en su frente le ha hecho perder bastante sangre y su pata trasera sigue molestándole. Sin saber muy bien qué hacer, decide tumbarse en el suelo.

Pocos minutos después llaman a la puerta. Los dos guardias que os acompañan aprestan sus armas y uno de ellos abre ante la llamada de sus compañeros desde la calle. En el umbral de la puerta están tanto Margaret como Eric.

- ¿Qué ha ocurrido? - Preguntan casi al unísono.

Biza observó a los guardias heridos y le quedó perfectamente claro que el Dindavara era realmente hábil con la espada. Se había deshecho de Diana y ahora de los guardias. Es cierto que estaba herido pero aún así sería un duro rival. Recordó su encuentro en los callejones, cuando Rhenar fue atacado. En aquella ocasiión  estuvo a punto de acabar con él, pero ahora se daba cuenta de que había tenido suerte. En un enfrentamiento cuerpo a cuerpo no tendría nada que hacer.

Ilsa coge la mano de Irina mientras con la otra señala a Diana.

-Están heridas. Irina no responde y Diana acaba de caer creo que mareada por la... por la daga que tiene clavada en su pata. Stepjan está en el hospital. Ilsa aún no quiere ni pensar en su estado.

-No sé qué ha ocurrido Eric. Yo estaba fuera, cerca del hospital, vigilando a Rhenar, y cuando he regresado me encontrado con esta situación. Atiende a Diana, y después hablaremos.

Diana, sin moverse de su sitio, gira la cabeza hacia los dos recien llegados.

-Vino un hombre por la noche y ataco a Irina. Luego entro en mi habitacion y me reto a un combate. Stepjan aparecio en mitad del duelo, y se abalanzo sobre él. Stepjan acabo inconsciente por la lucha, pero el hombre acabo muy herido, y huyo.-dio una pequeña pausa antes de continuar.-Poco mas tarde llego Biza con varios guardias, y tambien Ilsa. Biza dijo que conocia a ese hombre y que sabia donde podria haberse escondido, asi que un Sargento se la llevo para ayudar en la busqueda.-cuando termino, volvio a callarse.

El sargento señala una tapa de alcantarilla que parece descolocada. En tu carrera has estado a punto de pasarla por alto. - ¡Allí! - dice.

Corréis hacia ella y el guardia usa su lanza como palanca para terminar de retirarla. Una pequeña escalera de metal baja hacia las profunidades de Uldnacht. Agarrando una antorcha de uno de los postes de la calle, el guardia desciende por ella rápidamente. Te tomas un momento antes de seguirle, pues si han preparado una emboscada allí abajo, será mejor que no lleguéis al mismo tiempo.

Cuando llegas abajo el sargento te espera reconociendo el lugar. Te soprende la diferencia con las alcantarillas de los Barrios Medios. Lo que allí era poco más que túneles semi-inundados excavados en la tierra, aquí son auténticos pasillos con un resalto para que los encargados del mantenimiento puedan caminar sin tener que meterse en el agua de dehechos. Desgraciadamente, el olor no es mucho mejor.

El sargento señala una mancha de sangre reciente que sale por uno de los dos corredores. - Parece que tenías razón... - dice antes de introducirse por el pasillo.

Mientras explicáis lo que ha ocurrido, la doctora Margaret se acerca rápidamente a Irina. Le toma el pulso mientras comprueba su respiración. Tras pedir silencio un momento, se inclina sobre ella y vuelve a enderezarse, asintiendo.

Sin decir ni una palabra se separa de ella y se vuelve hacia Diana. Por un momento tuerce el gesto al ver a la centauro y desvía la cabeza hacia Ilsa. Encogiéndose de hombros se acerca a la mujer de Dindavara y examina rápidamente la herida de su cabeza. Frunce el ceño y se acerca a la pata herida.

De su maletín saca dos cuerdas que ata con fuerza a ambos lados de la daga, cortando temporalmente el flujo sanguíneo. Una vez la presión es suficientemente alta, saca la daga. El improvisado torniquete hace que la sangre no fluya a borbotones. Abre una botella y vacía parte de su contenido en la herida. Diana gime de dolor ante el escozor producido por el líquido, pero la doctora la ignora instándola a quedarse quieta. Limpia y tapona la herida antes de retirar los torniquetes. En ese mismo momento, el vendaje se vuelve completamente rojo.

Limpia la herida de la cabeza con el mísmo líquido que utilizó en la pata. De su maletín saca hilo y aguja y empieza a coser la frente de Diana. - Esta herida me resulta familiar... Es muy similar a la sufrida por el oficial Rhenar. Ha tenido suerte, señorita. Unos milímetros más y estaría usted tan inconsciente como el hechicero. - Dice preocupada mientras cura a la dindavara.

-¿Cree que ese tipo de heridas es premeditada? Quiero decir, ¿su propósito no es matar, sino incapacitar? Pregunta Ilsa nerviosa. ¿Cómo está Irina, doctora?

Margaret frunce el ceño ante la pregunta.

- Bueno, yo no tengo experiencia en el manejo de las armas, pero diría que nadie que lance un tajo con una espada a la cabeza de un oponente tiene intención únicamente de incapacitar... Para eso utilizarían un arma contundente, ¿no cree? - Mira a Diana. - ¿Le dió a usted la impresión de que su atacante no pretendía matarla?

Termina de coser la herida de la centauro y la limpia con una venda. Luego se vuelve hacia Irina.

- La mujer ha sufrido un golpe en la cabeza, diría que con la empuñadura de una espada... Ese sí fue un ataque destinado a incapacitar. - Mira a Ilsa. - Como le dije esta tarde, las heridas en la cabeza suelen ser imprevisibles, pero su sirviente está recuperando la consciencia. - Humedece un trapo y se lo pone sobre la frente. - Si despierta pronto podré evaluar su estado, pero me atrevería a decir que se recuperará. - Añade en tono tranquilizador.

Esto se nos está yendo de las manos, Eric. Diana, ¿cómo sabes quién era ese dindavara? Has dicho que era un plebeyo. ¿Cómo lo sabes? Y la pregunta principal, ¿por qué hay alguien tan preocupado en eliminaros? ESTO ES UN DESASTRE. Grita Ilsa cogiendo un jarrón y tirándolo a la pared. EN MI PROPIA CASA. Ilsa pierde por completo el control durante unos segundos, llorando de rabia. Hasta que poco a poco recupera su compostura y se acerca de nuevo a Irina. Mirándola comienza a susurrar algunas palabras de ánimo y después se seca la cara.

Tengo que cambiarme, disculpad.

Diana dejo a la doctora que le curara sus heridas, quejandose de que deberian existir medicinas mejores. Apretaba los puños, aguantando el dolor.

-Creia que me iba a matar, por sus palabras, pero tambien podria ser que no quisiera matarme al principio de la pelea.-le dice a Margaret, recordando la pelea.-Llevaba una espada de Dindavara, puede que por eso la herida sea mas profunda a pesar de que su intencion no fuera esa, ¿no?

Nada mas acabar de pronunciar su pregunta, observa atonita el comportamiento de Ilsa. Contempla los trozos rotos del jarron, sin atreverse a mirar a la cara a Ilsa o a Eric, imaginandose a los dos mirandola, esperando una respuesta. Alza la cabeza y tomando aire, empieza a contestar las respuestas de Ilsa.

-Bueno, como he dicho, llevaba una espada Dindavara, pero no podria ser un noble. Un noble jamas iria en persona a otra nacion a matar a gente, sino que contrataria a alguien que lo hiciera por él.-explica.

Ilsa sube un segundo al piso de arriba y revisa todas las habitaciones por si hay alguna ventana abierta (como mínimo la de la suya) y trata de calmarse un poco. Entre avergonzada por su reacción y molesta por la serie de incorrectas decisiones que llevaba tomando desde hacía dos noches, se cambió de nuevo con una túnica algo más pesada y oscura, más acorde a su humor. Se negaba a reconocer la posibilidad de perder a Stepjan. La simple idea le resultaba desoladora, pero también, en el fondo, se reconoció a sí misma, nunca había sentido tanto miedo. Entonces la imagen de Merak del día de antes se le presentó de forma vívida y tangible ante ella. No caigas en eso otra vez. Al fin se acercó a una pequeá mesilla y sacó una pequeña petaca plateada. Dió un largo trago a su contenido que se derramó por su garganta como ácido o fuego. Más relajada, regresó a la planta principal y miró a Eric.

-Tenemos que hablar.

Ilsa sale de la habitación y desaparece durante un momento.

La doctora Margaret empieza a curar el golpe de la cabeza de Irina, aprovechando su inconsciencia para limpiar la herida sin ningún tipo de quejas.

- Como he dicho dudo mucho que no tuviese intención de matar. Esa espada puede que sea más afilada que la mayoría. En tu caso tan sólo ha rozado el hueso, produciendo una ligera muesca. Sin embargo, el craneo del oficial Rhenar fue atravesado por la hoja. De ahí que él esté en coma mientras que tú tengas solo algo de dolor.

Ilsa vuelve a aparecer por la puerta y mira a Eric, que ha permanecido callado hasta ahora.

- Tenemos que hablar - dice con voz seria.

Eric asiente, con gesto serio.

- Tienes razón, Ilsa. Debemos hablar... - mira a Margaret y a Diana, dejando su mirada fija en la centauro durante un rato. - Teníamos que haber previsto este ataque. Los que secuestraron a Jezzabel no parecen tener la intención de dejar que el resto de los hechiceros hable con nosotros. - En su voz hay un cierto tono de culpabilidad.

Empieza a pasear por la habitación.

- La pregunta es, ¿por qué? - Se vuelve hacia Diana. - ¿Qué sabéis que sea tan importante como para desear vuestra muerte? Nada de lo que nos habéis contado hasta el momento justifica ese esfuerzo, pero ¿nos has dicho todo lo que sabes?

Su mirada severa perfora a la dindavara por un momento.

Demenos prisa se limitó a decir tras comprobar que el rastro de sangre se internaba por el intrincado sistema de alcantarillado de la ciudad. Aunque estaba ansiosa por encontrar por fin al asesino, había cosas que no podía descyidar. No podía dejarse llevar por la venganza. ¿Donde estaba Jezzabel? ¿Y Alex? ¿Que tendría ver el Dindavara con los Truil?

Diana se encoge de hombros, sin atreverse a decir nada. Devuelve la mirada a Eric, antes de volver a hablar.

-Os he respondido a las preguntas que me habeis hecho. Ahora quiero respuestas. Quiero saber todo lo relacionado con el hombre que al parecer, ha atacado al oficial Rhenar y a Jezzabel.-exige, cruzandose de brazos.

-No comprendes que eso es un sinsentido. Dice Ilsa molesta. Parece que la que más sabe al respecto es Biza, no nosotros. Unos malditos Truil han descubierto una forma de derrotar a los magos, y alguien trata de eliminar a todos los testigos. Está claro que tu presencia en el Consejo no logró disuadir a los gremios de una actuación precipitada. Así que, ¿para qué intentar matate? Sabes algo, Diana, por lo que alguien cree que vale la pena matar. Y luego está ese misterioso Alex, que ha desaparecido. A saber dónde se esconde. Encima ese chico tiene pérdidas de memoria, por lo que me han contado, así que tampoco creo que sea de mucha ayuda.