Partida Rol por web

FECHA: 4 DE ABADAR DE 4715 RA, DÍA DEL SOL.

HORA: POR DE LA TARDE.

LUGAR: CUEVAS COLINA NEGRA.

CLIMA (EN EL EXTERIOR): INVERNAL. CIELO LIGERAMENTE NUBLADO.

Me parece una buena idea, Hallberd digo, afirmando ligeramente. Lleva tu a uno de nuestros compañeros y yo llevaré al otro. Caminemos a paso lento para evitar tener un mal tropezón y tomemos posición en la playa.

Tras decir eso, me dedico a guiar a quien no lo haga Hallberd para conducirnos hacia la playa donde está Vicky.

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CLIMA (EN EL EXTERIOR): INVERNAL. CIELO LIGERAMENTE NUBLADO.

Pues sí parecía un poblado, aunque del tipo que crecía a veces en los bordes de las ciudades, donde acababan todos aquellos que no habían tenido la suerte de encontrar algo mejor, o la predisposición para adaptarse a las urbes. Suponía que allí debían vivir esos ¿hombres sombra? de los que les habían advertido, así que lo mejor sería estar atento. Sin decir nada, continuó hacia el sur, con el florete listo. 

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El grupo de vanguardia siguió avanzando, fuera de la vista del grupo de retaguardia...

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Halberd vigilaba intranquilo. Habían llegado a la segunda playa. El cadáver de una especie de rana humanoide yacía allí, dañado por los golpes de los Rifts Warriors que ahora avanzaban por los estrechos y cavernosos corredores.

El enano sujetaba la ballesta con ambas manos escudriñando la oscuridad, vigilante. Los compañeros heridos y cegados habían quedado relegados al grupo de la retaguardia, grupo en el que francamente prefería estar. Pero al mismo tiempo le resultaba inquietante no tener cerca a Daeron y su reloj de arena. No había llegado a mirar el reloj en cuestión, y sabía que no había pasado mucho rato, pero no tenerlo a mano para poder comprobarlo le generaba una creciente ansiedad.

— ¿Cuánto tiempo más creéis que deberíamos esperar aquí? — preguntó en voz baja a nadie en concreto. — No sé si deberíamos seguirlos algo más cerca por si necesitasen un cable... ¿Qué opináis vosotros?

Echó una rápida mirada a los integrantes de su grupo. Desde luego tampoco iban a ser de gran ayuda teniendo en cuenta el estado en el que se encontraban varios de ellos, pero prefirió no decir nada. Simplemente arrugó el entrecejo y siguió vigilando la retaguardia.

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No era nuevo para Shidi el no depender de sí mismo, antaño, había tenido que necesitar ayuda para liberarse de los magos que se empeñaron en considerar que él, tenía madera de espía. Que estupidez, saltaba a la vista que había sido entrenado para el combate directo, ni siguiera la infiltración estaba dentro de sus directrices. — Contundencia, rapidez y eficacia, sé una bala, recluta. — Solía decirle uno de sus primeros instructores, entre gritos, mientras podía oler su aliento, cara a cara. Aquel jodido chicano no le dejaba descansar nunca, ni siquiera cuando debía de estar haciéndolo.

— El puto sargento Garrido... — Murmuró James, aún absorto en aquella secuencia de tiempo pasado, la voz de Halberd le devolvió a la húmeda y apestosa realidad. Se encontraba apoyado contra la roca, de pie, aferrando aún su armamento sin mirar a ningún lado. Giró la cabeza hacia la dirección donde la voz del enano fue percibida, sus ojos estaban cerrados, pero el rostro transmitía confianza de alguna manera. — Apenas ha transcurrido tiempo desde su partida, confía, sigue las órdenes y mantén los ojos abiertos. En cuanto al resto, recordad, esto es territorio hostil, bajad la voz y hablad lo mínimo e indispensable. — Aconsejó el antiguo sargento en voz baja.

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El enano se había colocado en una posición cómoda, para descansar un tanto de sus heridas. Eso no implicaba que dejase a un lado la vigilancia. Sabía que se encontraba territorio hostil, por lo que uno no debía bajar la guardia.

Esperaremos un rato- responde- si vemos que no vuelven iremos a investigar. Aún no ha pasado demasiado tiempo para preocuparnos. 

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Me giro para mirarles. Si nos dividimos es para dar tiempo a que los cegados os recupereis, si es posible, y para ver si hay alguna otra solución. Ninguna se ha dado, luego no nos moveremos.

Me quedo mirando el pasillo que se adentra en la montaña como si de una garganta se tratara. Si tuvieran problemas les oiríamos. ¿No? Tengo un oído excepcional, pero vete a saber.

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El grupo se había reunido por completo, pero parecía que aquellos afectados por la ceguera aún seguían en las mismas. No era buena señal si tenían que avanzar dentro de aquellas cavernas y con un tiempo límite. Vicky se preguntaba si habría alguna manera de hacerles recuperar la vista, tal vez algo mágico. Ella no disponía de ningún tipo de habilidad de ese tipo. 

- No pueden haber estado fuera más de unos minutos, no hay que preocuparse aún. En la situación actual lo mejor sería esperar un poco más a ver cómo evolucionan Alexa y James. Si no hay cambios o noticias del otro grupo, habrá que moverse de algun modo. 

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El enano apenas emitió un sonido de aprobación, asintiendo a las palabras de sus compañeros, y sin volver a abrir la boca en un buen rato, haciendo caso a James. El corpulento humano le imponía incluso estando ciego. La autoridad militar que irradiaba le instaba a ponerse firme y obedecer como un soldado.

Pasaban los minutos eternos, o eso le parecía, y no se escuchaba nada salvo el fluir del agua cercana. El desasosiego que sentía iba en aumento, y los nudillos ya estaban blancos de sujetar la ballesta con demasiada fuerza.

De vez en cuando miraba al resto de Rifts Warriors que estaban allí, esperando a que alguno que estuviera más cerca al túnel por el que debían avanzar decidiera que era hora de ponerse en movimiento. Verlos aparentemente tan tranquilos no hacía sino aumentar su intranquilidad, sabiendo que el reloj de arena que llevaba Daeron colgado seguía con su cuenta atrás.

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La espera no la molestaba, no era una mujer impaciente. Lo que la molestaba, y mucho, era tener que hacerlo a ciegas. Se sentía inhumanamente desvalida, impotente. Débil, en una palabra. No era de quejarse sin motivo, y cuando lo había, no tenía sentido quejarse si con ellos no se solucionaba nada. Y ahora era uno de esos momentos. No se quejó, por tanto.

Sentada en el suelo lodoso, la espalda apoyada en la roca viva que gracias a la enorme humedad del lugar no presentaba aristas, escuchaba. Los comentarios de sus compañeros, el sonido del agua fluyendo, de las lentas gotas cayendo, los dilatados impases silenciosos entre ellas, la larga dinámica de la formación de las estalactitas y estalagmitas. Nunca recordaba exactamente cuáles pendían y cuáles se elevaban de suelo.

Y, claro, intentaba escuchar cualquier cosa que diera alguna información acerca del otro grupo, o de otras sorpresas inesperadas y a buen seguro desagradables que debían estar acechando, agazapadas, buscando el mejor momento para atacarles.

Pero, no, no podía hacer nada. Esperar, escuchar, y dejarse llevar.

Chasqueó la lengua, contrariada. Débil, odiaba saberse débil. Y aún más odiaba saberse dependiente de los demás, ser una carga.

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Pasaba el tiempo y el silencio era cada vez más palpable. Vicky intentaba mantener la cuenta de los minutos que habían pasado, pero su mente se estaba embotando y ya no tenía nada claro. Empezaba a preocuparse y se dio cuenta de que su pierna se movía de manera nerviosa, claramente afectada por aquella situación. Allí estaban, los grandísimos Rift Warriors, la mitad de ellos sentados y heridos en una cueva desconocida mientras la otra mitad seguramente se estaba jugando el cuello. El no escuchar nada en el eco de aquellas cavernas no sabia si era buena señal o no.

- ¿Cómo va esa vista? ¿Alguna novedad? - preguntó sin demasiada esperanza a sus compañeros. Con un poco de suerte empezaban a ver algo y podrían ponerse en camino sin estar en peligro. - Por cierto Alexa, aceptaría una de tus pociones extra. Por si acaso... 

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CLIMA (EN EL EXTERIOR): INVERNAL. CIELO LIGERAMENTE NUBLADO.

Tras hablar con el grupo de vanguardia, Emil hizo que se reunieran todos los Rifts Warriors en la gran caverna donde moraba la pequeña tribu de mutantes de las profundidades.

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El borg avanzó con el resto, preparándose para seguir, cuando el conjuro de luz que le habían lanzado se desvaneció, recordándole de pronto la naturaleza muy humana de sus ojos, lo que hizo que chasqueara la lengua con fastidio. 

-¿Algo más de luz, por favor?

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HAN PASADO 153 ASALTOS DESDE QUE ENTRAMOS EN LAS CUEVAS.

Todos habían vuelto a reunirse en una gruta amplia, habitada por unos seres de aspecto humanoide, de color grisáceo, y que obviamente se ocultaban bien en estos subterráneos. Tan pronto el grupo estaba nuevamente unido, Emil tomó la palabra.

- Bien... lo primero me gustaría saber como estáis todos. Los que hemos avanzado tenemos novedades y, afortunadamente, no hemos tenido que afrontar nuevos combates, aunque eso está a punto de cambiar, motivo por el que es tan importante volver a reunirnos. Por favor, Alexa, ¿ha habido alguna novedad estos minutos? ¿notas algún cambio en tu ceguera? ¿y tú, Shidi?- tras escuchar la respuesta de ambos pareció meditar y luego continuó.- La caverna en la que nos encontramos, y los aliados que habéis visto, son los Skulks. No han sido agresivos contra nosotros, y tras hablar con su líder, Sef, hemos alcanzado un acuerdo: 

Lo principal: ni ellos ni nosotos nos atacaremos mutuamente. Ellos, por su parte, nos permitirán el paso libre por su caverna, y además nos entregarán un objeto tecnológico que han obtenido e información sobre el paso, dirección y situación de nuestro desaparecido concejal. Previamente a la entrega del objeto y de la información, deberemos eliminar un nido de gremlins que hay al norte de su posición. Se trata de una especie de duendecillos malévolos que parecen disfrutar de algunos poderes sobrenaturales. Débiles Individualmente, pero ladinos y peligrosos. Por lo que parece esos gremlins han estado depredando a los Skulks y causándoles abundantes bajas. Aunque hace un par de días los Skulks lograron eliminar a bastantes a un alto precio, ha habido cierta recuperación del número de esos gremlins, lo que parece indicar la existencia de algún nido desde el que se teleportan a este lugar- hace una pausa antes de continuar.- Por supuesto, si esos tal gremlins guardan cosas en su guarida es nuestra por derecho de saqueo pero, si os soy sincero, el motivo principal de aceptar el acuerdo es que me parece que su oferta de alianza temporal, de compartir información y de entregarnos el objeto es sincera. Probablemente hubiéramos terminado combatiendo con los gremlins antes o después con lo que... Si obtenemos algún beneficio y evitamos un combate con estos seres e, incluso, tenemos una alianza con ellos, mucho mejor, entiendo.   

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HAN PASADO 153 ASALTOS DESDE QUE ENTRAMOS EN LAS CUEVAS.

Los minutos transcurrieron sin que Shidi hubiere abierto la boca, como había aconsejado a Halberd, dando ejemplo al mismo y de paso al resto de los que allí aguardaban con él. La ceguera persistía, no hubo cambio alguno, ni tan siquiera una mísera diferencia, pero era pronto para venirse abajo. El disciplinado combatiente había decidido no volver a darle vueltas al asunto, centrándose en la misión, preparándose para cualquier escenario, sin duda ni miedo.

La vanguardia regresó, no había habido peligros aparentemente y Emil, se encartaría de los detalles. Se dejó conducir al nuevo emplazamiento, concentrando sus oídos durante la travesía. Hubo de guardar el martillo para tener la mano diestra libre y poder así aferrarse a la persona que iba delante, tiempo durante el cual, se sintió ligeramente desprotegido. Nada más llegar al destino, volvió a sostener el martillo y escuchó la narrativa del elfo.

— Sigo sin ver nada, no he notado cambio alguno, ¿Saben algo al respecto estos Skulks? Viven aquí, seguro que han tenido algún encuentro con aquella cosa. — Aportó James, interesado en la respuesta.

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Me quedo meditando las palabras de Emil. Si conseguimos acabar con los suficientes gremlins, seguramente el resto podrían ser acabados por los mismos Skulls. Porque el problema de unos seres de pequeño tamaño es que pueden ocultarse fácilmente, así que se hace difícil que podamos limpiarlo por completo.

Creo que lo más importante será averiguar cómo recuperan su número tan rápidamente. Pero coincido contigo, Emil. Seguramente hubiéramos terminado peleando contra los gremlins, si de esa pelea obtenemos información y una alianza aunque sea temporal, mejor que pelear por simplemente pelear.

Luego miro a Shidi y Alexa. Igual estos seres tienen algún tipo de médico, curandero o algo similar que nos pueda decir más sobre su ceguera. Podrías hablar con su jefe, Emil.

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Halberd escuchaba a Emil, bien agarrado a su ballesta. Reprimió un resoplido de disgusto al ver como todo se complicaba. Los Skulks no le gustaban mucho, y que además los mandaran a limpiar las cuevas de unos duendecillos cabroncetes que al parecer se reproducían más de la cuenta le gustaba aún menos. Al menos, los humanoides esos canijos no habían sido hostiles, y por lo que decía el elfo iban a darles indicaciones para encontrar al concejal.

Además, la idea de que les dieran un objeto tecnológico resultaba bastante tentadora. Maldita sea, agradecía mucho estar vivo, pero haber acabado en el culo del universo, donde la tecnología más avanzada que había visto hasta el momento estaba en las últimas y enterrada a trescientos metros bajo tierra, entre lava y radiación... eso era muy frustrante para el enano.

— Pues entonces ya está todo dicho... Si lo has visto claro Emil, adelante. — respondió con cierta resignación. — Sólo espero que no se lleve mucho tiempo el asunto.

Echó un vistazo a Daeron, en concreto al reloj de arena que llevaba colgado. No le dijo nada para no parecer más nervioso de lo que estaba, pero temía que el mago se olvidara de darle la vuelta cuando tocase. La perspectiva de quedarse sin el hechizo de respirar bajo el agua en esas cuevas resultaba angustiosa. Si lo hubieran sabido tal vez podrían haber convencido al viejo para acompañarles, así no tendrían que ir con ese estrés. A Halberd no le gustaba trabajar bajo presión.

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Yo he estado esperando a vuestra vuelta antes de tomarme la poción aquí presente- responde mientras toca la poción que tiene guardada- por otro lado, los skuks esos, ¿tienen algún tipo de conocimientos de curación o algo? lo digo más que nada por la ceguera de Shidi, que en su estado no nos sirve de mucho. 

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HAN PASADO 153 ASALTOS DESDE QUE ENTRAMOS EN LAS CUEVAS.

- Primero, Raxis, Vicky, veamos si hay alguna otra forma de curarnos... aunque supongo que no- digo a mis compañeros tras asentir a las palabras de unos y otros, y aprovechando la presencia de la exploradora, y de otros de los Skulks alzo la voz, diriguiéndome a ellos.

- Hemos eliminado antes de llegar aquí a unos cuantos escarabajos de fuego hostiles, así como a un extraño ser que tenía la peculiar característica de cegar con su ataque. ¿Os habéis enfrentado a él o a alguno de su clase? Dos de mis compañeros siguen heridos y vendría bien disponer de toda nuestra fuerza para eliminar a los gremlins. ¿Sabéis como se cura ese mal? ¿tenéis algún sanador o algo que pueda ayudarnos antes de lanzarnos contra los gremlins?