Partida Rol por web

Dejo las manos delante mia como esperando parar un ataque. No necesito poner cara de asustado porque ya lo estoy. Me siento en el suelo con las piernas cruzadas. Le miro los pechos sin querer y desvio la mirada rápida.

- Te podrias... er... cubrir...- le señalo el busto- esto es muy violento... ejem..

Alcanzas a uno de los truil, que intenta desesperadamente bloquear tu ataque con el palo que utilizaba como arma. Tu acero corta madera, carne y hueso con la misma facilidad y cuando el cuerpo cae al suelo sabes que nunca volverá a levantarse. Te vuelves rápidamente para atacar a otro, pero una figura te distrae.

A grades zancadas, escoltados por los dos lobos más grandes que jamás hayas visto, se acerca un hombre cubierto de pieles que te mira con severidad.

- Advertí a tu amigo que no os acercáseis - dice en un uld con un fuerte acento.

El instante que pierdes evaluando a tu nuevo enemigo es suficiente para que no puedas evitar un nuevo golpe. Notas un dolor agudo en el brazo cuando uno de los cazadores de la noche te alcanza con un cuchillo. Te giras y notas cómo tu espada vuelve a alcanzar a alguien, pero no llegas a ver el efecto que hace.

Un golpe sordo te alcanza en la cabeza. Tus piernas flaquean y caes de rodillas, lo que hace que otro salvaje aproveche para lanzar un tajo a tu torso. No notas el dolor, porque de repente todo se vuelve negro.

La mujer no te hace caso, pero lo más probable es que no te entienda. Te rodea y se pone a tu espalda. Notas cómo su pie se apoya en tu hombro y te empuja de forma que caes de bruces sobre el suelo. Se agacha sobre ti y apoya su cuchillo en tu cuello, mientras que con la otra mano busca la empuñadura de tu daga. Cuando al fin la agarra, la saca de su vaina y se separa lentamente.

Escuchas cómo retira la tela que hace las veces de puerta de la tienda y se asoma ligeramente al exterior, sin dejar de vigilarte. Escuchas cómo da un grito, imaginas que pidiendo ayuda y luego regresa a tu lado.

Mientras espero me señalo en el pecho y digo mi nombre presentandome. Espero que los otros esten ocupados con areth y me de tiempo de poder hablar algo con la salvaje.

Tus esperanzas resultan vanas, pues no tardan en aparecer varios truil más, armados con cuchillos y lanzas. La cazadora no parece inmutarse porque entre en su tienda ni por estar semi-desnuda, pero se mantiene a un lado mientras los recién llegados comienzan a golpearte con el asta de sus armas. Te giras en el suelo y te cubres la cabeza con los brazos para evitar daños mayores, pero eso sólo causa que sean tus antebrazos los que reciben más golpes.

Escuchas unos pasos en la puerta y la voz grave de un hombre pone fin a la paliza antes de que vaya a más. No entiendes sus palabras, pero el tono firme demuestra que está acostumbrado a que le obedezcan. Te vuelves para darle las gracias pero no se inmuta lo más mínimo al verte.

Dice algo más a los salvajes y te arrastran al exterior. A lo lejos ves a Areth, con la cabeza y el brazo ensangrentados, arrastrado por varios salvajes sin oponer ningún tipo de resistencia, probablemente inconsciente. Varios cazadores hacen gestos hacia él, como si quisieran morderle y recuerdas las historias de los caníbales truil que os contaron en el batallón. Sin embargo, un aviso serio del mismo hombre que ha impedido que te siguieran golpeando pone fin a los gestos de los salvajes.

La punta de una lanza en tu espalda te insta a seguir caminando sin pararte y no tardan en encerrarte en una jaula de algún tipo de madera que nunca habías visto. Un enorme truil, con evidente pinta de guerrero se queda a unos metros de la improvisada celda, mirándoos con cara de pocos amigos. Te acercas a Areth para comprobar que sigue vivo y escuchas a vuestro centinela gruñir con severidad, pero no hace ningún gesto para ordenarte que te separes, así que compruebas el aliento del guerrero. Con dificultad, el enorme corpachón de Areth sigue respirando, aunque el golpe que tiene en la parte de atrás de la cabeza parece bastante serio.

Miro a la jaula de madera, y sonrio para mis adentros, no está todo perdido después de todo. Pero he de admitir que nuestra incursión no ha salido del todo como esperabamos. Menudos pechos...Agito la cabeza para quitarme pensamientos tontos que no me llevan a ninguna parte. Los brazos los tengo molidos y me duelen bastante pero Areth parece que está mucho peor.

Me siento un poco culpable por haber escapado pero seguro que lo enténdera. La pena que nos hayan cogido a los dos ¿donde estará Martha? ¿Porque me vienen a la mente sus pechos? Tranquilo Alex, estás en shock.

Me arrodollido junto a Areth para inspeccionar la herida. Se que las heridas en la cabeza pueden provocar fuertes hemorragias pero no presté atención cuando nos explicaron los primeros cuidados, lo que sí se era que no podía dormirse, así que intento despertarle poco a poco.

Luego me parece escuchar algo, pero sólo es el viento que me juega malas pasadas.

La mano de Alex se acerca poco a poco a su compañero, moviéndolo ligeramente con suavidad para tratar de despertarlo. Al cabo de un momento, Areth abre los ojos para encontrarse al joven hechicero junto a él.

Emite un gruñido que podría ser un "¿Qué ha pasado? Mi cabeza..." pero suena demasiado ininteligible como para decirlo con seguridad. Al enderezarse todo da vueltas a su alrededor. Areth no puede evitar girarse hacia el otro lado para vomitar sobre la tierra. Tose y durante un momento se queda mirando el suelo. Cuando vuelve a enderezarse el mundo por fin ha decidido dejar de girar sobre ejes imposibles.

Miráis a vuestro alrededor. Estáis encerrados en una jaula hecha con maderas entrelazadas, en lo que parece el borde exterior del campamento. Un enorme guerrero truil con un hacha más ancha que la espalda de Alex os observa desde fuera con cara de pocos amigos. Frunce el ceño al ver cómo Areth se empieza a enderezar y le mira fijamente antes de enseñarle sus afilados dientes, como si pretendiese amenazarle con prepararse su cena humana si intentáis hacer algo.

Por los siete ríos... - Dije, llevándome las manos a la cabeza. - Necesito whisky para esto... - Me dejo caer en la jaula, agotado, y observo al gigantesco truil sonriéndome. Con un gesto divertido, sonrío y levanto la mano débilmente en señal de saludo.-

Pero mira quién está aquí- Mi voz era cavernosa, apática, pero cargada de violencia - Mi cobarde favorito... Primero Yi-fan se vuelve una nenaza, luego tú... -Me encojo de hombros y sonrío dándole una palmada en la espalda- Adelante, justifícalo. Soy un gilipollas, seguramente lo aceptaré. Seguramente serás tú quién se enfade de verdad conmigo... - Me deslizo por el suelo, casi desmayado, pero sonriendo -Con las ganas que tengo de cogerte la cabeza ahora mismo con mis manos y reventarla...-Pero no lo haré-Tosí un poco de sangre y me limpié con la manga- Qué más da. Vamos a terminar comidos por ese gordo, o algo peor. Lo peor... -repetí lo peor un par de veces - Lo peor, es que aquí yo soy el cobarde, el estúpido. El que estuvo al pie del cañón en todo momento. Y el que tendrá que cargar con todo el  peso del destino. -Cierro los ojos, cansado- Sólo quería salvarla...- Breve silencio- ¿A que esperas? ¡Venga, insúltame!

Observo como Areth se revuelve y se enfada y se deprime y luego dice cosas que para mí no tienen sentido. Pero está bastante molesto conmigo.

-Areth, lo siento, me pudo el miedo y pensé que quizás uno de los dos, no acabaría aquí dentro- señalo a mi alrededor- si hubiera estado contigo no creo que hubiera cambiado demasiado las cosas, tuve mucha mala suerte y en la tienda que me colé había una salvaje y me apresaron.

Miro hacia fuera donde está nuestro captor.

-¿Sabes que piensan hacer con nosotros?- pregunto.

Es inútil que me enfade ahora mismo... - Dije, frotándome la cara - No te diré lo que nos pasará, porque no llegará a ocurrir. - Me acerqué a Alex para que no me oyeran hablar y le susurré -Lo mejor será intentar ganar todo el tiempo posible. Responde a sus preguntas con tiempo, tómatelo con calma, desvía la conversación -Si es que llega a haberla- es nuestra única posibilidad. Eso, o que uses tu diplomacia de ciudad. -Así al menos me comerán de segundo...

El tiempo pasa sin que podáis hacer nada, vigilados constantemente por el enorme Truil del exterior de la tienda, que os mira con gesto impertérrito sin inmutarse.

De repente escucháis un ligero revuelo que se acerca por el campamento. Otros dos cazadores de la noche se aproximan a vuestra jaula con un bulto en los hombros. Durante un momento os preguntáis qué están cargando, hasta que llegan frente a la puerta.

El enorme salvaje se aproxima con su hacha en la mano y grita algo haciendo un gesto para que os retiréis de la entrada. Lo hacéis antes de que abra el cerrojo que bloquea los troncos que hacen las veces de barrotes y los dos recién llegados arrojan el bulto al interior, que cae inerte, como si de un saco de tierra se tratase. Rueda un par de veces sobre si mismo y acaba separándose de lo que ahora reconocéis como una capa. Os acercáis al cuerpo que ha quedado al descubierto para descubrir su rostro golpeado. Martha.

Viendo que Areth no reacciona, me lanzo encima de Martha mientras le doy cojo la cabeza y la apoyo en mis rodillas, mientras le quito el pelo de la cara. Le miro si tiene más herdas para ponerla en una posición que no le haga daño e intento que vuelva en sí. Uso parte de la capa para improvisar inmovilizaciones de miembros que tengan pinta de estar rotos. Malditos hijos de puta, podría quemar toda esta jaula y que vengan a buscarnos si se atreven. PERO no tengo poder. No soy suficientemente poderoso. Una Sombra empieza a crecer en mi interior.

La mezo entre mis brazo mientras intento que Areth recupere la consciencia porque parece que ha tenido un desvanecimiento.

-¡Areth!, ¡Areth! ¡es Martha!- No le va a sentar muy bien...

Me acerqué asustado al darme cuenta de quién era, y con una fuerza descomunal agarré a Alex:

-¡La culpa es tuya, Alex! ¡Estoy dispuesto a morir por ello, pero no pienso permitir que ella lo haga, así que más vale que la cures! -Buscaba un culpable físico con mis palabras. Me daba igual echarle toda la culpa al hechicero. Estaba harto. Me acerqué a Martha y puse mi mano sobre su mejilla- Venga... compañera... Despierta... Todavía tenemos que reirnos un par de veces más de la panza que está sacando Jakko... O beber hasta abrazar robles como amigos...

-Quizá debería echarle un vistazo a mi herida, al fin y al cabo. No pinta nada bien.

Me intento quitar las manos de hierro del guerrero sin mucho éxito, y eso que está débil.

-¡Vale, vale, pero déjame espacio!- le grito yo a él también por los nervios. Sigo ayudándole a que recobre la consciencia.

La rápida intervención de Alex hace que Martha recupere la consciencia al poco rato. No parece tener nada demasiado serio, más allá de una contusión en la cabeza capaz de dejarla inconsciente y varias heridas leves por todo el cuerpo.

- ¿Dónde...? - empieza a preguntar desorientada. Pero en seguida parece darse cuenta de la situación y ata los cabos para imaginar cómo ha llegado hasta allí.

Con lentitud, se endereza y mira a su alrededor.

- Escuché bastante jaleo en el interior del campamento y me acerqué por si necesitabais ayuda, pero me superaron rápidamente en número. - Explica. Nada muy diferente a lo que os ha ocurrido a vosotros. - Pero vi que sacaban varios cuerpos de la zona central... ¿Cómo se os ocurrió meteros en la boca del lobo? - Pregunta. Dada la afinidad de los Cazadores de la Noche con esos animales, la expresión parece mucho más literal de lo que debería. - Pensé que emboscaríais a algún centinela para interrogarle, no que tuvierais pensado atacar solos a todo el clan...

Niega con la cabeza sin dejar de observar la jaula en la que os han encerrado, mirando de soslayo a vuestro enorme vigilante de vez en cuando.

Si, bueno, dicho así suena sencillo... - Dije, sonriendo, con un gesto dolorido- la práctica es algo más complicada, ¿no crees? -

Miré de nuevo al guardia, y me acerqué a mis dos compañeros, susurrando: - Henry sigue fuera, y seguro que tiene un plan maestro para luego echárnoslo en cara en el viaje de vuelta. Debemos darle tiempo y causar una buena distracción. Si no ha huido ya...