Partida Rol por web

Se levantó y acercó hasta mí, apoyando sus manos sobre el reposabrazos junto a las mías, lo que hizo que me pusiera algo nerviosa, al tener nuevamente su cara tan cerca de la mía. Entonces, como si tal cosa, me soltó aquello del beso de buenas noches.

-¿De buenas noches? – repetí, levantando mis manos de la silla y empujándole suavemente por los brazos hacia atrás, haciendo que se apartara de mí para poder levantarme. – Entonces tendrá que ser cuando te vayas… - le dije mirándole a los ojos, sonriendo con picardía, y apartando disimuladamente mi cara para que no me viera aguantarme la risa.

Me acerqué a una estantería, buscando la primera temporada de Juego de Tronos.

-La verdad es que no sé qué podemos hacer… Normalmente me entretengo sola. Juego a algo, leo, dibujo, no sé. – saqué la temporada en formato de lujo de la estantería y la posé sobre una de las mesas, sacando cada uno de los blu-ray y metiéndolos en un estuche para cd’s.

No se vaya a estropear la caja…

Terminé con aquello y me di la vuelta.

-Podemos hacer una cosa. Hoy te dejo elegir, y ya la próxima elijo yo. ¿Trato hecho? – le dije acercándome a la cama, y dejándome caer sentada sobre esta.

¡Hey! ¡Jajaja! -Río divertido cuando Diana me empuja para levantarse, argumentando con acierto que un beso "de buenas noches" es de despedida- A eso me refería, mujer, que no me voy sin él... cuando me vaya.

Indecisa, no sabe qué hacer. Tampoco es que yo haya venido con ningún tipo de idea, sólo pensaba en una cosa, y era estar con ella. Camino por la habitación mientras me prepara la serie esa, y compruebo la cantidad de series y películas, algunas de dibujos animados y con pinta de japoneses, que tiene. A esto es a lo que me refería, yo no se nada de estas cosas.

¿Elegir yo? -Me sorprende su propuesta, y lo que pasa por mi mente en primer lugar es muy sencillo: estoy deseando besarla. Pero esa no puede ser mi propuesta. No quiero que piense que he venido aquí sólo para enrollarme con ella, mi intención con Diana va mucho más lejos que eso. Claro que quiero eso también, pero no exclusivamente. Cuando surja- Hmm... Tienes un montón de cosas por aquí, películas y series... Cosas que son raras para mí. -Raras, pero no en el mal sentido. Me giro para dedicarle una sonrisa, dejándolo claro, mientras cojo una carátula de unos dibujos, ¿Ninja Scroll? Se lo que es un ninja, esos tipos de negro que hacen karate y llevan espadas, aunque los dibujos de la portada no se les parecen- Seguro que hay algo por aquí que lleves mucho sin ver y no te aburra, algo que te guste mucho... Para verlo juntos. -Dejo la carátula en su sitio, girándome hacia ella- Podemos encargar unas pizzas o algo... Bueno, a no ser que tengas que esperar a tu madre para cenar, si eso ya cenaré luego en casa. -Me corrijo con nerviosismo, sentándome en la cama junto a ella- Sería como ir al cine, pero en plan discreto, respetando tu "secretismo"... -Ladeó la cabeza al decirlo, antes de acercarme un poco más y susurrarle con tono sugerente- Hay parejas que aprovechan en el cine para... ya sabes...

Sonreí algo avergonzada al oírle decir que lo que me gustaba era raro para él. Si hubiera sido en otro tono me lo hubiera tomado de muy distinta manera, pero viniendo de él, de aquella forma y acompañándose de su sonrisa, era imposible interpretarlo de otra forma. La verdad es que me gustaba esa sinceridad, que me dijera lo que pensaba tomando nuestras diferencias como algo natural, pero el poner al descubierto estas diferencias también era algo que me asustaba.

Dejé que curioseara entre mis cosas y terminó proponiendo que podíamos ver algo que me apeteciera volver a ver mientras cenábamos algo. Al sentarse junto a mí comentó que sería como ir al cine, pero manteniendo esto en secreto. Estaba claro que era algo que no iba a dejar pasar tan fácilmente. Pensar en ello me inquietó un poco, pero me puse aún más nerviosa cuando le noté acercarse y comenzó a susurrarme.

Para… ¿Ya se? Sí, porque es un tópico de todas las series y pelis, porque sino…

-Mi madre suele llegar tarde, comemos juntas cuando libra normalmente, sino siempre deja algo preparado, la verdad es que no sé de dónde saca tanto tiempo para cocinar. – dije mirando al frente, evitando sus ojos. – A mí me parece buen plan, pero si lo que quieres es que nos enrrollemos…  No hace falta tanta parafernalia. – dije agachando la mirada, en tono neutro.

Sonrío alegre al decirme que su madre suele llegar tarde. Eso significa más tiempo para pasar juntos, y realmente es tiempo que quiero aprovechar. Puedo quedarme hasta que llegue Martha, para que Diana no se quede sola, o irme un poco antes si no quiere que su madre me vea.

Pero mi sonrisa desaparece cuando, apartando y agachando la mirada, me habla de enrollarnos. Me descoloca que hable de ello con tanta soltura, pero también no saber de verdad lo que piensa del tema. Esa forma de apartar la mirada, de hablar en un tono tan carente de emoción... No me queda claro si es que cree que estoy disimulando y sólo quiero ir al tema, o si es que a ella le sobra todo lo demás.

No saber qué hacer ni qué decir se está volviendo una costumbre.

Diana... -Paso una mano por su espalda, hasta el costado contrario, como un abrazo- Claro que quiero enrollarme contigo. -Con la otra mano hago que se gire para mirarme al rostro, algo avergonzado por hablar cosas tan íntimas- Es sólo que... no quiero sólo eso. Me he enrollado con otras chicas antes... -Suelto su barbilla, bajando ahora yo la mirada- Las he besado, las he tocado, pero no han significado nada para mí. Un rato divertido, nada más. De algunas no recuerdo ni el nombre, de otras sólo eso y poco más. Y, bueno... -Vuelvo a mirarla, algo turbado por la situación- ...contigo no busco eso, busco algo más. Conocerte mejor, saber de tus gustos, de tu vida, no se. Algo más serio.

La miro a los ojos y no se qué mas decir, porque no me salen las palabras, porque sin buscarlo voy acercándome hasta pegar mi rostro al suyo, y unir mis labios a los suyos en un corto pero tierno beso.

Y claro que te deseo, Diana. -Le sigo sin apenas apartarme, aún con el sabor de sus labios en los míos- Te deseo mucho. Pero no quiero que creas que sólo quiero eso...

Nunca me hubiera imaginando diciendo algo así, pero dada la situación me pareció lo mejor; aunque aquello no evitó que se me hiciera un nudo en la garganta nada más soltar la frase. No sabía si su sugerente susurro era únicamente una insinuación, una forma de querer provocarme, o realmente era lo que quería hacer; así que si se trataba de lo que quería, prefería saberlo.

Agarré mis rodillas, esperando una respuesta, y en seguida noté su mano deslizándose por mi espalda hasta sujetarme por un costado. Sus palabras acompañaban sus gestos, dándome a tender que sí, que lo que buscaba era que nos liáramos; cosa que ya daba por echo cuando giró mi rostro. Pero no podía estar más equivocada.

Para mi sorpresa, y con rostro avergonzado, me confesó que claro que quería eso, pero que no era lo único que quería. Comenzó a relatarme parte de sus experiencias, apartando la mirada, mientras mi cara de sorpresa pasaba a reflejar incomodidad. Sí, daba por hecho que habría estado con más chicas, y mucho más guapas y con mejor cuerpo que yo, pero escucharlo no era agradable. Además, después de todo, no andaba tan desencaminada, ya que no hubiera sido la primera vez que buscaba sólo pasarlo bien.

Pero volvió a mirarme, algo aturdido, reconociendo que esta vez no se trataba sólo de eso. Tampoco le hubiera culpado de lo contrario, a fin de cuentas, no podíamos ser más distintos. No sólo se trataba de gustos y aficiones, sino también de nuestra posición en el instituto e incluso de la clase económica. Sabía que le gustaba, y él a mí, pero eso tampoco suponía necesariamente que buscara una relación seria; ni siquiera sabía si yo quería una relación formal. Pero a tenor de sus palabras, al menos si buscaba algo más que enrollarnos, y eso también era lo que yo quería.

Me quedé mirándole a los ojos cuando terminó de hablar, y antes de responder a sus palabras comenzó a acercar su cara a la mía, cerrando mis ojos por unos segundos y dejando que nuestros labios se besaran por un instante. Sin apenas separarnos insistió en que quería más de mí, diciendo sin pudor aparente que me deseaba. Aquello hizo que me ruborizara, y giré mi cara y agaché la vista un instante.

-Yo tampoco quiero sólo eso… Aunque también lo quiero. – añadí mirándole de reojo. – Es solo que… Estoy un poco perdida. – Más bien un mucho, y no me gusta esta sensación de no dominar un campo, hasta me cuesta reconocerlo. – No sé muy bien que quieres, pero tampoco lo que yo quiero. – volví a mirarle, llevándome la mano a la nuca, algo inquieta. – Pero si sé que quiero estar contigo y conocerte, como decías. – dije llevando la mano que se encontraba en mi nuca a su pierna, posándola sobre esta, y mostrándole una sonrisa.

Al hablarle de lo mucho que la deseo, aparta la mirada, llena de rubor. Confiesa sentirse como yo, queriéndolo pero no sólo eso. Pero también confiesa sentirse perdida, no tener claro lo que quiero de ella, ni lo que ella misma quiere. No me había percatado de esa confusión que padece, aunque sí la conozco. Es la misma que tengo yo, supongo, la que me ha acompañado últimamente y no me deja pensar con claridad.

Diana... -Comienzo a decir, tratando de reconfortarla, pero me interrumpe hablando con inquietud, diciendo que de algo sí está segura, de que quiere estar conmigo y conocerme. Me sonríe, y su mano en mi pierna me hace reaccionar y sonreír también- Eso es estupendo, Diana, justo lo que yo quiero. -Mi mirada se pierde entre sus ojos, pongo mi mano sobre la suya en mi pierna y la aprieto, mientras estrecho su cuerpo acercándolo a mí para darle otro beso, este más lento, suavemente, saboreando cada roce, cada caricia de sus labios. Unos labios que no se parecen en nada a los que he probado en mi vida. Nos separamos de nuevo, y me siento sin respiración al hacerlo- Podemos ir todo lo rápido o despacio que quieras, no me importa. Si nos enrollamos, bien. Si vemos una peli en el sofá, también bien. No tengo prisa. -Le explico, concluyendo con algo muy directo y honesto- Sea como sea, mereces la pena. -Me expongo con una amplia sonrisa, satisfecho con lo que tengo ahora mismo.

Se alegró al ver que queríamos lo mismo, y es que ya me era tremendamente sencillo reconocer una sonrisa sincera suya. Puso su mano sobre la mía y me llevó hacia él, acercando nuestros cuerpos, y haciendo que nuestros labios volvieran a unirse. Nos besamos despacio, de forma delicada, con aquel nudo en mi garganta que ahora estaba en mi estómago. Continuaba sintiendo nervios, todo aquello era nuevo para mí, pero estaba segura de que no tardaría en acostumbrarme. Había dado por finalizada la aclaración, pensando ya únicamente en el momento, pero al separarnos, Jayden tenía aún algo más que decir.

Asentí al concederme llevar el ritmo, estaba dispuesto a esperar o a darse si yo así lo quería. Estaba contenta por ello, ya que aún no tenía ni idea de cómo llevar esto. Por lo general solía planear las cosas, tenerlo todo controlado, que nada se me escapara. Pero con esto… Con esto era todo completamente diferente.

Que sea lo que tenga que ser.

Sonreí ampliamente al escucharle decir que merecía la pena. Sentí el impulso de querer abrazarle, pero no quise mostrarme tan impetuosa.

-Ya somos dos. – le respondí con una sonrisa y me puse en pie frente a él. – Entonces… ¿Pizza y sofá? Y ya si eso peli… - bromeé, sacándole la lengua, y me dirigí a una de las estanterías, buscando algo. - ¿Has visto Battle Royale? – le pregunté tras tomar el dvd, volviéndome hacia él y acercándome hasta ponerme nuevamente frente a él.

La sonrisa de Diana regresa, y con ella aquello que la ilumina tanto que sólo deseo verla así en todo momento. Me resulta tan contagiosa...

Se pone en pie, proponiendo con renovado entusiasmo cenar pizza y ver una película en el sofá, sacándome la lengua en el proceso con ese gesto tan característico suyo. Me pongo en pie de un salto, aprovechando que empieza a buscar en las estanterías, y saco el móvil.

Pues no. -Respondo rápidamente, según dice el nombre de la película. Parece una de guerra, o algo así, y de esas he visto unas cuantas. Aunque el título me suena, eso sí. Diana se gira con el DVD en la mano, y al estar tan cerca aprovecho para rodear su cintura con la mano libre y robarle un beso rápido y fugaz- Pero si a ti te gusta, quiero verla. -La suelto y abro una aplicación en mi móvil, para hacer un pedido a la pizzería- ¿Ingredientes? ¿Qué te apetece? -Le pregunto. Otra cosa que aprender de ella.

Antes de decirme que sí quería ver la película, me tomó un momento por la cintura y me robó un corto beso. Ni tan siquiera me dio tiempo a reaccionar y simplemente me quedé sonriendo como una boba mientras me soltaba y trasteaba con su móvil.

¿Ingredientes?

-Tampoco tengo mucho hambre, puedes cogerla a tu gusto... Mientras no tenga pepperoni, pimiento, o aceitunas… ¡Ni alcaparras! - me quedé pensativa - Bueno, los champiñones tampoco me hacen mucha gracia… - me eché a reír de repente.- Demasiadas exigencias para darme igual, jaja. ¿Qué tal una cuatro quesos? ¿Le añadimos algo?

Le hice un gesto para que me acompañara y bajamos las escaleras y nos dirigimos a la sala.

-Ve sentándote si quieres, voy trayendo las cosas. – le dije mientras ponía rumbo a la cocina. - ¿Qué quieres beber? – le grité ya dentro. – Tengo Coca Cola, agua y zumos.

Fui cogiendo lo necesario y llevándolo a la sala. Coloqué un mantel en la mesita frente al sofá, y dejé encima el cuchillo, las servilletas, los vasos y la bebida.

-Creo que así está todo. – dije sentándome en el sofá, recogiendo una pierna sobre este, y dejando la otra colgando. - ¿Prefieres cenar primero? ¿O comemos viendo la peli? - le pregunté sonriendo.

Diana me dice que le dan igual los ingredientes y que la coja a mi gusto. Acto seguido empieza a enumerar los que no le gustan, y acabamos riendo los dos cuando se da cuenta de ello.

Jajaja, sí, menos mal que te daba igual... -Río divertido y empiezo a nombrar los pasos según voy pulsando los en la pantalla- Pedido, selección, predefinidas, masa clásica, cuatro quesos. Vale y ahora anoto la dirección... Cuenta de usuario, contraseña... Listo. -Bloqueo el móvil y miro la hora- Vale, en media hora la tenemos aquí. Y ya está pagada, tengo cuenta en la web y me lo pasan automáticamente, que es más cómodo porque así te dejas de rollos con los cambios y demás.

Bajamos a la sala, y aunque me invita a sentarme prefiero ir con ella a la cocina y ayudarla a traer las cosas.

Pues... -Pienso un momento en el tema de la bebida- Prefiero zumo. De naranja, si tienes, y si no de lo que tengas.

Nos sentamos en el sofá, una vez está todo listo. Imito su postura, con una pierna recogida en el sofá para poder ladearme y quedar de frente a ella, mirándola con un brazo apoyado en el respaldo y mi cabeza sobre esa mano.

La pizza aún no ha llegado. -Sonrío sacándole la lengua- Podemos empezar a verla y pararla luego cuando llegue. O esperar... -Lo que más te apetezca.

Jayden sugirió otra tercera opción que no se me había ocurrido, y dado que teníamos que esperar por la cena, me pareció una buena idea.

Además, si veo en este rato que no le está gustando, puedo poner cualquier otra cosa.

-Vale, podemos empezar a verla. – me levanté del sofá y nos serví zumo de naranja, antes de coger un pequeño puf y acercárselo a Jayden. – No es un sofisticado reposapiernas, pero… Es lo mejor que tengo. – forcé una sonrisa, algo incómoda por no poder ofrecerle todas las comodidades a las que estaría acostumbrado.

Puse el dvd y cogí el mando, poniendo la película antes de apagar la luz y coger una manta. Posé el mano sobre la mesa y me senté, tapándome con parte de la manta y ofreciéndole el otro extremo a Jayden.

- Quítate las zapatillas si quieres. – dije y me quité las de casa, subiendo los pies al sofá. – A ver si te gusta, es un poco vieja, pero sigue manteniendo su encanto.

Nos sentamos en el sofá, con el zumo al alcance en la mesita. Diana me acerca un puff para las piernas, aunque noto un cierto toque de incomodidad al hacerlo, por usar la palabra "sofisticado". ¿Es que tiene complejo porque mi familia tiene pasta? Qué bobada, mis padres tratan de llenar mi vida de cosas materiales que no me hacen falta. Luego voy a casa de mis amigos y soy yo el que siente envidia de lo que tienen. Esta noche Martha llegará de trabajar, y Diana podrá estar con ella un rato. Y mañana. Y todos los días. Eso vale mucho más que todos los reposapiernas del mundo.

Está genial, Diana -Le digo tirando del puff hasta pegarlo al sofá, al lado de donde me encuentro, de forma que, al apoyar las piernas sobre él, quedo medio de costado, con la espalda a medias entre el respaldo y el reposabrazos lateral del sofá. Pone la película y coge una manta, que compartimos, ofreciéndome quitarme las zapatillas- Guay -Respondo, quitándomelas y cogiéndolas para hacerlas a un lado del sofá. Retomo mi postura, con las piernas sobre el puff y de costado, y me fijo en que Diana tiene los pies sobre el propio sofá, mientras me habla de la película, que por lo visto tiene ya unos años- Sí te gusta a ti, algo bueno tendrá... -Le dedico una amplia sonrisa- ¿Estás cómoda así? -Señalo su postura, con los pies sobre el sofá- Si quieres... p-puedes apoyarte aquí y estirar las piernas... -Le pregunto, algo avergonzado, ofreciéndole apoyarse en mí para hacerlo, si es que quiere.

Me sorprendí cuando Jayden me preguntó si me encontraba cómoda y me ofreció apoyarme en él. La verdad es que me sorprendió su apreciación en sí, pero también la vergüenza que creí percibir.

-Cómoda… La verdad es que sí. – respondí pensativa.

Aun así me acerqué a él, se había sentado contra el reposabrazos y estaba demasiado lejos de mí, al menos demasiado lejos para mi gusto. Me senté a su lado, con las piernas dobladas sobre el sofá, pero acomodándome apoyada en él.

Miré hacia arriba buscando sus ojos y le sonreí.

-Mucho mejor así. – le dije y recoloqué la manta, mientras que la película comenzaba.

Me costaba concentrarme en el film teniéndole tan cerca, pero en esos momentos la película era lo de menos.

Me responde que sí se encuentra cómoda, de modo que me desilusiono al ver que mi propuesta hace aguas. Me acomodo estirando la manta para tapar mis piernas y poco más, porque realmente no tengo frío ahora mismo. En la calle sí tenía algo de fresco en los brazos, pero aquí dentro de la casa hay una temperatura bastante agradable.

Sin embargo, veo que Diana se acerca igualmente, a pesar de haber dicho que estaba cómoda. Se sienta justo a mi lado y, con las piernas dobladas sobre el sofá, se apoya en mí. Levanto el brazo para rodearla y que pueda apoyarse cómodamente en mi pecho, y me dispongo a ayudarla a colocar nuevamente la manta, de forma que pueda taparse entera con ella. Quiero que esté todo lo a gusto posible. En un momento, levanta la mirada hacia mí y sonríe, diciéndome que está mucho mejor así. Asiento, con una gran sonrisa, mirándola con ternura.

Muchísimo mejor. -Digo escuetamente, y alargo mi mano libre hasta su cara, acariciándole la mejilla sin poder dejar de mirarla, mientras de fondo resuena la banda sonora de la película y se despliegan los créditos iniciales. Quiero prestar atención a la película, saber qué tipo de cine le gusta a Diana, pero ¿quién puede atender a la pantalla teniendo este rostro tan cerca?- Ehhh... También podemos verla después de cenar... -Digo sin apartar la mirada de sus ojos, hipnotizado por ellos y por su sonrisa, sin poder pensar en otra cosa que no sea besarla.

Mientras nos mirábamos, Jayden propuso que viéramos la película después, y no pude evitar que se me escapara una pequeña risa. Me incorporé y cogí el mando, pausando en dvd, y volví a acomodarme contra él, en parte de su pecho, mientras una de mis manos le rodeaba y se situaba en uno de sus costados.

-Vale. Después. – le dije volviendo a levantar la mirada y quitándome las gafas con la mano que tenía libre.

Me estiré para alcanzar su boca y tras cerrar los ojos le besé en los labios. No había prisa, asi que empecé despacio, suavemente; pero pronto me torné inquieta, volcando más pasión de la que quizás debería en las siguientes caricias de mis labios. Cada vez me estiraba más, hasta acabar sin querer apoyando mi cuerpo sobre el suyo por completo.

-Perdona, yo… - dije soltándome y rascándome la nuca. – Qué torpe…

Retiré la manta y me separé de él, dejando las gafas en la mesa y volviendo al sofá para sentarme junto a él algo ladeada para poder mirarle. Entonces volví a refugiarme bajo su brazo, aunque esta vez con mis piernas tendidas junto a las suyas.

La hipnosis se desvanece con su risa, esa que tanto me gusta, y se aparta de mí para alcanzar el mando y parar la película, regresando a mi lado nuevamente. Siento su mano rodeándome, y yo le rodeo con las mías, fundidos en un abrazo bajo la manta. Se quita las gafas, y se estira hasta que nos fundimos en un beso suave, tranquilo, que poco a poco va apasionándose mientras los dos nos sumergimos en él.

¿Eh? ¿Qué...? -Me sobresalto cuando se aparta de repente, justo cuando se encontraba ya casi completamente sobre mí con tal de mantener nuestros labios en contacto. Se lleva una mano a la nuca y pidiendo disculpas- Pero... -Diana se inclina para dejar sus gafas en la mesa, y vuelve a mi lado tratando de evitar ponerse sobre mí. Dándome cuenta de ello, me deslizo en el sofá para recostarme más bien tumbado, al borde del mismo, dejando la parte interior para ella, uno al lado del otro, ofreciéndole mi brazo para apoyarse y rodeándola con él- No pasaba nada, Diana, no eres ninguna torpe... -Le digo tirando de la manta para taparnos, y mi brazo libre se sumerge también bajo la manta buscando la cintura de Diana, y seguidamente su espalda- Eres preciosa...

Vuelvo a acercarme a ella y a sus labios, besándolos suavemente, disfrutando de su tacto húmedo y su sabor, con los ojos cerrados, apasionándome un poco más al cabo de unos instantes, y deseando que el repartidor de la pizzería se pierda por la ciudad...

Vi como Jayden se echaba en el sofá, tumbándose hacia el lado de fuera, e imité su movimiento para hacer lo mismo, recostándome en el lado de dentro mirándole. Me ofreció su brazo para que pudiera apoyarme, rodeándome y me dijo que no pasaba nada.

Quizás me he precipitado, y no era para tanto, pero…

Agaché la vista para mirarme el pecho, y es que no se trataba únicamente del hecho de haber estado tan pegaba a él, sino de lo que mi pecho me acomplejaba. Nos tapó con la manta y deslizó su brazo dentro de esta, rodeándome por la cintura hasta llevar su mano a mi espalda. Yo coloqué mi mano libre en su brazo desnudo, acariciando este mientras le miraba.

¿Preciosa? ¿Yo?

Me sonrojé con su piropo y mi incredulidad duró dos segundos, los que tardó en hacer que nuestros labios se juntaran otra vez, reanudando lo que antes había detenido por mi inseguridad. Otra vez me dejé llevar, pasando se delicadas caricias a bocados de pasión, acercándole más a él y subiendo una de mis piernas sobre las suyas. Llevé mi mano a su espalda, mientras continuaba perdiéndome en sus labios, cuando sonó el timbre.

El estridente sonido del timbre me sobresalta, alzando la cabeza sobre la manta. Sin embargo, no suelto a Diana inmediatamente, sino que vuelvo a mirarla y le doy un último beso con toda la ternura que puedo, mientras deslizo la mano de su espalda para apartar la manta.

La cena -Presupongo en voz alta, apartando la otra mano de debajo de ella para sentarme y ponerme las zapatillas- Joder, que rápido ha sido... ¿O soy yo que se me ha hecho corto? -Bromeo echando una pícara miradita de costado a Diana, tras lo que vuelvo a acercarme, tomándola de la mejilla para darle otro beso más. El último, esta vez sí. Al menos, hasta después de la pizza- Ya voy yo.

Me pongo en pie y camino hacia la puerta. Ya está pagada a través de mi cuenta de usuario, así que sólo es recogerla, nada más. Llego a la puerta y la abro... Y resulta que no es el repartidor.

Eh... H-hola... Quiero decir, ¡b-buenas noches, señora Simone!

Tierra, trágame...

Ambos nos sobresaltamos con el timbre que nos interrumpió, sin embargo, a pesar de este, Jayden me besó una vez más antes de levantarse y ponerse las zapatillas, y otra vez tras hacer una broma sobre lo rápido que había pasado el tiempo. Sonreí ante ello y me quedé mirándole embobada mientras se levantaba tras ofrecerse a ir él, echando de menos su mano acariciando mi mejilla.

Terminé de retirar la manta, aún recostada en el sofá, dispuesta a levantarme y poner un poco de orden en este, cuando escuché a Jayden mencionar el nombre de mi madre.

¡Tiene que ser una broma!

Me giré rápidamente asomando la cabeza, solo para darme cuenta que mi madre se encontraba en la puerta, y me agaché de inmediato para que no me viera. Repté fuera del sofá y fui peinando mi pelo con las manos, poniéndome las gafas otra vez antes de levantarme y ponerme las zapatillas de casa.

-¡Mamá! – dije con un fingido entusiasmo, dirigiéndome a la entrada y situándome junto a Jayden. - ¿Y tus llaves?
-Hola cariño, este bolso… Nunca encuentro nada en él. He visto la luz de tu habitación encendida, así que me he dado por vencida y he llamado.

Maldita sea, se me olvidó apagar la luz.

-¿Y Jayden? ¿Qué hace aquí? – preguntó mi madre, más con curiosidad que en tono de reproche. – No pasa nada, cariño, - dijo refiriéndose a Jayden – puedes venir cuando quieras, pero me parece algo… curioso. – dijo con algo de retintín, aguantando una pequeña risa.
-Mamá, no empieces. – le dije por lo bajo. – Además Jayden ya se iba, ¿Verdad? – le dije a este con cara de circunstancia. – Mañana hay clase y ya es muy tarde, acabamos la peli otro día, ¿Vale? - le dije empujándole suavemente hacia la puerta. - Mamá, si nos permites…
- Claro, claro, despediros, yo voy a la cocina. - dijo antes de irse con una sonrisa.

Mi madre se fue y dejé a Jayden en la puerta.

-Espérame un segundo. – dije algo apurada.

Corrí a mi habitación y cogí la chaqueta negra de punto de mi padre del armario. Esta tenía que valerle. Salimos fuera y entorne la puerta para poder despedirnos con algo de intimidad.

-Toma, que ya hacer frío. Pero cuídamela. – le dije con una sonrisa, en un gesto que aunque aparentemente no significaba nada, era muy importante para mí. – Siento echarte así, me he puesto un poco nerviosa… - añadí con preocupación.

Cojo la chaqueta que me ofrece Diana y, con un primer momento de duda, me la pongo. Es una chaqueta de hombre. Tiene que ser...

No te preocupes, Diana, no pasa nada. Además, sí que es verdad que es tarde. Nos vemos mañana, ¿vale? -Le digo con una sonrisa antes de, tras comprobar que su madre no está cerca, darle un beso suavemente en los labios- Y... la cuidaré, tranquila. -Digo en referencia a la chaqueta de su padre, antes de alejarme caminando hacia atrás unos metros, antes de girarme y tomar rumbo al coche para ir a casa.