Partida Rol por web

Iniciais vuestras andadas en la ciudad de Silverymoon, otramente conocida como la Gema del Norte.

La ciudad en si es una ciudad bella llena de curvas, naturaleza y tranquilidad. Los edificios se mezclan con la naturaleza con maestría y para algunos elfos es un recuerdo de las antiguas ciudades del pasado; algunos incluso, la llaman la Myth Drannor del Norte.

En ella habitan la mayoría de razas consideradas buenas (humanos, enanos, gnomos, elfos y medianos) pero nunca se le ha dicho que no a cualquier otra raza como drows o orcos, si bien son vigiladas y si actúan según su herencia reciben todo el peso de la ley.

Si bien en la ciudad hay escuelas de magia, musica y arte, lo que más destaca por sobre de todo es el puente de fuerza que pasa sobre el río Rauvin y que es un espectaculo por si solo. 

La ciudad fue gobernada durante mucho tiempo por altos magos. Uno de los mas influyentes y que tuvo el mandato mas largo fue Alustriel Silverhand, que dejó el sitio para convertirse en la Alta Dama de Luruar hace unos 100 años.

Taern Hornblade fue su sucesor y mandó sabiamente durante el siguiente siglo hasta que le pasó el liderato al mariscal Methrammar Aerasumé, el hijo medio elfo de Alustriel. Que manda con el consejo de Taern pues es demasiado impaciente y tosco para algunas de las tareas.

Si bien la ciudad es un lugar próspero y tranquilo, vigilado por las fuerzas armadas mágicas y soldados de elite, no se puede decir lo mismo de los alrededores que están mas desprotegidos ante las hordas oscuras que poco a poco se van extendiendo por todo el mapa.

Y aquí es donde entrais vosotros.

La ciudad emplea a varios grupos de mercenarios, espadas de alquiler y aventureros para que ayuden a lo largo y ancho de las tierras del norte con la esperanza de mantener viejas carreteras libres y ofrecer un respiro a las gentes que se ven acechadas por el mal.

Os encontráis en una de las tantas tabernas que ofrece la ciudad de Silverymoon hablando con un viejo bardo que tiene un trabajo para vosotros. La antigua carretera entre la ciudad y Sundabar se ha visto atacada recientemente.

No se sabe exactamente quién es el culpable de eso, pero si saben que los pueblecitos y villas que hay entre esas dos ciudades estan recibiendo la peor parte, pues estais en pleno invierno y sin las caravanas muchas de estas ciudades tienen muchos problemas de suministros.

El hombre os pide que viajeis hacia una de estas villas que les han pedido auxilio e investigueis que es lo que está pasando y si los podeis ayudar.

La taberna es un lugar tranquilo con algo de musica de fondo en forma de harpas suaves y elfas delicadas.

Umul, vuestro interlocutor está frente a vosotros con una bandeja de fruta a su alcance y una copa de vino. En estos momentos está re-encendiendo su pipa con tono desentendido.

-Son malos tiempo, parece que todo los males están saliendo de debajo las piedras y las fuerzas de la ciudad no dan abasto.- Comenta mientras da un par de pipadas para comprobar si se ha encendido del todo.

-La villa de Aurrivin está entre las colinas a la sombra de los montes Nether.-

-Es un buen lugar para empezar vuestra investigación ...-

Finalmente su pipa se enciende y una sonrisa de satisfacción cruza su cara.

¡Bah!. Siempre son malos tiempos. - Digo con la boca medio llena, maneando en el aire una pera mordida en un ademán que acentúa mis palabras. Me tomo un par de segundos acabar de tragar el pedazo de fruta que abulta mi mejilla antes de seguir. - Mi abuelo siempre decía que antes los tiempos eran mejores. Que cuando era joven los señores eran mas amables con sus súbtidos. Que los monstruos no bajaban de las montañas y que los jóvenes respetaban a los ancianos. Ahora lo dice mi padre, y tu. Me apuesto los dedos de la mano que si llegamos a viejos, repetiremos las mismas palabras. Siempre son malos tiempos. - Repito una vez mas como punto y final antes de volver a hincar los dientes mi pera.

Pero si hay que ir, se va.

Crystal empezó a palmear y aplaudir alegremente cuando los artistas terminaron la pieza. Se dió la vuelta, pivotando sobre el banco para encarar a su interlocutor. Estornudó suavemente cuando el humo del tabaco de de pipa se le metió por las narices. Volvió a estornudar y apartó las delicadas volutas con un gesto de mano. Hizo un mohín molesto, arrugando su naricilla.

- Puaj. Apesta.- Un susurro expresado con la cantarina voz de Crystal apenas seguia llamandose un susurro durante mucho tiempo.

Mientras Dimma y el bardo debatian, Crystal jugueteaba con unas migas, haciendolas bailar al son de la musical ambiental que volvía a sonar.

- Tap, tap, tap... Un dos tres...

Un mechón de su pelo fue apartado con gracia y devuelto a su lugar tras la delicada oreja derecha.

- Porque ir para nada, es una tonteria, ¿verdad, Dimmas?- Preguntó Crystal, dedicandoles a todos una sonrisa resplandeciente.

Porque ir para nada, es una tonteria, ¿verdad, Dimmas?

Asiento un par de veces con la cabeza, con la boca demasiado ocupada para responder de otra manera.

Los caminos que tomes muchas veces te guiarán hacia donde no quieres ir... pero es lo que el destino tiene deparado para ti. 

Eso solía decir mi padre, aquel anciano que dejé hace un par de años en el bosque, quien me cuidó y me albergó durante tantos años después de haber sido abandonada. Al no poderme hacer entender el mismo camino que había seguido él, que con tanto empeño y cariño intentó enseñarme, me dejó ir para que yo encontrase cual era mi destino.

Los recorridos que hice y las aventuras que tuve me dieron como resultado el variopinto grupo que tengo enfrente. Cosa rara de ver si son cuatro mujeres de distintas razas sentadas con un solo hombre en una taberna perdida en el medio de la nada.... Pero creo que no preferiría estar en ningún otro lugar ni con nadie más.

Al principio les pareció molesto... Es más, estoy segura de que al día de hoy a más de una vuelvo loca, pero no puedo evitar no poder explayarme como quisiera. Al menos me terminan comprendiendo, por las buenas o por las malas, ya que las pocas palabras que salen de mis labios son aquellas para realizar mis conjuros.

Y aquí estamos, viendo que vamos a hacer para encontrar a los asaltantes de caminos... Supongo que será un trabajo fácil... Más teniéndola a Dimma de nuestro lado. Por unos momentos me quedo mirándola como vorazmente devora una manzana a grandes mordiscos... 

Escucho a Crystal y su comentario a susurros, el estar tanto tiempo aislada y en medio del bosque me han permitido agudizar hasta cierto punto el oído. Aunque no entiendo el significado de sus palabras. ¿Porque sería ir para nada? ¿Acaso no había gente en peligro? ¡Debíamos hacer algo! 

Así que viendo al bardo, y tomando la iniciativa me dispongo a aceptar su ofrecimiento:

- Iremos... - y no digo nada más, como si todo eso hubiese sido suficiente para borrar cualquier duda que podría presentarse en los próximos segundos. 

- Estoy de acuerdo con Lólindir - digo, después de haber permanecido en silencio todo este tiempo, embelesada con la hermosa música que inunda la sala. Como sacerdotida de Sune, disfrutaba, quizás a veces de forma exagerada, de todo tipo de arte. - La Dama de los cabellos de fuego no vería con buenos ojos que una de sus seguidoras dejara que la gente de Aurrivin sufriera, si está en su manos el poder evitarlo -

- Incluso pudiera ser que Los Arpistas estuvieran interesados en el asunto de los ataques, si se demuestra que estos son sólo el pequeño reflejo de algo mucho mayor - pienso, mientras doy un sorbo al hidromiel que tengo en mi copa, y me deleito con su dulce sabor.

- ¿Podríais proporcionarnos más información sobre el asunto que nos ocupa? -

Umul tomó una larga pipada y lanzó el humo hacia arriba para no molestar a la única rubia del grupo.

Las respuestas recibidos eran de lo mas raras y de hecho lo habían advertido de que un puñado de mujeres de aventuras solo podían llevar un mal presagio. A una parecía que poco le importaba que la gente muriera, la otra no tenia del todo claro si realmente estaba para la reunión y la penúltima en hablar había permanecido todo el rato callada para soltar una sola palabra.

La ultima parecía algo mas sensata.

-Si ... bien ...- Su lengua se trabó mientras intentaba continuar el hilo de la conversación. -Inicialmente se os pagaran unas 100 piezas de oro a cada una y dependiendo de como se resuelva se valorará subir la recompensa.-

-Gente salvada, mercancías recuperadas, este tipo de cosas ...-

-Sobre lo que os espera. Apostaria a que se trata de orcos, pero no es algo que sepamos. En Aurrivin podréis saber mas.-

De fondo la musica continuaba, la gente hablaba animosamente y el posadera pausaba momentáneamente sus tareas para poner algo de leña en el fuego. A fin de cuentas afuera hacia un frío de narices y cada vez que alguien abría la puerta entraba una bocanada de aire frío y varias motas de nieve.

-Para vuestra ayuda hay una caravana que saldrá de aquí en un dia.-

-No es el modo mas rápido de llegar ... con lo que podéis decidir partir por vuestros métodos y llegar antes, si no os perdéis, o subir a la caravana y llegar mas seguras a vuestro destino.-

Umul buscó algo en su zurrón y sacó un rollo de pergamino y algo de lacra que dispuso sobre la mesa. Era el contrato que había que firmar.

El frío que penetraba por la puerta hacía que me den escalofríos. Mas seguía atenta a lo que decía aquel bardo. 

La tabernera andaba dando vueltas de aquí para allá y llevaba cosas a las distintas mesas... mayormente cerveza, líquido que hasta ahora no me ha gustado, el amargor que deja en el paladar, además de parecer meada de troll con faringitis hacía que me mareara de solo olerla.

Así que al pasar por mi lado le hago una seña para que se acerque.

- Vino... dulce... - digo entrecortada esperando que me comprendiera la tabernera, el fermento de la uva era más natural y dejaba un hermoso placer y sensación en la garganta y el paladar.

Miro el pergamino extendido en la mesa y la lacra al lado. Estábamos quebradas y no teníamos muchas otras opciones, menos en este tiempo helado y menos siendo un grupo de señoritas.

Soy la primera en firmar el papel. Después me quedo mirando a mis compañeras... callada, como siempre, pero con una chispa en los ojos que parecía ser más bien un fuego rebosante de ansiedad por conocer otros lugares y tener más aventuras. 

Conozco bien a los orcos y no son tan tontos como la gente cree. Siempre buscan la ventaja del número. No atacarán a la ligera si se encuentran en igualdad o inferioridad de manos. Salvo que sea de noche. - Como si la prisa no apremiara, doy un nuevo mordisco a una pera que poco a poco va quedando reducida a nada. Tras unos segundos sigo - Si vamos juntos ... si vamos juntos con la caravana, quizás nos dejen en paz. Y a fin de cuentas la llegada de provisiones a Aurrivin es uno de los objetivos. ¿ Estoy en lo cierto, Umul ?.

Observo como Lólindir firma, impetuosamente, el contrato presentado por el bardo, mientras escucho a Dimma hablar de sus conocimientos sobre los orcos, y su propuesta sobre acompañar a la caravana hasta Aurrivin. La verdad es que parece la opción más sensata.

Sin embargo, me llama la atención la poca información suministrada por nuestro nuevo patrón, lo que me hace pensar si nos podría estar ocultando algo.

Crystal asintió cuando Lólindir confirmó que todos estaban dispuestas a embarcarse en aquella aventura.

- Sísísísísí... Claro que sí...- Repitió a toda velocidad, hablando a toda prisa y asintiendo alegremente.- Nos apuntamos.

Repentinamente cambió de expresión y se volvió para mirar con reconcentrada atención a su patrón... durante unos quince latidos, antes arrugar la nariz y zangolear con la cabeza.

- Los orcos apestan... Jo.- Hizó un mohín antes de volver a animarse.- ¡¡Pero a la gente le gusta ser rescatada de los lios y de los orcos!! ¡Y que les devuelvan sus cosas!

Soltando una especie de gritito y juntando las manos, Crystal se estremeció de pura emoción.

- ¡¿Cien monedas de oro?! ¡¡Halaaaa!! ¡Es un montón de monedas...! ¡¿Para cada una?! Ooooohhhh... Y una caravana para nosotras solas...¡¡Que bien!!

Pero, entonces, el pergamino atrajó toda su atención y se inclinó para mirar sobre el hombro de Lólindir mientras estas firmaba. Despues se hizo con el pergamino y la pluma. Se acomodó en el banco, colocó la espalda bien derecha, extendió cuidadosamente la hoja y con mucho cuidado, letra a letra, escribió su nombre el el pergamino... Emborronandolo a continuación con una elaborada floritura, sacando la punta de la lengua mientras completaba toda la operación.

- ¡Ya esta!- Anunció a los cuatro vientos.- Siguiente.

-Si, la caravana es para el pueblo.- Asiente Umul a Dimma mientras miraba a Crystal arqueando una ceja.

-El viaje en caravana tiene que ser mas seguro, aunque lento, hasta que lleguéis cerca de Aurrivin.-

-Después de eso, seguramente seréis objetivos de los asaltantes ... pues precisamente seréis lo que han estado robando hasta ahora.- Realizó otra pipada. -Si vais solas, llegaréis antes ... quizá pudiendo desbaratar a los asaltantes antes de que puedan ocasionar ningún daño o muerte.-

-Todo tiene sus ventajas y desventajas.-

Dejo el corazón mordisqueado de la pera en la mesa y me limpio los morros usando el brazo desde el codo hasta la muñeca. - Tienes razón ... Me gustaría echar un vistazo a esa caravana. Si van bien preparados se mueven con cautela no deberían de tener mas problemas de los inevitables. Lo que nos permitiría avanzar y llegar antes a Aurrivin.

Umul acerca el pergamino, aún por firmar por Dimma y Lólindir, hacia la exploradora.

-Cuando hayáis firmado os llevo a ver a los mercaderes que tienen planeado ir allí.-

-Tranquilas, el contrato no es vinculante ... si por algún motivo decides que la misión os cae grande o algo no os va, me lo comunicáis y no pasa nada.-

El bardo toma un poco de su vino antes de continuar.

-De memoria te digo que la caravana son unos 4 carruajes y tendrán una guardia de 2 enanos enfundados en metal pesado. El jefe de la caravana será Kembell Bloodquarry, un enano desdentado y malhumorado de Sundabar.-

Tomando la pluma con la mando derecha, acerco el pergamino con la izquierda. - De acuerdo ... - Murmuro mientras plasmo mi rúbrica con tres únicas iniciales en letra simple y legible. - Vamos a verlos, antes de que se me quede el culo cuadrado con esos bancos.

Con una palmada en la mesa me incorporo enérgicamente.

- ¡¿Enanos?!- Soltó Crystal, dando un respingo en su asiento.- ¡Wualah! Son como nosotros, pero más bajitos, ¿sabes?- Añadió la rubia muchacha, con el tono seguro de quien lo ha visto con sus propios ojos.- ¡Y todos tienen barbas! ¡¡Pero todos todos!! ¡¡Más largas y mullidas que las tuyas, Umul!!- Espetó de nuevo, esta vez en dirección a su patrón, asintiendo una y otra vez, satisfecha consigo misma.

Cuando Umul les explico la composición básica de la caravana, los ojos de Crystal resplandecieron de emoción, mientras empezaba a contar con los dedos, farfullando entre dientes. Despues de repetir la operación un par de veces, y aparentemente satisfecha con el resultado, anunció a sus compañeras.

- ¡Tocamos a un carro cada una! ¡Y a un enano! ¡¡Hala!!

Imitó a Dimma cuando esta se levantó, dejando escapar un gritito y frotandose el canto de la mano con la que habia golpeado la mesa. Sin embargo, la frase de Dimma hizo que el angelical rostro de Crystal se oscureciese y frunciese el ceño, totalmente desconcertada.

Y de un salto se bajó del banco, acuclillandose junta a ella y examinando con ojo critico el trasero de la pelirroja.

- Uhm... Un poco si, Dimma...

Preocupada, se iguió en toda su estatura y trató de mirarse el culo con tanto ahinco, que giro un poco sobre si misma.

- Ooooh... Es verdad... Vamos a ver esa caravana...

Se enderezó, cuadró los hombros, recogió sus cosas y dedicó una franca sonrisa a la concurrencia, esperando como si fuese un cachorrito listo para ir en pos de un palo.

El golpe en la mesa de Dimma me toma por sorpresa y me sobresalta. Todavía no me acostumbro a la brutez de mi compañera.

Veo que Crystal hace lo mismo, aunque con un poco más de sutileza en sus saltos. Pareciese que tiene más ganas de acostarse con un enano que tenerlo como un comodín de defensa.

Por mi parte, agarro el bastón que reposa entre mis piernas y me levanto suavemente. Si bien la vida aislada de todo el mundo rodeada de animales salvajes, al parecer la sangre élfica que recorre mis venas guarda parte de su legado, permitiendo que mis movimientos tengan gracia y delicadeza. 

Solo falta Aidelail por firmar, por lo que hago unos pequeños movimientos con mis dedos y una leve brisa aparece en la mesa, haciendo que la hoja se mueva hasta quedar frente a ella.

Al parecer la mesera no me va a traer el jugo de uva fermentado, por lo que pongo una cara de disgusto. Miro a mis compañeras como esperando que tomen la iniciativa de salir e inspeccionar la caravana.