Partida Rol por web

El ritmo del viaje habia sido brutal; tanto que incluso la dicharachera Crystal habia tenido que callar para recuperar el aliento.

Habia caido como una piedra en cuanto terminó de hacer las tareas que le habian sido asignadas, arrebujandose entre sus ropas para aprovechar el descanso que se le habia concedido antes de su guardia.

Aún asi, somnolienta y ligeramente atribulada, habia cogido su equipo y habia buscado un lugar donde poder establecer una vigilancia adecuada, deseando buenas noches a LóLindir.

Por desgracia, su guardia iba a distar mucho de ser tranquila y soltó un grito aterrorizado cuando el necrofago se descubrió, demasiado cerca del cuello de la jovencita para su gusto. 

Rodó sobre si misma para tomar distancia y sacudirse el estupor, antes de notar como sus miembros recuperaban el calor merced a la rápida plegaria de la servidora de Sune.

Imbudia con nuevas fuerzas, Crystal lanzó un golpe amplio, paralelo al suelo, con la sana intención de destripar a la abyecta criatura...

O eso deberia haber pasado, de no ser por la terrible aprensión que esa fea criatura parecia provocar a Crystal. Rodando sobre si misma, gimoteando ligeramente, mientras las flechas y la magia zumbaban a su alrededor.

Con dedos tremulos, colocó una flecha en el arco, tensó la cuerda con un golpe seco y soltó el dardo, una muerte alada.

Las dos flechas alcanzan a la criatura gracias a la bondad de Sune, incluso Lólindir es capaz de impactar con su débil conjuro que, si bien no causa estragos, entumece los rígidos músculos del no muerto que aprieta los dientes.

Viendo que sus presas no estaban tan indefensas como esperaba, la criatura se detiene y os lanza una furibunda mirada. Finalmente retrocede hacia la oscuridad y la nieve perdiéndose rápidamente.

-Eso no quedará así ...- Dice su voz carrasposa mezclandose con el silbar del viento.

Crystal sorbió los mocos y jadeo, luchando por recuperar el aliento, dejando caer sus armas, aterida por la sensación de temor que aquella criatura conseguia transmitirla.

- ¿Qué... Qué era ese ser, Dimma? ¡No parecia un orco!- Preguntó, asombrada y perpleja- ¡Era incluso más fea que un orco!

La jovencita de cabellos dorados se pusó en pie con dificultad y echó a andar hasta su puesto de guardia, acomodandolo de nuevo. Su turno no habia concluido y ella queria hacer su parte antes de marchar.

Aidelail echa mano de su ballesta -No podemos dejar que esa criatura merodee por ahí atacando a gente indefensa.- Pero cuando apunta, sólo puede ver la negrura de la noche.

Resignada, deja la ballesta a un lado y sonríe. -Al menos hemos salido ilesas. ¡¡¡Ménudo susto chicas!!-

Se echa la manta por los hombros pero está demasiado alterada para sentarse a descansar. Crystal tenía razón, parecía un orco. Y aún era más grotesco. Parecía más bien una alimaña que un ser dotado de inteligencia y sin embargo... había hablado.

-¿Alguna de vosotras ha visto antes una criatura así? Actuaba en solitario pero ¿habrá más criaturas como esa? ¿formarán... manadas? 

Ante la idea se le puso la piel de gallina.

-Si Crystal no hubiese dado la voz de alarma, nos habría despedazado. Quizá sea prudente hacer las guardias de dos en dos aunque eso nos obligue a hacer más turnos de sueño y avanzar más despacio. ¿Qué piensas Dimma?

Crystal devolvió la sonrisa a la muchacha pelirroja antes de responder...

- ¡¿Verdad?! ¡Apareció de la nada! ¡¡Y daba mucho miedo!! ¡Casi me hago pipí encima!- Añadió, agachando la cabeza, avergonzada. El resto del planteamiento de la sacerdotisa hizo que Crystal levantasé la vista con los ojos como platos.- ¡¡Máááááááás!! ¡¡Manadas!!

La jovencita afirmó sus manos sobre el arco y tensó la cuerda hasta tres cuartas partes de su tensión, con una flecha de afilada punta lista para volar a sus enemigos. Con el rostro arrugado en un rictus de concentración ofuscada, Crystal perforó las sombras de la noche con una mirada de halcón.

Su concentración se quebró tan pronto Aidelail sugirió hacer guardias por parejas.

- ¡¡Sisisisisisisi, por favor!! ¡Será divertido!

Observo a la criatura largarse y fundirse en la oscuridad. En silencio, sin parpadear, el frió helado empieza a escocer en mis ojos abiertos como platos. Lentamente una ardiente presión me empieza a crecer en el pecho hasta que me percato que hace un rato que se me ha olvidado respirar. Inspiro súbitamente y con avidez una larga bocanada de aire gélido, congelándome la garganta en el proceso y vuelvo a parpadear.

¿Qué... Qué era ese ser, Dimma?

No lo sé. Pero eso no era un orco. - Respondo carente de la seguridad necesaria para inspirar confianza - Era algo que ya debería de estar muerto hace tiempo.

Quizá sea prudente hacer las guardias [...] ¿Qué piensas Dimma?

Ya es tarde para esto. Esta noche vamos a descansar bien y mañana le perderemos de vista o lo mataremos si intenta seguirnos. Ojalá intente seguirnos ... - Finalizo con unas palabras que no sonaron tan amenazantes como me gustaría que sonasen.

Sentaros, todas. Intentemos dormir. Esta noche serán los espíritus del bosque quienes velen por nosotras.

Vuelvo donde estada durmiendo hace a penas un minuto y rebusco en mi equipo para sacar una pequeña campanilla. Con ella en la mano me agacho hasta hundir mis rodillas en la nieve. Susurro al aire. Mis palabras se convierten en un prolongado murmullo. A los pocos segundos unas diminutas virutas incandescentes emanan del suelo. Pequeños seres aformes, curiosos, acuden a mi llamada y atienden a mis peticiones.

Gracias. Os confiamos nuestras vidas.

Dejo cuidadosamente la campanilla en el suelo y me incorporo con una reverencia a las pequeñas criaturas que se desvanecen de nuevo.

La dulce carita de Crystal se contrajó en un mohin cuando escuchó hablar a la lider de facto del grupo de amazonas. Le gustaba más la idea de hacer guardias por parejas, pero Dimma estaba siendo tajante y para Crystal eso era suficiente.

Asi que arrastró con cuidado sus pertenencias más cerca de las de las demás, extendió de nuevo el saco y la manta más cerca y desenvainó sus armas, colocandolas cuidadosamente al alcance de la mano.

Tumbada, y arropada casí hasta la nariz, observó con los ojos como platos los tejemanejes de Dimma mientras preparaba la campanita que le alertaria de un nuevo ataque.

- ¡¡Halaaaa!! ¡¿Y esa cosita tan chiquitita nos despertará a todas?! ¡Guauuu!

Al ver que la bestia se retiraba, caigo de rodillas al piso, las mismas no paraban de temblar y no se como me habían tenido en pie durante tanto tiempo. 

Me hago una especie de bolita, tratando de apaciguar mi miedo y entrar en equilibrio conmigo misma nuevamente. El recuerdo de esos ojos rojos, inyectados en sangre, de ansias asesinas y sed del rojo líquido que corre por nuestro cuerpo. Es mirada inescrupulosa que penetraba como buscando algo en mi interior, estaba presente ahí, latente todavía en mi mente. 

Escucho a Dimma que reza a sus dioses. Concepto que no lograba incorporar, había visto en reiteradas veces al viejo hacer lo mismo, sentarse o arrodillarse y entrar en... ¿contacto? con poderes superiores. Mas yo nunca pude hacerlo... o nunca me interesó realmente.

El combate además abrió mi apetito, cosa que mi cuerpo había olvidado al momento de llegar  donde caí seca sobre mi bolsa de dormir y caí en ese letargo diario. Saqué una de las raciones de mi mochila y comencé a comerla mientras veía que el resto se disponía a dormir. Después de ello el sueño me empezó a ganar a mi también, y rogué no despertarme siendo el alimento de algún ser de ultratumba o similar. 

Pronto os dormís todas y quedais a la merced del conjuro de Dimma.

No os parece que haya pasado mucho tiempo cuando una campanilla empieza a sonar estruendosamente entre vuestra acampada. Os levantais con prisas - armas en ristre - mirando a vuestro alrededor, pero sólo sois capaces de percibir algo que vuelve a marcharse corriendo entre la oscuridad.

Pasan el tiempo en medio del silencio y el viento, a lo lejos podéis escuchar un grito de alguien lleno de frustración y rabia.

Finalmente volveis a dormir, aunque más intranquilas que antes si cabe. Vuestros sueños no son precisamente placenteros, pero al menos podéis dormir y la noche prosigue sin ningún percance más.

El dia siguiente parece que el viento se ha llevado todas las nubes y un resplandeciente sol ilumina todo el valle, las colinas y las montañas que brillan con un blanco cegador. Por suerte el viente ha parado completamente y sin nubes no parece que el dia vaya a complicarse mas.

Un dia ideal, sin duda, que compensa un poco la mala noche.

Por la mañana me despierto bastante descansada por lo poco que he podido conciliar el sueño. Estoy segura de que esta sensación de bienestar es una mera ilusión y que con el paso de las horas voy a echar en falta las horas de sueño. Pero no podemos quedarnos aquí. Me levanto la primera y dejo que las chicas apuren los últimos instantes de sueño. Con cuidado y parsimonia recojo mis menesteres y la campanilla.

Gracias espíritus por vuestra protección... - Murmuro en un susurro casi inaudible para el oído de las personas, pero suficiente para llamar la atención a los diminutos puntos de luz que emergen de todo cuanto me rodea - ...os debemos la vida y espero que aceptéis esta ofrenda como muestra de nuestra gratitud. - De la mochila saco un mendrugo de pan y una pequeña locha de carne seca que deposito ceremoniosamente donde aun se aprecia la marca de la campanilla sobre en la nieve.

Reincorporándme de nuevo veo que las primeras perezosas empiezan a moverse. Me va a dar tiempo para dejar algunas advertencias para los enanos o quien sea que pase por aquí. Busco un árbol apropiado, discreto pero visible para quien sepa donde mirar y en su tronco tallo un par de muescas que los ojos entrenados sabrán leer y comprender.

...

Cuanto estamos todas listas retomo la marcha con el mismo ritmo apresurado de ayer.

Pasáis una noche tranquila. Esta vez con dos personas por guardia. Hace un poco mas de frio por la noche e incluso nieva ligeramente.

La mañana siguiente ya no hace tanto sol, pero el clima parece tranquilo y podéis continuar sin muchos problemas.

Es hacia el medio dia que podéis ver la primera muestra de "civilización". A lo lejos, saliendo a un lado de la montaña se puede ver una torre de vigilancia ancha y robusta con el tejado medio cubierto de nieve y un hilillo de humo subiendo hasta el cielo.

Para que hay algo colgando a su alrededor de las partes mas altas y a la que os acercais un poco - el camino pasa bajo su supervisión - os percatais que eso son personas ahorcadas.

La visión de la torre a lo lejos me llena de alegría. Después de 3 días de dura marcha a través de la nieve, la idea de comida y cama calientes hace que me entre la risa floja y empiece a canturrear. Hasta que Dimma corta mi canción en seco. - Esa torre podría estar ocupada por Orcos o por bandidos que, pesar de ser humanos, tengan corazones aún más oscuros-

La prudencia se impone. Ahogo la canción en mis labios y comienzo una silenciosa plegaria a Sune. 

Cuando nos acercamos un poco más, la visión de los ahorcados me espanta.

En la distancia, entorno los ojos tratando de distinguir sus vestimentas para así intentar deducir qué fueron cuando estaban vivos.

Digo -¿Tal vez los ahorcados fuesen bandidos y los habitantes de la torre sean amigables?  - Pero en realidad, no lo creo.

Sin perder la compostura pero con lagrimas en los ojos insto a mis compañeras a que se detengan.

-Los ahorcados son campesinos. También hay colgados mujeres y niños. No podemos aproximarnos a la torre abiertamente. Hemos de rodearla... o asaltarla. 

Al decir esto último, cierro un puño con rabia y determinación.

Detengo el paso junto un gran pino con viejas marcas de haber sobrevivido a un rayo. Agazapada detrás del tronco observo la torre con recelo, convencida desde un primer momento que no se auguraban buenas noticias. Afino la vista tan splo para poder aseverar las palabras de la cleriga.

Orcos. - Sentenció tras un breve análisis. - Seguramente es una advertencia.