Partida Rol por web

Seamus pasó en apenas unos segundos de sentirse a gusto consigo mismo a echarse la culpa por haber dejado a su hermana un momento sola y encontrarse ahora ésta quizás en peligro. Ese personaje, con el que se había encontrado al regresar al jardín, acababa de decirle no se que de encontrarse su hermana enferma y de un tipejo que había aprovechado la ocasión para llevársela a un lugar discreto en la mansión. En la imaginación de Seamus ya estaban abusando de la inocencia de su flor irlandesa. Además aquel hombre estaba diciendo algo acerca de un embarazo. La cara de Seamus estaba ganando un color bastante parecido al de su pelo. Sus gritos en busca de su hermana rompieron la armonía que reinaba en la fiesta, haciendo que la gente allí presente se girará en su dirección.

Por su parte Sir Sutton disfrutaba del espectáculo que le ofrecía el pelirrojo. Su acalorada reacción, su repentino y temperamental enfado, eran tan mundanos, tan espontáneos, que el noble creía haber encontrado en él una oportunidad de vivir por unos momentos una experiencia un tanto ordinaria y extravagante, más allá de la aburrida vida de la alta sociedad con sus reglas y normas férreas. Y eso Anthony no quería perdérselo por nada del mundo. Así que siguió los pasos del malhumorado hombre bien de cerca, mientras éste se encaminaba a la entrada principal de la mansión con buen ritmo.

Cuando se encontraban a apenas unos pasos de la entrada a la mansión, un hombre bien vestido y de mediana edad salió a su paso. Se trataba de Lord Lang, como Sir Sutton reconoció y no tardó en presentar. Pero venía solo. De Eilish no había ni rastro.

Viendo la exaltada reacción de Seamus, el organizador de la boda trato de calmarle.

– Caballero. Por favor. Tranquilícese. – comenzó a hablarle con voz calmada el Lord –. No olvide donde se en encuentra. Esto es una boda. Una celebración. Le agradecería que piense en los novios y el resto de invitados y trate de sosegarse.

Se encontraban en las escaleras que daban acceso a las grandes puertas de la mansión, tratando de apaciguar al irlandés, cuando en el umbral de la puerta apareció Eilish. La doctora McBride salía sola del edificio pero, aunque tenía mucho mejor color, aún parecía algo alterada. Una rápida inspección con la mirada hizo ver a Seamus que su hermana no había sido víctima de ningún abuso físico. Al menos no veía muestra alguna que le indicara que así era.

Mientras los tres hombres dedicaban toda su atención a la irlandesa, como si de una aparición se tratase, les sorprendió la voz Milton Graham, quien se acercaba a la escena claramente preocupado.

– ¿Qué ha sucedido? ¿Qué supone todo este alboroto? Por el amor de Dios, caballeros, que se trata de la boda de mi hija. – les rogó el hombre claramente preocupado.

La conversación entre los dos hombres empezaba a ganar un tono de lo más misterioso, por no decir intrigante. Para Alexander su interlocutor se estaba convirtiendo en alguien cada vez más interesante, alguien que le daba muestras de querer abrir la puerta a un secreto prohibido. Sin estar del todo seguro acerca de lo que finalmente tenía que contarle el detective, el boxeador creyó ver por primera vez una posibilidad de que alguien le explicara la naturaleza de los extraños hechos que rodeaban ciertos combates perdidos en el pasado.

Francis por su parte empezaba a perder parte de su nerviosismo inicial. Le parecía haber encontrado a alguien receptivo a su mensaje e intenciones. Y de esa forma el detective iba ganando cada vez más seguridad en su actuación. Seguridad que se hacía notar en su forma de tratar y hablar con Alexander.

Mientras estaban charlando de manera bastante confidencial, les sobresaltaron de repente unos gritos que les llegaron desde su espalda. Caminando enérgicamente hacía la entrada de la villa y seguido de cerca del hombre de barba y pelo cano, que hasta no hace mucho se encontraba en la pérgola, el pelirrojo que había intercambiado unas pocas palabras con Alexander antes de dejarle solo con Francis llamaba la atención de todos los participantes de aquella celebración, llamando a gritos a una tal Lissie. Cuando aquella extraña pareja dio la vuelta a la esquina de la mansión y desapareció de la vista de todos, Milton Graham, el padre de la novia, salió detrás de ellos.

Murmurando un rápido y distraído qué hay cuando el carcamal le presentó a Lord Lang, Seamus centró toda su atención en su hermana cuando apareció por la puerta como una aparición bíblica. El irlandés percibió una palidez algo más acentuada con respecto a su aspecto habitual, pero tanto su peinado como sus ropas estaban en buen estado. Lang había tenido suerte de que todo hubiera sido un malentendido y que en realidad no hubiera pretendido aprovecharse de Eilish. No sólo él le habría puesto las manos encima, rápida y repetidas veces, sino que no albergaba duda sobre lo expeditivos de los métodos defensivos que habría usado su hermana.

- Lissie, ¿estás bien? - dijo, acercándose a paso rápido hacia ella e inclinándose para hablarle en voz baja. Resultaba divertido ver la delicadeza conque el hombretón trataba a la muchacha - Ese viejo me ha dicho que te ha dado un desmayo y que Lang te había llevado a tomar algo... ¿te ha tocado? Dime que no te ha tocado...

Con el ceño fruncido, Seamus volvió a girarse al grupo formado por Lang, Sutton y Graham, como si no fueran más que un grupo de ratas a las que pisotearía si hubieran hecho algo inapropiado.

- Lissie... oye, que me... esto... tú no estás preñada, ¿no? - dijo, pasando su mirada de los ojos verdes de su hermana a su abdomen, y luego nuevamente a sus ojos.

Lo que parecía que iba a ser otro aburrido festejo en el que todo el mundo trataba de hacerse valer por encima del resto o mostrar una falsa imagen de qué bien les iba estaba empezando a convertirse en algo más interesante.

Un matrimonio mal avenido, una estudiosa respondona, un marido que desconocía el embarazo y ¡hasta acusaciones de tocamientos!

Anthony bebía champagne apoyado en un enorme macetero y sonreía pensando las anecdotas que podría contar de esta velada.

Ssshhh, ssshhh. - le dijo a Milton haciendo un gesto con la mano para que bajase el tono, como si estuviera viendo una obra de teatro y le impidiera escuchar correctamente.

El caballero - señaló al pelirrojo - cree que Lord Lang se ha propasado con su mujer embarazada.

Casi parecía que fuese su acompañante que ha llegado con retraso y le explica lo acontecido sobre el escenario hasta el momento.

- Parece que algo ocurre por allí - fue la respuesta del boxeador a los gritos que se habían generado - igual hasta tenemos suerte y ese mal abominable del que me ha balado ha hecho su aparición en escena.

Y dirigiendosé al señor Douglas, trato de ser o mas cortés posible

 - Si me disculpa, voy a ver que le ocurre al Sr. Graham, no quiero quedarme sin benefactor ¿Me acompaña o sigue disfrutando de la fiesta? -

- ¿Pero qué...? - Eilish sabía muy bien de lo que su hermano era capaz, pero no pudo reaccionar de manera rápida a lo que acontecía ante ella.

- ¿Qué está pasando aquí? Seamus McBride, espero que no hayas hecho o dicho algo de lo que tenga que avergonzarme. Ya he tenido suficiente por hoy - al oír la insinuación de su hermano su cara de enfado no pudo pasar desapercibida para el resto de los presentes - ¿Quién te ha...? - e inmediatamente pudo escuchar de dónde se había sacado dicha barbaridad, pues el viejo cotilla había creado una historia fantasiosa y pretendía que el resto la creyera.

- Disculpe usted - dijo dirigiéndose hábilmente y con fuerzas renovadas hacia el Sr. Sutton - Ni estoy embarazada, ni éste es mi marido - dijo realizando un gesto hacia su hermano - Por lo que agradecería que dejase las habladurías y novelerías para las viejas. Sólo me he encontrado momentáneamente indispuesta. 

- Siento mucho si mi hermano ha causado algún tipo de alboroto. Es algo... Sobreprotector conmigo - dirigió estas palabras de una manera más calmada y suave al anfitrión del evento y al padre de su amiga. Terminó con una pequeña reverencia mirando al suelo a modo de disculpa. 

El noble inglés levantó las manos, sin soltar la copa de champagne, a modo de muestra de inocencia pero manteniendo un gesto divertido en el rostro.

Mujeres... - le dijo a Milton meneando ligeramente la cabeza, como si esa palabra fuera la única que ambos necesitaban a modo de explicación para entender lo que estaba sucediendo.

Lord McBride - movió la copa en dirección al pelirrojo hermano - solamente ha mostrado una mínima exaltación al conocer su indisposición y ha corrido a socorrerla sin preámbulos. Una actitud fraterna digna de elogio y merecedora de un brindis.

Miró entonces la copa ya medio vacia y torció ligeramente el rostro.

Pero Lord Lang habló de un buen brandy - se acercó por fin al susodicho y a los dos hermanos, sonriendo, como si todos se conocieran de hace tiempo - y estoy seguro que, como buen anfitrión, lo sacará para solucionar este equívoco y dejarlo en una mera anécdota.

El corazón de Francis cabalgo desbocado ante las palabras de Alexander ¿podría haber tenido ya algún contacto con aquellos seres? La esperanza prendió en su pecho, no solo por la idea de parecer un lunático sino por la ayuda con supondría tener a alguien como el entre sus filas.

—¿Si?—Respondio inquieto el señor Douglas. Durante unos instantes guardo silencio, midiendo bien sus siguientes palabras. Sin embargo cuando iba a empezar a hablar algo les distrajo de todo aquel asunto—. Bien, vayamos a ver que ocurre.

Los pensamientos del joven investigador subían y bajaban en una espiral de profunda oscuridad mientras caminaba con velocidad junto al señor Smith. Por una parte maldecía el hecho de que les hubieran interrumpido, por otra parte estaba expectante por saber que ocurría. Solo el tiempo diría, el cual podría ser mas o menos largo en función de la longitud de sus piernas. 

Cómo si de un cubo de agua fría se tratase, ver salir con cara de preocupación a su promotor detrás de los dos hombres que estaban organizando aquel escandalo hizo que Alexander aparcara, al menos de momento, la extraña conversación que estaba teniendo con el detective y dedicará su atención al señor Graham.

Amablemente ofreció a Francis que le acompañara y este acepto seguiré, en parte molesto por la interrupción en un momento tan álgido y prometedor de su encuentro con el boxeador, en parte intrigado por la escena que se estaba dando delante de sus ojos.

Ambos hombres dirigieron sus pasos tras los del padre de la novia y en dirección a la entrada principal de la mansión. En su camino, tanto Alexander como Francis hicieron gestos a la señora Graham, al reverendo Griffin y al resto de invitados que les miraban sin disimular su consternación, indicándoles que guardarán la calma, que todo estaba en orden y no debían de preocuparse. Ellos mismos no estaban tan seguros de que la situación realmente estuviera bajo control.

En el momento que Sir Anthony terminó de aclarar su versión de los hechos un silencio absoluto se apoderó del grupo de personas reunidas a la entrada de la villa. Silencio solo roto por los sorbos ocasionales del noble a su copa de champán. El primero en romper ese mágico momento fue Lord Lang, quien decidió seguir las instrucciones de Anthony y traer la botella de brandy, para tratar de acabar así con la absurda situación que se había creado.

Los ojos de los allí reunidos estaban puestos en Sir Sutton, pero este no parecía darse cuenta de ello o al menos de querer darle la más mínima importancia, así que se miraron los unos a los otros queriendo comprobar si alguien entendía lo que había sucedido. La mirada de los McBride dejaba claro el humor en el que se encontraban en esos momentos. La de Milton Graham buscó a Eilish, implorándole que por favor evitará que la boda acabará en un escándalo.

Cuando parecía que alguna de las personas reunidas en torno al señor Graham por fin iba a decir algo, dos hombres hicieron aparición en escena. Uno de ellos, alto y fornido, ya había intercambiado un par de palabras con los McBride. El otro, con la cara algo pálida destacando contra el oscuro tono de su chistera, tenia un aspecto algo frágil.

Alexander miró a Milton con un interrogante en su cara. Quería saber si estaba todo en orden o no. Pero, aunque el ambiente parecía algo enrarecido, no creyó descubrir nada preocupante en la mirada que le devolvió su patrocinador. Algo que tampoco le paso desapercibido a Graham.
Lord Lang regresó con la deseada botella de líquido rojizo en una mano y unos vasos en la otra. Empezando por Eilish sirvió a todos una buena porción de la bebida, quedándose él y el señor Graham con las manos vacías, para que los dos recién llegados pudieran disfrutar también del caro aguardiente. Dejo la botella sobre la balaustrada y sacó un hermoso reloj de bolsillo dorado, abriéndolo con una mano y comprobando la hora.

– Por favor disfruten de la bebida y permítannos volver con nuestros invitados. Seguro que están preocupados por nuestra falta. – dijo mirando a su futuro consuegro y mostrándole su inquietud –. Dejo ahí la botella por si alguno de ustedes necesita algo más de ayuda para calmar la ansiedad del momento. Siéntanse libres de hacer buen uso de ella, pero piensen que en seguida se dará inicio a la ceremonia. – les indicó señalando el reloj para reforzar sus palabras.

Algo más calmado de que todo hubiera sido un malentendido - o más bien, fruto de la lengua afilada de ese carcamal - Seamus pareció preferir quedarse en un segundo plano cuando la doctora McBride sacó a relucir su genio como si se tratara de una brillante espada, observando la puntera de sus botas como si fuera la cosa más interesante en aquel momento.

Sólo cuando el brandy fluyó, las copas se llenaron y el anfitrión se marchó dejando a solas a los cinco desconocidos, Seamus se permitió sonreír con algo más de confianza.

- Eres una mala pécora, viejo - le dijo a Sir Anthony, con un tono entre amistoso y de reproche. Alzó su copa a modo de saludo en dirección al viejo y se echó el rojizo brebaje directamente al gaznate. Con alcohol de elevada graduación todo se veía de otra forma. Sobre todo si era gratis. Luego pareció caer en la presencia de grandullón y le guiñó un ojo cómplice mientras echaba mano de la botella para rellenar su copa. - ¡Anda, si es el señor-Alexander-del-Circo-Astley! - dijo de carrerilla - ¿Ya has hecho un amiguito nuevo? Joder, cómo sois los sajones.

Eilish no quiso mostrarse descortés con el anfitrión ni con el padre de su querida amiga, por lo que mantuvo la compostura e hizo un pequeño asentimiento cuando Lord Lang les habló del poco tiempo que quedaba para le ceremonia, incluso se permitió dar un sorbo a su vaso para calmar el nervio en su interior.

Vio como su hermano se desquitaba, a su manera, con los presentes. Era algo que, en algunos momentos de su vida, a Eilish había divertido. Pero en esos momentos no podía hacer caso omiso y necesitaba hablar con él. 

Seguramente su hermano le diría que no había sido nada, sólo una ensoñación despierta... Esperaba que no la tomase por loca, pues ya había suficiente tensión. Por lo que se dispuso a su lado, dio un pequeño tirón a su manga para llamar su atención y mirándole a los ojos solo le dijo - Hermano, por favor - y desvió la mirada hacia la parte trasera entre ambos, dándole a entender lo que necesitaba. 

Cuando él la miró sólo pudo ver la fragilidad de ésta, su hermana le devolvía una mirada entre apenada y angustiada. Y pudo volver a ver a la niña pequeña que necesitaba de él, sabiendo inmediatamente cómo se sentía su hermana.

- Eres una mala pécora, viejo 

El noble dio dos rápidos hacia el hombre y levantó el brazo para agarrarle por los hombres y brindar su copa contra la del pelirrojo.

¡Me agrada el muchacho! - exclamó sonriente, tras lo que dio un trago a su copa.

Sin separarse del bravucón irlandes, observó a los recién llegados, a los que saludó con un ligero movimiento del brazo que sostenía el licor.

Oh, ¿tenemos a un nómada de la pista entre nosotros? - pregunto interesado por el nuevo miembro de su grupo.

Las primeras palabras de Alexander no fue para ninguno de los invitados, sino para su mentor, el señor Graham quería comprobar que todo estaba en orden, aunque finalmente una mirada fue suficiente para comprobar que todo estaba en orden

- ¿ A qué viene tanto jaleo entonces ?

La pregunta se autocontestó cuando comprobó que el "duque" se encontraba entre ellos

- Pero si es el mísmísimo duque de Gloucester ¿Ya ha vaciado el licor? -Dijo devolviendo el guiño al pelirrojo Y mirando al resto de los allí presentes formuló la pregunta que su mente había formulado

- ¿Se puede saber a qué viene tanto revuelo? Ah, y les presento al señor Douglas, el cual parece tener un trabajo de lo más interesante -

Una vez terminadas las presentaciones, tocaba presentarse al desconocido y tendiendo la mano procedió a ello

- Efectivamente, señor... ¿ Y su nombre es? -

Puede llamarme Anthony, querido. - acercándose a estrechar la mano del bigotudo.

Y digame, ¿a qué actividad se dedicaba en el mundo de la farándula y el entretenimiento? - preguntó interesado por el recién llegado. - Estoy seguro que tiene que tener anécdotas a docenas si ha vivido sobre el carromato.

Alexander nuevamente volvía a ser el centro de atención y rápidamente saco pecho, dejando bien claro que se encontraba en su salsa.

- Pues mi especialidad era el lanzamiento de cuchillos, con una técnica impecable, aunque esta mal que yo lo diga, pero las cosas como són - tomó un pequeño sorbo de la copa para evitar que la garganta se secase y continuó - aunque ya hace bastante tiempo que deje ese mundillo para pasar a utilizar otro tipo de armas -

Y al igual que hizo con Francis, esta últimas palabras fueron acompañadas de un suave acariciarse los puños

- Y efectivamente, alguna anécdota tengo, ya tendremos tiempo de compartirlas, queda mucha fiesta por delante, y la ceremonia va comenzar en unos instantes -

Todo ello sin dejar de sacar pecho orgulloso ni dejar de sonreir, no había nada que le gustase más a Alexander que ser el centro de las miradas

Al final los ánimos se habían calmado y lo importante es que Eilish estaba sana y salva. Sin embargo, algo importante debía de haber sucedido porque reclamaba su presencia para hablar algo apartados del grupo, ante lo que asintió firmemente. Volvió a rellenarse el vaso - ¿cuántos vasos llevaría ya? - y colocó su brazo de forma que la pelirroja muchacha pudiera aferrarse a él.

- Nosotros ahora venimos, cosas de familia - dijo, señalando a Anthony y Alexander con el dorso de la mano - Por cierto, tened cuidado de no atragantaros, pero ánimo, que lleváis buen ritmo.

Una risa traviesa surgió de la garganta del irlandés, que se despidió para alejarse unos metros para hablar en intimidad.

—Estupendo— pensó el joven investigador cuando su conversación se vio totalmente quebrada ante tal grupo—, luego tendré que volver a iniciar la conversación, esperemos que sea receptivo.

Aunque la conversación con el señor Smith, un posible candidato para la logia, se había visto obligada a terminar, el señor Douglas estaba dispuesto a sacar el mayor partido de todo aquello. Mientras disfrutaba de la copa de aguardiente observo al resto de miembros del grupo. Bueno, mas que observar, era investigar, después de todo si tenían algo que ver con el señor Smith podían ser miembros sobresalientes. Personas dadas al combate o a todo lo contrario, la erudición.