Partida Rol por web

Verlo rebotar contra techo y suelo me arranca una sonrisa. Recupero la posición, y vuelvo a apuntarlo, pero esta vez, espero a que se ponga en pie. A que se recomponga, no hay placer ni gloria con un enemigo indefenso o abatido. Y además de hacerle daño, quiero humillarlo. Me lo quedo mirando, esperando a que se recupere, como me dedica esa mirada de odio que casi puede competir con la mía. Y lo que no espero es que ese gesto para ponerse en pie, sea en realidad, para atacarme.

Algo en mi se lo esperaba, y no reacciono, o simplemente Liam había olvidado el concepto de honor que se esperaba de un Gryffindor. Mientras esa fuerza invisible me empuja, todo parece suceder a cámara lenta, sintiendo como mis pies se despegan del suelo, apretando la yema de los dedos contra la varita. Caigo al suelo, de espaldas, en un golpe seco y fuerte que hace que apreté los dientes, mostrándolo, arqueando ligeramente la espalda ante el dolor. Ruedo una vez por el suelo, girando sobre mi mismo y recuperando la pose de duelo antes de nada. Moví el cuello de un lado a otro, con los dientes apretados, dolorido.

Esta vez mi varita no se dirigió hacia Liam. No inicialmente. Si no a la mesa en la que estaba Isabella y Jay. Mis labios se entreabrieron, y un nuevo recuerdo, un nuevo flash, una nueva sucesión de rápidas imágenes vuelven a pasar por mi cabeza. Seguimos corriendo, todo va lento. El chaval que huye de nosotros es pequeño, debería ser de primero. Liam estira la varita, y de su boca sale una palabra que ahora no recuerdo, y el chaval parece tener un fuerte calambrazo que lo hace cojear dos o tres pasos antes de seguir corriendo. Mi risa suena distorsionada.

¡EXPULSO! Grito con fuerza, señalando ahora a Liam, trazando un arco con la punta de la varita, hacia mi objetivo. Mi enemigo. Hago un nuevo circulo con la varita, haciendo que además, la mesa gire sobre si misma, y acabo por recuperar la pose de duelo.

Cuando veo cómo Ryan sale despedido hacia atrás siento un escalofrío de placer que me arranca una sonrisa. No, ahora mismo no soy un Gryffindor. Ni siquiera soy un alumno de Hogwarts. Sólo soy un hombre herido, en busca de su venganza.

Dejo escapar una carcajada, sonora, y niego, varita en mano -¿Que pasa, Ryan? ¿Te he despei...?- No acabo la frase. Esta vez el que me sorprende es él. Y es que, si algo no espero, es que comience a usar el mobiliario de la clase contra mí. El pupitre me golpea con violencia, y acaba rompiéndose en varios trozos. Algunas de las astillas me provocan cortes en los brazos y, una de ellas, me raja la mejilla izquierda. Pierdo el equilibrio, pero no llego a caerme del todo, milagrosamente, o a saber por qué.

Es la sangre que cae por mi mejilla y que llega hasta mis labios la que me trae el siguiente recuerdo, cuando noto el sabor metálico en mi boca. Ryan está en el suelo. Se ha caído cuando intentabamos subir a uno de los árboles del patio, para colocar una trampa para uno de los nuevos. Le sangra la rodilla y yo estoy inclinado junto a él, ayudándolo a limpiarse la sangre.

Esta vez soy yo quien se pasa la mano por la mejilla, limpiando esa sangre, y dejándome un rastro en la cara. A estas alturas ni que decir tiene que mi camisa ha dejado de estar impoluta. De hecho, comienza a tener algunos rastros rojizos, a causa de los cortes ocasionados por las astillas del pupitre.

Aún así, quiero más. Y no voy a tener suficiente hasta que uno de los dos caiga. O hasta que lo hagamos los dos.  Vuelvo a apuntarle, más dañino que antes - ¡Lacarnum Inflamarae! - pero esta vez mi objetivo es, ni más ni menos que su camisa, que, inmediatamente, comienza a arder.

¿Qué si quiero quemarlo vivo? Está claro que sí. O al menos darle un buen susto.

Aprieto los dientes, dando un pequeño paso hacia adelante, varita en mano, cuando el pupitre se rompe contra él. No puedo evitar sonreír de medio lado, al ver como se mira la sangre, al ver como esta herido. Como me cobro la primera sangre, y esta gotea contra el suelo. El silencio se hace, durante unos segundos, y puedo escuchar como cada gota cae al suelo, con un leve sonido.

Hay quien diría que estoy esperando su ataque. Nada más lejos de la realidad, lo espero. Es su turno. Y cuando me apunta con la varita, y hace el conjuro, abro ligeramente los ojos, pero aun así no me muevo en primer lugar. El fuego comienza a quemar uno las mangas de la camisa por la altura del codo. Con la sangre fría y pura ignorancia al dolor, llevo la mano contraria al hombro, y doy un fuerte tirón, rasgando la camisa, y arrancándola, dejando el brazo al descubierto, con varias quemaduras que han dejada ennegrecida la piel. No hay mueca de dolor. Solo ira mirando a Liam, y a pesar del dolor, piso lo que queda de la camisa ardiendo con un pisotón seco, que apaga la llama. Vuelvo a ponerme en posición de defensa, y esta vez, apunto con la varita a Liam. Si quería daño, lo tendría.

Le apunto con la varita, y parezco dibujar algo en el aire con ella. Esos recuerdos vuelven a mí. El chaval sigue corriendo. Nos reímos. Corremos hacia el, a toda velocidad. Pasamos junto al lago, y baja la colina en dirección al bosque prohibido. Recuerdo el gesto cansado de Liam, y como yo mismo iba con la lengua fuera.

¡SECTUM SEMPRA! Grito esta vez, acabando el gesto apretando los dientes, con ganas de herirlo. Con ganas de ver sangre, su sangre. Más aun. si quería que acabáramos en la enfermería, acabaríamos. Allí podríamos seguir.

La imagen de Ryan sin camisa y de aquellas quemaduras sobre su piel solo consiguen animarme más a continuar con aquello. ¿Cómo es posible que el odio pueda llegar hasta extremos como aquel?

Hace tiempo que se me ha olvidado dónde estamos, y con quién. De no ser así, jamás se me habría ocurrido atacar a Ryan con tanta violencia. El codo me sigue doliendo, aunque intento mantener el dolor al margen. Estoy exhausto, y la garganta me quema. Cojo aire y, de repente, noto ese dolor, lacerándome, cortándome como si fueran cuchillas las que cortan mi piel. Mi camisa se tiñe rápidamente de rojo y, en esta ocasión, consigue arrancarme un gemido de dolor. Y, durante un instante, vuelvo a verme lejos de allí.

Corro, con Ryan, en dirección al bosque prohibido. Estoy agotado. Los dos lo estamos. Llevamos un buen rato persiguiendo al crío, pero parece que esta vez la liebre tiene las patas largas. Las risas inundan mis oídos, y escucho las hojas crujir bajo cada uno de nuestros pasos, indicándole a nuestra presa que andamos cerca. Ryan está despeinado, y bromeo sobre su aspecto. A él siempre le ha gustado ir bien. Y nos internamos en el bosque oscuro, aún entre risas, que rompen el silencio que reina en aquella oscuridad.

El dolor hace que mi rabia crezca y, esta vez, ni siquiera me molesto en conjurar algo diferente. No. Quiero que sienta lo mismo que yo, que le duela igual que a mí, que su piel arda, como ahora mismo arde la mía.

Con el pulso tembloroso y el antebrazo lleno de sangre, le apunto con mi varita -¡SECTUMSEMPRA! - mi voz sale potente, pero me comienzan a fallar las fuerzas.

Ya no hay vuelta atrás. Acabaremos en la enfermería, está claro.

Ver como la camisa se rompe, como comienza a brotar sangre, como mancha la camisa, como la tiñe lentamente de rojo. Como gotea su sangre en el suelo y como lo veo tambalearse. Siento placer. Un gusto que podría convertirse en adictivo fácilmente. No escuchar la voz de Andelin dándome el alto me gusta, lo agradezco en pensamientos, y no puedo evitar sonreír de forma sádica ante el estado de Liam. Te lo mereces, sangre sucia. Debería arrancarte todas las extremidades, despellejarte, y colgarte del sauce boxeador. Te lo mereces... Mi mirada destila odio. No hay ningún secreto, no lo oculto. Ahora mismo son transparente, cualquiera que me vea puede ver que deseo con ansia, que quiero con toda mi alma.

El SectumSempra que me lanza me coge fuera de lugar. El defensor de las buenas maneras, el querido por todos, no era más que otra rata que se rebajaba a copiar los conjuros de su enemigo, se sentía superior, se sentía mejor, y era igual que yo. En primer lugar, no siento los cortes. Simplemente, no lo noto. Hasta que pasan unos segundos, y no bajo la mirada, viendo como la camisa comienza a teñirse también, como la de Liam. Ahora si siento los cortes en mi piel. Y alzo la mirada, con los dientes apretados, frunciendo el ceño. No hay palabra en mi boca. Ni gesto de dolor.

Simplemente lo señalo con la varita. Y así quedo, durante unos segundos que se hacen interminables. Me veo arrastrado al bosque prohibido, me veo saltando una raíz, y tirando de Liam, que sonríe, que ríe, y reanudamos la carrera. Se mezcla entre la maleza, corriendo, y nosotros detrás de él, usando algún conjuro para despejar el camino. Y allí esta el crio, que se para en seco, en medio de un claro, y nosotros nos paramos justo antes de entrar en el claro.

.......bombarda  Sale de mis labios, sin sentimiento ninguno, con absoluta indiferencia sobre lo que le pueda pasar a Liam, o a la clase. Justo delante de Liam, el aire comienza a ondularse, a retorcerse y a comprimirse, para acabar en una potente explosión.

...bombarda.

Mi susurro se solapa con el de Ryan, y los dos pronunciamos el conjuro al unísono, las dos caras de una misma moneda, el reflejo perfecto de una misma situación. Los dos estamos heridos, ensangrentados, doloridos y exhaustos. Los dos rezumamos odio y ninguno de los dos tiene intención de parar.

El niño está en un claro del bosque cuando le damos alcance. Recuerdo haberme metido con él, haberlo intimidado, igual que Ryan. Nuestras carcajadas resuenan por todo el bosque y el crío parece asustado. Sin embargo, ninguno de los dos parece reparar en eso. Nos lo estamos pasando bien. Tan bien... De repente, Ryan dice algo y, a continuación, hay un fogonazo...

...y caigo al suelo, cuando la explosión provocada por el hechizo de Ryan, unido al mío, nos golpea a ambos. El dolor es tan fuerte que ni siquiera soy capaz de moverme pero, a pesar de todo, aferro mi varita con fuerza, apretando la mano, lo que me provoca un ligero temblor en el brazo por la fuerza.

Estoy consciente, y lo veo y lo oigo todo, pero soy incapaz de levantarme. Estoy demasiado herido, demasiado cansado para seguir con aquello. Trago saliva y busco a Ryan por el rabillo del ojo. Y, de repente, me doy cuenta de lo que acaba de suceder, de lo que hemos estado a punto de hacer.

Que alguien pare esta locura.

La explosión me hace caer, golpeándome contra un armario. Estoy con los ojos cerrados, y los segundos se me hacen eternos. Me duele todo. el pitido de los oídos amenaza con hacerme reventar la cabeza, y acabo por abrir los ojos, incorporándome. Quedo con una rodilla clavada en el suelo, y una mano apoyada en el suelo. Aun sujeto la varita con la otra mano, y alzo la mirada. Liam parece estar peor que yo, y eso ya me parece bien. Cojo aire, y alzo la varita en su dirección.

Algo me arrastra al pasado, una vez más. Estoy cansado. Junto a mí, Liam está llorando, hecho un ovillo, en medio del bosque. Se agarra las rodillas, y yo estiro la mano hacia él. Este será nuestro secreto. Nunca, jamás, sabrá lo que aquí ha pasado. Tu y yo jamás volveremos a ser los mismos. Tu por tu lado, yo por el mío. Y nunca, nunca más, volveremos a ser amigos. Aquellas palabras aun resuenan en mi cabeza, y recuerdo que me agarra la mano, y saco mi varita...

Vuelvo a la realidad, aun con ese silbido en mis oídos. Bajo la varita. Ha sido suficiente. Ha sido.... suficiente, por esta vez.

Los lentos y pesados aplausos del profesor vuelven a inundar la sala. Pero esta vez, su incómodo sonido está acompañado del eco que han dejado atrás la gran explosión que ha puesto prematuro fin al duelo, y de los leves y angustiosos gemidos de quienes no pueden creerse todavía lo que acaba de pasar ante sus ojos.

Tanto Liam como Ryan se encuentran tirados en el suelo, uno a cada lado. Rendidos. Todavía os parece apreciar algún intento de levantarse para continuar con la lucha, con esa estúpida rivalidad que les acompaña desde hace tantos años. Pero es en vano. Están exahustos y demasiado heridos.

Anonadados, véis como Blair recupera la posición central de la clase sin ni siquiera inmutarse del estado de sus alumnos. Tenéis ganas de correr hacia vuestros amigos y de socorrerlos, pero algo en la mirada de Andelin os lo impide. La frialdad, crueldad y altivez de su rostro se ha multplicado exponencialmente. Junto a ellos una clara señal de lo mucho que ha disfrutado del espectáculo.

- Tengo que decir que me han sorprendido - comienza a hablar, mirando de soslayo a los aludidos para centrarse después en el resto de sus compañeros, en especial en Berenice Blair. - Esta claro que en esta clase tenemos calidades de lo más dispares. Aun así, no tenemos ganador. Por ello, ambas casas perderán 40 puntos. Sus últimas palabras las dice despacio, sin prisa. Nadie diría que tiene a dos alumnos desangrándose en el suelo de su aula. De repente, parece darse cuenta de ello, pues levanta la varita y con una facilidad pasmosa hace aparecer un par de camillas que se colocan al lado de los dos contrincantes.

- Clarks, Grey, encargaros de llevar a estos dos a la enfermería - continúa señalando a los cuatro aludidos. - Starks, Fisher, vosotros recogeréis este estropicio. Los demás, fuera de aquí.

La clase ha terminado media hora antes de lo esperado. Tenéis tiempo suficiente para hacer lo encomendado.

"Tal vez me he precipitado al juzgarlos a todos de igual forma" pensó Jay cuando observó el duelo de su compañera de Slytherin. A Jay no le gustaban esas sutilezas de contenerse en los duelos, él pensaba que no era educativo; en un combate a vida o muerte el enemigo no se tomaría las molestias de esperar a que uno estuviese preparado para defenderse, lo que otros llamaban juego sucio (o trampas), para Jay era un estilo perfectamente válido. En definitiva le gustó el ataque final, que seguramente sería calificado como "desmesurado", de Black. 

Cuando la chica volvió a la mesa, Jay estaba sonriendo.

- ¡Buen trabajo! Al final habrá merecido la pena trasladarme aquí -dijo el chico.

Los nuevos contendientes parecían estar enzarzados en alguna especie de rencilla personal, algo suficientemente fuerte como para hacer volar en pedazos la mesa en la que se encontraban Black y Jay y quedar los dos contendientes en un estado lamentable. El profesor Blair dio la clase por terminada antes de tiempo, así que disponían de media hora antes de la siguiente.

Jay se giró hacia donde estaba Black y sonriendo dijo:

- ¿Esto siempre es así?

Cuando el profesor dijo mi nombre me quede con una ceja alzada y suspire... Nos vemos a la hora de comer y hablamos ¿Vale? Le comente a Isaac que parecia que le tocaba el comando limpieza.

Cogi mis cosas y me puse bien mirando a Josh y guiñandole un ojo, esperando que el tambien fuera a la enfermeria pues es lo que necesitaba ahora mismo.

Me acerque al asiento de Ryan y cogi las cosas que pudiera tener alli y despues a el, me agache dejando que pasara su brazo por encima de mi hombro ayudandolo a caminar, por lo que parecia era como si no me pesara en absoluto, pues lo levante como si nada. Vamos serpientilla... Mi tono era conciliador, no de malas maneras, pues jamas se me ocurriria meterme con alguien que estuviera herido, aunque el se lo buscara... Pues sin duda para mi ese duelo habia sido patético, una medida de hombria y colas largas mas que una clase... los problemas se quedan fuera de las aulas a mi parecer... pero bueno sin duda yo debia ser un bicho raro.

Entrecerré los ojos, mientras Andelin aun hablaba. En mi cabeza, solo se formaba la imagen de un juramento inquebrantable, cuyas palabras se perdieron mucho tiempo atrás. El brazo me quemaba, y no era precisamente por las quemaduras en ese momento. Mantuve la mirada en Liam, con un odio cansado. Comencé a incorporarme, cogiendo aire despacio y mirando a mi alrededor, situándome.

Cerré los ojos un momento. Me dolía todo. Todo. Necesitaba reubicarme, y poner en orden lo sucedido. La mecha de la ira volvió a encenderme, apretando los dientes durante unos segundos. Le había dado su merecido, y cuando abrí los ojos, a pesar del dolor, a pesar de todo, mi rostro volvía a ser tranquilo, serio, inexpresivo. aun me sentía débil, pero no iba a demostrarlo. No con aquella pandilla de paletos y palurdos allí.  Aun estoy sumido en mis pensamientos, cuando noto que alguien me agarra del brazo. Me hace daño, como es evidente, y tiro del brazo, apartándolo y soltándome. Puedo yo solo, gracias. Murmuro con tono conciliador, pensando que se trata de Regina, y miro hacia el lado, viendo a Sam. Alzo la mirada para corroborarlo, y vuelvo a mirar al frente, suspirando. Largo, palurda, no se me vaya a pegar algo. Aprieto los dientes, y ayudándome de agarrarme a mobiliario, me pongo en pie, alzando el mentón, orgulloso, a pesar de todo.

Es posible que la tontería de Josh se la pegara Sam... no me gustaría que me la pegara a mí.... ¿Por qué no ayudas a Liam?  Pregunto, hasta con un tono amable. Amable para ser mía, claro. Acto seguido, miro hacia mi mesa, al descubrir que no están mis cosas. Mi mirada se posa en Regina, quien no tiene las cosas, y luego en Isabella, que tampoco. En último lugar, miro a Vinny, que tampoco las tiene, y no me percato que están mas cerca de lo que pensaba, al agachar la mirada, y descubrir que Sam tiene mis cosas. Dale mis cosas a Regina. Le indico, volviendo la vista hacia Regina.

Aun necesitaba unos segundos para recuperarme, para poder andar, aunque fuera cojeando. Había demostrado lo que era un duelo de verdad, y no esos juegos de niños que me habían resultado tan patéticos y penosos. Puede que alguno aprendiera algo sobre que era un duelo. Otros, simplemente lo dudaba.

Mire a Ryan con una ceja alzada y negue con la cabeza. Sin duda para entrar en Slytherin os hace un test a ver cual es mas orgulloso y cabezota. Volvi a poner los ojos en blanco y me acerque de nuevo a el. 

Apoyate en mi y vamos anda, tus cosas iran contigo, no se cuanto tiempo pasaras alli y podras necesitarlas, y no me rechistes que no estas en estado y al final te hago un petrificus Hable sonriendole de medio lado, de forma amable e intentando bromear un poco. No me habia gustado su actuacion en todo esto pero... su cabezoneria ya era mas que conocida para mi. Ayudo a quien quiero y el profesor dijo que os ayudaramos a vosotros y a mi me apetecia ayudarte a ti, asi que... deja de rechistar y vamos. Se apartaba de mi como si mi cercania le quemara, cosa que no entendia pues siempre habiamos hablado bien, aunque bueno supongo que tenia que defender el estupido honor de su superamiguita la cara de rata anorexica, y la verdad es que el ahi no podia opinar, pues lo que habia pasado en el comedor hoy habia apsado por algo, y el no tenia ni voz ni voto en aquello, por no decir que su amiga ya habia tenido su "venganza" hiriendo a Josh....

Cuando ambos contrincantes deciden, en un arrebato de locura, no recurrir a los hechizos defensivos la expresión de Arianna toma un cariz de preocupación. Con darle una paliza bastaba, Liam. No hacía falta ponérselo todavía más fácil. En el fondo, sabe que la actitud de estos está provocada por la ira que se profesan el uno al otro y lo excesivamente orgullosos que son ambos. En una pelea real, sería absurdo exponerse de esa manera. 

Cuando Liam hace que la camisa de Ryan arda en llamas, Arianna desvía la mirada hacia el profesor preguntándose si parará el duelo a tiempo o permitirá que ambos terminen inconscientes en la enfermería, pues sin duda la respuesta de Ryan a ese ataque será destructora. De repente, los hechizos de ambos contrincantes chocan y se produce una fuerte explosión. Arianna se lleva el antebrazo a la cara en gesto protector, antes de volver a centrar la mirada en el campo de batalla. Tanto Liam como Ryan se encuentran en el suelo y salta a la vista que van a necesitar algo de atención médica. 

Aliviada cuando Andelin pone fin a la clase media hora antes de lo previsto, quitándole una cantidad injusta de puntos a su casa- Qué cabrón- , Arianna coge las prendas de Liam, que todavía descansan sobre la mesa frente a ella, y se acerca a la mesa en la que están Sarah y Lucas. Apoya el bulto de ropa en la mesa de Sarah y levanta la vista hacia ella. 

- ¿Se las llevarás a la enfermería?- Decidiendo que ese no es momento para añadir nada más, puesto que Andelin todavía sigue al frente de la clase, retorna a su sitio y se dispone a recoger los libros que había sacado al inicio de la clase y que seguían intactos encima de la mesa.

Mientras recoge, mira a su alrededor hasta que sus ojos se posan en una mesa algo más adelante que la suya. El alumno nuevo está hablando con Isabella y casi hasta parece que se estén riendo juntos. Ya sólo por ese hecho, a Arianna le da la impresión de que no se van a llevar muy bien. ¿De dónde decía Blair que venía? Creo que ha dicho que era hijo del hombre que salía en el periódico esta mañana... Distraída, saca la parte superior del profeta de su mochila para echarle un vistazo a la foto. Umm, la verdad es que se dan un aire.

Cierro los ojos un instante, cuando todo queda en calma y la voz de Andelin rompe el aire. Y a mi mente acude esa misma imagen, la de la varita, los dos críos, y el juramente inquebrantable. Y, de repente, el antebrazo derecho me arde, me quema, más que cualquier otra herida en todo mi cuerpo.

Abro los ojos de golpe, como si acabara de despertar de un mal sueño y vuelvo a mirar a Ryan. Cuando lo veo ahí, mirándome, con esa expresión de odio, le mantengo la mirada, al tiempo que me incorporo, con esfuerzo, quedando sentado en medio de la clase. Me da igual el resultado, me dan igual los 40 puntos que Andelin nos ha quitado a cada uno. Miro su brazo, y miro el mío, y sé que Ryan entiende lo que quiero decir. Sé que los dos, ahora mismo, sentimos el mismo dolor, más allá de cualquier herida que el enfrentamiento haya podido causar.

En mi caso, ni siquiera espero a que Sarah o Sam vengan a ayudarme. Con una mueca de dolor y de esfuerzo, me pongo en pie. E, instintivamente, a la primera persona a la que miro es a Kate. La miro, serio, y con el rostro cubierto de sangre, pero mis ojos transmiten un "Estoy bien" lleno de seguridad.

Me llevo una mano al costado, mientras me pongo en pie. Algo lo ha atravesado, quizás alguna de las piezas que saltaron durante la explosión. Aún así, consigo ponerme en pie, con esfuerzo y tambaleante, rechinando los dientes con esfuerzo.

Lo que me sorprende, sin embargo, es la actitud de Sam. Se supone que ella es mi amiga, que yo soy su amigo. Y no me ha dedicado ni una mísea mirada, ni un miserable ¿estás bien? Ha corrido a por Ryan. ¡A por Ryan!

Muy bien Sam. Cojonudo. Me acaba de quedar muy claro a quién consideras más importante.

Me apoyo en el pupitre más cercano, doblado sobre mí mismo. Ahora mismo me duele y me quema todo. Sin embargo, estoy satisfecho, a pesar de la frustración de no haber podido llegar hasta el final.

Y cojo aire, mirando a mi alrededor, notando aún mi antebrazo arder, mientras me dispongo a ir a la enfermería.

Y mientras, los recuerdos del pasado siguen taladrando mi mente...

Miro el duelo sin demasiado interés. Un duelo donde no se puede proteger? Tssss, ni que fueran orangutanes tirándose piedras el uno al otro. En un duelo entra tanto el ataque como la defensa. Es tan importante golpear como no recibir. Vaya demostración de testosterona. En fin, lo tendré muy fácil contra ellos si deciden no protegerse de mis ataques. Cuando acaba y el profesor da por finalizada la clase me levanto de mi asiento.

No me han asignado ninguna tarea y ahí no haré más que molestar. Además, tampoco tengo muchas ganas de seguir en esa clase. Han pasado varias cosas que no me han gustado y hay demasiada tensión en el ambiente. Tras dudar un instante decido irme solo.

-Nos vemos en encantamientos.-Digo como despedida y me dirijo a la salida. Tengo que despejarme, han sido demasiadas horas seguidas sentado sin hacer nada y pensando mucho. No merece la pena, Mathew...

En más de una ocasión mi mano apretó con fuerza mi varita, tentado de saltar a la ayuda de Ryan como habíamos hecho desde que habíamos entrado en el colegio pero me contuve. Él había decidido llevar el duelo así y el temerario de Liam había aceptado. Hay que ser masoca... Ryan te va a destrozar. 

Fue un duelo duro de observar y en mi cabeza estaba el dilema de apoyar a mi amigo o no. El ni siquiera te ha mirado cuando Bella actuó así, ha dejado claro que le importas bien poco. 

Cuando todo termina, el idiota de Blair vuelve a hablar dando por finalizada la clase. Con un sencillo Evanesco me deshice de mis vendas y, tras comprobar que Ryan quedaba en las mejores manos, salí de la clase cojeando y con todo el cuerpo magullado. 

Ni enfermería ni hostias, no iba a degradarme tanto como para acudir ahí. Justo antes de salir, dirigí una fugaz mirada a Sam a sabiendas de que se preocuparía por mi y esbocé una diminuta sonrisa, sólo para ella.

Le cuesta pero Liam consigue reunir la fuerza y la energía necesaria para empezar a andar hacia la enfermería. Justo cuando va a dar el primer paso alguien le agarra por detrás, frenándole en seco. Lo primero que siente es el dolor del contacto y del ligero golpe que le produce el roce de su cuerpo con el de Sarah. Pero pronto se da cuenta que poder descansar el peso sobre ella se convierte en la mayor de las glorias.

- ¿Pero eres idiota o qué te pasa? - sus palabras son duras pero están cargadas de preocupación. Con un movimiento de varita mueve la camilla y la transporte hasta su lado. - O te apoyas en mi o te subes en esto. Pero tonterías las justas. Ya has hecho suficiente por hoy.  - Sin esperar su respuesta le echa el pelo hacia atrás en un estúpido intento de peinarle e intentar atraer su mirada. Al hacerlo, deja su mano posada en su mejilla con cariño. - ¿Cómo se te ocurre Liam?

Ryan todavía no ha aceptado las últimas palabras de Sam cuando Isabella se acerca a ellos. - Yo llevaré las cosas de Ryan - concluye. Sin pensárselo dos veces, le quita a Sam de las manos las pertenencias de su amigo y echa a andar hacia los pasillos, guiñándole un ojo a ambos antes de darles la espalda. Parece que no desobedecerá las órdenes de Blair y dejará que sean Sam y Sarah las que acompañen a los heridos a la enfermería. Eso sí, ella estará allí para cuando lleguen.

Poco a poco vais saliendo de la clase de DCLAO. Habéis tardado algo más de lo esperado y, por eso, a pesar de haber terminado la clase con antelación, decidís ir directamente al aula de Encantamientos. Con suerte, tendréis tiempo suficiente para compartir opiniones sobre lo que acaba de pasar en vuestra primera asignatura del curso.

Aunque a paso de tortuga, finalmente habéis conseguido llegar hasta la enfermería. Parece que los orgullos de los dos contrincantes han cedido y, cuando atravesáis la puerta, Ryan lo hace apoyado sobre Sam y Liam sobre su compañera Sarah. Dentro os espera Isabella sentada en la camilla que se encuentra a la derecha de June, todavía inconsciente aunque con mejor aspecto que los días anteriores.

- ¿¿¿¡¡¡Pero se puede saber en qué estabais pensando!!!??? - la señora Keaton se acerca hacia vosotros echa una fiera. Tanto, que parece que no se percata del estado en el que os encontráis pues no duda ni un segundo en empujaros para acelerar vuestro paso y llevaros hasta vuestras respectivas camillas. Cumplís sus deseos como podéis y, al sentaros, no podéis evitar soltar un suspiro.

Premeditadamente Sarah se ha encargado de llevar a Liam hasta la camilla situada junto a June. Al verlo, Isabella no duda ni un instante en levantarse y alejarse de ellos, si ni siquiera dirigirse la mirada. Cuando llega a la altura de Ryan se coloca en la cabecera de la cama y le posa su mano sobre el hombro, sin decirle nada. Tan solo un ligero cabeceo de cabeza.